Capítulo XXII

“La mente humana es capaz imaginar los actos más atroces, y la estupidez, demencia y ausencia de pureza, el incentivo perfecto para llevar acabo las acciones más inhumanas posibles"

*Narrador Omnisciente*

Ver aquellas escenas en las fotografías, causo asco entre ambos detectives. Jareth afuera esperaba ansioso por saber cuál era el contenido en los rollos. Al ver la cara de Maxine, seguida de la palidez que adornó el rostro del otro detective, supo que no se trataba de nada que pudiera ser menos agradable que las amenazas recibidas.

Maxine tomó la caja que le habían hecho llegar, en ese instante a su pensamiento vino la idea de Cayden apuñalando y degollando a las pequeñas, no lo podía creer, ella estaba segura que muy idiota pudo ser en el pasado el ya mencionado, pero en su vida no había espacio para odiar a las mujeres de tal manera, mucho menos, se tomaría el tiempo para armar algún plan estúpido y sin sentido para acabar con las mujeres.
Sin tanto esperar abrió la caja, los dos hombres observaban expectante lo que podría haber dentro. Una nota al igual que en la anterior, sin pensarlo dos veces, comenzó a leerla.

“Maxine Durand, querida… sé que la confusión se está apoderando de tu ser, ¿crees que no sé cuál es uno de tus puntos débiles? ¡Error! Claro que lo sé, uno de ellos es la confusión y frustración que te provoca no tener las pruebas suficientes para tener a tu presa. Aunque, sé que has de tener alguna idea, no dudo de ello, pero ¿qué crees? Yo sé la respuesta a esa gran interrogante, ¿será el hombre en el que has estado pensado este tiempo? Bueno podría asegurarme que no, incluso hasta apostaría mi mano izquierda, pero no te diré quién soy, no suelo ser estúpido, pero ya lo sabrás…
Mientras tanto, me encanta verte detrás de las pistas, la forma en la que te vuelve loca el no tener algo certero, ni el paradero mío y de las personas que me han ayudado, ¿sabes qué es gracioso? Que estoy más cerca de ti, de lo que en algún otro momento pude estar, muchos hablan de ti, alardean sobre lo asombrosa detective que eres, pero mírate, confundida y perdida al no saber quién es el sujeto detrás de estas notas, confiada y segura entre los que te rodean, cuando tienes al enemigo tan cercano. Pero, ¡alto ahí! No, no se trata del idiota de Williams, definitivamente no soy tan estúpido para compararme con él —mi colega articuló en susurro «idiota»— y definitivamente… ese tal Jareth, otro tonto… no cariño, sus mentes no poseen el alcance que la mía posee, pero bueno, creo que ya escribí demasiado… Saludos bella Maxine.”

*Maxine*

- Imbécil, ¿quién carajos se cree que es?
- ¿Es verdad que ya tienes idea de quién pueda ser? —preguntó Williams, Jareth me observaba atento—
- Creo tener a alguien en mente, pero —hice una pausa— este se cree muy listo, ¿no?
- Eso parece, ¡me llamó estúpido! —gritó alterado mi colega—
- Y a mí tonto —dijo mi amigo con poco ánimo—
- ¿Me dejan hablar? —dije seria y observando la nota, ellos asintieron— supongo y les doy el voto de confianza que no es ninguno de ustedes.
- ¿Qué? —dijo Jareth con sorpresa, yo lo vi y él entendió—
- Continúo,  dice que ya sabe a quién traigo en mente, sin embargo, esto no es algo que haya comentado a muchas personas —recordé que en algún momento lo mencioné a Henry y a Jareth—
- ¡Sigue mujer! —soltó sin paciencia mi colega—
- Ya, ya… esta —dije señalando ambas cajas— era la forma de comunicarse conmigo por parte de esta persona, no obstante sus notas nunca fueron una amenaza, sino un aviso, una advertencia —me puse de pie— por lo que las amenazas que tú y yo hemos estado recibiendo, son de alguien que no es quien yo tenía en mente.
- ¿Quién es? —dijo intrigado Edward—
- No te puedo decir, para ello primero debo asegurarme. Pero este idiota —dije sosteniendo la nota—, cometió un error, sea o no intencional. Quita una gran parte de dudas de mi mente. Aseguró que no es quien yo creo, o eso quiere hacerme creer, afirma estar cerca de mí y esta persona de quien he tenido sospechas  ha tenido una cercanía a mí, no lo suficiente como para tener la certeza que habla de él.
- Entonces, ¿no crees que sea en quien has pensado? —interrogó el detective—
- No, las dudas se disipan.
- ¿Tan pronto? —dijo Jareth—
- No, pero ya tenía mis dudas, por eso, tú y yo —señalé a mi amigo— tenemos un viaje pendiente.
- ¿A dónde irán?
- En busca de más aclaraciones —dije firme—
- ¿Puedo ir con ustedes?
- Lo mejor es que te quedes, estamos trabajando en equipo, Williams. Necesitamos tener ojos en todos lados, y me serviría de mucho que te quedaras investigando o buscando respuestas en lugares que creas sean fuentes de información.
- Bien, me parece, sólo tengo un problema y una pregunta.
- Suéltalo —ordené—
- En realidad son dos preguntas.
- Te escucho.
- Uno, no eres mi jefa, ¿verdad? —reí ante sus palabras—
- ¿De qué hablas? —dije entre risas— No, somos colegas, al mismo rango, sin distinción alguna.
- Bien. Dos, ¿a donde irán será fuera de la ciudad?
- En efecto, amigo mío —dijo Jareth aún con risas ahogadas por el comentario anterior—
- ¿Y cuál es el problema?
-  Según tengo entendido, tú no usas ningún medio de comunicación a excepción de correo y todo eso. Por lo que me gustaría saber cómo puedo comunicarme con ustedes en caso se presentara algo.
- Jareth, él posee un teléfono.
- ¿En serio no usas nada? —preguntó extrañado—
- No, prefiero no hacer uso de esas cosas.
- Entiendo.
- Bien, ahora veamos que hay aquí dentro —dije sacando una pequeña caja metálica—
- Esto no me da buena espina —dijo Williams—
- A mí tampoco, siento que… este sujeto está llegando a extremos demasiado turbios y perturbadores.
- Bueno, aquí vamos —solté—

No solía mostrarme asqueada ante diferentes cosas, tampoco se presentaba una sensación en el estómago, pero esto, había superado demasiados niveles. Jareth se levantó y se dirigió al baño, Williams tenía su mirada fija en la caja y su rostro estaba pálido y luego verde, como si estuviera enfermo, yo sólo trataba de no vomitar.

La peste inundó la habitación, por mucho que ese bastardo mantuviera aquello entre hielo y una caja metálica para mantenerlo, no era posible. Sin embargo, pude sospechar, que aquella caja había sido colocada no mucho tiempo antes que mis acompañantes y yo nos hiciéramos presentes en el edificio, los hielos seguían casi intactos, podría asegurar que, se habían derretido durante el tiempo que estuvimos conversando y examinando las otras cosas.

El hígado que hacía falta en la escena estaba frente a nosotros, soltando un hedor desagradable, luego de salir de aquel shock que nos había ocasionado, tomé la tapa y lo cubrí, pero la pestilencia ya se había apoderado del lugar.

Introduje la caja en la pequeña refrigeradora que tenía ahí, nunca creí que fuera a necesitarla. Acordamos que Williams llevaría aquel órgano a la morgue, con discreción para evitar roces con Adams o Barker, pero primero uniríamos todas las pruebas que teníamos.

Él comenzó a mostrarme algunas cosas de las que había podido recabar información, en varios puntos nos dimos cuenta que contábamos con  pruebas similares o teoría parecidas. Logramos unir una buena cantidad de contenido, él insistió en que la información la retuviera yo. Hasta este momento no me había dado cuenta de la capacidad que mi colega poseía, esto comprobaba que había un motivo claro por el cual alardeara tanto sobre él y su eficiencia.

Incluso Jareth, quien observaba atento cada una de las muestras, pruebas y situaciones que planteábamos, nos aportó algunas cosas que podrían sumarse a las teorías que teníamos armadas. Unas cuantas horas más tarde nos despedimos, yo mantenía copias de las pruebas y demás, así que antes de poder partir con rumbo a Sheffield, hice lo debido y guardé varias copias, no sólo en mi oficina.

Antes de salir hacia nuestro destino, hicimos una pequeña parada en las oficinas donde se encontraba la sociedad que mantenía Williams con el resto de colegas. Aproveché para mostrar mis condolencias ante el detective Tonner Brown, quien a pesar de ser un hombre que rondaba los 1.90 de altura, con un cuerpo bien dado, se veía demasiado afectado, y vaya que tenía motivos, sus sobrinas habían sido asesina de la forma más horrible que, hasta ahora habíamos presenciado.

Entregué al detective Edward un par de copias de las que me había hecho y él agradeció, al salir de ese sitio, a diferencia de la última vez que estuve en el lugar, los murmullos y risas no se hicieron presentes, supe entonces que Williams había cambiado el trato y vista que tenía hacia mí.

Salimos de Liverpool, no sin antes pedirle de favor a Isla que aromatizara mi oficina. No pedí a las chicas de la limpieza del edificio, ya que, de alguna manera no sentía la confianza suficiente, si el hombre había llevado aquel presente sin que nadie lo notara antes, era porque tenía un acceso para permanecer en el edificio o algo similar.

*Detective Williams*

Había dejado la caja “obsequio" que hicieron llegar a la oficina, sin embargo, no podía sacarme de la cabeza las imágenes que nos hicieron llegar. Luego que Durand dejara las copias en mis manos, tomé las llaves de mi auto y me dirigí a la morgue, ahí encontraría al forense.

Al ser de día, me evité atravesar la estación de policías, por lo que no habría oportunidad de encontrarme con ninguno de los idiotas que trabajaban ahí.
El hombre de cabello azabache se acercó a mí con una sonrisa.

- Vaya que te ves enfermo —dijo sin rodeos—
- Buenas tardes, Smith.
- Buenas tardes, ¿qué ha pasado?
- Esto —dije mostrando la caja metálica—
- ¿Y eso es?
- Necesito tu ayuda, a Maxine le hicieron llegar esto.
- ¿A Maxine? ¿Por qué no ha venido ella?
- Tiene unos asuntos que arreglar fuera de la ciudad.
- ¿Y te pidió de favor a ti que lo trajeras? —el asombro del hombre no podía pasar desapercibido—
- Maxine y yo estamos trabajando juntos, hoy tuvimos una reunión antes de que se marchara, pero encontramos esto fuera de su oficina, iba dirigido a ella.
- ¿Qué es? —preguntó aún dudando de mis palabras—
- Ábrelo y lo averiguarás.
- Bien, dámelo —le extendí la caja—
- Todo tuyo, ¿puedo esperar? —me vio con duda— a que me des los resultados o, lo que sea que se pueda dar y servirnos para adjuntar a la investigación.
- Claro, sólo colócate esos guantes y una bata, tómala de allá —dijo señalando un perchero—
- Gracias. —caminé hacia ahí—
- ¡Mierda! —gritó— ¿qué carajo es esto?
- ¿Acaso no eres tú el doctor? —dije con sorna—
- ¡Lo sé! ¿Pero de dónde ha salido? —dijo asqueado—
- Tenemos la teoría que es el hígado que faltaba en uno de los cuerpos —sus ojos brillaron—, necesitamos que confirmes.

Tomó unas muestras luego de sacar el órgano, inició su trabajo examinándolo, no sin antes hacerse de un cubrebocas para reducir la pestilencia, de igual forma me entregó uno. Me quedé a su lado observando todo lo que hacía.

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Quiero pedir una disculpa por cualquier error que ezita en algunas partes, en cuanto al guión o palabras. Quiero resaltar que dentro de un tiempo empezaré a darle un retoque para que quede de mejor manera :3

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