125. Max

Me da mucha ternura que muchos piensen que Max está teniendo una pesadilla :') 

Maratón Max & Suhail. 4/5  

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¡Max!  —gritó Sam, corriendo detrás mío—. ¿Voy con ustedes? —preguntó, esperanzado. Teníamos quince años.    

Un grupo de chicas nos había invitado a mí y a Eric a ir a un bar cercano. La tarde prometía mucho. Mu-cho. 

Observé a Eric y a las chicas. —¿Alguna de ustedes quiere a Sam de cita? —pregunté. 

Todas negaron con la cabeza, riendo. 

Ellas se lo pierden, gordo —le dije a Sam, sujetando sus hombros y Eric y yo nos despedimos de él, dejándolo solo sobre la acera frente al instituto.

...

—No debiste acompañarme —le susurré a Sam al oído, sintiendo picar mis ojos. 

Debiste dejarme joderme la vida yo solo. Me solté a llorar como un bebé al ver en ese estado a mi amigo, mi mejor amigo. 

La parte superior de su cabeza estaba cubierta con vendas, tenía un tubo dentro de su boca y demás aparatos conectados a su pecho y manos.

¿Por qué él y no yo, Dios?  Busqué ver sus ojos y atisbé, dentro de ellos, una luz minúscula. Vuelve, gordo. Se veía pálido y desmejorado... Más delgado.

—¡No lo están alimentando bien! —regañé a Ling. 

Ella me miró enfadada. —¡No puedo comer él solo! —me recordó, con un chillido—.  ¡Lo alimentan con sondas, Max!  

Golpeé mi puño contra la cama metálica sobre la que se hallaba Sam y me recosté un poco más sobre él conservando la mitad de mí en mi silla de ruedas. 

Tiene que despertar. Sam tiene que despertar. 

Ling me explicó lo criterios clínicos que indicaban que Sam no tenía muerte cerebral, lo que mantenía la esperanza de que podía despertar.

—Va a despertar —aseguró Ling a mí y a ella misma—. Va a despertar.

Miré a Sam. 

Querido Dios,

No recuerdo la última vez que me comuniqué contigo. Aunque si me comuniqué contigo, sin lugar a dudas, habrá sido para reclamarte algo. 

Yo sé que soy pésima persona y que no merezco tu atención, pero el gordo es diferente. Él, a diferencia de mí, si merece que mires un poco hacia acá.

Ayúdale. Que despierte, por favor. Ayúdale y te prometo que ya no seré un cabeza dura.

EVITARÉ ser cabeza dura.  

O al menos trataré.

Pero no te olvides del gordo. Sam, es su nombre...

Y tampoco te olvides de Eric. Que se joda en su nuevo grupo, señor, por abandonarnos a mí y al gordo.

Perdón. Perdón. Borra eso último porque te prometí ya no ser cabeza dura. 

Bueno, es todo. Nos vemos pronto.

Aunque eso último no lo dije literal, eh. Estoy hablando de despedirnos ahorita. Ahorita que estoy terminando la oración, porque yo todavía no quiero verte. Necesito un poco más de tiempo para vivir. Llévate a Aitor, si quieres.

También borra eso de Aitor.

O bueno, no... 

Lo decidimos en el camino, ¿de acuerdo?

Bueno, adiós.

Amén. 

Atentamente, Max.

...

Mi rutina cambió a partir de conocer el estado del gordo. Empecé a utilizar la silla de ruedas yo solo, sin necesidad de que la empujaran y también volví a terapia... Por supuesto, no podía desplazarme yo solo de la casa al hospital. Todavía dependía de Suhail y mamá, pero algo es algo. 

—¡Quita esa cara de limón! —cuchicheó mamá, viéndome desde el espejo retrovisor de su camioneta. 

¿Cara de limón?

Me habían acomodado sobre el asiento trasero para ir más cómodo y Suhail estaba sentada en el asiento del copiloto. 

¿Cara de limón? , insistí.  

Miranda decidió salir temprano de casa para evitar el tráfico, e iríamos a dejar a Suhail a la universidad, para después ir al hospital a mi revisión y terapia... y para ver a Sam.  

¡Igual cogimos tráfico!  Odiaba madrugar.

—¿Qué es con exactitud la "Cara de limón", Miranda? —pregunté a mamá con grandilocuencia y aspiré una bocanada de aire para procurar no quedarme dormido. Odiaba madrugar—. Los-limones-no-tienen-cara.

—¿De verdad, Max? —bufó Suhail—. Gracias por aclarar.

Ella y mamá compartían panqueques que pasaron comprando al autoservicio de McDonald's. Mi estómago, contrario al suyo, no había despertado. Yo no podía comer nada hasta después de las siete y media. 

Mamá miró de Suhail a mí, sonriendo. 

—Sabes a qué me refiero —dijo, guiñándome un ojo—. Desde pequeño has sido exasperante, pero empeoraste con los años, mi carita de limón. 

—Empeoró mucho —agregó Suhail, que desde que inició con la cosa hippie vestía rara. Más rara que de costumbre. 

Me distraje un poco viendo el pañuelo sobre su cabello. 

—Que lindo escuchar hablar así a mi madre —bufé, reclamando a Miranda.

Ella se echó a reír y prendió la radio del coche para buscar algo para escuchar. 

—Preferiría ir en silencio —me queje. 

—A ti te gusta la música —justificó mamá, ignorando una vez más mi mal humor. Yo solo quería terminar rápido mi sesión de terapia para ir a ver al gordo—. Y el tráfico va para largo.

Suhail levantó sus brazos. —¡Sí, música! —celebró, animando a Miranda a seguir buscando.

—Siendo el caso de que a esta hora ya hay tráfico y que madrugamos en vano   —dije—, mañana saldremos más tarde,espero.   

—No, señor, al contrario —Mamá me miró, seria—, Saldremos más temprano —Entorné mis ojos e hice una mueca—. Anda, quita tu cara de limón —insistió, lanzándome un beso.

La música en la radio pasaba de cumbia a rock, de rock a música banda y de música banda a Stayin' alive de Bee Gees. Me di cuenta porque Miranda eligió dejar esa. 

—Es buena —opinó, Suhail.

Sonreí al recordar la vez en la que le expliqué a Suhail la diferencia entre llamar "buena" o "genial" a una canción. Pero sí, esa era buena. Le faltaba algo para ser genial. Ser rock, por ejemplo. 

—Sí, mi época —sonrió mamá, observando con devoción la radio. Temí lo peor... 

Y mi peor pesadilla se hizo realidad cuando mamá empezó a cantar. Oh, Dios.

Vamos a hacer énfasis en algo: Mamá no sabe inglés, por lo que la mendiga canción se escucha tipo:

  Wel, yu can tel bai de wai ay yus mai walc 

  Ayan i womanssss man no tai tu talc 

miusi las wor war....

Y a continuación mucho: wararatuki warss tuki weri weri eri  

styin alai,  styin alai  

Suhail echó su cabeza hacia atrás para reír en lo que yo apoyaba mi cara entre mis manos. ¿Por qué, Dios?

Mamá continuó movimiento su cabeza y sus hombros al mismo tiempo que cantaba:

wararatuki warss tuki weri weri eri styin alai, styin alai

¡Es Stayin' alive, Miranda! —la corregí.

Pero era tarde, Suhail y ella habían decidido corearla juntas:

AH, AH, AH, AH stin alai, stin alai

  AH, AH, AH, AH stin alai, stin alai  

Las miré boquiabierto.

—¡Canta con nosotras, Max! —me rogó Suhail, mirándome como a uno de esos cachorros a los que les buscaba un hogar. Negué con la cabeza—. ¡Canta! —insistió—. Canta o Miranda y yo no pararemos. 

—En ese caso —aclaré mi garganta—: stin alai, stin alai —canté, moviendo mi cabeza hacia los lados. 

Mamá y Suhail rieron y yo con ellas.

—¡Viste que si podías quitar esa cara de limón! —me señaló mamá y Suhail aplaudió.

Vivir ese momento con mamá y Suhail me hizo reflexionar que de no haber tenido el accidente, ese día hubiera estado de gira y no con ellas... atesorando en mi mente ese momento. 

Un momento que, años después, pediría a Dios volver a vivirlo a cambio de lo que fuera, incluso mi otra pierna. Más porque la noche de ese día, en apenas unas horas, tanto Suhail como yo empezaríamos a dejar sobre la mesa las cartas que iniciaron el juego que nos llevó al holocausto que hoy estamos viviendo, puesto que cometimos un error que primero nos unió y después nos separó. Por lo mismo, hoy ella está en una iglesia, para casarse, mientras yo estoy llorando en un aeropuerto.


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Max y sus oraciones xD

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