Destinatario no encontrado
Suspiras.
Una pareja señala una fotografía en El Profeta, y cuchichea algo entre ellos; aunque parecen murmuraciones serias, terminan en un besito por la cercanía de sus rostros.
Han pasado años, pero el gesto de murmurar tras ver una fotografía en el periódico solo te recuerda la mañana en que la imagen causante resultó ser el rostro de Sirius, cuando estuviste harta de no saber porqué la gente señalaba, murmuraba, negaba, y te asomaste a la página que el mago de pelo entrecano dejó expuesta al mirar para cruzar la calle.
Recuerdas perfectamente el escalofrío que llegó hasta tus huesos, habías pasado horas en negación. Todo debía ser un rumor, a lo mucho un malentendido. A media madrugada, Matthew te había despertado, anunciando que tenían la visita de una lechuza con las noticias de lo que había sucedido unas horas antes.
¿Porqué carajos habías decidido pasar Halloween en Bath? Debiste estar ahí, y así ahora sabrías exactamente qué había pasado… o estarías muerta. Tal vez Sirius sí entregó a los Potter y asesinó a Peter. Un nuevo escalofrío recorre tu espina, al recordar que tú misma habías tenido alguna vez la intención de asesinar a quién fuera en La Orden, y si no te hubieras cruzado de principio con Remus, quién sabe si tu cuerpo se hubiera resistido al Imperius.
¿Y dónde carajos estaba Remus? ¿Por qué carajos lo dejaste solo? ¡Si se supone que lo amas, demonios! Saltaste entre Bath y Londres tan rápido y tan lejos como pudiste en cada aparición, pero aún así no pudiste encontrarlo, nadie lo había visto después de que Harry estuviera en las manos seguras de Hagrid para llevarlo a casa de sus tíos, la única familia sanguínea que le quedaba.
Buscaste en su casa, con sus padres, en la casa de seguridad de La Orden, en los parques y los cafés de 24 horas que frecuentaban, en el callejón Diagón. Y el 1 de Noviembre desayunabas en El Caldero Chorreante tratando de no caer dormida tras pasar la noche corriendo de un lado a otro.
Matthew había conseguido alcanzarte, y trataba de animarte con sus pequeños mimos en tu cabello, pero no ibas a consolarte con solo eso. Los Merodeadores habían desaparecido en solo una noche: Lili, James y Peter estaban muertos, Sirius en Azkaban, y Remus desaparecido.
Solo quedabas tú, en medio del vacío, mientras escuchabas murmuros de “Traidor” “Asesino”, señalando la foto de tu mejor amigo con su ficha de ingreso a Azkaban.
Agitas la cabeza cuando escuchas un aleteo que te trae de vuelta al presente. Matthew ha vuelto. Sus alas negras se acomodan en la mesa frente a ti, y su cola se ondea en un saludo que casi vuelca la taza de café.
“Hola, Hermoso.” lo saludas acariciando su cabeza, él ronronea por un par de segundos hasta que recuerda su encomienda y te mira con sus ojillos derrotados. Sabes lo que significa: no encontró a Remus, una vez más.
Suspiras mientras sacas la carta del pequeño morral que le confeccionaste a tu cuervo, y sin siquiera sacarla del sobre comienzas a hacerla jirones. Matthew trata de detenerte, pellizcando tus dedos suavemente con su pico hasta que solo queda un montoncito de papeles razgados sobre la mesa.
De nuevo los ojillos negros te miran con culpa, pero sonríes y te inclinas a sostener su cabeza y besarlo entre sus ojos. “No es tu culpa, Hermoso. Buen trabajo” susurras, y el cuervo gorjea antes de empezar a olisquear el pan a medio comer en tu mesa.
Tienes uno de esos ridículos pensamientos que deberías haber dejado atrás en la adolescencia, piensas la tontería de “A Remus le gustaba el pan” mientras observas a tu emplumado compañero comerse golosamente tus sobras.
Pero el pensamiento no se va, solo crece: ¿A Remus aún le gustaba el pan? Claro que sí, ¿a quién no le gusta el pan? Dónde sea que esté, seguro le gusta el pan. O tal vez ya no le gusta el pan, así como ya no le gustas tú. Tal vez abandonó el pan como te abandonó a ti. Tal vez el pan también le envíe cartas el último día de Luna Llena, sabiendo que durante los siguientes dos días estaba tan débil que debía quedarse quieto, suponiendo que tal vez así lograría dar con él.
Observas a Matthew, que parece debatirse entre disfrutar el pan o sentirse culpable, y termina por abandonar el plato y dar un par de saltitos para alcanzarte, pidiendo disculpas con un triste “Cooooo…”.
“No es tu culpa, Hermoso.” le susurras con cariño, mientras acaricias su cabeza “La única culpable aquí soy yo, por ser la imbécil que postergó una declaración legítima, dándole a entender que no me importaba lo suficiente. Se sintió solo, y se fue.”
Sientes las lágrimas llenar tus ojos, hasta que una lechuza llega a tu mesa y te entrega un sobre. Lo abres en seguida al leer que lo envió Dumbledore, mientras las aves se saludan y acicalan afectuosamente.
Te inclinas sobre el respaldo de la silla con un largo quejido de frustración tras leer el breve contenido: es una invitación para llenar la vacante de Bibliotecaria en Hogwarts. Sabes que aceptar sería rendirte de buscar a Remus, pero… los ojitos de culpa de Matthew cuando deja de jugar con la lechuza porque sabe que estás decepcionada, te hacen decidirte.
“No quiere que lo encontremos, hay que seguir con nuestras vidas.” declaras, y el cuervo parece entender, aunque no vuelve a jugar con la lechuza mientras redactas una carta de aceptación para enviarla como respuesta.
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Hola.
Estuve pensando en qué hacer con el self insert de Remus (si es tu primera vez leyendo en este perfil, mis xReader son para desarrollar mis self insert) y me dí cuenta de que varias cosas importantes pasan por tener un cuervo de familiar mágico en lugar de una lechuza o búho.
Así que haré algunas fics sueltas para desarrollar el asunto sin que tenga que ser toooooda una fic lineal. Porque si se conocen desde Hogwarts, hay demasiado tiempo qué abarcar.
Nos leemos la próxima vez.
PD. Sí: el cuervo se llama Matthew por Sandman. La originalidad salió del edificio beibis, tengo un cuervo de peluche con bufanda de Ravenclaw que se llama así, y así se llamará en la fic.
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