6. Suhail
Sonreí.
Lo había logrado. El salvaje estaba mirando mi fiesta desde su azotea, seguramente lamentando no haber sido invitado.
Suhail: 1
Max: 0
Me volví hacia las demás princesas y les serví más té y galletas.
Todo iba bien hasta que un proyectil de lodo aterrizó en mi cara, y después uno en la cara de Ana, y después uno en la cara de Carolina, y así.
De un momento a otro, mis invitadas empezaron a llorar y huyeron de mi casa. ¡Huyeron de mí! Qué desastre. También me puse a llorar. Iba a ser la niña más odiada del vecindario.
Al echar otro vistazo a la azotea de la casa vecina, pude comprobar que desde allí vinieron las bolas de lodo. Todo era culpa de Max. Todo siempre es culpa de Max.
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