A veces me gustaría no empezar una historia sin antes crear un argumento. Llega el momento de mi huída, tecleo una última palabra y finalmente desaparezco hasta que alguien nota en algún momento que me marché. Que existí.

Las dudas se hacen demasiado intensas. Lleno aquel baúl de baratijas inútiles y dejo que éste se escape de mis manos. Se rompe, como nunca nada se rompió, en miles de fragmentos brillantes por ser de cristal. Nadie hace por recogerlos, al parecer les resulta imposible pegar cada trocito. Nadie quiere mirar aquel desastre, ¿tan horrible es la escena? Me agacho hasta llenarme las manos de cristales, que con el tiempo terminarán cortando mi piel.

Me siento demasiado vacía, sola, rota, vulnerable.... Desconocida. Ahora grito en busca de ayuda, pero antes no hacía más que callar mis lamentos intencionados. El ritmo de una melodía hace de esta velada un infierno, nadie quiere mirar cómo la sangre tiñe de su color a aquellas rosas secas. Se tapan los ojos y empiezan a andar sin autocontrol. ¿Dónde quedaron aquellas escaleras que me llevarían hasta el cielo? Me prometieron alas pero ahora no hay nada tras mi espalda.

Me quitaron la memoria, lloro de agonía y frustración. Los recuerdos rompen mis huesos, las agujas del reloj serán mi arma mortal...

Cuando era pequeña pensaba que los fantasmas no eran más que simples almas que se escaparon de los cuentos porque no aguantaban estar encerrados entre letras viejas y demasiado utilizadas. Pero ahora me doy cuenta de que estos espectros son personas reales, que murieron y no supieron cómo manejar esta realidad idealizada.

Me gustaría caer en un profundo sueño, secar todas mis lágrimas y volver a renacer en un mundo diferente.

Aquel sonido me hizo daño, tanto que ahora no sé si estos cortes son reales o más fantasías.

~BEE