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El ambiente en la casa Hale-Dunbar era tenso. Scott estaba sentado en el centro del sofá para tres personas de la sala. Frente a él, Liam y Malia estaban de pie y, en el piso de arriba, se podía escuchar a Dalia gruñendo.

El alfa verdadero estaba siendo fijamente mirado por los dos betas del alfa Hale, lo cual le estaba comenzando a poner nervioso porque simplemente le miraban, no decían palabra alguna.

— ¿A qué esperas? –Dijo Malia, sonando molesta.— Empieza a hablar.

— Ya le dije a Liam lo que tenía que decir –Repuso Scott.— Deucalion me dijo que Peter quería matarnos a todos.

— Y tú vas y le crees –Le reclamó Liam, sonando igual de molesto que Malia.

— Lo siento –Se volvió a disculpar el alfa, mirándoles desde abajo.

La mirada de cachorro consiguió ablandar un poco a Liam, pero puso a Malia aún más furiosa.

La coyote cogió al alfa por el cuello de la camiseta y le acercó hasta tenerle a sentimetros. Sus ojos brillando azules mientras le mostraba los colmillos al moreno.

— Escúchame McCall –Le dijo, soñando realmente seria.— Si intentas algo contra mi familia, te voy a asesinar de la forma más lenta y dolorosa que se me ocurra. Así que mas te vale no intentar nada.

El rubio observó sorprendido como Malia intimidaba al alfa. Definitivamente la coyote era hija de Peter, tenía su misma mirada amenazante.

— ¿Fui lo suficientemente clara, Scott? –Preguntó entre gruñidos la chica.

Scott asintió repetidas veces con la cabeza, queriendo dejar bien claro que había entendido. Malia sonrió satisfecha y se alejó, soltándole finalmente.

— Muy bien, ahora que dejamos todo claro, cuéntanos que haces aquí –Pidió Liam.

— Solo quería disculparme –Dijo el alfa.— Lo juro.

— ¿Y si era solo eso por qué no viniste antes?

— Porque estabas esperando al bebé y estaba seguro de que no necesitabas ponerte tan nervioso como estás ahora –Explicó.— Además, Peter no te dejaba solo ni por un minuto, según me dijeron.

Malia y Liam se miraron por unos momentos antes de regresar la vista a Scott.

— Te vas a tener que disculpar con Peter –Dijeron los dos al mismo tiempo, soñando igual de severos.

Scott les miró como si acabaran de pedirle que saltara de un puente. Esa sería una muerte menos dolorosa que la que tendría si se quedaba hasta que llegase Peter. Estaba seguro de que el otro alfa no estaría para nada contento con que fuera a su casa mientras él no se encontraba y estuviera con su compañero e hijos.

— Peter va a matarme –Les recordó.

— No me importa –Dijo Malia, sonriendo por primera vez desde que había llegado Scott.

— No va a matarte –Le aseguró Liam.— Quizás solo te golpee un poco, pero te lo mereces.

— ¡Ya te pedí perdón!

— ¿Y crees que eso borra todos los problemas que nos hiciste pasar? –Le preguntó, cruzándose de brazos.— Respóndeme, es una pregunta real.

El alfa verdadero miró al rubio y luego miró sus propias pies, viéndose como un niño regañado.

— No –Respondió finalmente.

— Exacto, no borra ni cambia nada –Asintió Liam.— Pero que te arrepientas es el primer paso para no volver a cometer el mismo error.

— No va a haber una segunda oportunidad –Aseguró Malia.— No permitiré que la haya.

— Ya deja de amenazarle –Le pidió Liam a la que ahora era su hijastra.— Y tú, deja de sudar, apestas mi casa a miedo. Pareces puerco en matader.

Ante aquella observación, que era obviamente un insulto camuflado, Malia se carcajeó mientras que Scott se vio herido. Aunque a Liam no podían importarle menos los sentimientos de si ex-alfa.

El beta se volteó a ver a Malia, la cual seguía riendo.

— Llama a Peter, yo voy a ver como esta Sam –Mientras la coyote asentía con la cabeza y salía de la sala, Liam miró al mayor.— Quédate ahí sentado y no toques nada ¿Entendido?

Ante el asentimiento del alfa, Liam fue hacia las escaleras y recorrió todo el camino que le separaba del cuarto de Samuel. Entró, siendo su pierna empujada por Dalia, a la cual tuvo que sujetar para que no saliera corriendo.

Se metió en el cuarto de su hijo y cerró la puerta. Le estaba dando a Scott el beneficio de la duda, lo cual ya era mucho más de lo que el chico se merecía. Además, era el único impidiendo que o su mascota o Malia le rajaran garganta con los dientes.

Estaba inclinado sobre la cuna de Samuel, observando al niño dormir. Cuando un aullido que vino de su patio le hizo ponerse recto de repente. Su hijo se despertó y comenzó a llorar, aquél aullido había sido realmente fuerte.

Se asomó a la ventana con el niño en brazos para ver a Malia en el patio, había sido ella.

Cargando a Samuel, bajó las escaleras sin pensar en que Dalia había salido detrás de él y había corrido hacia la sala hasta que, justo cuando iba a salir al patio trasero, escuchó a Scott gritar.

— ¡Liam, ayúdame!

Bufando con molestia, volvió sobre sus pasos y entró a la sala. Sujetando a Samuel con un solo brazo mientra con su mano libre agarraba a Dalia por el collar y se la quitaba de encima al alfa.

Malia volvió a entrar en la casa debido al llanto de Sam, los ladridos enloquecidos de Dalia y los gritos de Scott.

La paciencia de Liam estaba a punto de acabarse. Y, cuando lo hizo, el beta tomó medidas drásticas.

El menor rugió a todo pulmón. Consiguiendo que su hijo, hijastra, perra y ex-alfa se quedaran en silencio de repente. Les miró a todos con la misma severidad con la que miraba Peter cuando ponía orden, había aprendido del menor.

— ¿Ya terminaron de hacer ruido? –Preguntó sin esperar realmente una respuesta.

Cuando pasó un minuto entero y ninguno hizo algún tipo de sonido, Liam volvió a hablar.

— Dalia, deja de ladrar. Scott, no seas marica –Comenzó a ordenar.— Y Malia, vuelve a aullar de esa forma y te pondré un bozal, no estoy jugando.

— Tú me pediste que llamará a papá –Se excusó la coyote.

— Pero por teléfono –Dijo con obviedad Liam.— Ahora va a venir nervioso.

— Más nervioso va a venir luego de ese rugido –Repuso Scott, recibiendo una mirada asesina del beta.— Creo que medio pueblo debe haberlo escuchado.

Por más que quisiera golpear a su ex-alfa, Liam no pudo hacerlo. En primer lugar porque sujetaba a su perra e hijo, y en segundo lugar porque el alfa verdadero tenía razón. Se le había ido la mano con aquel rugido, ahora Peter seguro creía que algo malo había ocurrido.

NOTA DE LA AUTORA:

Papá Liam pone orden. Nadie se va a poner a gritar mientras el rubio esté a cargo, tiene el instinto de alfa de Peter.

En fin, sin más que decirles me despido deseándoles un buen resto del día y mandándoles muchos besos y abrazos para todos. Adiós mi linda manada.

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