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Cuando Peter abrió la puerta y se encontró al beta de Scott mirándole fijamente, lo primero que pasó por su mente fue la duda de cómo diablos se había enterado de dónde vivía, si él nunca le había dicho a nadie la dirección.

— Derek no está aquí –Le aclaró en el primer momento.

— Lo sé –Asintió el rubio.— Vine a hablar contigo.

Peter alzó una ceja, no entendiendo por qué el chico querría hablar con él. Pero, de todas formas, le invitó a pasar.

— ¿Quieres algo de beber?

— No, gracias –Rechazó la oferta.— Solo vine a hablar.

— Y de qué quieres hablar, tú... –Peter intentaba recordar su nombre.

— Liam –Le aclaró el menor.

— Como sea –Chasqueó la lengua.— ¿De qué quieres hablar?

El beta dudó un par de segundos antes de alzar la vista y hablar.

— Quería pedirte ayuda.

El Hale definitivamente no se lo creía.

— ¿A mí? –Se señaló a sí mismo.— ¿Quieres que yo te ayude?

Como respuesta, Liam asintió con la cabeza, cruzándose de brazos para verse más decidido.

— Ni Scott ni Derek quieren entrenarme –Le explicó.— Dijeron que soy peligroso y que solo un loco me entrenaría.

— Y al oír la palabra loco pensaste en mí –Dedujo el mayor sonriendo con sorna.— Me siento especial.

— ¿Me vas a ayudar o no?

— ¿Qué gano si lo hago? –Preguntó el mayor.— Nada en esta vida es gratis, niño.

— Si lo sabré yo –Siseó Liam.— La cosa es así: si tú me entrenas y yo consigo controlarme, la manada se dará cuenta de que puedes aportar algo bueno y te dejarán de marginar.

— Nadie me margina.

— ¿Cuándo fue la última vez que te avisaron de una reunión?

Peter entrecerró los ojos y bufó molesto, pero asintió con la cabeza.

— Está bien, lo haré –Aceptó.— Pero te advierto que deberás hacer lo que yo diga.

— No hay problema –Liam sonrió.

— No voy a ser como Scott o Derek –Aclaró.— Mis entrenamientos no serán suaves.

— Te sorprendería lo duro que puedo ser.

— Y, por último... –Peter se acercó y señaló su frente.— Ese chichón es muy anti-estético.

— Tu ropa también lo es –Contraatacó Liam.— En serio ¿Quién usa V necks en invierno?

— Fingiré que no escuché eso –Gruñó.— Ahora largo, antes de que me arrepienta.

El beta sonrió y se dio media vuelta para dirigirse a la salida. Peter no le acompañó.

— Yo te contactaré en cuanto tenga un buen lugar para los entrenamientos.

— Entendido –Asintió mientras abría la puerta.— Nos vemos, Peter.

Y, sin más, Liam se marchó. Sonriendo triunfante mientras se quitaba un peso de encima.

(...)

Pasaron dos días antes de que Peter le llamara para un entrenamiento. Aunque su manera de contactarle le sorprendió.

Acababa de salir de la escuela junto con Mason y Corey, y se habían quedado de pie frente a la puerta. El rubio sintiéndose mal tercio con la pareja, cuando una de sus compañeras de clase se le acercó.

— ¿Eres Liam, verdad? –Le preguntó, a lo que él asintió sin mirarla.— Ese hombre te está buscando.

Esta vez, el beta si levantó la vista de su móvil. Observando que el hombre que le buscaba era Peter, el cual acababa de salir de un Mustang de color negro.

Liam alzó las cejas al ver semejante coche.

— Me voy –Les dijo a Mason y Corey, los cuales se habían quedado viendo el carro sorprendidos.

Antes de que le preguntaran cualquier cosa, el rubio caminó hacia el alfa. El cual se quitó los lentes de sol que llevaba en cuanto le tuvo en frente.

— Me da la impresión de que disfrutas haciendo entradas –Dijo sonriendo el rubio.

— Me encanta –Admitió Peter.— Ahora vamos, que el olor a hormonas me da ganas de matar.

— ¿Hay algo que no te de ganas de matar?

— Tener sexo no me da ganas de matar.

Demasiada información.

Peter se carcajeó mientras que Liam rodeaba el Mustang para sentarse en el lugar junto al conductor. Pero el alfa le detuvo.

— Ve atrás –Dijo como orden.— Los asientos de adelante están recién tapizados, no quiero que los apestes.

Liam se sintió ofendido, pero hizo lo dicho porque no era tan suicida como para llevarle mucho la contraria a Peter.

El mayor le llevó hasta un lugar en el que nunca había estado.

— ¿Una estación del subterráneo? –Liam estaba sorprendido.— Esta ciudad tiene de todo.

— ¿Nunca habías estado aquí?

— Me mudé hace dos meses –Dijo mientras revisaba el lugar.— No he estado en muchos lugares.

Peter observaba como el menor miraba todo, la curiosidad más pura brillando en sus ojos y el asombro reflejado en su expresión. Un asombro que se potenció en cuanto sus ojos vieron el viejo vagón.

— ¿¡Esto siempre estuvo aquí!? –Chilló mientras corría hacia el vagón.— ¡Quiero entrar!

El mayor de los Hale le vio correr hacia una de las puertas.

— No hay caso chico, esa puerta está tan oxidada que ya no se puede...

Peter no iba a admitir que se quedó sorprendido al ver como la puerta del vagón era arrancada de su lugar y quedaba en manos de Liam.

— Mierda –Murmuró el menor entre dientes.— Lo siento, no controlo mi fuerza.

En respuesta, el Hale sonrió.

— No te disculpes –Le dijo manteniendo la sonrisa ladeada.— Esto va a ser divertido.

El rubio sonrió de igual forma y dejó su mochila en uno de los asientos del vagón, curioso por cómo iba a ser entrenar con Peter. No podía ser tan malo.

NOTA DE LA AUTORA:

Esto se va a descontrolaaaaar~ *Le pegan* Sorry, tenía que decirlo. Liamsito va a ver lo que es entrenar de verdad.

En fin, sin más que decirles me despido deseándoles un buen resto del día y mandándoles muchos besos y abrazos para todos. Adiós mi linda manada.

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