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Pasaron dos días antes de que les fuera permitido sacar a Samuel del hospital. Ya tenían todos los papeles del niño y podían llevarlo a casa. El problema era que Peter estaba muy nervioso.
— Deberíamos pedirle a Derek que venga a por Dalia.
— A Dalia no le agrada Derek –Le recordó el menor, el cual cargaba al niño.
— Entonces digamosle a Stiles.
— Stiles está con Derek –Le volvió a recordar.
El alfa suspiró resignado. Era obvio que no iba a poder convencer a Liam de sacar a Dalia de la casa, pero temía que la perra reaccionara mal a la llegada del niño e intentara lastimarle. Aunque parecía ser solo él quien estaba nervioso puesto que Liam se veía muy tranquilo ante el tema.
Llegaron a la casa en la que ahora vivían y Peter no se quería bajar del auto. El rubio rodó los ojos y le miró fijamente.
— Todo va a estar bien –Le aseguró.— Dalia va a adorarlo.
— ¿Y si no?
— Sino tendrá que aprender a hacerlo –Dijo serio.— Ahora coge a Sam, que yo voy a abrir la puerta.
Liam le entregó al bebé y se bajó del coche, sacando su copia de las llaves y yendo a abrir la puerta.
Peter se bajó del Mustang con Samuel en brazos y respiró profundo antes de comenzar a caminar hacia la puerta. Al entrar, se encontró a Liam sujetando a Dalia por el collar.
La doberman alzó las orejas al ver al mayor entrar y Peter pudo ver como el perro movía la nariz en su dirección. Probablemente desconcertado por el bulto movedizo en los brazos del mayor.
— Sienta a Samuel en el suelo –Le pidió Liam.
Peter le miró como si acabara de decirle una idiotez. Pero el menor le miró severamente, como diciéndole que hiciera caso con la mirada.
Aún dudando de aquello, Peter se arrodilló en el suelo y sentó a Samuel en el suelo, quedando la espalda del niño apoyada en sus piernas.
De repente, Liam soltó a Dalia y el animal se acercó directamente al bebé.
Peter estaba rígido, vigilando cada movimiento del animal para poder reaccionar rápido si este daba indicios de querer morder o herir al bebé. Si eso ocurría no iba a responder por sus actos, iba a matar a ese perro, no le importaba lo que significara el animal para Liam. Si Dalia lastimaba a su hijo, iba a acabar con su vida.
Para suerte del animal, y ayudando a que a Peter no le diera un infarto, Dalia simplemente olió al bebé para luego alejarse y mover la cola, comenzando a tocar la pierna del bebé con una pata, como si quisiera jugar.
El alfa alzó la vista hacia su compañero, el cual le sonreía de forma triunfal.
— Te lo dije –Le reclamó su beta.— Dalia no lastima bebés.
— Pero quiso comerme la garganta cuando la trajiste –Le recordó el alfa.
— Porque tú no eres un bebé –Repuso Liam sin borrar su sonrisa.
Peter frunció el ceño y levantó a Samuel del suelo. Sorprendiéndose cuando la doberman le gruñó.
— ¡Hey, ya habíamos superado la fase de que me gruñas! –Le reclamó, y el animal volvió a gruñirle.
Peter miró a Liam y luego volvió a mirar a Dalia, la cual seguía mostrándole los dientes.
— Controla a tu perra –Le reclamó.
— Es nuestra perra –Le recordó, cogiendo a Samuel de sus brazos.— Vamos a llevarle a su cuarto.
Al recordar aquello, Peter sonrió, ignorando los gruñidos de la perra. Había pasado más de un mes preparando el cuarto del bebé con ayuda de su sobrino y su hija y ya quería ver al bebé allí. Así todo el esfuerzo por fin daría resultados.
Subieron las escaleras con Dalia siguiéndole de cerca, casi haciendo que Peter cayera un par de veces porque se cruzaba en su camino. Pero eso ya era normal, era algo que la perra hacía siempre con todos. Agradecía que no se lo estuviera haciendo a Liam, porque si le hacía caer con el bebé en brazos, definitivamente iba a matar a la perra.
Llegaron al segundo piso y Peter se adelantó para abrirle la puerta y así hacerle más fácil el paso al menor.
— Que caballero te has puesto –Le dijo riendo el rubio.
— Siempre he sido un caballero –Repuso el Hale, fingiendo estar ofendido.— Es una seria acusación que digas eso.
Liam se rió mientras se acercaba a la cuna de madera que Peter tanto había insistido en restaurar de la mansión Hale y dejaba al bebé allí.
El niño quedó acostado mirando hacia donde sus dos padres y la doberman se encontraban.
— ¿Crees que le guste? –Preguntó el alfa, no sonando muy convencido.
— Tiene dos días y medio de vida –Le recordó Liam riendo.— Aún no tienes que preocuparte por si algo le gusta o no, es solo un bebé.
Ante las palabras de su mate, el Hale consiguió relajarse un poco mientras observaba a su cachorro, el cachorro de ambos, comenzar a quedarse dormido en la cuna.
— Vaya que duerme este niño –Repuso Liam riendo.
— No sé de quién lo heredó –Dijo Peter.— Nosotros no dormimos casi nada.
— Dormiríamos más si no te pusieras juguetón en la madrugada.
— Lo dices como si no te gustara –Le reclamó mientras se ponía detrás de él, comenzando a besarle el cuello y los hombros.
Liam se dejó hacer con una sonrisa, pero se alejó cuando sintió que Peter estaba yendo demasiado lejos. Siendo ese momento cuando sintió que algo se despertaba entre las piernas del mayor.
— Mason, Stiles y Malia va a venir a ver a Samuel –Le recordó.— Masón ya se autoproclamó su tío.
El alfa emitió un sonido de queja pero se alejó, comenzando a refunfuñar en voz baja.
— Malditos mocosos, invaden mi casa y me privan de sexo –Se quejó mientras salía de la habitación.— Eso no se hace.
Liam no pudo evitar reír mientras iba tras su compañero, dejando a Dalia con el bebé.
— Cuídalo Dalia –Le dijo antes de salir de la habitación.
La perra, como si le entendiera, se acostó junto a la cuna y se quedó allí mientras él salia del cuarto. Dejando la puerta abierta.
Ahora le quedaba esperar a que los demás llegarán. Luego recompensaría a Peter.
NOTA DE LA AUTORA:
A Dalia solo le caen mal Peter y Derek, al nene al parecer lo ama.
En fin, sin más que decirles me despido deseándoles un buen resto del día y mandándoles muchos besos y abrazos para todos. Adiós mi linda manada.
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