129. Max
Dos cosas: 1. Había olvidado mencionar que quien encontró primero el guiño a La mala reputación de Andrea Evich, fue LadyNorthStar, a quien dedicaré este cap.
2. ¿Cuántos lectores de Perú tengo? A veces el trajín del día nos distrae, pero no quiero dejar pasar la oportunidad y decirles que espero que todo mejore pronto allá.
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Era verano y tanto Suhail como yo teníamos lentes de sol puestos y escuchábamos Black hole sun de Soundgarden en volumen muy bajo.
Salí con muchas chicas antes e hice cosas que me dejaron todo tipo de recuerdos: Corrí por la calle, fui al cine, me dejé caer en una piscina, me escabullí dentro de habitaciones, me emborraché, bailé... Hice todo tipo de cosas con un sin fin de chicas, y ahí estaba ahora, armando un rompecabezas con Suhail. Un rompecabezas de 500 piezas.
No debería de pasar por alto que con Suhail Didier todo siempre es diferente.
—¿Tan aburrida sientes nuestra cita? —preguntó, arrugando el entrecejo al verme bostezar.
—No es como si mi mente estuviera muy entretenida —lamenté, haciendo la mejor mueca que el bostezo me permitió.
No soy del tipo "Qué divertido armar rompecabezas".
—Lo estuviera si no me tocara armar a mi sola el rompecabezas —se quejó, viendo con enfado un nuevo bostezo.
¿De dónde salían tantos? La noches de amor con ella debieron darle por mí la respuesta.
—Mi entretenimiento está en verte a ti armar el rompecabezas —dije.
Suhail dudó un segundo. —¿Eso fue un cumplido?
—De esos muy románticos que digo mucho últimamente. ¡Ajá!
Ella sonrió. —Es que contigo nunca se sabe qué es burla o qué es halago.
Nos encontrábamos en la terraza de la casa, Miranda había ayudado a Suhail a llevar escalera arriba la silla de ruedas.
—Hace mucho que no me río de ti, Suhail Didier.
—Cierto —asintió, buscando con su mirada otra pieza faltante.
Donde estábamos teníamos buena vista, un rompecabezas y limonada, además de dieciocho años.
Suhail llevaba dos meses escabulléndose dentro de mi cama a hurtadillas. A esas alturas ya la conocía bien y de lo único que me arrepentía era de no haber estado con ella antes. Pasamos muchas noches juntos sin ser atrapados, el secreto estaba en abrir los ojos antes de que sonara la alarma de Bill y Miranda.
Repito: Teníamos buena vista, rompecabezas, limonada y dieciocho años de hormonas acumuladas.
Entre más tiempo pasaba con Suhail más cosas descubría de ella, aprendiendo a admirarla: Prefería las prendas de vestir amarillas, cuando la atacan los nervios suele estirar hacia su cara su cabello, tiene cosquillas en la palma de su mano y nunca, nunca, pero nuuunca, habla de inmediato. Sea cual sea la pregunta para hacerle, espera unos segundos antes de responder. ¿Demasiado suspicaz para mi gusto? No. Eso y más aprendí de ella esa temporada y cada cosa la amé.
—¿Temes que papá o Miranda nos descubran? —preguntó, sin apartar la vista del rompecabezas.
—Admite que sería un alivio dejar de escondernos.
—Pese a que aún no comprendo por qué nos escondemos.
—Porque sería incómodo explicarles cómo terminamos en esto —le recordé, señalándonos a ambos al decir "esto".
—Cierto.
Al verle acomodar algunas piezas del puzzle cerca de mi mano, la interrumpí para alcanzar su propia mano, besar su muñeca, sus dedos y lo que alcanzara de ella.
—No puedo estar enojada contigo si te pones romántico —dijo, perdonándome dejarle sola con el lío del rompecabezas.
—No puedes estar enojada conmigo de ninguna manera, Suhail. Al menos no mucho tiempo.
O al menos eso esperaba. Ella no lo afirmó o negó.
Mi rutina continuaba siendo la misma: Asistir a terapia y después pasar tiempo junto al cuerpo inmóvil de Sam, esperando, hablándole... Él ya había perdido mucho peso y los médicos trataban de mantener su sistema equilibrado. Mi temor era que de buenas a primeras dejaran de darnos esperanzas de algún día ver recuperado al gordo. Lo único que me quedaba era lamentar no haber hecho todo bien antes. Porque ése era yo, un nostálgico de "Hubieras".
Solté la mano de Suhail cuando Miranda ingresó repentinamente a la terraza, trayendo con ella un teléfono.
—Te llaman, cariño —avisó a Suhail, entregándole el aparato.
Era obvio que llamaban a Suhail, yo sólo recibía llamadas de Paulo, mi fisioterapeuta.
Suhail pareció reconocer rápido la voz al otro lado del teléfono, le dio las gracias a Miranda y esta se marchó de nuevo, escuchando mis súplicas de traer pronto más limonada.
—¿En serio? Eso es genial —dijo Suhail, sonriente. Yo sólo la observé. No mentí al decirle que el simple hecho de verle hacía feliz mi día.
Ella escuchó durante un largo rato lo que el emisor al otro dijo, hasta que su mirada se tornó triste, me miró de reojo y prosiguió a disculparse. —No, no puedo...
La miré a modo de insinuar querer una explicación. ¿Estaba negándose a ir a un lugar por mí?
Ella apartó el teléfono de su oído. —No quiero ir —dijo, segura.
—Es sábado... Hoy no tienes universidad, sal a divertirte o algo —dije yo, decidido a no arruinar sus planes.
—No quiero ir, Max —insistió, mirándome seria. Así, pese a que insistí en no ser un freno para ella, se disculpó con la persona al otro lado y colgó.
Y de la misma forma, sin decir nada o explicarme algo más, continuó intentando armar el rompecabezas.
—No quiero que dejes de salir con tus amigos por mí —persistí, esperando que ella se explicara.
No iba a separarla de los hippies.
—Puedo estar con ellos otro día.
—Conmigo también. No me voy a ir a ningún lado... Créeme.
Suhail me volvió a mirar con enfado. —No quiero que te menosprecies por necesitar de una silla —me regañó.
—Entonces no me hagas sentir culpable por quedarte.
—Tienes un punto válido ahí, supongo... —aceptó.
Sin embargo, antes de que yo pudiera añadir algo más, se levantó de su asiento y caminó con coquetería hasta mí, se sentó sobre el muslo de mi pierna buena y acarició ambos lados de mi cara.
—¿De verdad quieres que me vaya? —preguntó, depositando besos suaves sobre mis labios.
Suhail había aprendido a convencerme, a partir de que estuvimos juntos utilizó como arma en mi contra su cuerpo... y no fallaba... y no me iba a negar... No soy de palo, les recuerdo. Pero en mi mente ya se había instalado una duda: ¿Hasta cuándo preferiría mi compañía en lugar de la de un chico normal?
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Un capítulo corto, pero decisivo. Antes de que me hagan pucheritos recuerden que si me leen desde hace mucho saben que yo, Tatiana M. Alonzo, suelo escribir capítulos cortos. Sólo cuando la ocasión lo amerita estos son largos. De igual forma, gracias por su apoyo ♥
¿Extrañan el drama?
JanePrince394 nos comparte "Pero tú" de Alejandro Sanz, que le recuerda a la relación que tienen Max y Suhail.
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