140. Suhail
—Dime que no llevaste trabajo a casa.
Me sonrojé. —No exactamente...
—Suhail...
—Me entretuve mucho.
—No te pagarán extra.
—Ya sé.
Vivo para agradecer a Laura y a Gavin su preocupación. Desde que entré a trabajar a la editorial hemos hecho buena mancuerna, pero sobre todo hemos hecho buena amistad. Ella es una buena jefa y él el mejor colega.
Cuando el teléfono de la oficina suena Gavin me lo pasa inmediatamente. Él siempre es puntual.
—¿Lista, cariño? —me pregunta al otro lado de la línea.
Él siempre pregunta si estoy lista.
—Te veo en cinco minutos —digo y cuelgo tras hacer sonar un beso. Siempre es la misma mecánica con nosotros.
—Ese chico es un amor —suele felicitarme Laura—. Continua tu trabajo mañana. Ve con él.
Yo miro hacia mi derecha buscando la aprobación de Gavin para irme ya y él asiente. Le doy las gracias, me pongo de pie y cojo mi abrigo para salir bien cubierta del edificio. Es lo mismo desde hace varios meses.
No fue fácil adaptarme a la vida en Inglaterra. Los primeros meses viví en casa de una amiga de mamá y después me mudé a un apartamento a escasas calles de la universidad. Como cosa rara hice amigos fácilmente, pero me costó adecuarme a costumbres nuevas. Pasa que entre más lejos estás de tus raíces más te aferras a ellas. O por lo menos eso me pasó a mí.
Este es el momento en el que tendría que decir que desde el inicio fui la mejor alumna de la clase y destaqué sobre otros. Pero no. Vamos, estaba estudiando Filología en una lengua extranjera. Me llevó meses coger el ritmo y hacer algo bien sin equivocarme. No obstante, tal nivel de dificultad me sirvió para distraerme y no pensar en... ya saben quién. O al menos no pensar tanto en él.
Con el tiempo salí por la ciudad y visité sus alrededores. Reí, lloré, me enojé... viví. Y los años, como todo, pasaron rápido.
¿Chicos? Ninguno al principio. Mis estudios y postgrados duraron cuatro años y me mantuve soltera hasta que lo conocí a... él. Mientras, empecé en la editorial como pasante y llevaba seis meses dentro cuando una tarde, al concluir actividades, salí con actitud distraída del edificio cuando, al ver que llovía, intenté abrir rápidamente mi paraguas. En eso, un coche pasó a toda prisa frente a mí, atravesando sin cuidado una poza y empapándome toda. Me quedé boquiabierta sobre la acera, viendo con enojo mis zapatos, falda, blusa, cara y cabello, todo asquerosamente mojado; pues el agua que vino a mí no estaba precisamente limpia.
—¡Imbécil! —protesté al ver que se trataba de un hombre.
El dueño del coche lo estacionó cerca, bajó dando largas zancadas y empezó a disculparse.
—Lo siento... Lo siento tanto —Miró con mucha vergüenza mi situación—. Oh, Dios, en verdad lo siento muchísimo.
No sabía dónde esconder su cara y giró muchas veces sobre sus pies, como si buscara algún tipo de solución cerca.
—¿Dónde está el incendio? —pregunté, enfadada.
—No es exactamente un incendio pero si llevo un poco de prisa —admitió, obligándose a mirarme a los ojos.
—No me diga —le reproché, tratando de limpiar un poco de humedad de mí.
—Mi perro cayó de un segundo piso y el veterinario me está esperando —explicó.
Mi semblante cambió al instante. ¿Un perro herido?
—¿Perro? Yo... lo lamento —Pasé de estar enojada a sentirme culpable por estarle interrumpiendo.
—No puede estar de pie, creo que se lastimó su cadera —continuó explicando y miró con preocupación de mí a su coche, era obvio que quería continuar su camino.
—¿Puedo verlo? —pregunté, caminando de una vez hasta su coche—. Hace algunos años colaboré con una fundación que rescata mascotas.
—Claro.
Se veía agradecido. Abrió la puerta trasera del vehículo y ahí dentro estaba el perro, un Beagle hermoso y cariñoso pese a estar adolorido.
—Llora cuando se mueve —señaló él, afligido— y no puedo conducir y sostenerlo al mismo tiempo. Por eso iba rápido... Quiero que lo anestesien o... qué sé yo, algo hará el veterinario.
Miré con tristeza al Beagle, su carita de "Ayúdame, Suhail" ablandó mi corazón. Suspiré y devolví mi atención al infame patrocinador de mi próximo resfriado.
—Yo puedo mantenerlo quieto mientras tú conduces.
Él apenas podía creer que me ofreciera a ayudarle. —Eso... Eso me sería de mucha ayuda.
—Conste que lo hago por el perrito —aclaré, acomodándome mejor en el asiento—. Además, después de lo que hiciste —señalé mi ropa—, al menos puedes acercarme a mi casa.
—Claro —Él asintió gustoso—. Te llevaré a donde quieras si me ayudas con Max.
¿Acaso era mi inconsciente traicionándome?
—¿Ma-Max? —repetí, tartamudeando.
—Sí, ése es el nombre de mi perro.
¿Era una maldita broma? Le di otra vez mi atención al Beagle que, claro, no tenía la culpa de ser portador de un nombre malévolo. Entorné un poco mis ojos y, resignada a lidiar con las ironías de mi vida, le pedí al chico apresurarnos por bien del perrito; por lo que, mientras él ocupó su lugar frente al volante, yo acaricié a Max... Aunque mejor, en esta narración, lo llamaré "Beagle". Le conforté y rodeé con mis brazos para que no se moviera tanto.
—En serio gracias —dijo él, echando a andar su coche.
—No hay de qué —dije, viéndole a través del espejo retrovisor. Era un hombre rubio, de ojos celestes y un poco corpulento, pero con actitud niñata. Algo así como un enorme trozo de carne muy adorable.
—¿Puedo saber tu nombre? —preguntó.
—Suhail.
—Hola, Suhail —se presentó—, mi nombre es Finley.
------------
Un par de cosas antes de pasar con Max.
1. Me sentía insegura de publicar este capítulo. Quizá por el cambio de los personajes. ¿A ustedes qué les pareció? ¿Corto? Recuerden que, en esa historia, yo publico capítulos largos solo cuando es necesario. Me refiero a qué impresión les dio.
2. Otra cosa. Muchos me piden detalles. Sin embargo, recuerden que Max y Suhail, al estar recordando su vida, destacarán los momentos más importantes. No van a recordar a cabalidad todo. Ellos se centran en lo que les llevó a su situación actual xD ♥
Dibujo de Max y Suhail, por angevia23 ♥
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top