Capítulo XVI

Me encontraba observando la fotografía que el forense me había dado, el nuevo comandante no me había permitido observar la evidencia física, así que sólo me quedaba aquel pedazo de papel que mostraba la nota que se había encontrado.

Estuvieron justo donde yo quería, ¿se dan cuenta? Los tengo en la palma de mi mano. Han sido presas fáciles, creen que pueden contra mí, pero están equivocados. Por cierto, comandante, me saluda a mi madre, Durand , me saludas a Williams, ¡ah! Y por las chicas, creo el que dinero le vino bien a sus familias.

Por lo que la nota indicaba, parecía que se trataba sólo de una persona, pero era imposible, se creía inteligente, pero claro estaba que detrás de esto, había más de una persona, se trataba de una organización. Hacía ver que el objetivo era matar a Henry, pero ¿por qué? Hasta ahora se trataba de asesinatos de féminas, también quería demostrar que de alguna manera, existía algún vínculo con Williams y yo. Se podía entender que las chicas habían entregado su vida, a cambio de ¿dinero? Lo que significaba que todo había sido un plan y no un enfrentamiento espontáneo.

Aún no era tan tarde, así que tendría que investigar los movimientos financieros que tuvieron las familias de las mujeres. Jareth me había prestado su auto, así que se me hizo más fácil recorrer cada una de las sucursales. No había conseguido nada, así que los banqueros estaban siendo cómplices o podrían haber sido un pago en efectivo.

Al llegar a la primer casa que, según tenía entendido, estaba ubicada a dos casas más de la que pertenecía a la otra víctima, fueron quince minutos de espera, nadie abría. Así que esperaría unos cuantos minutos más, pero lo haría cerca del auto, el que había dejado unas casas antes, saqué un cigarrillo y lo prendí, mi vista estaba fijada hacia el final de la calle, de manera que podría observar cualquier movimiento proveniente de las casas.

Unos minutos después recordé las palabras de Henry: La otra va dirigida para los detectives que están llevando los secuestros, la hemos llevado a revisión. Pero he de advertir que tengas cuidado Durand, Williams no pudo venir, pero ya se le ha advertido. Había olvidado la otra nota, si él no la tenía, tal vez el forense la tendría, así que iría a visitarlo.

Tiré lo que quedaba del segundo cigarro y lo apagué con mi zapato, estaba por subir al auto cuando una mujer de una edad algo avanzada salió de la casa, inmediatamente me acerqué y mostrándole la placa e identificación, la detuve. Ella muy nerviosa trató de fingir que no había salido de la segunda casa, sin embargo, luego de eso las lágrimas corrían por su rostro.

-Detective Durand, ¿puedo hacerle unas preguntas?

-Y-yo, estoy precisa —dijo tartamudeando—

-Sólo serán unas cuantas preguntas, no le quitaré mucho tiempo. —ella sólo asintió con nerviosismo— ¿Es usted la madre de Astrid Smith?

-¡Lárguese! ¡yo no hice nada! —dijo entre gritos—

-Cálmese, sé que no hizo nada —dije tratando de tranquilizarla—

-¡Váyase! ¡Sino la acusaré de que ha querido robarme! Y al ser negra, me creerán a mí —dijo con furia—

-¿Usted vendió a su hija? —solté sin más, noté cómo se ponía nerviosa—

-N-no —dijo—

-Bueno señora, tal vez usted no se enteró, pero lo que usted hizo fue recibir ese dinero a cambio de la muerte de su hija.

-¿De qué habla? Mi hija murió por un mal golpe en su trabajo.

-Usted vendió a su hija y el trabajo de ella, era dejarse asesinar —le dije—

-¡No es cierto!

-¿Quién le ofreció ese dinero?

-Yo —dijo tratando de recordar algo—, lo tomé de un volante —era seguro que mentía—

-Dígame la verdad, si mataron a su hija, no dudo que la maten pronto a usted y si tiene más familia —dije al darme cuenta que un pequeño asomaba su carita por la ventana junto a la de una señorita—

-Un hombre, hace unos días, poco antes de —decía entre sollozos— enterarme de su muerte, me atacó a unas dos calles, indicándome que sabía que tenía dos hijas y un hijo, que tenía deudas y si no entregaba a una de ellas para trabajar, me mataría y dejaría solos a mis hijos, que a cambio me daría el dinero de las deudas.

-¿Usted sabía de qué se trataba el trabajo?

-Ella sería bailarina —dijo soltando el llanto—

-Siento mucho su pérdida señora, cuide mucho a sus hijos y si tiene el dinero, lo mejor es que se vaya de aquí, viaje a otra ciudad. —dije—

-¿Por qué? —soltó con duda—

-Quien mató a su hija, intentará recuperar su dinero, sino ¿por qué cree que no sale nadie de la casa de Ashley Brown? —dije alejándome de la señora— Intente irse antes de que acabe el día.

Con eso me alejé y subí al auto, mientras había estado viendo hacia el final de la calle, noté que la casa de la víctima Brown tenía la puerta cerrada, pero esta había sido forzada y una de las ventanas estaba quebrada, lo que significaba que alguien intentó entrar por la fuerza, seguramente ahí habría algo.

Así que me dirigí de inmediato a la policía, solicité una orden de registro, mientras esperaba que esta estuviera lista, visité al forense, preguntando por la nota de la que me había hablado Murphy, sus ojos se iluminaron.

-Usted es asombrosa, detective.

-¿De qué hablas?

-El comandante no estaba al mando cuando encontramos esta prueba —dijo—, tampoco el actual detective, de manera que es usted quien debe tener esta prueba, para que se pueda ayudar con el caso Cook.

-Gracias por eso —le dije, mientras él caminaba hacia una bodega—

-No hay de qué, ya sabe. Sé que usted es grandiosa en su trabajo y que sea mujer, no le impide ser detective.

-Te veré luego —dije despidiéndome cuando me entregó la nota—. Gracias en serio.

-Hasta luego, detective Durand.

Ya me habían entregado la orden de registro, cuando aquella silueta apareció frente a mí, no había tenido mucho contacto con él, pero era incapaz de tolerarlo por más de dos minutos.

-Durand.

-Adams.

-¿Qué la trae por acá? ¿no debería estar cocinando la cena de su esposo? Oh, lo recuerdo, no tiene pareja.

-Muy chistoso, definitivamente, no me sorprende el escaso sentido del humor de los ingleses.

-¡Cierto! Olvidaba que no es de Inglaterra.

-Menos mal, al menos no me rio por cualquier estupidez, si me disculpa, estoy trabajando —dije pasando por su lado—

-Muy chistosita, Durand —dijo gritando—

Iba de camino a la casa de Ashley Brown, faltaban algunas cuantas calles para llegar, cuando recordé que en menos de dos horas tendría a Cormac en mi casa, para su tan esperada cita. Sin embargo, no podía dejar esto de lado, era realmente importante.

Me estacioné dos casas antes de la antes mencionada, al ver hacia la casa de la otra chica, pude ver que no había señales de vida ahí, que la señora había tomado mi consejo. No me fue difícil entrar a la casa, la puerta estaba sólo puesta, sin más.

Fue la peste que emanaba de aquel sitio el que me hizo retroceder, aún conservaba el radio que Murphy me había dado, así que contacté con la central y pedí refuerzos, así como al forense, a quien no pretendía ver tan pronto.

Caminé entre la casa, los focos de luz estaban quebrados, alguien lo había causado, tomé mi linterna y la imagen era grotesca, peor que el hedor que se había concentrado desde hace varios días. Cuatro cuerpos, tres pertenecían a menores y el otro, un hombre de edad avanzada. Degollados y sus vientres estaban expuestos, algunos a simple vista mantenían algunos órganos fuera de ellos, otros no estaban, no quise revisar con detenimiento, para no estropear el trabajo del forense.

Adiós a la cita con Cormac.

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