Capítulo 20: El Juicio

Allison

Era la primera vez que dormía en la misma cama con un hombre decente y con el que no había tenido nada sexual.

En ese momento podía comprender, en parte, cuando las chicas querían un novio para dormir junto a él, abrazándolo.

Alex no era mi real novio, pero se sentía bien abrazarlo, en especial cuando hacia frio y él estaba calentito.

Cuando abrí los ojos y miré hacia arriba, lo vi con los ojos abiertos, mirando la pared.

-¿Hace cuánto estas despierto?

-Parece una eternidad...

Me separé de Alex con una sonrisa, para alcanzar mi celular y revisarlo. Lo primero que vi, fue que tenía un mensaje de mi abuelo:

"El abogado vendrá en la tarde".

Volví a bloquear el celular y me quejé.

-¿Qué pasa?

-Mi abuelo me dijo que el abogado irá a casa en la tarde, ya sabes, para practicar lo que diré en el juicio.

-Suena importante, deberías ir con más ánimo.

-¿Qué puede ser tan importante? Solo tengo que decir la verdad y además, he visto La Ley y El Orden.

-No sé si lo sabes, pero eso es ficción.

-No es tan distinto tampoco. Dicen esas típicas frases de juicios como: "Objeción", "A lugar", "Esta guiando al testigo" y "El jurado debe omitir eso".

-Sí, pero tú no eres la que va a decir nada de eso. Así que mejor ve con ánimo.

Rodé los ojos, pero no dije nada más.

Luego de que Alex me diera un cepillo de dientes nuevo que tenía guardado y me pusiera mi ropa, tomamos desayuno en la sala.

En las noticias seguía el tema del accidente, pero gracias a eso me enteré de que nadie había muerto. Era un alivio saberlo, en especial porque había visto a una pequeña salir en una camilla llena de sangre.

Lo más probable era que todos se hubieran roto algún hueso o al menos tuvieran una lesión algo grave, por lo aplastados que estaban los autos y también, los que estaban en el auto en llamas, debieron sufrir quemaduras graves, lo que debió ser lo más terrible.

Cuando terminamos el desayuno, me despedí de Alex y conduje, pero no hacía mi casa.

Luego de hacer una parada de unos cuantos minutos, decidí ir a la mansión.

Primero, en vez de ir a mi cuarto, decidí ir al invernadero, donde me había dicho Rosie que estaban mis abuelos.

Ambos estaban cambiando algunas plantas de macetero y plantando semillas.

-Hola -saludé cuando entré-. Estoy bien -informé.

Después del secuestro, debía anunciar constantemente el que estuviera en la casa y cuando salía, debía avisar que llegaba.

-¿Por qué no avisaste que dormirías afuera? Estuvimos preocupados -reclamó mi abuela.

-Estaba con Alex.

-Lo sabemos, por eso supusimos que estabas bien.

Comprendía que Alex era bastante alto y tenía músculos, pero no intimidaba ni al animal más indefenso de la Tierra, ¿Qué le veían mis abuelos?

-Solo porque era día de San Valentín, estas perdonada -dijo mi abuela, con una sonrisa traviesa-, pero para la próxima avisa.

-Claro. Lo siento.

Fui hacia mi abuela y besé su frente para luego hacer lo mismo con mi abuelo.

-Iré a darme un baño -informé-. Nos vemos más tarde.

Luego de darme un baño, me senté en mi cama para peinar mi cabello y encendí la televisión para saber si había alguna nueva información sobre el accidente.

-... Los familiares agradecen al donante anónimo, quien dio una gran cantidad de dinero para los tratamientos y operaciones de los afectados.

-Si estás viendo esto, te agradecemos con todo nuestro corazón -dijo una anciana, que debía ser madre de algún afectado-. Que Dios te bendiga.

Bueno, me costaba creer un poco en Dios después de todo lo que me había sucedido en la vida, pero al menos sabía que mi acción serviría para ayudar a otros.

Sonreí mirando la pantalla frente a mí. Si había algo más satisfactorio que tener dinero para comprar todo lo que quisiera, era tenerlo para poder ayudar a otros en una mala situación.

[...]

Tal vez Alex había tenido un poco de razón, pues al estar sentada junto a mí abogado en el juzgado me hacía desear haberme preparado mejor.

De los cuatro hombres acusados de mi secuestro, dos se habían declarado culpables, pero los dos que habían atrapado llegando al lugar en la camioneta habían argumentado que ellos no sabían que me tenían ahí.

Aun cuando yo no mentiría en nada, me puse algo nerviosa al jurar que diría la verdad y nada más que la verdad en el estrado.

Obviamente el abogado defensor intentó tergiversar los hechos, pero el jurado no era idiota y no creyeron la historia de que ellos habían sido llamados por los otros dos para que fueran a la fábrica sin decirles que querían.

Además, gracias a la grabación de la cámara de mi auto se había podido demostrar que la camioneta había estado en el momento del secuestro.

Los cuatro sujetos habían sido condenados a treinta años de prisión sin derecho a libertad condicional.

A penas terminó el juicio y salimos de la sala, corrí a abrazar a mi abuelo.

-Tranquila, Ally, ya pasó -me dijo, acariciando mi cabello.

No estaba asustada, pero había quedado algo tensa.

Tener que ver a esos tipos de nuevo, sentados ahí, mientras me hacían preguntas sobre lo que me habían hecho y cómo, me había puesto algo nerviosa.

-Voy a enviarle un mensaje a Alex para decirle como salió todo -avisé.

Mi abuelo asintió y me dio un beso en la frente.

Me alejé un poco de mi familia, quienes seguían hablando con el abogado para agradecerle, y fui hacia un lugar más vacío.

Me había aprendido, en parte, los horarios de Alex en la escuela. Ese día era lunes, a las once de la mañana, por lo que debían faltarle aún unos minutos para salir.

Le mande un mensaje para informarle que todo había salido bien y la sentencia que habían recibido los sujetos. Cuando lo envié, volví con mi familia y todos salimos del juzgado.

Debido que estábamos mis abuelos, hermanos, primos y tíos, andábamos en distintos autos y con seguridad.

Mi abuelo y abuela jamás se movían solos. Siempre tenían al menos a una persona de seguridad más un chófer con ellos.

Cuando salimos, nos encontramos con una multitud de reporteros grabando.

-¡Señorita Roche!

Antes de que se abalanzaran sobre nosotros, nuestro personal de seguridad se interpuso.

-Dejen pasar a los señores.

-A un lado.

Gracias a ellos, pudimos abrirnos paso entre todos los reporteros y no tuve que decir absolutamente nada para los medios.

-¡Señorita Roche! ¡¿Dónde está su pareja?!

-¡¿No vino a apoyarla?!

Eso fue lo último que oí antes de entrar al auto.

Yo ya imaginaba que había rumores esparcidos de que yo tenía pareja, aun cuando Alex y yo no parecíamos más que amigos cuando salimos. Jamás nos besábamos, coqueteábamos o nos tomábamos de la mano, pero aun así suponía que alguien había pensado que era mi pareja por la cantidad de veces que salíamos juntos.

Cuando llegué a la mansión y fui a mi cuarto, lo primero que hice fue tomar mi laptop.

Me senté en la cama y la abrí para hacer algo que todos habíamos hecho alguna vez sin alguna razón en particular: buscarme en Google.

Luego de poner mi nombre en el buscador, fui a la sección de noticias.

La mayoría eran sobre el juicio de ese día e incluso ya habían reportes con videos míos saliendo del juzgado.

-Que rápidos...

Seguí bajando para buscar noticias más antiguas, hasta que encontré lo que quería.

"¿Allison Roche por fin encontró al indicado?".

No podía creer que incluso los medios de comunicación supieran que yo era un caso nulo en las relaciones amorosas.

En la nota había fotos de Alex y yo en la cafetería en distintos días, una cuando fuimos a caminar a un parque y otra del día que estuvimos en el parque de diversiones.

Si mi abuelo veía eso, entonces imaginaria que Alex y yo realmente teníamos algo serio y eso era precisamente lo que necesitaba.

«Gracias, malditos reporteros chismosos».

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