Capítulo XXV


*Detective Williams*

Había terminado el informe más rápido de lo que creí, quería contactarme con Maxine, pero por ahora ella no podría hacer nada con esa información, seguramente le estaba yendo mejor del otro lado. Eran casi las diez de la noche cuando recibí la llamada del forense.

   —Detective Williams —contesté.

   —Detective, le hablo desde la morgue.

   —Doctor, ¿pasa algo?

   —Necesito que vengas, por favor, he encontrado algo que puede servir. Es seguro, te aviso no esperando si puede incorporarse a nuestra dirección o nos… —y la línea se cortó.

Smith no solía llamarme cuando había algo nuevo, usualmente esperaba que yo llegara, porque sabía que lo haría. Pero su llamada me dejó con duda, tenía que ir, de eso estaba seguro, pero algo más había en aquellas palabras. Así que, antes de salir, tomé un papel y lápiz y comencé a escribir la breve conversación que tuvimos.

Repase varias veces las palabras, no me convencía que así de la nada, el doctor llamara y hablando de una forma tan extraña, principalmente porque no solía tutearme. No importaba si me tardaba, igual él no se movería de su puesto, tomé uno de los puros que tenía en el cajón, no solía hacerlo seguido, sin embargo, cuando me encontraba irritado, me servían de mucho para pensar.


Necesito que vengas, por favor, he encontrado algo que puede servir. Es seguro, te aviso no esperando si puede incorporarse a nuestra dirección o nos…


¿Qué habrá querido decir? No tienen sentido las palabras, ¿es seguro? ¿Incorporarse? ¿Maxine? Él sabe que ella no vendrá hoy… entonces lo entendí, era un mensaje oculto, las palabras no coincidían con lo que él sabía y mucho menos con el mensaje que, aparentemente, me estaba dando. Analicé cada una de las palabras y ¡lo tengo!


Es Seguro, Te Aviso No Esperando Si Puede Incorporarse  A Nuestra Dirección O nos…

ESTÁN ESPIANDO-nos…


Por eso acabó la llamada en ese momento, para que coincidiera. ¿Se trataba del sujeto que había visto horas antes? No lo sé, pero si Smith lo sabe, es porque algo está ocurriendo en la morgue.

Tomé mi arma y la placa, entonces me subí al coche y con cuidado de no ser vigilado por alguna patrulla y que me detengan gracias a la velocidad que llevo, me moví entre calles claves, observando que nadie me siguiera, pero aquella sensación de estar siendo perseguido, me traía con preocupación.

Al llegar, tomé una libreta que siempre cargaba conmigo,  escribí algo y me coloqué la gabardina, salí del auto, lo dejé a dos calles de la comisaría, prefería caminar antes que dejarlo cerca y que me vieran por allí. Seguro que si alguien me vigilaba, ya lo sabría, pero prefería que se quedara lo más alejado posible.

Entré por las puertas de la morgue, no quería que en la estación se dieran cuenta de mi presencia en el lugar, principalmente porque el llamado había sido directo desde Smith hacia mí. Todo estaba oscuro, la misma vibra de siempre se sentía sin ningún revuelo, no obstante, el olor que desprendía el lugar era distinto, no parecían los olores de una morgue.

   —Detective Williams —dijo.

   —Smith.

   —Pensé que no vendrías.

   —No lo haría de no ser porque me has llamado ya tarde y estamos en un caso importante.

   —Venga por acá —pidió dirigiéndose hacia una de las mesas que tenía en el gran espacio.

Lo seguí sin renegar, yo sabía que mi seriedad ocasionaba ciertas reacciones en otras personas, Smith era una de esas personas, pero sus nervios no eran más por mi actitud, sino por lo que estaba escrito en el papel sobre la mesa.


"Detective, perdón por llamarlo, realmente no hay nada que hacer, ni tengo nuevas pistas, un sujeto ha venido a visitarme, más que todo a amenazarme, me hizo llamarle porque quería que usted estuviera aquí, luego dijo que yo no podría salir, perdón."


La nota me dejó helado, no por el miedo de lo que podrían hacernos, sino porque Smith había tenido a uno de los hombres que buscamos de frente y ahora, estábamos en la boca del lobo.

   —¿Y cuál es la pista, Smith? —dije recorriendo la sala.

   —Eh-eh… yo —balbuceo sin captar mi intención.

   —Bien, muéstrame lo que tienes.

   —¡Detective! —gritó alguien a mi espalda e inmediatamente me giré.

   —¿Tú eres? —pregunté con la seriedad que me caracterizaba, era un hombre de aproximadamente mi estatura, sus facciones estaban desfiguradas, estaba dando la cara y sabía que él tenía mucho que ver en lo que estaba ocurriendo.

   —¿Quién soy? ¿En verdad te interesa saber quién soy? —dijo burlón.

   —¿Acaso está incorrecto saber quién es el sujeto que se dirige hacia mi persona? —contesté.

   —¿Esas serán tus últimas palabras antes de morir, Edward?

   —¿Entonces eres tú? —dije sin detener mi paso, caminando de un lado a otro en el lugar.

   —¿Quién es “tú”?

   —Vaya chistecito de mierda —respondí cansado.

   —¡Ay, Williams! —habló con desgano—. Realmente eres el idiota que creí que no eras. Creo que la única que ha superado mis expectativas, es Maxine y mira que ya la conocía.

   —Así que todo este teatrito, es por ¿Maxine? —reí sarcástico.

   —Cállate, no sabes nada.

   —Al contrario, sé mucho y tú ni cuenta te has dado.

   —Lástima que todo ese conocimiento quede en olvido, junto tus cenizas —dicho esto, el lugar comenzó a derrumbarse, «Lo han planeado todo».

   —¡Detective! —gritó Smith a mis espaldas, mientras los otros huían.

   —No tenemos escapatoria —contesté cubriendo mi cabeza.


De un momento a otro, el lugar se estaba haciendo de llamas y por increíble que pareciera, se estaban esparciendo muy pronto, estaba perdiendo la visibilidad y el sentido de orientación, cuando alguien me haló y con la gabardina que traía puesta trataba de cubrirme del fuego. A lo lejos escuchaba bombas, los gritos del forense me desconcertaban y las explosiones se escuchaban cada vez más cerca. No podía respirar más, algo había golpeado mi cuerpo y no podía moverme, «Ya no hay escapatoria, Williams». Todo se volvió negro y gritos se escuchaban a lo lejos, gritos del acompañante que me había llevado hasta ese punto, Maxine no sabría más sobre el caso, ni el tipo ese y el detective Williams, quedará en el olvido…


*Maxine*


Con Jareth caminamos varias cuadras y, como era de esperarse, nos quedaríamos durante la noche, no había averiguado mayor cosa, necesitaba un poco más de información, pero hasta ahora, nada señalaba a Cayden. Llegamos a un lugar que no era muy concurrido, al leer los letreros que había afuera, pude notar de qué se trataba.

Y en ese mismo punto se encontraba la oficina de Brendan Chester, el sujeto que había limpiado todos los trapos sucios de Cayden, llegar a su oficina preguntando por él, sería muy sospechoso y, probablemente le informaría inmediatamente a Laurent. Así que, contaba con el gran apoyo de Jareth, quien a lo largo de la investigación y otras influencias, había captado ciertos aspectos a tomar y… aquí estábamos, fuera de sus oficinas, con mi amigo a punto de entrar a la boca del lobo.

   —¿Estás seguro que podrás hacerlo? —dije más por cuidarlo a él, que por temor de que Chester se diera cuenta.

   —Más listo que antes de ir a la pista de baile —respondió con notorio entusiasmo.

   —Bien, ya sabes lo que hay que hacer.

Salió del auto y como la persona normal que él es, ingresó a la oficina del abogado, comencé a observar todo lo que había alrededor del lugar, se podía apreciar que el más prestigioso de aquel sitio, era el puesto donde laboraba Brendan Chester y es que, ¿cómo no lo sería? El sujeto trabajaba en negocios sucios, lo supe cuando trabajé en el caso de Cayden y, aunque no pude profundizar en el tema, sé que las aguas de ese hombre, son turbias.

No podía hacer mucho mientras esperaba la salida de mi amigo, ya habían pasado más de diez minutos y comenzaba a anochecer, por lo que opté en leer algunos de los expedientes que me habían podido brindar en la comisaría. Sheffield no sólo era una gran ciudad como tal, su gente, al menos la que yo había conocido en aquel entonces, era grandiosa.

Pasaba uno, dos, tres, hasta seis documentos diferentes y en ninguno era capaz de darme una idea de quién podría estar detrás de los secuestros. Revisé mi reloj, ya había pasado poco más de una hora, y mi amigo no salía del lugar, me comenzaba a incomodar, así que bajé el vidrio de la ventana y encendí uno de mis cigarrillos «Has vuelto al vicio, Durand»… era consciente que aquello me haría daño, pero había pasado demasiado desde la última vez que lo tomé como un vicio y es que, este caso me estaba tomando por las cuerdas del estrés y estos amiguitos aliviaban ese problema.

Varios individuos pasaban por mi lado y me observaban con detenimiento, sin ser discretos, ni cosa similar. Minutos más tarde, ocurrió lo que estaba esperando desde que bajé la ventana, tres golpes en la ventana trasera captaron mi atención, era un hombre de baja estatura, portaba gafas oscuras, el uniforme de policía y… como todo fiel creyente de que “La placa te engrandece”, la movió con su mano en mi dirección y con aires de grandeza articuló:

   —Oficial Derril.

   —¿Huh? —dije dejando escapar el humo hacia la otra dirección, «Jareth te golpeará por apestar su auto».

   —¿No dirá nada más? —preguntó con desinterés.

   —¿Tendría algo que decir, oficial? —contrapuse, apagando el cigarrillo en su sitio.

   —Está prohibido fumar —Hizo una mirada detallada de todo lo que podía ver de mí, desde el exterior—, señorita.

   —¿No? ¿No se puede o es porque soy de raza negra? —cuestioné sin más.

   —No se puede —contestó con cierta incomodidad.

   —Yo no veo algún letrero que lo prohíba —ataqué.

   —¡Le he dicho que no puede fumar! Ahora, ¡lárguese de aquí, perra!

   —Eso quería escuchar, permiso —dije, indicándole que abriría la puerta—. Detective Durand —hablé y mostré mi placa.

   —Y-yo…

   —Ya, como sea.

   —Usted no es detective, una mujer no podría serlo.
   —¿Ah, no? —pregunté—. Tenga —dije extendiéndole mi identificación—, creo que debe aprender a reconocer que sea mujer u hombre, de raza blanca o negra, todos podemos ejercer un mismo trabajo.

El hombre detalló lo que le había dado y me lo entregó con furia en su rostro. No dijo más y se retiró, dejándome fuera del auto y justo cuando estaba por devolverme al asiento, Jareth apareció por detrás y dijo:

   —Entra, ¡ya!

Hice lo que me dijo y subimos, avanzando por la calle que nos dirigía hacia la salida de la ciudad, entonces hablé.

   —¿Qué pasó?
   —Tenemos que irnos —dijo tajante.

   —¿Qué? ¿De qué hablas? ¡No tenemos pruebas! ¡Devuélvete!

   —¡He recibido una llamada! ¡hay un maldito incendio en la morgue!

   —¿¡Qué!? —varias ideas vinieron a mi mente.

   —Y eso no es todo…

   —¡Habla, Jareth! —ordené.

   —Edward… —Su silencio me decía mucho—, el detective estaba allí dentro y no han encontrado cuerpos con vida.

   —¿Williams? —La voz se me quedaba atorada en la garganta—. Quieres decir… que ¿ha muerto?

   —L-lo siento, Maxine —susurró.

   —¡Pisa el acelerador! —Dejé salir un grito ahogado.

¿Qué mal había pagado Williams para acabar con tan cruel destino? Debí admitir que sin conocerlo, me parecía un idiota, pero luego… él se convirtió en un colega con quien podías hablar de varias cosas, fuera de trabajo, nos salvamos el culo aquella ocasión, fuera de la casa de los Brown. No podía creerlo y aunque, rara vez solía dejar salir mis lágrimas, después de mucho tiempo, la primera recorría mi mejilla.


*Jareth*


Tener que confesarle aquella noticia a Maxine, me había dolido más a mí, que a ella, no soportaba verla tan afectada. Sabía que su relación con Edward había mejorado de un momento a otro, los unió esta investigación y, prácticamente ahora… sólo quedaba ella. También estaba el otro detective, Barker, pero hasta entonces, él no se había inmiscuido en el caso, como lo habían hecho ellos dos.

Sin embargo, por lo que me pudo contar Maxine, antes de llegar la oficina del abogado, sus sospechas iban por un sujeto llamado Cayden Laurent y aunque ella las estaba disipando, la información que había conseguido con Chester, señalaba que podría ser él quién estuviera involucrado en el caso y la muerte “casual” de Williams, sólo le daba más sentido a esa teoría. ¿Por qué el asesino mataría al detective? ¿Qué tenía este que ver? Nada… a menos que, supiera que Williams era la nueva pareja de su esposa Lineth y el hombre con el que convivía su hijo.

Por ahora consideraba que lo mejor era no tocar ese tema, estaba preocupado, ya habían atacado al comandante Murphy, ahora Williams y el forense, ¿quién seguía? ¿Maxine? Quería hablarle claro, decirle que dejara aquel caso, pero sé lo testaruda que es, que no se negará a dejarlo, menos si ha perdido una amistad y un colega durante el trayecto. Por ahora guardaría un poco de la información que pude obtener en la oficina de Brendan Chester.

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¡Hola! Seré honesta, llevaba aproximadamente dos meses, sin escribir un nuevo capítulo para Maxine Durand, ¿quién es el asesino?. Principalmente porque, en diciembre tuve tiempo de escribir alrededor de 10 ó 15 capítulos, de manera que los tenía en borrador, listos para ser subidos.
Ahora que he vuelto a sumergirme en esta historia, recordé cuánto amor le tengo a todos y cada uno de los personajes, Jareth, Cayden, Williams... ¡Dios! Yo le tengo un cariño enorme a la mayoría de los personajes y en serio, en serio espero, que así como yo los he acogido en mi corazón, ustedes también.

♡ ¡Nos leemos luego! ♡

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