Capítulo 17: Parque de Diversiones
Alexander
Ya estaba mareado de subir a juegos que dieran vueltas tan rápido, por lo que convencí a Allison de subir a, según ella, la tonta y cursi rueda de la fortuna.
Si bien, los juegos extremos no eran lo mío, había aprendido a tomarles el gusto por mi hermana, el problema era que después de casi media hora subiendo a juegos que daban vueltas y vueltas a toda velocidad, sentía que vomitaría.
Allison jamás se había subido a la rueda de la fortuna, por lo que no sabía la hermosa vista que se tenía de la ciudad en la cima. Aunque sabía que Ally no apreciaba las cosas cursis como una buena vista nocturna, no podía no apreciar la que estaba por presenciar.
Antes de subirnos, Allison quiso comprar un algodón de azúcar, por lo que fuimos junto al hombre que los vendía. Como siempre, ella fue la que pagó las cosas, pero no me quejaba, ella era la millonaria de los dos.
Luego de comprar el algodón azul de Ally y el morado mío, fuimos hacia la gran rueda de la fortuna. Las personas iban subiendo de a poco, por lo que había algunos asientos ocupados y otros en entremedio que estaban vacíos.
Cuando fue nuestro turno, nos subimos al asiento y seguimos comiendo nuestros dulces.
—Esta cosa va a dos kilómetros por hora —se quejó Ally—. ¿Qué tiene de divertido?
—Si miras hacia el lado lo verás.
Allison miró hacia el lado y no pareció nada conmovida.
—Si quiero vista panorámica de la ciudad puedo ir a la azotea del edificio de la empresa y ya.
Rodé los ojos.
—Admiro tu capacidad de arruinar todo lo bonito.
Cuando íbamos bajando en la rueda, miré hacia el asiento que había enfrente y noté a una chica que se me hacía familiar. Era nada más y nada menos que Carol.
—Carol está enfrente —susurré.
Ally desvío su atención del algodón de azúcar.
—¿Quién es Carol?
—¿Cómo qué quién es?
Ally se quedó pensando un momento, hasta que abrió su boca formando una "o".
—¿Tu ex? —susurró con sorpresa.
—No conozco otra.
—Ay, por Dios. Tienes una mala suerte fantástica.
En ese momento, Carol pareció reconocer la voz de Ally y se volteó, al mismo tiempo que yo me agaché y tiré a Allison conmigo.
—¿Qué haces? —preguntó Ally en susurro.
—Creo que nos vio.
—¿Qué más da? ¿Huiras de ella toda tu vida?
—Mientras pueda, sí.
—¿Alex? —sentí la voz de Carol.
Debido a que estábamos pasando por debajo de nuevo, Carol y su acompañante estaban atrás de nosotros.
Me enderecé y volteé a verla.
—Carol... No te había visto —mentí.
Ally aguantó una risa y le pise el pie por burlarse de mí. Se quejó, pero lo dejó pasar, muy probablemente por compasión.
—Él es Joshua —presentó a su acompañante.
—Hola, hermano.
«Yo no soy tu hermano, maldito roba novias».
—Un gusto conocerte... —mentí nuevamente—. Ella es Allison...
Ally volteó y le dio una sonrisa ambos.
—Tanto tiempo, Carol... Un gusto Joshua.
Ahora ellos iban arriba nuestro, pero cuando volvieron a quedar en el frente, el chico se quedó mirando a Ally, poniéndola algo incómoda.
—Te pareces a alguien... —dijo después de unos segundos.
—No me digas, ¿a la nieta de Bernard Roche?
—¡Precisamente!
Ally rio.
—Soy ella, de hecho.
Joshua pareció quedar en shock, como su estuviera conociendo a una celebridad. Bueno, quizás Ally no era una celebridad, pero sí era una heredera de una gran fortuna... en parte comprendía su sorpresa.
Cuando bajamos de la rueda, nos encontramos nuevamente a Carol y Joshua.
—¿Cómo se conocieron ustedes? —preguntó Joshua—. No quiero sonar como un idiota, ¿pero cómo un maestro de secundaria terminó saliendo con una heredera de una fortuna millonaria?
Ambos reímos incómodos.
—Conocí a Ally un minuto antes de que Carol terminará conmigo —expliqué.
—Sabía que eras la misma... —dijo Carol—. La chica que perdió el anillo de compromiso...
—Ah, sí... no era de compromiso —aclaró Ally—. Era un anillo ordinario, nada más.
—Ah... juraba que Alex me había dicho que era de compromiso.
Yo negué.
—Debiste recordar mal.
En realidad, si lo había dicho, pero no podía explicar cómo era que Ally estaba comprometida y aun así comenzó a salir conmigo.
—Bien, nos vamos —dijo Ally, intentando salvarnos de la situación—. Mañana debo trabajar y también Alex.
Yo asentí con una sonrisa nerviosa.
—Fue un gusto...
Nos despedimos de los otros dos y fuimos rápidamente a la camioneta de Ally.
—¿Qué acaso Carol nos sigue?
—Solo nos ha visto dos veces —respondí—. No seas exagerada.
—Dos veces ya es demasiado.
Ally pareció algo molesta. Era obvio que no le agradaba Carol, pero tenía sentido, ahora que no éramos amigos o novios, Carol también me parecía una persona algo desagradable.
[...]
Apenas estábamos en la segunda semana de febrero y yo ya quería vacaciones de verano.
Lo único bueno era que el invierno ya no era tan frío y no debías llevar cuarenta capas de ropa para ir a trabajar, solo un abrigo grueso.
A pesar de que los cursos en los que hacía clases no eran caóticos, ese día en particular habían estado bastante inquietos, pues era día de San Valentín.
Durante una semana, había hecho algunas actividades que tuvieran que ver con la temática del amor y la amistad. Mientras unos cursos escribían cuentos, otros poemas y otros practicaban obras en que la temática principal fuera algún tipo de amor.
La mayoría pensaba en amor de pareja cuando se hablaba de San Valentín, pero para mí, era un día donde el amor de cualquier tipo podía ser festejado.
Me estaba paseando por entre los pupitres para ver que todos estuvieran, en este caso, escribiendo sus poemas.
—Jackson, apenas llevas dos versos... y dije que debían tener al menos quince.
—Soy malo con los poemas, maestro.
Me agaché a su lado y leí lo que tenía.
—Al menos estos dos versos son muy bonitos, ¿Para quién es?
Miró hacia todos lados, nervioso.
—La chica que me gusta... —susurró—, pero no se lo diga a nadie.
Negué con una sonrisa enternecida.
—Bueno, pues algo que te puede ayudar para seguir es escribir una lista con las palabras que se te vienen a la cabeza cuando piensas en ella. Luego verás cuáles y cómo entrarán en el poema.
—Gracias, maestro.
Me volví a poner de pie para seguir paseándome.
—De nada.
De pronto, el director abrió la puerta con mucho cuidado, pero aun así los niños se desconcentraron.
—Profesor Alexander, tenernos una visita.
Eso me pareció extraño. Jamás teníamos visitas así de imprevistas en la escuela... en ninguna escuela.
Cuando Allison cruzó la puerta, sentí que me desmayaría de la vergüenza.
Los niños comenzaron a silbar y a comentar cosas, obviamente, que tenían que ver con mi relación con ella.
—Silencio, niños —pidió el director—. La señorita Roche ha pasado por toda la escuela repartiendo unos regalos de su parte por día de San Valentín, ustedes son el último curso.
Eso había sido obviamente apropósito.
Unas personas entraron y comenzaron a repartir unas bolsitas de bombones a los niños con unas tarjetas.
Yo caminé por entre los puestos hasta llegar a Allison.
—¿Por qué no me dijiste esto?
—Era sorpresa —sacó de su bolsillo una bolsita y me la entregó—. Son tus favoritos.
—Yo no te he dicho mis favoritos.
—Tú hermana sí.
No pude evitar ponerme rojo y nuevamente las burlas de los niños comenzaron a llenar el aula.
—Luego te mataré por esto.
—Como digas. Ahora debo volver a la empresa. Tengo trabajo que hacer.
Allison se despidió de los niños y estos la despidieron efusivamente.
—¿Cuándo se van a casar? —preguntó una niña.
—¿Qué hablamos sobre los comentarios de mi vida personal?
—Qué si hacíamos uno iríamos a dirección —repitieron todos al unísono.
—Así es.
Allison me pagaría esa.
«Por Dios, es el día del amor y estoy pensado en venganza».
Solo Allison Roche podía volverme así de malvado.
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