Ocho


Cuando Rouse abrió los ojos lo hizo sintiendo un poco de frío. La ventana al costado de la cama estaba abierta y la delgada y translúcida cortina bailaba con la helada brisa. La chica se quedó viendo el paisaje a través de ella por varios minutos. Una enfermera llegó, un rato después, a cerrar la ventana y preguntarle cómo se sentía a lo que Rouse dijo estar un poco aturdida.

-Es producto de los fuertes analgésicos- le dijo la enfermera justo al entrar el doctor a quien Rouse miró bastante sorprendida.

El médico era un hombre muy grande, pero de contextura delgada. Tenía la piel azul profundo y el cabello gris. Amablemente pidió quedarse a solas con el paciente por lo que la enfermera se retiró diciendo que debía suministrarle suero. Rouse estaba deshidratada.

-Detective- murmuró la muchacha frotándose la parte tracera de la cabeza, y a vez estuvieron a solas.

-Agente de inteligencia AI313- exclamó el sujeto- ¿A qué se debe esta interrupción en la operación?

-Vera...la caída al canal...

-¿Me está diciendo que usted descuidó su salud en medio de la operación?- le cuestionó el detective con un tono severo- Cualquier paso en falso puede comprometer el existo de esta misión, AI313. Debió acudir a un centro médico apenas tuvo la oportunidad. Frost no es alguien que se deba tomar a la ligera.

-Lo sé- murmuró la muchacha un poco apenada.

-Ahora dígame ¿Cuál es su opinión del sujeto hasta ahora? ¿Cree poder obtener la información que necesitamos?

-Es muy posible- contestó Rouse tras un momento de silencio- Con un poco de tiempo. Sin embargo, debo decir que me sorprendió mucho descubrir como es...o como está Frost. Yo esperaba a alguien completamente diferente- confesó apartando un poco la mirada de su superior.

-Frost tiene el perfil de un estafador- le señaló el detective de forma autoritaria- Él mantendrá una actitud dócil, educada y gentil mientras así le convenga, pero la realidad es totalmente diferente. Es un ser ambicioso, frío y calculador a quien solo le interesan sus vanos objetivos. Promovió la guerra solo para llenarse se fama y riqueza. Todo lo que le importa en el mundo es el estatus y el dinero.

Rouse escuchó con atención y luego miro por la ventana.

-Lo sé. Está conmigo porque le resultó útil. Porque no tiene a nadie más que le ayude a lidiar con sus problemas- manifestó la muchacha- Estoy segura que de haberme conocido en otra circunstancia simplemente me hubiera ignorado...

El detective la escuchó en silencio. Le hizo un par de recomendaciones y le pidió volviera pronto con Frost. Según habían estado observando él seguía en la casa de ella, aunque había estado saliendo bastante por las noches.

El detective y supuesto doctor dejó la sala mientras hablaba por el comunicador en su oído con su superior a quien le preguntó si era buena idea dejar a esa muchacha seguir con la misión.

-Me parece que la agente puede llegar a desarrollar un vínculo con el objetivo. Ella es demasiado emocional.

-La agente de inteligencia 313 es la más idónea para esta misión precisamente por por su poderosa empatía y capacidad de comprender el pensamiento de otros- le respondió la roncavoz a través del secreto auricular- Además es un elemento dispensable. Si comienza a hacer un problema simplemente la eliminamos del camino y enviamos a otro. Podemos probar diferentes enfoques. Todos pueden lograr lo mismo. No olvide que nosotros no obedecemos las leyes de ningún planeta o federación de algún tipo. Somos un organismo independiente y nuestra prioridad es simplemente erradicar el mal del universo.

-Entiendo señor. Mantendré a la gente 313 con el objetivo.

Rouse era solo el nombre que la agente de inteligencia había seleccionado para su personaje. Todo fue una puesta en escena salvó por el primer encuentro. La chica llevaba cerca de dos meses vendiendo rosas en aquel callejón esperando, escuchando cualquier dato que le permitiera encontrar a su objetivo y lo logró. Los hombres que le arrojaron al canal fueron sus compañeros. Ella jamás estuvo sola. Siempre había una persona vigilando la casa en caso de que algo sucediera. Su trabajo era ganarse la confianza de Frost y conseguir información del resto de involucrados en su fraude. Él trabajaba solo, sin embargo, tenía una serie de contactos con los que comercializaba y quienes le permitían también llegar a esas personas que obviamente eran sujetos muy poderosos.  Muchos de ellos reyes o emperadores que buscaban ampliar sus territorios como también líderes de la mafia que buscaban controlar sectores de las galaxias e incluso del universo. La ausencia de Frost ocasionó varias situaciones complejas, una de ellas era el descontrol total de las guerrillas en mundos destinados al comercio. Todo eso estaba ocasionando un gran caos al que debían ponerle fin, sin embargo, para ello necesitaban saber quiénes estaban detrás y el único que conocía todos los nombres era Frost.

A Rouse se la había hablado de su objetivo como un individuo extremadamente poderoso, capaz de destruir mundos con un solo golpe y también se le dijo era alguien en extremo astuto puesto que era que fue capaz de engañar a cientos de personas durante muchos años. Era alguien con quien debe andarse con mucho cuidado y a quien ella no tendría oportunidad de enfrentar de ninguna manera. Básicamente era una misión suicida, puesto que si Frost descubría sus intenciones podía llegar a matarla antes de que ella tuviera la oportunidad de pedir ayuda. Pero Rouse se encontró con un individuo totalmente distinto. Un ser absolutamente desvalido, asustado y confundido que se escondía en las sombras temeroso de todo lo que lo rodeaba. Alguien tan roto que de ninguna forma podía considerarse un peligro. Ella no conseguía entender el como un ser tan poderoso, capaz de hacer tan grandes proezas, estaba reducido a un pelele, a un despojo de vida.

Esa tarde Rouse fue dada de alta después de cuatro días en el hospital. Tiempo que estuvo dormida para que la lesión en su cabeza sanara más rápido. Ella no supo que durante todo esos días, Frost fue a verla unos minutos desde el otro lado de la ventana. Solo se quedaba flotando allí con los brazos cruzados y los ojos fijos de ella. De haberlo sabido Rouse hubiera supuesto que él solo estaba preocupado por saber si podría quedarse con la casa o si ella decía algo respecto al tipo con el que estaba viviendo. Lo cierto es que ni el propio Frost tenía muy claro porque durante ese tiempo la visitó.

Esa tarde comenzó a llover. Rouse se hizo con un impermeable y caminó a casa. No tenía dinero con ella, por lo que durante el trayecto estuvo pensando que haría de comer. Tenía algunas conservas, pero tal vez su invitado se las había comido. El detective le dijo que Frost seguía allí, pero que había estado saliendo bastante. Rouse creía que debía haber estado buscando comida. Esas latas que ella guardaba no eran suficiente para cuatro días. Al abrir la puerta de su humilde morada, después de unas dos horas de caminata, quedó muy sorprendida de encontrar a Frost recostado en un sofá nuevo y de aspecto muy cómodo. El mueble no era más largo que él al estar de pie, pero estaba forrado en terciopelo.

Frost había estirado la mano hacia una bolsa de frituras que había dejado sobre la mesa de café, cuando Rouse entró. Sin prisa abandonó su postura sentándose en el sofá para luego ponerse de pie e ir hacia ella tomando una manta que había en el pequeño sillón. Ella estaba empapada.

-Bienvenida- le dijo al ofrecerle aquella tela absorvente- No sabía cuando te dejarían volver, pero supuse podrías hacerlo por tu cuenta.

-No te preocupes- le respondió Rouse quitándose en impermeable para secarse el rostro y las manos- Entiendo y te agradezco me llevarás al hospital, pero dime qué es todo esto ¿de dónde lo sacaste?- le preguntó viendo algunas cajas en la sala y otras más en la cocina. Camino allí tropezó con una máquina pequeña que emitía calor.

-Es una estufa. Funciona con energía solar. No volverás a tener frío- le dijo Frost en voz baja, como si hubiera temido de ella una inquisición.

-Es... genial, pero ¿cómo obtuviste todo esto, Frost?

-¿No te gusta?

-Frost responde mi pregunta- insistió la muchacha después de revisar una caja, por fuera y descubrir era comida lo que había allí.

Frost la vio girarse hacia él con una expresión dura, pero no violenta. Agachó un poco la cabeza, se frotó el cuello y viendo hacia la parte superior de la escalera le dijo que lo consiguió por ahí.

-¿Lo robaste?

-Sí no lo quieres me lo llevaré. Solo estaba intentando ayudarte- le dijo con una sonrisa que parecía buscar su indulgencia.

Rouse suspiró y observó todo lo que había en ese lugar.

-Eres un tipo muy fuerte- le dijo- Doblas metal como si fuera masita para galletas...no tienes que robar para subsistir.

Frost escondió su sonrisa de desdén agachando un poco más la cabeza.

-Pero está vez...lo voy a ignorar- le dijo Rouse- Supongo que tienes tus motivos para no buscar un trabajo decente. Ya me contarás o no. Veremos...

Esas palabras la hicieron ganarse una mirada un poco confundida de Frost. Era posible que ella sí supiera quien era él, pero algo que había notado es que esa mujer no parecía escandalizarse fácilmente. Era comprensible considerando que trabajaba en las calles y no vivía en un buen lugar. Seguramente estaba habituada a lidiar con delincuentes, pordioseros y demás.

Esa noche cenaron muy bien. Rouse descubrió Frost le había conseguido mantas nuevas, pero no obtuvo algo así para él. Y es que en realidad no las necesitaba. El frío no lo afectaba. Frost podía dormir a la interpería como si nada, pero prefería hacerlo allí entre cuatro paredes porque se sentía a salvo. No estaba equivocada. Frost prefería dormir en esa casa frágil y vieja que hacerlo en la vulnerabilidad del exterior.

A la mañana siguiente Rouse descubrió él siguió cuidando las rosas y eso la puso muy feliz. Dijo que le enseñaría a podarlas por lo que la muchacha fue por unas tijeras al interior de la casa y él se quedó esperándola en el jardín. La ronca y poderosa voz de un hombre lo hizo levantarse para acercarse con cautela la ventana de la cocina y mirar al interior. Puedo observar que la muchacha estaba hablando con una pareja de oficiales. No tuvo que esforzarse demasiado para poder ver que le estaban mostrando un cartel con su fotografía. La clara voz de uno de los policías le permitió escuchar que estaban buscándolo en esa área, debido a el testimonio de una madre y su hija que dijeron haberlo visto por esa zona. 

-Se trata de alguien muy peligroso. Si lo ve no dude en denunciarlo inmediatamente- le dijo el oficial y Rouse asintió en silencio.

Al cerrar la puerta las muchacha se quedó viendo el cartel con una recompensa y el número del cuartel de policía de la ciudad. Al voltear hacia la cocina se encontró con Frost bajo el umbral.

-¿Vas a delatarme, Rouse?- le preguntó un poco a la defensiva.

-De haberlo querido hacer les hubiera dicho estabas aquí.

-¿Y por qué no lo hizo?

-Porque no me gusta prejuzgar a la gente. Y porque no me has hecho nada malo- le respondió Rouse.

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