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Liam había estado tranquilo, su tranquilidad había durado desde que llevaron a Malia a su casa hasta que el Mustang se estacionó en el parking de la veterinaria. Al instante su corazón comenzó a bombear como si su vida estuviera en peligro. Y, aunque sabía que no era así, no encontraba la forma de calmarse.
Peter había notado los nervios del chico y había colocado una mano en su pierna en un intento por recordarle que estaba allí y que nada malo iba a ocurrirle. Pero aquello no parecía calmar al menor.
— Todo va a estar bien –Le dijo antes de inclinarse a darle un beso en la frente para luego bajar del coche.
Liam hizo lo mismo y rodeó el auto para ponerse junto a Peter y sujetarle el brazo. Mientras se acercaban a la puerta trasera de la veterinaria sintió sus dedos encresparse en torno al brazo del mayor. Si a Peter le dolía, no lo dijo, simplemente dejó que le apretara lo necesario para saber que no se iba a alejar.
El alfa abrió la puerta y entraron sin anunciarse, ya había llamado a Deaton para decirle que irían a revisar el asunto del bebé, y el Druida ya les estaba esperando con todo preparado.
Al entrar, el beta comenzó a sudar frío. Siempre había odiado ir a los hospitales y ahora la veterinaria se veía como uno y eso le daba ganas de salir corriendo. Como si le hubiera leído la mente, Peter se puso detrás de él, sus manos en sus hombros sujetándole con algo de fuerza pero sin llegar a hacerle daño mientras le ayudaba a avanzar.
— Hola Liam –Le saludó Alan con una sonrisa, como si estuviera intentando calmarle de esa forma.
— Hola –Respondió el rubio, su voz sonando más rasposa de lo que quería.
— Sientare en la mesa, solo te voy a revisar –Le dijo el Druida mientras iba hacia una mesa donde había varias cosas.
Liam sintió las manos del mayor soltarle y fue hacia la mesa. Aún con sus vaqueros puestos podía sentir el frío del metal de la mesa, por su mente pasó el pensamiento de lo horrible que debería ser aquello para los animales si a él le provocaba escalofríos.
La bilis se acomodó en su garganta al ver como Deaton buscaba algo en un cajón que al ser abierto hizo un ruido que indicó que contenía cosas metálicas. Miró hacia la puerta en busca de una vía de escape, pero Peter estaba frente a ella. El alfa le miró con una sonrisa y Liam solo bufó resignado.
Para su suerte e inmenso alivio, lo que Deaton buscaba en aquél cajón eran un par de guantes de látex. Aquello hizo que suspiraba aliviado, ya se veía recibiendo algún tipo de operación, pero por suerte eso no iba a ocurrir.
— Quítate la camiseta y acuéstate en la camilla –Le pidió el Druida mientras se colocaba los guantes.
Hizo lo dicho y otro escalofrío le recorrió en cuanto su espalda desnuda tocó el frío metal.
Las manos de Deaton comenzaron a apretar en su abdomen. Ya le habían hecho eso una vez, pero fue cuando tuvieron que quitarle el apéndice. Y no quería relacionar aquello con el Druida haciéndole la primera revisión de su cachorro.
El Druida continuó apretando diferentes lugares del abdomen de Liam con una expresión neutral hasta que, al apretar debajo del ombligo, el menor hizo una mueca de dolor que hizo gruñir a Peter.
El alfa se acercó casi al instante y quiso tocar al chico, para absorber su dolor, pero Alan le detuvo.
— Necesito saber dónde le duele –Aclaró ante la mirada enrojecida del alfa.— Tú dime si duele Liam.
Mientras el Druida volvía a repetir sus movimientos, el rubio palmeó uno de los brazos del mayor, como queriendo calmarle. Lo cual si consiguió.
Deaton volvió a apretar en el mismo lugar y nuevamente Liam apretó los dientes, adolorido.
— El abdomen está inflamado aquí –Dijo, señalando la zona.— Es normal, indica que el cuerpo de Liam se ha adaptado bien para gestar al bebé.
Ambos lobos suspiraron aliviados. Ya se habían visto venir que aquél dolor era algo malo. La cara siempre seria de Deaton no ayudaba a saber si lo que decía era bueno o malo.
— Ustedes dos ya pueden escuchar el corazón del bebé ¿Verdad? –Les pregunto, y ambos asintieron con la cabeza.— Pues si fuera anormal o algo por el estilo ya lo hubieran notado.
— Yo no sé distingir eso –Confesó Liam, sentándose.
— Peter si –Le tranquilizó Deaton, y el mencionado hinchó su pecho con orgullo.— Ha venido aquí las tres veces que Talia estuvo embarazada, ya sabe qué hacer. Así que tranquilo.
— Pero Talia era mujer –Les recordó.— Yo soy hombre ¿Eso cambia algo?
— No, tu cuerpo se adaptó a las necesidades de tu mate, así que será casi lo mismo que con una mujer –Dijo el Druida, tranquilizando a Liam.— La única diferencia es que no vas a tener tanta barriga, ni los cambios de humor causados por las hormonas.
— Gracias a Dios –Dijo Peter, recibiendo una mirada molesta del menor.— No me mires así, no sabes lo que era soportar a Talia. Dios te guardara si la hacías enojar durante su embarazo.
El beta no pudo evitar reír al imaginarse a la mujer. No sabía mucho de ella, pero estaba al tanto de que había sido una gran alfa, capaz de cualquier cosa con tal de proteger a su manada.
Liam cogió su camiseta y volvió a ponérsela, ya estaba harto de estar con el pecho al aire. Aunque notaba que Peter estaba muy concentrado en aquella vista.
Le agradecieron a Deaton por el chequeo y volvieron a salir. Esta vez, Liam no estaba colgado del brazo del mayor, por lo que fue él quien le rodeó con su brazo para pegarle a su cuerpo hasta que llegaron al Mustang.
— Estuvo bien ¿Eh? –Dijo, queriendo animar a Liam una vez que subieron al coche.
En respuesta el menor asintió sonriendo y solo entonces Peter encendió el motor del carro para salir de allí. Podía acostumbrarse a vivir así, poniéndose nervioso por cosas normales de la vida, le gustaba aquello. Definitivamente quería acostumbrarse a vivir así.
NOTA DE LA AUTORA:
Tranquilos todos chicos, el bebé esta bien. No soy tan mala como para hacerle algo al niño.
En fin, sin más que decirles me despido deseándoles un buen resto del día y mandándoles muchos besos y abrazos para todos. Adiós mi linda manada.
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