Capítulo VII

A pesar de que ya era tarde, el camino a casa fue un poco tardío, quizás se había sentido así porque mi acompañante, estaba más dormido que despierto y creía que el alcohol había penetrado su sistema de manera profunda. Cuando llegamos a apartamento, él iba ebrio y yo también, aunque claramente, en menor proporción que mi amigo. Sin embargo, mi mente no dejaba de repasar ese momento, esos ojos sólo habían despertado todos mis sentidos de una manera que a pesar de estar ebria, mi mente se encontraba a mil. Él se recostó sobre el sofá y comenzó a hablar con voz suave y torpe, a cierto punto.

—Me dirás dónde dejaste tu abrigo? —para estar ebrio, recordaba muchas cosas.

—Estuve investigando unas cosas, se lo dejé a alguien que lo necesitaba más que yo.

—¿Puedo saber qué has estado investigando?

—¿Recuerdas lo que sucedió con la niña secuestrada?

—Ajá —el sueño que parecía tener cuando veníamos, había desaparecido de su ser.

—Bueno, es respecto a eso.

—¿No me dirás? Oye, desde cuándo dejé de ser tu hermano para que ya no me cuentes las cosas.

—Claro que te contaré, pero creo que no estás en condiciones para escucharme.

—Maxine, tienes algunos años de conocerme, no entiendo cómo es que no sabes que yo puedo tomar cuanta cantidad de alcohol me ofrezcan y no estaré ebrio del todo, siempre consciente, cariño.

—¿Por qué saliste así del bar?

—Necesitaba una excusa para irme contigo.

—Eres un buen actor —dije entre risas—, oye, pero ¿y en el taxi?

—Quería recostarme en ti, en muestra de apoyo aunque pensaran que venía dormido.

Reímos por un rato ante lo que me estaba confesando. Tal vez no estaba completamente ebrio, pero el alcohol sí recorría su cuerpo, de manera que le provocaba decir cosas un poco fuera de lugar o recuerdos que ninguno de los dos recordaba cuando estábamos sobrios.

La madrugada había profundizado, no era consciente de la hora que era exactamente, mientras le contaba lo sucedido, con una mira fija me prestó atención a cada momento, sin pasar por alto mis gestos y ademanes. Después de un rato conversando, cuando estaba por finalizar el relato, el reloj que se encontraba sobre el falso hogar, marcaba las 3:00am. Él estaba perdiendo la energía que le caracterizaba y que el alcohol le había regalado, por lo que opté por dejar hasta ahí la charla, para que él pudiera descansar, sin embargo, yo no podía dormir.

Me alejé del sofá, donde segundos más tarde él se entregó a los brazos de Morfeo. Me dirigí a la habitación donde guardé algunas de las cosas que había dejado hace varias horas atrás, comencé a revisar con detalle todo lo que ahí se encontraba.

En ese momento recordé lo que aquella niña había dicho: Ten cuidado Durand, esto no es un juego y sé que lo sabes muy bien, cuida tus espaldas y no confíes en nadie. Recuerda que te tengo presente en mi mente, no me olvides. Esto último sonaba más a una advertencia, a un cuídate de mí, para ser exactos; luego estaba la nota de la caja, Mi querida Maxine, tanto tiempo ha pasado, tal vez uno o dos años, no recuerdo cuándo fue la última vez que tuvimos la oportunidad de vernos, espero poder encontrarme contigo en algún momento, de acuerdo a tu capacidad para encontrar hasta lo más recóndito de algún crimen, sé que me encontrarás pronto, quizás sea así o quizás no lo sea, o podría encontrarte yo primero. Atte.: De tus más grandes admiradores.

Tomando en cuenta la nota que había encontrado en la escena del secuestro y la de la caja, podía asegurarme que no se trataba del mismo modus operandi, pero tenía las palabras que la niña había repetido, las cuales, me daban a entender que ambos me conocían, pero ¿de quiénes o quién se trataba? ¿serían los mismos? Traté de encontrar algo que las pudiera unir, pero era en vano, necesitaba una cosa que me diera un aviso, lo más mínimo. Tenía que agregar que era consciente, de que se trataba de alguien a quien había conocido hace cierto tiempo y a quien o veía.

Hace unos dos años...

El secuestro...

Tengo que tener cuidado...

Conoce mi capacidad...

Encontrar pronto...

El panecillo...

El café...

El perfume...

Sus ojos...

¡Era él!

¿Cómo fui tan ingenua y no lo supe antes?

Se trataba nada más y nada menos que de Cayden Laurent, no podía tratarse de alguien más, ¿por qué no lo sería? Tenía varios años de no verlo, así como ahora, él intentó llamar la atención de la población e Sheffield, secuestrando al gerente Dubois, mientras cubrían el robó que estaba llevándose acabo en el banco. Nos vimos hoy, nos encontramos antes de lo que tal vez él tenía planeado, ¡y el bocadillo! el cual provenía de la cafetería en la que nos encontramos. Sí, seguro se trataba de él, pero... ¿por qué?

Tiempo atrás cuando dejé de trabajar en la estación de Sheffield, que fue antes de establecerme oficialmente en Liverpool, había solicitado a mi superior una copia breve de los casos en los que tuve participación, entre esos se encontraban todos los documentos del caso Laurent, no podía olvidar su mirada, esa que no revelaba nada, pero ocultaba tantas cosas oscuras.

◇◇◇

*Dos años atrás*

Como de costumbre visitaba un café cercano a la pequeña habitación que estaba rentando desde que llegué Sheffield, entonces lo vi, caminando de lo más normal posible, sin temor a nada, como cualquiera de las otras personas que transitaban en la ciudad. Ordenó algo, lo comió y estuvo alrededor de veinte minutos más, para ser un prófugo, vivía de una forma tan tranquila, que podía admitir, yo nunca lo había vivido.

No informé sobre lo que había visto, así que solicité permiso para investigar fuera de la estación, mi trabajo hasta ese momento fue detrás de un escritorio, sin embargo, había ganado la confianza de mi superior, por lo que sin inconveniente alguno me lo otorgó.

Al día siguiente, me dirigí a una cafetería que se encontraba más retirada del centro, luego de haber realizado un estudio de las cafeterías que se encontraban dentro de la zona. Sabía que no había ido a la misma cafetería que el día anterior, ya que yo visitaba todas las mañanas a la misma hora ese lugar y no lo había visto antes.

Lastimosamente fallé, no lo encontré, así que sin perder mi interés por la investigación, decidí revisar en mi libreta el listado de cafeterías que había obtenido la noche anterior. Tal vez fueron tres o cuatro más, en ninguna se encontraba y si era tan organizado como creía, la hora a la que iba por comida, estaba pasando. Caminaba rumbo a la cafetería de ayer, entonces lo encontré, iba en dirección opuesta a ese lugar, pero tampoco venía en la misma dirección que yo.

Sin que él lo notara lo seguí, no traía el típico traje que distinguía a los oficiales, tampoco alguno que hiciera referencia a que me encontraba en una investigación. Caminamos varias calles más, hasta que nos encontrábamos en el centro de la ciudad, un par de pasos y se perdió entre unos contenedores que estaban ubicados en un callejón.

El hombre no tenía intención de ocultarse, caminaba por las calles sin presión de ser encontrado, no tomaba las precauciones que cualquier otro fugitivo estaría tomando, principalmente porque el lugar en donde se encontraba oculto, era en el centro de la ciudad, a unas cuantas calles de la estación de policía.

*El presente*

Recuerdo su mirada cuando lo encontramos en el café dos días después de haber encontrado su escondite, nunca supe si realmente se ocultaba o era el sitio donde habitaba. Durante mi investigación posterior a la captura de Laurent, supe que tenía un hijo, pero en aquella bodega lo que menos se encontró, fue rastro de un pequeño o de un hogar.

No se habían encontrado pruebas muy certeras de su participación en el secuestro del gerente de aquel banco, mucho menos del robo que hubo en el mismo. Desde que había ingresado a prisión, supe de él en algunas ocasiones, al parecer no causaba ningún alboroto.

A mi mente hicieron aparición aquellas palabras que dijo antes de ser ingresado: Y usted créame, que el tiempo que estaré dentro, la dejará sorprendida, porque se dará cuenta del error que ha cometido, Maxine Durand. ¿Podría ser posible que su condena ya hubiese llegado a su fin? Recuerdo que le impusieron 4 años ¿vendría a demostrarme que me equivoque? Segura estoy que no he cometido ningún error, al menos no en ese caso, había sido él, pero sabía ocultar sus expresiones e impresiones de muy buena forma y su defensor, un mafioso que sin lugar a dudas también formaba parte de su mundo. Entre pensamientos y recuerdos el sueño se apoderó de mí.

Desperté gracias a un fuerte dolor en el cuello, haber dormido en la silla de mi pequeña oficina casera, no fue una buena idea, la espalda parecía empezar a pasar factura cuando llegué a la cocina. Jareth seguía durmiendo en el sofá, debía admitir que era apuesto, pero algo en él era muy extraño, lo había visto en varias ocasiones saliendo con chicas, pero nunca formalizaba con alguna.

Serví otra taza de café, noté que el alcohol que había consumido no tuvo un efecto fuerte en mí, no tenía ni rastros de estar sufriendo de una resaca, sólo dolía la cabeza ante el desvelo, así que tomé un medicamento para aliviar los dolores de los que mi cuerpo estaba siendo víctima. Tomé un baño y cuando salí de mi habitación, Jareth estaba en la cocina.

-Buenos días Maxine. --dijo con gran entusiasmo--

-Vaya, a ti no te ha hecho daño una noche de copas --dije riendo--

-Eres una maleducada --lanzó un pequeño limpiador que tenía a la mano--

-Buenos días Jareth --dije lanzando de vuelta el trapo--

-Bien, ¿qué no te dije que el alcohol no podía tener tanto efecto en mí?

-Sí, lo recuerdo.

-¿Tú cómo te sientes?

-Confundida, no he dormido mucho, estuve pensando muchas cosas, hasta que me quedé dormida.

-Se nota, tienes una cara espantosa.

-Gracias por tus cumplidos.

-Un buen desayuno y seguro te sentirás mejor.

-Uh, los desayunos del Cheff Jareth son los mejores.

-Lo sé, lo sé, cariño.

Luego del desayuno Jareth se retiró, prometiendo que por la tarde llegaría en su auto para que le ayudara con unos asuntos. Así que tomé la decisión de ir por un rato a la oficina, llevé mi libreta y algunas hojas en las que durante la madrugada había hecho anotaciones.

Antes de llegar di una vuelta por el edificio donde se encontraba la oficina de Williams y sus asociados, desde fuera observé cómo él se bajaba de un taxi, a su lado una mujer de quien no pude distinguir el rostro, antes de adentrarse observó a todos lados asegurándose que nadie lo estuviera vigilando, al parecer no era tan bueno, porque no notó mi presencia.

Cuando estuve en mi edificio, todo lucía como siempre, nada nuevo, ni relevante. Al abrir la puerta de la oficina, todo se encontraba en orden y justo cuando estaba por sentarme en mi silla, lo vi. Una nota más se encontraba en el suelo, alguien la había pasado debajo de la puerta, era él, de nuevo. Pero ¿quién era él? ¿Podría ser Cayden?

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¡Hola!

Sólo paso a hacer algunas aclaraciones, sin dejar de lado los agradecimientos por el apoyo. Ahora bien, esta historia está basada en otra época de la historia (siglo XX), donde los teléfonos celulares no han acaparado terreno en la humanidad, por lo que en el transcurso de la misma evitaré hacer el uso del mismo; sin embargo, Maxine a pesar de esto, posee un pensamiento un poco liberal y distinto al de una sociedad donde prevalece el machismo, racismo y otros tantos factores negativos que afectaban a la sociedad de aquel entonces.

También, tuve que cambiar el nombre del amigo con quien habían salido, ya que hay una historia que comencé a trabajar, antes que esta, donde el personaje principal lleva el mismo nombre y por eso lo tenía tan presente. No es grande el cambio y no había tenido tanta participación en la historia, al menos no antes de los últimos dos capítulos.

Agradecería sus votos/comentarios.

Hasta luego ^^

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