Dieciséis
Rouse estaba en la cocina cuando escucho un golpe en la puerta. Fue a abrir animadamente, creyendo que Frost había regresado porque olvidó algo o cambio de idea, pero no era él quien estaba detrás de la puerta. El golpe fue directo y rápido. La muchacha no tuvo oportunidad de esquivarlo. El puño de ese sujeto de cabello rubio se le hundió en el abdomen haciéndola doblarse sobre él. Snow la sostuvo para no tener que inclinarse a recogerla. Rouse había perdido la conciencia no pudiendo prestar resistencia por lo que pasó a colgar del hombro de ese individuo, tan pronto él dejó un mensaje para Frost sobre la mesa. Pero al darse la vuelta para irse volando de allí, se encontró con un mendigo más allá de la puerta.
-Apartate- le exigió Snow levantando la mano hacia él.
El hombre no se movió desatando el enfado del criminal que creo una esfera de energía en su mano y se la arrojó sin ningún miramiento, pero para su sorpresa ese orbe luminoso quedó suspendido en el aire frente al rostro del harapiento sujeto.
-¡¿Quién eres tú?!
El mendigo no respondió y la esfera de energía salió disparada directo a la cara de Snow que tuvo que saltar a un costado para eludir el proyectil, pudiendo ver al supuesto pordiosero abrir su sucio manto y así engañar la armadura que llevaba. El traje era ajustado, pero compuesto de escamas de un metal gris en el que el cráneo negro atravesado por dos lanzas rojas podía apreciarás perfectamente, pintado en el pecho del hombre cuyo rostro estaba cubierto en parte por el cabello del tipo y en parte por una máscara de un material parecido al cuero.
-¡Un prócer de la muerte!- exclamó Snow con una expresión de terror. No tuvo tiempo de agragar otra cosa. El prócer lo atacó de inmediato con una especie de pistola que arrojo sobre él una red que puedo evadir.
Snow saltó hacia el otro lado viendo como la red se incrustada en el suelo como si lo estuviera fundiendo. Un escalofrío bajó por la espalda del pirata al imaginar que hubiera sucedido si esa cosa le hubiese caído encima, pero tampoco tuvo tiempo de asimilar ese ataque, su adversario no se lo permitió. Unas esferas diminutas salieron de debajo del manto del prócer creando un círculo entorno a él. Un destello azul dieron los pequeños orbes y un escudo transparente se formó delante del hombre que disparo a través de esa barrera con una pistola puesta en su muñeca. No fue un proyectil o energía lo que broto de aquella arma, sino una onda de choque que Snow evadió subiendo al cielo, sin embargo, su pie izquierdo fue alcanzado y estalló como víctima de una implosión. Una sangre amarillenta broto del miembro mutilado de Snow que al ver al prócer ir hacia él decidió usar a Rouse como escudo.
-¿No matarías a una chica inocente o sí?- le dijo, pero su perseguidor le apuntó con su arma sin dudar un instante- Así que lo que dicen de ustedes es cierto...- murmuró Snow que sostenía a Rouse por la cintura y le levantó el rostro para enternecer al prócer. Algo que obviamente no pareció funcionar- Dime una cosa ¿Estabas persiguiendo a tu servidor o estás tras Frost?
El hombre no contestó. Estaba volando gracias a un sistema de propulsión en sus aparatosas botas y era rodeado por un campo de energía que súbitamente se desintegró. Snow pensó que podía aprovechar la oportunidad para atacar al prócer por lo que soltó a Rouse para reunir energía en ambas manos y efectuar un golpe más fuerte. No consiguió hacer nada. Sangre brotó de su nariz, boca y oídos. Un segundo después el cuerpo de Snow estalló en pedazos tan pequeños como granos de arena. Para entonces el prócer descendía a toda velocidad para detener la caída de Rouse, sin embargo, Frost apareció de un costado y la atrapó en el aire. Tuvo tiempo de arrojar un ataque de energía que se estrelló contra el escudo invisible del prócer y de desaparecer entre los edificios cargando a la muchacha entre sus brazos.
-¡No lo sigan!- exclamó el sujeto flotando en el cielo.
-Entendido, señor- le respondió un coro de voces.
Frost había regresado porque al pasar por el callejón no había visto al mendigo. Al principio ignoro aquello, mas tenía de él una impresión inquietante que lo hizo retornar. Rouse vivía sola y él se había mantenido fuera de la vista de los extraños. No hubiera sido raro que ese sujeto estuviera merodeando por ahí, buscando un momento oportuno para cazar a la chica y venderla a algún magnate perverso. Había muchos de esos a la ciudad. Sin embargo, Frost acabó encontrándose con algo que nunca esperó. No iba a quedarse ahí enfrentar a uno de los próceres de la muerte. Sabía de ellos por lo tanto asumió rápidamente el tipo que estuvo peleando con Snow no estaba solo y no iba a arriesgar a la muchacha que se vio envuelta en una disputa en la que posiblemente él era el responsable.
Frost llevó a Rouse a un sitio donde él solía pernoctar antes de conocerla. Una área industrial en desuso con decenas de contenedores metálicos que alguna vez sirvieron para guardar residuos químicos y productos radiactivos. Había una zona protegida que antiguamente sirvió como área de descanso a los empleados, allí él armó una especie de nido con unos viejos asientos y alfombras. Tenía pensado ir allí cuando se encontró con Rouse que lo invito a su casa. Frost recostó a la muchacha en la improvisada cama y se hincó a su costado para revisarla, con la mirada, en busca de alguna herida. Aparentemente estaba ilesa, pero cuando Frost reunió coraje para levantarle la camiseta (algo que hizo con la cara bastante roja) descubrió que tenía una enorme mancha morada sobre el abdomen.
-Señorita Rouse- murmuró indignado.
Frost terminó levantándose molesto. Snow seguramente había ido hasta la casa de Rouse con intención de secuestrarla para usarla en su contra. Él le había advertido que no se acercará a ella, pero el infeliz lo ignoró.
-La lesión parece grave. Tengo que llevarla a un hospital. En ese lugar se harán cargo de ella- penso después de despejar un poco la cabeza e hizo el ademán de levantarla, pero se quedó inmóvil.
Él vio claramente cuando el prócer terminó con el cuerpo de Snow, pero sabía que había hecho pedazos un cuerpo no el espíritu de ese molesto sujeto que contaba con una habilidad muy fastidiosa. La gente del planeta de Snow eran como parásitos que se mudaban de un cuerpo a otro si el que tenían en ese momento estaba demasiado dañado. Con toda certeza Snow había buscado otro huésped al que transferiría su poder y si bien el tipo no era lo suficientemente fuerte para considerarlo un peligro enfrentándolo directamente, sí podía convertirse en un auténtico problema, si actuaba desde el anonimato.
-No puedo dejarla sola con ese cretino suelto por ahí- concluyó Frost- Menos con los próceres de la muerte detrás de mi. Maldición porque tenían que aparecer esos sujetos ahora...Los próceres de la muerte son el grupo de mercenarios más temido del universo. Aunque son personas ordinarias cuentan con una tecnología muy avanzada y como si eso no fuera suficiente también usan una magia muy poderosa. No puedo enfrentarme a ellos, no todavía.
Mientras Frost se entregaba sus pensamientos, Rouse abrió los ojos. Sintió un fuerte dolor en toda el área abdominal teniendo que quedarse en la posición en la que estaba. Su débil quejido se ganó la atención de su compañero que volteó a verla bastante consternado, aunque se vio también aliviado de verla consciente.
-¿Qué pasó?- exclamó muy confundida- ¿Dónde estamos?
Frost tomó una manta que tenía guardada y se la dio para que se abrigara. Hacia bastante frío ahí.
-Unos mercenarios que me persiguen la atacaron- le contestó y procedió a contarle lo que él había concluido de lo que presenció. Una historia en la que Snow, indirecta o directamente, guió hasta ella a los próceres de la muerte que eran un grupo terrible, capaz de acabar con la vida de cualquiera con tal de conseguir sus objetivos. Claro que Frost no podía quejarse de que ellos estuvieron detrás de él. De todas formas le dijo también que no podían volver a esa casa y tendrían que esconderse allí un tiempo- Lamento se vea involucrada en esto- finalizó.
Rouse no sabía que decir. Ella tuvo una idea más acertada de lo que había sucedido. Snow la atacó pensando usarla para llegar a Frost, pero su compañero intervino. La presencia de este delato que la organización estaba detrás de él y ahora Frost suponía que también estaban tras ella por estarlo ayudando. No podía sacarlo de su error, pero se sentía muy mal de que él pensara algo como eso.
-¿A dónde vas?- le preguntó al verlo ir hacia la ventana.
-Ire por comida, abrigo y un poco de ropa. Las noches son muy inclementes cuando no estás en la comodidad de un hogar- le respondió apoyándose en el marco de la ventana para salir.
-Frost...no...
-Ahora está en la calle, señorita Rouse- exclamó él con severidad, pero sin perder sus modales- Déjeme ocuparme de todo ahora. Permanezca aquí hasta mi regreso.
Rouse no dijo ni una palabra. La actitud de Frost cambió bastante. Se oyó más autoritario, más seguro y un tanto resentido. Dejó volando ese lugar mientras la chica se ponía de pie para acercarse a la ventana. Ella no tenía idea de dónde estaba. No conocí a ese lugar, pero debía ubicarse en la periferia, ya que los edificios se veían bastante lejos. Frost no había descubierto la verdad todavía, mas era posible que la terminara descubriendo muy pronto y entonces no sabía que iba a suceder. Temía el como él podría reaccionar cuando supiera quien era ella y lo que estaba haciendo.
En ese instante estaba totalmente sola y aislada de sus compañeros. Se suponía estaba entrenada para controlar ese tipo de situaciones, sin embargo, no pasaba lo mismo con su corazón.
Frost regreso una hora después. Lo hizo cargando comida, mantas y hasta medicina. Era obvio que no consiguió eso por métodos convencionales, mas ella lo acepto sin protesta.
-Esto es bueno para el dolor- le dijo al ofrecerle una pomada que ella recibió con timidez- Sé que está asustada, pero no tiene de que preocuparse...yo la voy a proteger.
Rouse miró a Frost decirle eso mientras buscaba algo en el fondo de la bolsa. A ella le pareció que no pudo pronunciar esas palabras viéndola a la cara. Estaba anocheciendo. Los días eran cortos en esa época del año. Unas horas después, Rouse y Frost estaban sentados juntos a un pequeña fogata. En la ciudad Snow se acostumbraba a su nuevo cuerpo y mientras lo hacía reviso los detalles de lo que había pasado más lo que estuvo observando.
-Esa mujer es un prócer de la muerte- se dijo mientras se internaba en un callejón arreglándose el vestido y se sonreía con una expresión de burlona maldad.
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