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Peter estaba sorprendido, más bien mesmerizado. No podía creer que, un día después de el discurso furioso de Liam, las manadas estaban trabajando juntas como si nada hubiera ocurrido. Era impresionante, no podía creer que fuera posible amar más a su beta y compañero, pero el chico era una bomba -en el buen sentido de llamar a alguien bomba-.
El Hale estaba haciendo uso de su día de descanso. Le había pedido a Satomi y a Scott que se encargaran de todo, ya que quería pasar tiempo con su familia.
En ese momento, se encontraba usando las piernas de Liam como almohada mientras estaba acostado en el sofá. Samuel dormía encima de su pecho mientras que él estaba a punto de quedarse dormido debido a las caricias que le estaban siendo proporcionadas por su compañero.
El Hale subió un brazo para rodear a su bebé al sentir que de verdad se estaba quedando dormido. Aquello era demasiado relajante, recordaba cuando era pequeño y su madre o hermana se ponían a acariciarle el pelo, eso siempre le relajaba y, con el tiempo, no había cambiado. Es más, se había vuelto peor.
— ¿Te estás durmiendo? –Preguntó Liam, aunque por el tono divertido en su voz, ya sabía la respuesta.
Aún así, Peter murmuró un ajá a la pregunta mientras suspiraba, llegando a su punto de máxima relajación.
(...)
Malia entró a la casa corriendo y estaba a punto de gritar cuando vio a Liam hacerle señas desde el sofá. Se acercó a la sala y el chico le chistó, señalando hacia el sofá y hacia sus piernas.
La coyote rodeó el sofá y tuvo que cubrirse la boca para no reír ante lo que vio.
Peter dormía con Samuel encima suyo. El bebé estaba despierto, pero no se movía, continuaba con la cabeza pegada al pecho de su padre y se mantenía sin hacer ningún ruido. En algún momento de la tarde, Dalia de había subido al sofá y estaba acostada debajo de las piernas de Peter, más tranquila que nunca. Era como si el bebé y la perra hubieran notado que al alfa le hacían falta horas de sueño.
Malia sacó su móvil y aún sin dejar de sonreír les apuntó con este.
— Sonríe –Le dijo a Liam en un susurro, el chico sonrió ampliamente.
La Hale pudo captar un momento justo en el que Samuel se había quitado su puño de la boca y estaba mirando hacia la cámara con la boca abierta. Aquella era una imagen adorable.
Pasaron varios minutos en los que Malia no dejaba de tomar fotos. Luego Liam consiguió levantarse sin perturbar el descanso de su compañero y él, junto a Malia, fueron a la cocina para poder conversar tranquilos.
La coyote se encontraba observando las fotos en su móvil mientras que Liam estaba sorprendido y algo avergonzado por la cantidad de fotos que Malia tenía de él y Peter.
Iba a hacer un comentario sobre aquello, algo gracioso. Pero se le olvidó en cuanto vió algo extraño fuera de la ventana que daba a la parte trasera de la casa.
Le había parecido ver una silueta que les observaba desde afuera, pero cuando alzó la vista. Creyó ver como esta se iba corriendo.
Frunció el ceño y palmeó el brazo de Malia, la cual le miró sin entender.
— Quédate con Peter y Samuel –Le pidió.— No los pierdas de vista.
La Hale asintió con la cabeza, aunque no entendía por qué Liam le pedía aquello. Vio al chico dirigirse hacia la puerta trasera de la casa y le siguió para detenerle, cogiéndole por el hombro y haciéndole frenar.
— ¿A dónde vas? –Le preguntó.
— Acabo de ver algo, iré a revisar.
— Voy conti...
— No –La interrumpió súbitamente el rubio.— Cuida a tu padre y a Sam, yo voy a estar bien.
Malia iba a insistir, pero Liam se veía seguro de lo que decía. Así que asintió con la cabeza, dejándole ir.
— Si algo ocurre, aúlla –Le pidió la coyote.— Iré corriendo.
El rubio asintió con la cabeza antes de salir de la casa. Entonces notó que en el suelo había un rastro, pequeñas gotas de sangre que salían de su patio hacia la calle. No sabiendo qué esperar, Liam lo siguió. Pero no era tonto, antes de hacerlo sacó su móvil y le envío una foto del rastro de sangre a Stiles junto con un mensaje que decía Había alguien fuera de mi casa. De esa forma, tenía a alguien que sabia hacia dónde se estaba yendo.
Quedándose más tranquilo, comenzó a seguir el rastro. Este le llevó hasta el bosque, pero apenas unos metros hacia adentro, Liam ya no pudo ver más sangre. No es que se hubiera perdido, es que ya no había más rastro que seguir.
Como si hubiera invocado a aquél espeso líquido carmín, sintió como varias gotas caían contra su cabeza. Se llevó una mano al pelo y, al regresarla frente a su rostro, esta estaba manchada con un poco de sangre.
Alzó la vista y pudo ver tres pares de ojos rojos, alejados uno de otro por varios metros, firmando un círculo a su alrededor. Acababan de acorralarle.
NOTA DE LA AUTORA:
chan Chan CHAN. Suspenso y fluff para ustedes hijos míos. Espero que les haya gustado.
En fin, sin más que decirles me despido deseándoles un buen resto del día y mandándoles muchos besos y abrazos para todos. Adiós mi linda manada.
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