Capítulo 15: La Liberación

Allison

Nunca pensé que conocería un lugar más asqueroso que el departamento de Alexander, pero ahí estaba.

Estar en ese edificio abandonado, sobre un colchón sucio que podía jurar que tenía pulgas o algo por el estilo, me hizo apreciar hasta un baño público de un centro comercial.

Había visto a cuatro tipos en total y suponía que esos eran todos. Había uno de ellos que me estaba vigilando en ese momento, mientras los otros tres estaban afuera hablando de lo que harían con el dinero que le pedirían a mi abuelo.

En un momento oí como se regocijaban de lo fácil que había sido capturarme, ya que no había puesto ninguna resistencia y ni siquiera había pegado un grito. Lamentablemente para ellos, su felicidad no duraría demasiado porque nadie se metía conmigo y ganaba.

En ese momento, uno de los que estaba afuera se asomó a la habitación, abriendo la maltraída puerta de madera.

—Te necesitamos un momento afuera, vamos a comprar algo para comer.

—¿Y la niña?

—Está atada, solo serán unos segundos.

El tipo salió de la habitación, dándome una mirada algo insegura, y luego cerró la puerta detrás de él

«Pésima decisión».

Rápidamente estiré mis brazos, los cuales estaban amarrados al frente, y los tiré con fuerza hacia atrás, rompiendo la cinta que unía mis muñecas y luego me comencé a desatar los pies con mis manos. Por último, me quité la cinta de la boca y me pegué a la pared que había junto a la puerta.

Me saqué ambas plataformas de los pies y las tomé en mis manos. Esos zapatos altos eran tan duros que fácilmente servían como un arma.

Cuando el tipo volvió a entrar, no dude dos segundos en empujar la puerta contra él y apretarlo entre esta y la pared. El golpe tan fuerte hizo que cayera al piso, agarrando su entrepierna, la cual parecía haber sido apretada con la puerta también.

Después de que el hombre estuviera en el suelo, le di repetidos golpes con uno de los zapatos hasta dejarlo inconsciente.

Sentí la voz de otro de los tipos cerca, por lo que tomé el arma que tenía mi cuidador metida en los pantalones y me asomé para revisar afuera. No dudaba que el otro tipo había oído los quejidos de su compañero y, por eso, pronto aparecería.

Parecía que el lugar en que me encontraba era algo como una fábrica abandonada. Cuando había llegado no había visto muy bien, pues la camioneta tenía las ventanas tapadas con diarios en la parte trasera.

Los tipos se habían llevado la camioneta, ya que, cuando me bajaron de ella, la habían dejado estacionada muy cerca y en ese momento, no estaba ahí. Eso significaba que no podría llevármela y huir así de fácil.

Me escondí detrás de unas cajas y bolsas de basura, esperando a que el otro hombre apareciera, pero entonces vi un celular sobre la mesa en la que estaban sentados.

Rápidamente me acerqué a la mesa, tomé el celular y volví a esconderme.

Dejé mis zapatos y arma en el suelo un momento y encendí el teléfono. No tenía ninguna clave, pues parecía un teléfono desechable.

Aunque no me sabía el número de mi abuelo, sabía que lo habían llamado desde ese teléfono y, por lo tanto, debía tener el número.

Cuando lo encontré, llamé y después de un tono, mi abuelo contesto.

¿Cuánto quieren?

—Abuelo, soy yo... —susurré—. Estoy en alguna fábrica abandonada, pero estoy armada. Solo necesito que alguien venga por mí.

Ally... ¿Qué haces?

—Me defiendo, ¿Qué más?

Allison, por favor ten cuidado...

En ese momento, oí los pasos del otro tipo. Dejé el celular en el piso y tomé el arma sin hacer ruido.

Cuando llegó junto a la mesa para buscar algo, disparé.

Le había dado en el torso y antes de que pudiera sacar su arma, le di otro disparo en la mano.

—¡¿Dónde estamos?! —pregunté apuntándole el arma, a la vez que sacaba la suya de su pantalón.

—N-no sé...

—¡Responde la maldita pregunta, hijo de puta!

No dijo nada, solo se quedó quejándose y agarrando su mano herida con la otra.

Mis ojos se posaron en una botella de Vodka que había sobre la mesa. La tomé y la abrí para verter un poco sobre la mano herida del hombre.

—¡¿Dónde estamos?!

—¡Ah! —el sujeto gritaba y se quejaba del dolor—. ¡La antigua fábrica de plástico!

Dejé el alcohol a un lado y volví a donde había dejado el teléfono, sin dejar de apuntar el arma al tipo en el suelo.

—¿Abuelo? ¿Sigues ahí?

La policía ya va por ti.

—Gracias, abuelo.

Me mantuve escondida entre las cajas, con la pistola en la mano, hasta que la policía llegó, cinco minutos después.

Rápidamente se llevaron al herido en una ambulancia y al otro hombre lo arrestaron. En cuanto a los otros dos, los atraparon cuando la camioneta estaba por llegar al lugar.

A mí me llevaron al hospital para revisar que todo estuviera bien conmigo. Tan solo tenía un par de golpes de cuando me había metido a la habitación y me habían amarrado, pero estaba bien.

Luego de hablar con la policía y dar mi declaración de lo que había pasado, me enviaron a casa para que pudiera descansar.

Cuando llegué a la mansión, me encontré con que toda la familia estaba ahí.

—Mi niña —mi abuela corrió a abrazarme—. ¿A quién saliste tan valiente?

No podía decirlo en realidad. En el fondo si estaba algo asustada, no podía asegurar que no me lastimarían, pero sabía que debía mantener la calma en una situación de riesgo como esa.

Luego de recibir abrazos de todos, incluidos mis hermanos y primas, Alex se lanzó a abrazarme.

—Estaba muy preocupado —susurró.

No sabía si eso era parte del plan para que nuestra relación pareciera real o si de verdad se había preocupado por mí. Fuera lo que fuera, se lo agradecería.

Cuando Alex me soltó, me volteé hacia mi abuelo.

—Le disparé dos veces al tipo y además le vertí vodka en la herida de la mano... no sé si eso cuente como parte de la defensa personal —informé, un poco preocupada.

—Tranquila, Allison. Ninguna nieta mía iría a prisión, menos por defenderse de un secuestrador... Yo me encargaré.

Toda mi familia parecía aliviada y comenzaron a comentar lo tensos que habían quedado por el incidente.

Alex tenía un brazo rodeando mi cintura, pegándome a él.

Evaluando cómo era él, suponía que su preocupación era real. Era una buena persona y estaba segura de que una situación como esa lo hubiera conmovido aun cuando no me conociera.

De pronto, su celular comenzó a sonar.

—Disculpa.

—No hay problema.

Cuando contestó, se alejó un poco, pero aún pude oír lo que decía a mis espaldas:

—Tranquila, mamá. Ya está bien, no le paso nada... Sí, estoy con ella... No, no voy a dejarla.

Sonreí levemente. Después de todo, me había ganado a la suegra un poco.

[...]

Desperté con el corazón acelerado y me senté de golpe en la cama.

Eran las una de la madrugada y por alguna razón, mi celular estaba sonando.

Conteste la llamada del número desconocido, algo nerviosa. Con lo que me había pasado, no me hubiera sorprendido que fuera una amenaza de alguien.

—¿Hola?

Señorita Allison, habla Amanda del hospital psiquiátrico Sweet Sunshine, lamento molestarla a esta hora, pero su madre insiste en querer saber cómo está. No quiere dormirse y está muy alterada...

¿Mi madre quería saber cómo estaba?

—¿Puedo hablar con ella?

Sí, ella tiene derecho a hacer llamadas... le daré con ella.

Esperé unos segundos hasta que oí la voz de mi madre:

Allison... —lloriqueó—. ¿Qué te hicieron?

—Nada, mamá, estoy bien.

Solo la oí llorar y lamentarse.

—Mamá, ya pasó. Estoy en mi cama, descansando.

—P-perdón... perdóname.

Sabía que eso no duraría demasiado. Como había dicho, había días en los que estaba bien y mantenía la cordura, pero días en los que distorsionaba todo. Había días en los que yo era culpable de la muerte de papá y días en los que yo era una víctima.

—Tranquila, mamá... te perdono.

T-te amo, mi niña. Duerme bien... Adiós.

—También te amo.

Sentí como le pasaba el teléfono a la asistente, quien volvió a hablar:

Lamento la molestia. Pretendía llamarla mañana, pero aprovecho de decirle que el doctor Harrison necesita hablar con usted sobre su madre.

—Claro, ¿Cuándo?

—¿Puede venir mañana a las una?

—Sí.

Perfecto. Buenas noches.

—Igualmente.

Era la primera vez que mi madre me llamaba en esos dieciséis años, ¿estaría mejorando? Por alguna razón quería hablar su psiquiatra conmigo. Una luz de esperanza se encendió en mi corazón. Lo averiguaría en menos de doce horas. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top