19. Elvis Presley.
Agosto 27
Narra Paul
Estaba tomando una taza de té, los chicos hacían lo mismo que yo. Todos estábamos riendo de los nervios. En mi caso, creo que no me había sentido tan nervioso desde aquella noche en que (TN) descubrió mi erección, antes de hacerle el amor por primera vez. Suspiré, quizá pensando en ella me calme un poco. Creo que nunca la podré olvidar. No fue mi primer amor, pero sí el más grande e intenso.
Ojalá algún día regrese y pueda decirle todo lo que me hace sentir. Si ella volviera conmigo, dejaría a Jane de inmediato, me olvidaría de todas las chicas del mundo a cambio de pasar todas las noches que me restan de vida al lado de la chica más preciosa del mundo; quién sabe, tal vez una de esas tantas noches podríamos "olvidar" la protección y comenzar una familia juntos. Nada en la vida me haría más feliz.
—Pensamiento de Paul—
Me encontraba frente al piano, acariciando un poco las teclas en busca de nuevas melodías. De pronto, escuché que alguien entraba en la habitación. Giré mi cabeza para ver de quién se trataba. Era un niño, de aproximadamente cinco años, idéntico a mí.
—Papá —me llamó.
— ¿Qué pasa, pequeño?
—James quiere que lo enseñes a tocar la guitarra, mi amor —dijo la inconfundible voz de (TN).
—Sólo si tu mami me da un beso —dije con una sonrisa.
(TN) se acercó a mí y se sentó en mi regazo para darme un beso. Su mano tenía un bonito anillo dorado. La miré extrañado.
— ¿Y este anillo?
— ¿Qué le sucede señor McCartney? —me preguntó sonriendo—. ¿Ya no reconoce el anillo de su esposa?
—Fin del pensamiento de Paul—
—Bien, chicos, hemos llegado—la voz de Brian hizo que todos diéramos un respingo.
— ¿Ya? —cuestionó Ringo.
Nuestro mánager asintió y todos bajamos de la limusina. La casa era enorme, no se comparaba para nada a alguna casa que hubiera visto en Liverpool o incluso en Londres. ¿De verdad nuestro ídolo vivía en semejante mansión? Nadie se atrevía a decir nada, pero no era necesario porque todos sabíamos lo que los otros pensaban. Entramos a la casa y advertimos que era aún más lujosa de lo que parecía. Fuimos hasta una enorme sala circular, en la cual había mesas de billar y ruleta, una rocola, un sillón en forma de media luna, un bar y una gran televisión a color. El rey se encontraba sentado en el sillón, viendo la televisión con el sonido apagado, mientras tocaba un bajo Fender.
Les dirigí una mirada nerviosa a los chicos, ellos hicieron lo mismo conmigo. ¿Qué haríamos ahora? Era el momento que todos habíamos soñado desde que comenzamos a interesarnos por el Rock & Roll, y nos encontrábamos petrificados. Brian y el Coronel Parker se limitaron a permanecer junto a nosotros. Elvis se veía tranquilo. Mohair Sam, de Charlie Rich; la línea de bajo era lo que el rey estaba tocando. Para cuando la canción hubo terminado, seguíamos sin haber roto el hielo entre él y nosotros. Él nos miró de forma apacible antes de levantarse del sillón.
—Bueno —nos dijo con su inconfundible voz—, si ustedes sólo van a estar aquí mirándome, entonces me voy a dormir.
—No —dijo John, haciendo que Elvis se detuviera y lo mirara—. Primero dinos, ¿por qué ahora sólo grabas baladas para las películas? ¿Dónde quedó el buen Rock & Roll?
—Mi apretada agenda no me permite hacer muchas cosas —respondió de forma condescendiente—. Aunque, no negaré que me gusta hacer películas. Ustedes mismos deben saber que es algo fantástico.
Narra John
Todo era algo que no podía creerme. Ya quiero contarle a Mimi y a hermanita todo esto. Nosotros conociendo a Elvis: sonaba tan irreal, pero era absolutamente cierto. Pasé un rato conversando con el Rey sobre películas, los demás intervenían en ocasiones.
El Rey hizo que trajeran guitarras para todos nosotros, excepto para el narizón, por supuesto. Ringo se limitaría a golpear la mesa con sus manos para crear el ritmo de la música. Para mí todo seguía siendo un sueño, cualquier persona se sentiría así si está a punto de compartir la actividad favorita de su ídolo con él. McCartney tenía una guitarra diestra y parecía tener dificultades para tocarla, la veía como algo extraño. Y yo no pude hacer otra que no fuese reír sin parar.
—No es gracioso, John —dijo McCartney, ofendido.
—Es que siempre había tenido ganas de cambiar las cuerdas de tu bajo para ver cómo te las ingeniabas.
—Ni se te ocurra tocar a mi bebé.
—Descuida, hermanita lo cuidará bien.
— ¡¿Qué dices?! —exclamó confundido.
Volví a soltar una estruendosa carcajada, Paul agachó la vista sabiendo que había sido otra de mis bromas y los demás me miraron. Seguramente Elvis piense que estoy loco, pero de verdad me fascina molestar a McCartney. Todos continuaron con lo que estaban haciendo antes, Elvis estaba tocando el bajo y observé cómo le decía a Paul que estaba practicando, antes de que mi mejor amigo se acercara a enseñarle algunas técnicas de bajo.
Poco después de las dos de la mañana, Brian dijo que era hora de irnos. El Coronel nos regaló la discografía completa del Rey; y el mismísimo Elvis nos acompañó hasta la puerta de su casa.
En el camino de regreso a nuestro hotel, hicimos toda clase de bromas sobre nuestro encuentro con Elvis, como si hubiese sido algo sin importancia. Aunque los cuatro sabíamos que había sido lo máximo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top