Mating Season

Katsuki Bakugou era un chico mitad vampiro y mitad bruja. Su madre, una bruja, no era precisamente humana, ya que vivía muchos más años más que uno, y su padre, bueno, había sido mordido hace muchos años y finalmente encontró una familia.

Actualmente, se encontraba arreglando unas cosas en su pequeña boutique que tenía en el bosque, donde vendía pociones y ayudaba con algunas recetas curativas y hechizos, era un pequeño negocio que tenía aunque en realidad era porque disfrutaba estar solo y no vivir con sus padres. Además, le quedaba cerca de la escuela.

Una escuela para cosas mágicas y espeluznantes. Su mejor amigo es una puta gárgola, el nerd acosador que era su amigo de la infancia un maldito fantasma –y eso le daba escalofríos, porque bueno, Deku era un acosador–, sus compañeros o tenían o un ojo o tres ojos, algunos con orejas puntiagudas, otros con colmillos, otros con garras y por supuesto, los que eran mitad animales.

Había orcos, arpías, zorros, serpientes, centauros y el que más le disgustaba de todos. Había lobos.

No tiene nada que ver con la estúpida leyenda que dice que los lobos y los vampiros no se llevan bien, eso no era más que patrañas inventadas por los humanos cobardes y miedosos. Simplemente era él quien no se llevaba bien con un lobo. Aunque siendo sinceros, él no se llevaba bien con nadie.

– Bakugou – Y hablando del lobo en cuestión.

– ¿Qué quieres, bastardo?

– Creo que hay pulgas en mi casa, ¿Tienes algo para ello? – Katsuki se aleja ante la mención de los parásitos. Ah sí, esta era la razón por la que no le gustaban, eran portadores de enfermedades.

– No te me acerques, perro – El otro ni se inmuta ante el apodo, pero Bakugou busca alguna cosa de todas formas. Le guste o no, es un cliente – Esto debería funcionar, solo aplícalo de manera diaria una semana y deberán irse – Dice entregándole una bolsa con polvos.

– Gracias, creo que mi hermano es el de las pulgas y contagió a los demás, el único que está a salvo es el viejo porque bueno, no pasa realmente tiempo en casa – Bakugou está a punto de decirle que el dato hubiese estado genial si se lo hubiera preguntado cuando el lobo le da un rubí – Ten, conserva el cambio.

Bakugou rueda los ojos pero lo toma de todas maneras. Los lobos eran bastantes buenos excavando cosas así que era normal que tuvieran un montón de tesoros, aunque en realidad lo brillante no sea gran cosa para ellos, eso era más de las arpías.

El rubio ve a su compañero partir de su tienda mientras examina el rubí que tiene en la mano. Con pulgas o no, Shouto Todoroki era el hombre lobo más candente que había visto en su puta vida.

...

Cuando está en la escuela, rodeado de gente molesta, extraña y fastidiosa, sabe que deberá tener paciencia para seguir con su día. No hay nada nuevo, en realidad todo es típico de sus mañanas, Todoroki de nuevo siendo el centro de atención al ser uno de los chicos más guapos y atléticos del lugar, recibiendo todo tipo de mimos de las chicas, especialmente caricias.

Bakugou bufa fastidiado, colgando su bolso al hombro y saliendo del salón de clases hacia la biblioteca; necesita prestar unos libros para elaborar algunos brebajes, además luego tenía decidido pasar a la cafetería por un moka helado, la primavera era calurosa como el infierno al mediodía, al menos el bosque era más refrescante.

– Escuché que el padre de Todoroki vendrá a dar una vuelta por la escuela.

– ¿Oh, en serio? ¿Crees que sea algo malo?

– El famoso caza-monstruos Endeavour vendrá a la escuela.

– ¡Sí! Yo oí que quería meter humanos aquí.

– Ese hombre solo trae problemas, ni a su hijo le cae bien.

Los rumores se escuchan con más frecuencia mientras Bakugou más avanza a la biblioteca. Sí, todos conocían el nombre de Enji Todoroki, no tanto por su hijo, sino por su reputación. Todos sabían que era un humano que cazaba criaturas como ellos, pero que por esto y por aquello se casó con una mujer loba.

Así que sí, Todoroki era como él, mitad lobo y mitad humano. Claro, no es que él fuese un humano, pero al menos de parte de su madre había heredado su apariencia más normal y su corazón latiendo; de su padre, solo sus colmillos, orejas en punta y piel pálida.

No le interesa si el viejo del bicolor viene a saludar, ese inútil podría joderse. Si Katsuki tuviese los polvos que provocan comezón infinita ahora mismo no dudaría en quedarse para lanzárselos, pero no valía la pena el esfuerzo, hijo y padre podía irse a la verga.

Una pelota está rebotando de manera lenta pero a paso constante mientras avanza por los pasillos. Bakugou no la ve hasta que topa con él y el rebote se detiene de manera abrupta. Confundido y molesto, la toma en sus manos listo para destruirla, cuando llega un cachorro de lobo corriendo.

– Ah, Bakugou – Y claro que por cachorro se refiere al bastardo con pulgas.

Los ojos carmesí lo ven agitado por su carrera, las orejas y la cola moviéndose con insistencia y la mirada fija en la pelota que el rubio tiene en sus manos.

– ¿Tus putas admiradoras te están jodiendo?

– ¿Eh? N-No...

– ¿No? Te tratan como un perro.

– ¿No siempre dices que es lo que soy?

– Y lo eres, con todo y... bichos, pero ten algo de dignidad – Katsuki es tan generoso de no darle la pelota al lobo, si no que se le lleva con él, siendo seguido por Todoroki; la cola moviéndose emocionada.

Shouto sigue al vampiro hasta la biblioteca, lo ve buscar unos libros y se tarda lo que parece una eternidad; cuando el rubio finalmente termina, piensa que le devolverá su pelota por fin pero, solo continúa yéndose. Las orejas de lobo se doblan hacia abajo, triste por la pérdida de su compañera.

– Bien, idiota, tráela – Y las palabras le llenan de entusiasmo mientras ve a Bakugou sentarse a leer un libro mientras le lanza la pelota que felizmente va a buscar y regresa en la mano del chico.

Y así pasan el rato. Katsuki leyendo un libro que prestó, lanzando la pelota cuando Shouto se la traía en su mano, mientras que el lobo iba y venía una y otra vez, moviendo la cola de felicidad.

...

Cuando la primavera está en su auge todos en la escuela y en el bosque andan de tórtolos. Gente por aquí queriendo coquetear, gente besuqueándose, en fin, casi una orgía. Bakugou no los culpaba, más bien culpaba a la fiebre primaveral que hace a todos ser unos románticos.

Por suerte para él no le interesan esas mierdas. Y parece que a los lobos tampoco; Todoroki y otros chicos licántropos que estudiaban en la escuela parecían ajenos a todo el asunto. Bueno, era de día, ellos tenían por costumbre cortejarse en la luna llena, aullando y otras cosas de lobos.

De nuevo, no es que a Katsuki le importe.

Ignoró a sus ruidosos compañeros de clase mientras entraba a su salón, se dejó caer en su asiento y leyó de nuevo uno de los libros prestados, copiando en su propio libro, algunos de los hechizos que le parecían útiles e interesantes.

Una pelota fue dejada en su pupitre. Levantó la vista y se encontró con los ojos dispares de cierto chico lobo. Frunció el ceño ante la mirada de inocencia y entusiasmo de Todoroki.

– Estamos a punto de empezar la jodida clase, bastardo.

– Oh – Las orejas de Shouto se doblaron hacia abajo y su cola dejó de moverse – Lo siento.

Los extras no tardaron en decirle que era un mal amigo por no tirar la pelota que Todoroki había traído, una vez no le costaba nada. Pero afortunadamente, el cíclope presidente de su clase dijo que estaba en lo correcto y que nadie debería distraerse antes de empezar con las actividades escolares.

Por supuesto a Bakugou no le importó una mierda, simplemente no quería lidiar con extras molestos. Pero, tal vez jugar con el lobo no fuese tan malo. Nunca lo fue y de hecho, le divertía hacerlo, pero no ahora, lo dejará en claro.

– Sí quieres que juegue contigo debe ser en la tarde, tengo cosas qué hacer – De nuevo, la cola y las orejas se levantaron con ánimo – Supongo que sí vas conmigo y sirves de algo...

– Lo haré – Dijo con determinación el bicolor. Con eso se retiró y Katsuki sintió la mirada ajena en su nuca todas las malditas clases.

Tal vez tendría que aprender a controlar a ese perro.

...

Bakugou esperó un buen rato para que el asqueroso animal apareciera. Le dijo que si quería jugar con él, debía acompañarlo a su puta casa, pero Todoroki se desvió persiguiendo una ardilla. Joder, ya había esperado bastante tiempo a que el bastardo apareciera y comenzaba a oscurecer.

Estaba a punto de resignarse y entrar a su boutique cuando escuchó los ruidos de la maleza mientras una figura se hacía paso entre ellas. Observó con algo de precaución hasta que pudo distinguir la cabellera bicolor. Gruñó con molestia.

– ¡Maldición, perro asqueroso! – Se quejó, furioso por el retraso – ¡Pudiste haber llamado!

– Lo siento, mi celular no tenía señal en ninguna parte del bosque...

– ¡Pudiste aullar! ¡Cómo siempre lo haces cuando te lanzan la estúpida pelota!

– Me perdí un momento...

El rubio se dio la vuelta, enojado, entrando a su hogar; detrás de él lo siguió el lobo. Bakugou seguía soltando maldición entre dientes mientras que Todoroki veía la tienda como si fuera la primera vez que entraba.

– ¿Para qué necesitas mi ayuda exactamente?

– Tengo que mover unas cosas y tú las vas a cargar.

– ¿No eres una bruja? Creí que con tus hechizos podrías mover cosas.

– De hecho si puedo, pero quiero que tú las cargues.

– Oh, ya veo – El bicolor soltó un suspiro de resignación – Está bien, ¿Por cuál empiezo?

– La pila que está ahí. Ten cuidado, tienen muchos hechizos en botellas. Si alguno se cae y se rompe, te puede matar – El rubio escuchó a Shouto tragar saliva – Muévelos, perro.

Mientras que el licántropo peleaba con las cajas de hechizos, Bakugou se puso a leer de nuevo sus apuntes de su libro de hechizos. Como la primavera estaba cerca, muchas parejas venían a su tienda por pociones que aumentaran la fertilidad, para que pudieran concebir.

Desgraciadamente no tenía de eso, hasta ahora que finalmente encontró algo útil en los libros de la biblioteca. Se puso a mezclar cosas en su olla, mientras de fondo tenía al lobo intentando ordenar sus cajas. Leía y hacía, mezclaba y hervía, todo con tal de tener la poción lista para ponerla en botellas pequeñas.

Había algo que Katsuki aún no entendía bien, pero parecía que la poción únicamente funcionaba para las especies animales o con características de ellos. Supuso que tal vez un elfo y un fantasma no podría resultar afectados; de él no tenía idea puesto que aunque no era mitad animal, comparte rasgos de los murciélagos.

– Bakugou, voy a mover la última caja.

– Ten cuidado dos caras, es la más grande y pesada.

– ¿Te preocupas por mí?

– No, por mis cosas. No quiero que nada se rompa, por eso te digo que tengas cuidado o yo te romperé los dientes, ¿De acuerdo? – Todoroki rodó los ojos.

– Sí, como digas.

La poción ya estaba lista, solo tenía que ponerlo en las botellas rociadoras, ya que funcionaba a modo de perfume para aumentar la fertilidad y el apetito sexual. No hizo tanta mezcla, pero si lo suficiente como para llenar 5 botellas pequeñas. No creía que le afectara, pero la nariz comenzaba a darle picazón y de vez en cuando escuchaba al bicolor toser.

– Maldición, tal vez debí ponerme una mascarilla – Bakugou ahuyentó el olor con su mano, desviando así su mirada – ¿Todoroki, dónde mierda estás?

Observó a su alrededor pero lo único que vio fue a su caja más grande a mitad de camino, como si Shouto nunca hubiera terminado de empujarla. Eso le extrañó, ¿Acaso se había ido sin avisar? ¿O había visto otra puta ardilla? Sintió una presencia a su lado, sobresaltándolo.

– ¡Idiota, no me des esos sustos! ¡Lárgate ya a terminar de mover esa cosa! – Reclamó enojado. Sin embargo, Todoroki no se movía. El rubio chasqueó la lengua – Mira imbécil, no quiero pelear contigo así que si no vas a ayudar, fuera de mi casa.

De nuevo el silencio y ni un movimiento del licántropo, Bakugou comenzaba a cansarse.

– ¡Escucha, perro, no voy a...! – En el momento en el que levantó la mano para señalar su puerta de salida, el bicolor le tomó la muñeca con fuerza, confundiéndolo – Oye, ¿Qué estás...?

Cría... – La voz fue un susurro, pero Katsuki alcanzó a oír. La palabra no le agradó, pero debía estar seguro de qué es lo que escuchó.

– ¿Q-Qué? – Preguntó con algo de precaución.

No volvió a escuchar la palabra, sino que Todoroki le gruñó, no un gruñido como hacía cuando estaba molesto, sino un verdadero gruñido, el de una bestia, enseñando sus colmillos. El agarre en su muñeca se volvió más fuerte, lastimándole la piel.

Se percató a través de su ventana que ya era de noche y que la luna llena estaba en el cielo. Volvió la mirada hacia la cara del más alto notándola nublada por el efecto de la luna sobre él, procediendo a tener una brillantez blanca. Eso era una buena explicación a la agresividad del chico.

¿Pero por qué mierda había dicho cría?

– ¡Bastardo, no...! – Pero el intento de valentía de Katsuki se vio opacado por un nuevo gruñido, más fuerte y agresivo que el anterior, poniéndole la piel de gallina. De mala gana, el rubio decidió callarse.

Retrocedió lo que pudo hasta que tocó una de sus paredes de madera, con la mano aun apretándole la muñeca pero con menos fuerza. Ahí se quedó quieto, cerró los ojos y alejó la cara. Sintió al licántropo acercarse a él, a su piel y cabello, olfateándolo.

Este no era Todoroki. Todoroki no respondía a sus gritos, no le hacía nada que le lastimara ni cuando peleaban, Todoroki era un bastardo simple y aburrido, antipático y estúpido a veces. Pero ahora parecía más un monstruo en celo que...

Esperen.

– La poción... – Susurró, ganándose un gruñido bajo del otro.

La estúpida poción, como no lo pensó. Shouto era mitad lobo, claro que él se vería afectado, pero no le dio importancia, es decir, pensó que simplemente le pondría duro y ya pero claro, no previó la luna llena en su ecuación, la causante de desbordar los instintos de los lobos. Además, el bicolor no respiró la dosis recomendaba, sino que estaba multiplicada al quíntuple.

– Estoy en peligro... – Volvió a murmurar, sintiendo la lengua áspera de Todoroki en su garganta.

...

– ¡Oh, Dios! ¡Me corro, me corro! – Chilló el rubio mientras llegaba al orgasmo por cuarta vez.

Esto no estaba bien, estaba siendo forzado a tener sexo en su propia casa, soportando una polla animal que le desgarraba las entrañas y le aplastaba el útero a cada empujón.

¡¿Entonces por qué mierda se siente tan bien?!

– M-Mi varita... debo llegar para... – Pero su varita estaba muy lejos, no podía emplear ningún hechizo simple sin ella. Estaba indefenso.

¡Cría!

– ¡Joder, ya te escuché! – No sabe cuántas veces Todoroki ya repitió eso en el tiempo que han pasado copulando, pero era casi como un disco repetido – ¡Te la daré, lo prometo! ¡Pero déjame ir!

Todoroki le gruñó, de nuevo, con fuerza y molestia, enojo por negarse a lo que le exigía. Bakugou no sabía qué más hacer. Cada vez que la verga de lobo entraba se sentía tan bien, su coño lo chupaba y engullía, no queriendo dejarlo ir.

Su cara era un desastre, el cabello pegado por su sudor, las lágrimas, semen, mocos y saliva chorreando por todos lados, y sus ojos desenfocados con la boca abierta y la lengua fuera. Su cuerpo había perdido fuerza y su interior chorreaba abundante semen del licántropo.

– ¡No puedo aguantar más! ¡Te la chuparé un rato! ¡Deja a mi coño descansar, lo vas a romper! – Suplicó entre sollozos esperando respuesta positiva del bicolor.

Lo logró, el lobo le soltó y él cayó al suelo sin fuerzas. La imponente polla roja animal frente a él, tan gruesa y larga como ninguna que Katsuki haya visto antes. Si por su cabeza pasó huir como pudiese, su plan se vio frustrado cuando Shouto le apretó la nariz, obligándolo a jadear en busca de aire y aprovechando el momento para meterle la polla en la garganta.

¡Voy a morir! ¡Definitivamente voy a morir! ¡Todoroki va a matarme con su verga! ¡Me está asfixiando y golpeando mi garganta con fuerza! ¡Pero ¿Por qué?! ¡¿Por qué quiero que siga follándome la boca?!

Los sonidos ahogados de la felación hacían eco en la habitación. Las fuertes manos del bicolor sujetando la cabeza del vampiro moviéndola a su gusto y marcando el ritmo, apretándole de más como castigo cuando sentía los pequeños colmillos en su polla.

– Basta... – Gruñó en voz baja el más alto, deteniendo los movimientos – Cría...

– N-No pararás hasta el amanecer... ¿No? – Preguntó cuándo le sacaron el pene de la boca, su voz ronca y apenas audible.

Finalmente Katsuki entendió al ver de nuevo los ojos de Todoroki. No tenía ninguna puta escapatoria, hasta que el efecto de la poción disminuyera y la luna llena finalmente se fuera. Hasta entonces, seguiría siendo follado por la majestuosa verga que seguía dura como roca, sin señal de debilitarse pese a los orgasmos anteriores.

El bastardo quiere preñarme, quiere que dé a luz a sus cachorros, quiere llenarme el coño de su espeso semen de perro. ¿Por qué no corro? ¿Por qué no huyo? Puedo noquearlo el tiempo suficiente para ir por mi varita y... y...

Cría... – La misma palabra volvía a repetirse una y otra vez.

– L-Lo haré, te la d-daré – Bakugou se levantó como pudo, piernas temblorosas mientras se daba la vuelta y se apoyaba en la pared, enseñando su coño usado a su captor.

Un chillido de felicidad se escapó de su garganta al ver como la polla de Todoroki se alineaba de nueva cuenta para entrar en su interior. Lo supo, ya supo por qué no escapaba.

Porque quiero esto, lo deseo. Necesito que su verga me folle, Shouto puede usarme como quiera, soy suyo, soy su perra y también voy a ser la madre de sus cachorros.

Y cuando el licántropo finalmente se hundió en él de nuevo, Katsuki finalmente pudo ser libre.

...

Cuando Todoroki despertó, se encontró acostado en una cama muy cómoda. Pequeña, pero cómoda. Se levantó, se estiró y se rascó donde le picara; bostezó y con los ojos aun medio adormilados, se levantó y fue al baño. Ahí se percató de que no estaba en su casa, y que la ropa que tenía no era la misma que recordaba.

– Hasta que despiertas, perro sarnoso – La voz irritada de Bakugou fue lo último que el bicolor quería oír al despertar.

– Buenos días.

– Tardes ya, imbécil. Es más de mediodía – Todoroki desvío la mirada hacia la ventana, percatándose de que efectivamente, el sol se veía arriba.

– ¿Qué pasó ayer? – El rubio le miró con confusión, frunció el ceño y entrecerró los ojos. Shouto no sabía porque, pero pensaba que esos rubíes le ocultaban algo.

– ¿No lo recuerdas, idiota?

– Si lo hiciera no estaría preguntando – El gesto pensativo de Katsuki regresó, pero habló mucho más rápido que la vez anterior.

– Ayer llegaste a ayudarme con unas cajas, como no habíamos cenado te desmayaste por cansancio. Además, fue luna llena y lo único que hiciste fue dormir. Eres patético para tu especie – Todoroki rodó los ojos ante el insulto, intentando encontrar en lo más profundo de su cerebro una pista sin hallar nada – Tuve que hacerme cargo de ti porque me diste pena.

– Gracias, supongo...

– Como sea. El almuerzo está listo. En vista de que te saltaste la cena y el desayuno debes tener hambre. Si te largas de aquí sin comer y te mueres, no quiero ser el responsable.

Bakugou se fue, Todoroki fue tras él. Ambos llegaron a la cocina rústica del rubio, donde esperaba el increíble almuerzo; variedad de frutas, carnes de todo tipo guisadas de muchas maneras y un poco de sangre en una taza para el vampiro. La boca del bicolor comenzó a salivar ante el olor.

– ¿No te gusta la carne cruda, cierto?

– Prefiero el término medio.

– Lo supuse – Katsuki se felicita mentalmente al atinarle a eso. Como no era un lobo completo, la carne cruda no debía ser de su gusto.

– Gracias por la comida – Dijo el bicolor antes de morder, morder y morder todo lo que se llevara a la boca, en grandes cantidades. Bakugou simplemente bebía de su taza de sangre, observándole.

Cuando el apetito del lobo feroz finalmente se sació, el rubio seguía pensando en lo que había sucedido en la madrugada. Su cuerpo excitándose ante cada toque, cada caricia, cada embestida. No quería que fuese de una sola noche, lo quería para siempre.

Y aunque le hubiese puesto un hechizo de memoria a Shouto para que olvidara lo que sucedió entre ellos, deseaba repetirlo una y otra vez. Ya había probado que la poción era un éxito en cuanto al apetito sexual, quedaba en ver si funcionaba con la fertilidad o no. Instintivamente, se llevó su mano a su vientre bajo.

– Debo irme, mi madre y mis hermanos deben estar preocupados; te agradezco por todo, Bakugou – El bicolor se levantó, despidiéndose y yendo hacia la salida. El rubio le siguió de cerca.

– Todoroki – El mencionado se detuvo, sorprendido ante el llamado del vampiro, sin insultos, sin dirigirle la mirada, solo su nombre y un rostro apenado.

– ¿Sí?

– El mes que viene llega otro cargamento. ¿No te importaría venir a echarme la mano, no? – El lobo inclinó la cabeza, como lo haría un cachorro confundido. ¿El orgulloso Bakugou Katsuki pidiendo su ayuda?

– Claro, no hay problema – Aceptó sin darle importancia, mientras iba a la sala a buscar su chaqueta que trajo ayer y poniéndosela – Para lo que necesites, aquí estoy. Te veo luego – Dijo saliendo de la vivienda.

– Te esperaré hasta entonces – Murmuró Bakugou, con una voz suave, apoyándose en el marco de la puerta y viendo al chico alejarse con ojos cariñosos.

Con su corazón palpitando y el útero lleno en semen, pero feliz y libre.














N/A: Les dejo el facebook de la artista de la portada.

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