Capítulo 19: El Accidente

Alexander

Allison parecía más que conmovida con el accidente, parecía estar a punto de tener un ataque de pánico o algo así, por lo que comencé a preocuparme.

—Ally —la llamé—. Está bien, los están ayudando.

Ni siquiera a mí me había tranquilizado eso, ya que, al igual que Ally, estaba viendo como los bomberos, los paramédicos y la policía intentaba sacar a las personas atascadas de los automóviles.

La gente que estaba alrededor de la escena parecía casi tan aterrada como Ally y todo se agravó cuando sacaron a una niña pequeña de uno de los autos.

—Ally, vámonos de aquí.

Ella asintió algo ida y retrocedió para meterse entre una de las calles.

Me tenía algo preocupado el hecho de que Ally conducía no completamente concentrada en el camino. Era como si solo mirara al frente porque debía hacerlo, mientras pensaba en otra cosa.

—Ally, solo queda un poco.

Parecía haber vuelto a la Tierra debido a mis palabras.

—S-sí, lo sé.

Cuando llegamos frente a mi edificio no me pareció correcto dejarla sola.

—Oye, ¿qué tal si pasas a comer algo?

—Es tarde... solo iré a casa.

—Solo pasa un momento, ¿sí? —insistí.

Era obvio que ella quería estar sola, pero no podía dejarla ir sabiendo que no estaba lo suficientemente bien para manejar, menos a esa hora después de lo que le había sucedido hacía unas semanas.

—Vamos, solo será un rato.

Pareció quedarse pensado un momento, pero no estaba seguro de si seguía pensando en el accidente que habíamos presenciado o en mi propuesta.

—Ya que... —dijo después de lo que pareció una eternidad—. Si mi camioneta desaparece, tendrás un problema —advirtió.

—Tranquila.

Ambos bajamos y Ally se aseguró de dejar bien cerrada la camioneta.

Cuando entramos, como siempre, Allison miró todo a su alrededor despectivamente.

—¿Puedo encender la televisión?

—Claro.

Ally se acercó a mi sofá, tomó el control remoto y encendió la televisión, poniendo un canal de noticias. Obviamente, el accidente de esa noche estaba en la pantalla y Ally lo miraba como si se sintiera culpable.

—Ally... —me senté a su lado—, no hay nada que pudieras hacer.

Allison abrió la boca, como haciendo el ademán de hablar, pero ningún sonido salió y en menos de dos segundos, volvió a juntar sus labios.

—¿Es por lo de tu padre?

No quería presionarla, pero sentía la necesidad de ayudarla.

Pareció pensarlo un momento.

—Sí —susurró—. Mi padre... yo sé que no es mi culpa, pero no puedo evitar preguntarme que hubiera pasado si no hubiera salido ese día a buscarme a mí.

—No vale la pena que te preguntes eso. No cambiará nada, ni lo traerá de vuelta —podía sonar cruel, pero lo hacía con la intención de ser sincero.

—Lo sé... espero que todos estén bien.

Vi una lagrima rodar por su mejilla y entonces me pegué a ella para luego atraer su cabeza con delicadeza hacia mí, dejándola apoyada sobre mi pecho.

Luego de unos segundos sentí su cuerpo tensarse y comenzar a temblar. Un momento después, sentí como sorbía su nariz. Había comenzado a llorar.

No dije nada, solo la abracé hasta que se calmó y su cuerpo se relajó.

—No quiero ir a casa —confesó.

—Puedes quedarte aquí cuando quieras... aunque no creo que te guste.

Ella soltó una risita, limpiando sus mejillas con sus manos.

—No está tan mal, en realidad.

—Ya es tarde, tienes que dormir.

Me levanté del sillón, junto con ella y la tomé de la mano para llevarla a mi cuarto.

—Puedo dormir en el sofá —dijo—. No soy tan princesa como crees.

—No, tranquila. Yo estaré bien en el sofá.

Abrí mis cajones y saqué una camisa blanca con mangas largas que había comprado después de que Allison se deshiciera de toda mi ropa antigua.

—Toma, te quedará bastante grande, a mí me queda grande —le dije, entregándosela.

Luego fui hacia el armario y saqué una sudadera con gorro.

—Esta es por si tienes frío.

—Gracias, Alex.

Por primera vez, desde que la conocía, Allison parecía realmente agradecida con algo.

—¿Te puedo pedir algo? No tienes que decir que sí, solo... solo si puedes.

—Pídeme lo que sea.

Ese día me sentía con ganas de ayudarla y si me pedía que durmiera en el auto para asegurar que no lo robaran, era capaz de hacerlo.

—¿Dormirías conmigo?

Sinceramente, hubiera preferido lo del auto.

—Eh... —ver como miraba al suelo avergonzada me causó ternura. Sabía que no me lo estaba pidiendo porque realmente le gustara la idea, pero no debía sentirse bien—. Claro, no hay problema.

—Gracias...

Ella se había vuelto casi como una amiga para mí, por lo que me preocupaba por ella y por cómo se sentía.

Ally fue al baño para cambiarse de ropa y yo me cambié en la habitación rápidamente.

Cuando Ally salió del baño, se veía adorable. Ella solía verse como una mujer seria, fría, poderosa y calculadora, pero con esa sudadera que cubría hasta sus muslos e impedía que se vieran sus manos, se veía más pequeña e inocente.

—Si haces un comentario, te mataré.

Ahí estaba la verdadera Allison.

—No he dicho nada... —quité mi vista de ella y fui hasta la cama.

Ally fue hacia el otro lado y nos cubrimos al mismo tiempo con las sábanas y el cubrecama.

—Buenas noches —le dije.

—Buenas noches.

[...]

No sabía que horas eran, pero debido a que era sábado, no me importaba despertar tarde, así que solo me acomodé sin abrir los ojos para seguir durmiendo.

«Ah... nada como tener a Carol junto a mí», pensé mientras abrazaba a la persona a mi lado.

Luego de lo que se sintió como un minuto, recordé que Carol y yo habíamos terminado hacía más de tres meses y la que estaba a mi lado no era ella, sino Allison.

Levanté mi brazo con mucho cuidado y entreabrí solo un ojo para asegurarme de no hacer nada que la despertara.

Estaba pegado a la espalda de ella, por lo que no veía su cara, pero estaba tan quieta que imaginaba que seguía dormida.

Había dos opciones si Allison despertaba y me veía abrazándola: se burlaría o me mataría.

—¿No me digas que me tienes miedo?

Salté al oír la voz de Ally. Ella se volteó a verme y comenzó a reír. Al menos sabía que no me mataría.

—¿Qué he hecho para merecer tu temor?

—N-nada.

Decía la verdad. No había una razón exacta por la que yo le temiera, sólo lo hacía. Quizás era por su dura forma de ser o porque imponía algo de temor al ser una Roche.

Ally sonrió divertida se pegó a mí pecho para luego abrazarme.

—¿Q-qué haces? —pregunté, tensándome.

—Son las siete de la mañana y aquí está más frío que el trasero de un pingüino...

Era cierto. La habitación era algo fría, pues no había calefacción y en las mañanas las temperaturas eran muy bajas, por lo que sentir el calor del cuerpo de Ally contra mí, no era algo que me molestara.

Me relajé un poco. Si eran las siete de la mañana, pues volvería a dormir. No tenía mis días de descanso para despertar a las siete.

—¿Tú no trabajas los sábados? —pregunté, mientras me acomodaba.

Abracé a Ally, suponiendo que no le molestaría y no lo hizo, ya que no se quejó, solo paso una perna sobre mí, algo que tampoco me molestaba.

—Nos dieron libre este por ser día después de San Valentín. Mi abuelo es un hombre benévolo.

—Genial.

No tarde en volver a dormirme y cuando desperté nuevamente, parecía seguir siendo temprano, pues la luz del sol no había cambiado mucho su ángulo.

Cuando abrí bien los ojos, noté que Allison estaba acurrucada contra mí aun y una mala idea me pasó por la cabeza.

Con mucho cuidado alcancé mi celular de la mesa de noche y comencé a sacarle fotos. Probablemente nunca volvería a verse tan adorable y eso debía ser conmemorado. Parecía un hámster dentro de un calcetín.

Luego de sacar las fotos, me quedé quieto nuevamente, mirando la nada, aun abrazando a Ally.

¿Debía quedarme ahí hasta que se dignara a despertar?

Iba a moverme, lo intenté, de hecho, pero cuando oí que emitió un pequeño quejido de disgusto volví a mi lugar y me quedé lo más quieto posible.

No podía ser tan malo con ella, no después de como la había visto la noche anterior. Me quedaría ahí hasta que despertara.

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