17

Peter se duchó más rápido que nunca en su vida, saliendo con solo una toalla alrededor de su cintura. Al salir, vio a Liam sentado a los pies de la cama solo con unos boxers, mirándole de arriba a abajo y desviando la vista cohibido cuando le gruñó de forme juguetona.

— Creí decirte que estuvieras desnudo.

— Y yo te dije que no tengo sexo con ebrios –Le recordó.

— No lo decía por el sexo, lo decía porque esa ropa huele a ese otro chico y eso me da ganas de matar –Le recordó acercándose.— Y no quieres hacer la única cosa que me quita las ganas de matar.

Liam rodó los ojos riendo y se echó boca arriba en la cama.

— Ya no pareces tan ebrio –Le dijo a Peter alzando las cejas.— Ven acá.

El alfa se acercó a pasos lentos, sentándose al lado de Liam e inclinándose para olerle. Gruñendo con posesividad al oler que, en la marca, aún era más fuerte su olor.

— ¿De dónde sacaste la idea de que Mason podía ser algo más que un amigo?

— No lo sé, pero no lo nombres ahora –Murmuró contra su cuello.— Solo te pido que no lo nombres mientras estés conmigo, mi lobo se pone furioso.

— Claro, tu lobo.

Peter se alejó de su cuello y le miró con incógnita, no entendiendo a qué se debía aquella frase. Liam sonrió ampliamente y le cogió por los hombros para acercarle y besarle. No fue un beso que quisiera llevar a nada sexual, fue algo dulce, pequeño, casi una caricia que se dieron con los labios. Y a pesar de ser el beso más casto que le habían dado, Peter se sorprendió.

Él estaba acostumbrado a lo rudo, lo salvaje, lo puramente físico y desamorado. Pero aquello había sido algo completamente fuera de su zona de confort, haciéndole sentirse raro.

Se había quedado muy cerca del rostro de Liam, con sus narices juntas y mirándole directo a los ojos. Su mandíbula colgaba ligeramente debido a la sorpresa y al no saber qué hacer.

Era como volver a ser un adolescente, un adolescente virgen a quien besan por primera vez. Prácticamente su cerebro se había desconectado mientras intentaba procesar lo que acababa de ocurrir.

— Parpadea macho –Le pidió Liam riendo.— Se te van a secar los ojos.

El alfa sacudió la cabeza e hizo lo que el menor le había dicho, parpadeó un par de veces y luego suspiró.

— ¿Por qué... hiciste eso? –Preguntó en voz muy baja.

— ¿Qué cosa? –Preguntó Liam sin entender.— ¿Hablas del beso?

— Si.

— Porque quise –Admitió encogiéndose de hombros.— Digo, hemos tenido sexo, no es como si un beso fuera algo raro.

Peter no dijo nada más, era obvio que Liam no entendía lo que intentaba decirle.

— ¿Podrías...? –El rubio le miró espectante.— ¿...hacerlo de nuevo?

El menor sonrió con ternura y le cogió por las mejillas, acercándole de nudvo y volviéndole a besar de la misma forma en la que lo había hecho antes. Solo que esta vez, Peter movió un poco los labios, queriendo marcar un ritmo en el beso.

Fue algo lento, igual de dulce que antes, pero ya no tan sencillo y casto. Fue una caricia, pero una mucho más íntima, algo que se sintió como un pequeño choque de estática que empezó en sus labios y acabó en sus columnas, expandiéndose por todo el cuerpo.

Liam se separó, pero al instante Peter volvió a besarle, uniendo sus labios con algo de necesidad, como si el solo estar alejado de hiciera mal.

Al ver que el alfa no paraba de besarle, Liam decidió que iban a tener que hablar así.

— ¿Por qué estabas... –Un beso interrumpió su pregunta.— ...bebiendo?

— Porque no estabas aquí –Volvió a besarle.— Y quería matar, y tenía que encontrar una forma de no querer matar.

— ¿No que tienes sexo para no matar?

— Tú no estabas –Le recordó antes de volver a besarle.

— ¿Y qué haces cuando... –Parecía que a Peter le gustaba interrumpir sus preguntas con besos.— ...no quieres matar pero tampoco puedes tener sexo?

— Bebo hasta que no recuerdo mi nombre.

El menor hizo un mohín y junto sus frentes, mirándole muy fijamente.

— No lo hagas –Le pidió.— No te hace bien.

— ¿En qué me afecta?

— Te hace hacer estupideces –Puntualizó.— Además, pudo haberte ocurrido algo, la puerta estaba abierta ¿Y si en lugar de ser yo quien entraba era alguien que quería matarte?

— ¿Por qué te preocupas tanto?

— Porque eres mi alfa –Le dijo, repentinamente serio.— Y puedo no tener un buen ejemplo de lo que es una manada, pero si sé que hay que cuidarnos entre nosotros.

— Puedo cuidarme solo.

— Permíteme dudarlo –Repuso con algo de sorna.— Pero cuando llegué solo te faltaba la música emo y la cuchilla de afeitar para ser un completo depresivo.

Peter gruñó ante aquello e intentó volver a besar a Liam, pero el chico le detuvo poniendo dos dedos sobre sus labios.

— Aún estás ebrio –Le recordó.— Y ya fueron suficientes besos.

— No seas cruel.

— No lo soy –Repuso obligándole a quitarse de encima y a acostarse.— Debes dormir.

— ¿Un último beso? –Pidió con una voz infantil.— Solo uno, seré bueno.

— Dios –Suspiró Liam sin poder contener una pequeña risa.— Eres exasperante.

Se inclinó sobre el mayor y le dio lo que podía clasificarse como un beso de buenas noches. Luego se recostó a su lado y apoyó la cabeza en el pecho del mayor.

— ¿Seguirás aquí cuando despierte? –Preguntó en un murmullo.

— Si tú quieres...

— Quiero que te quedes para siempre –Obviamente, era el alcohól el que hablaba.

— Ya duérmete, Peter –Le pidió algo avergonzado.— Buenas noches.

— Duerme bien.

Así fue como Peter se quedó dormido rodeando a Liam con un brazo y sintiendo como el cabello del chico le hacía cosquillas en la barbilla.

NOTA DE LA AUTORA:

Peter se puso celoso y se deprimió, aparte se emborrachó. Que buen ejemplo le da a su beta.

En fin, sin más que decirles me despido deseándoles un buen resto del día y mandándoles muchos besos y abrazos para todos. Adiós mi linda manada.

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