Diecinueve
Rouse se abrazó al cuello de Frost y apoyó el mentón en el hombro de él. Reiteró su disculpa, en esa ocasión con una voz más dulce para permanecer en ese abrazo un momento. Frost la sujetó por la cintura para empujarla un poco y quitársela de encima. Ese beso no le supo mal, pero le hubiera sido imposible decir que le supo bien. Le causó un cosquilleo molesto y una sensación calurosa que lo dejó con un pequeño escalofrío que lo desestabilizó un poco.
-Señorita Rouse- la llamó cuando sintió que el cuerpo de la chica se hizo más pesado- Señorita Rouse, por favor...
La muchacha se deslizo por su costado y le tocó sujetarla para que no cayera al suelo. Se había dormido.
-Creo que bebió demasiado- pensó Frost y la cargó en sus brazos hasta la pequeña cama donde la dejo descansar.
Rouse había caído en un sueño tan profundo que su respiración era honda y ligeramente ruidosa, pero de forma armoniosa. Frost se le quedó mirando unos minutos. Acaricio su boca con sus dedos mientras observaba la de ella que entreabierta parecía exhalar un suspiro suspendido en el tiempo. La cubrió con una manta gruesa que la abrigo de la helada noche y se sentó a su lado entrelazando sus manos y bajando la cabeza.
Él había ideado un plan. Tenía nuevos propósitos, pero en ellos no la contempló a ella. Los sentimientos no eran algo que primara en la vida de Frost, mas por ella experimentaba una fuerte emoción. Algo cálido y confortante a la vez que fuerte como una corriente que lo impulsaba hacia adelante.
Hasta ese momento, Frost nunca fue él mismo con nadie. Él usaba una máscara todo el tiempo. Una fachada gentil, tranquila y servicial que lo ayudaba a transitar por el mundo. A pasar inadvertido y conseguir todo lo que quería. Tenía lo mejor de los dos mundos. Como pirata podía obtener ganancias obscenas y como heroe era admirado. Poder y gloria como luces y sombras estaban siempre tirando de Frost. Él podía llegar a ser tan cruel como su contraparte del universo siete, pero no era un tipo brutal. No necesitaba exterminar a sus adversarios. Su temple era más el de un rufián oportunista que el de un dictador intergaláctico. Lo cierto era que en muchos aspectos era todavía muy inexperto y quedar expuesto lo dejó a merced de sus vulnerabilidades. Unas que él estaba combatiendo en más de una forma y entre las cuales no sabía si debía ubicar a Rouse.
Esa mujer que dormía a su espalda, lo hacía frágil y fuerte a la vez. No es que perdiera poder ante ella, era otro tipo de debilidad. Una mucho más peligrosa como también lo era esa fuerza que le transmitía. Lo bueno es que no tenía que decidir respecto a ella esa noche. Al voltear a verla, Rouse arrugaba la nariz y movía los labios como si hubiera estado discutiendo con alguien. Eso lo hizo sonreír. Se recostó a su lado, cruzando los brazos tras la cabeza y ahí se quedó hasta la mañana.
Rouse despertó de forma un poco exaltada. Descubrirse al lado Frost no era nuevo, pero hacerlo después de haberlo besado sí y sintió bastante vergüenza al arrodillarse sobre la cama cubriéndose la boca. El sueño de Frost era ligero. Los movimientos que ella realizó fueron suficientes para despertarlo. Él la miró no sabiendo porque Rouse tenía la cara roja, pero no tardó en recordar que había sucedido dándole una explicación al rostro de la chica.
-Anoche bebió demasiado- le dijo él rascándose la mejilla con un dedo.
-Sí- exclamó la muchacha un poco nerviosa- Bebí demás, pero...no te besé por eso- le dijo bajando de la cama para correr fuera de la gruta, pero Frost se apareció delante de ella.
Rouse sabía quien era él y lo seguía viendo como otros lo vieron cuando estaba mintiendo. Era una condición ridícula, inocente, absurda; pero Frost no recordaba en que momento dejó de pensar así, ni cuando la conveniencia se transformó en otra cosa o cuando empezó a preocuparse de ella hacía quien acercó su mano para tocarle la mejilla.
La chica sintió la helada mano de Frost en su rostro y cerró los ojos para sentir aquellos dedos sostener su cara. Se sujetó de su antebrazo y movió su cara hacia el interior de aquella mano respirando su piel. Para Frost observar esa conducta fue tan exclusivo como todo lo que recibía de ella.
-Rouse- la llamó y la muchacha abrió los ojos como temiendo recibir una pregunta y él la vio como añorando una propuesta, pero entre los dos quedó el silencio alargando ese momento que pudo decidir el destino de los dos.
Una subita explosión, unos kilómetros al oeste, los hizo mirar hacia unas colinas rocosas más allá de ese valle de arenisca en que estaban. El suelo tembló con rudeza bajo sus pies. Frost abrazo a Rouse que se sujetó de él con temor, pero no ante el peligro.
-Quedese aquí. Iré a ver qué está sucediendo- le dijo Frost al verla a los ojos.
-No vayas...- le pidió Rouse tomándolo por el brazo.
-No tardaré, pero si lo hiciera...sabe lo que tiene que hacer- le respondió Frost con una confiada sonrisa.
Rouse asintió con la cabeza y él partió corriendo hacia donde ocurrió la explosión. Volar hubiera delatado su presencia y posición. El sigilo era lo que mejor había desarrollado Frost.
La muchacha volvió al interior de la gruta a esperar. Tuvo un presentimiento maligno al ver esa explosión, pues solo fue una y eso, en su experiencia, era una llamada de atención. Sus compañeros no solían usar esas tácticas, lo que la tranquilizó un poco. Pero unos minutos después escuchó la voz de una mujer pidiendo ayuda no lejos de allí, por la cañada.
Rouse esperó a oír el llamado de nuevo, antes de asomarse, y al suceder otra vez tomó una vara de metal, que fue la pata de una mesa que se había roto días atrás, a modo de arma. No era muy buena peleando cuerpo a cuerpo, pero sabía defenderse. Sin embargo, al meditarlo un poco considero que era peligroso acudir en ayuda de esa persona. La secuencia de la explosión y ese pedido de auxilio la hicieron entrar en alerta. Un rato después escuchó a alguien acercarse y estuvo segura no se trataba de Frost. Él prácticamente no hacía ningún ruido al caminar, por lo menos ninguno que yo pudiera escuchar. Silenciosamente, la chica, se agachó detrás de una piedra y esperó a ver de quién se trataba. No tuvo que esconderse mucho tiempo, pronto se asomó una mujer que parecía estar herida y pedía ayuda, mas sin la vehemencia de hacia un rato, pues obviamente era la misma. Rouse reconoció la voz.
-¿Hay alguien ahí?- preguntó la extraña, Rouse no contestó- Por favor...estoy mal.
Rouse tampoco se dejó ver lo que fastidio a la mujer que se echó a reír con secas carcajadas.
-Que tonto soy- exclamó la aparecida- Olvidé que estoy tratando con uno de los próceres de la muerte y que ninguno de ellos caería en una trampa tan absurda. Ni siquiera uno tan patético como usted señorita...
Rouse quedó pasmada al escuchar aquella declaración. No sabía quién era esa persona, pero sin duda alguna era sinónimo de un grave problema, sobre todo si Frost volvía en ese momento.
-Es increíble el poder que tienen las mujeres- habló aquella persona- No importa de quién se trate, no importa si es indiferente o no a su género, si es de otra especie, quizá tampoco importa si se trata de un dios o algún otro ser divino, las mujeres siempre son capaces de enredar a un hombre, de hacerlo vulnerable, de obtener de ellos lo que sea que quieren.
Un un pequeño proyectil de energía salió volando de la mano esa mujer hacia la roca en la que se estaba escondiendo Rouse, quien apenas pudo dar un salto y una voltereta para evitar el impacto acabando un tanto magullada por los fragmentos de roca que salieron disparados en todas direcciones. La agente AI313 finalmente estaba expuesta ante el inusual enemigo.
-Usted y yo nos habíamos visto antes, pero supongo que no me recuerda. Permítame presentarme mi nombre es Snow. Fui un compañero de Frost cuando él lideraba nuestro grupo. En la actualidad soy yo quien encabeza esa organización y no tengo ninguna intención de permitir que ese cretino vuelva a tomar su lugar, desplazándome y tratándome como un vil subordinado de nuevo.
Snow se lanzó sobre la chica logrando darle un golpe en la cara bastante fuerte que la hizo escupir sangre y una muela. Rouse rodó por el suelo quedando sin posibilidad de defenderse, pero viendo la parte de su dentadura que la habían arrancado sonrío ligeramente y luego volvió la mirada a esa extraña mujer que la levantó por el cabello mientras reunía energía en su otra mano. La sonrisa de Snow era escalofriante anunciaba todas sus oscuras intenciones.
Frost llegó a la zona de la explosión no encontrando algo allí. La distancia entre ese espacio y la gruta dejaba a Rouse fuera de su rango de alerta por lo que rápido volvió con la chica. Pero antes de poder llegar a la mitad del camino se encontró con Snow que sostenía la muchacha de manera bastante incómoda, como también cruel. Snow la había golpeado. Rouse tenía su rostro maltratado y lo mismo su ropa. Aquello realmente indignó a Frost que no dudó en extraer su energía haciendo temblar todo el lugar.
-Calmese por favor- le pidió Snow tirando más del pelo de la muchacha que veía a Frost muy preocupada.
-¡Suéltala!- le ordenó Frost y se veía muy enojado. Hizo una esfera de ki en su mano apuntando directamente a Snow, pero él sabía que mientras tuviera a la mujer Frost no lo iba a atacar.
-Nunca imaginé encontrarlo reducido a esto- comentó Snow- Cuando me dijeron que el gran Frost se arrastraba por los callejones como un alimaña no pude creerlo, mucho menos después de nuestro primer encuentro. Pero esto que tengo enfrente es mucho mejor.
Frost lo miraba de frente en silencio.
-Ya veo- exclamó con una sonrisa en tanto sarcástica y bajando la mano, deshaciendo la esfera de aquí- Así que fuiste tú quien realmente tomo mi lugar y ahora has venido a matarme para asegurarte de que no te desbanque.
-Tan astuto como siempre, sin embargo, puedo ver que está muy lejos de ser quien solía ser, señor Frost...
El ex pirata se encogió de hombros de manera burlona y relajada incluso se atrevió a dar unos pasos así Snow.
-Por favor no se acerque más o voy a convertir a esta linda chica en un montón de cenizas.
-Sí lo haces no tendrás con quién protegerte de mí- le advirtió Frost.
-Oh vaya que le interesa- se burló Snow- Es tan hermoso como triste... Aunque la verdad es verdaderamente divertido sobre todo reconociendo la ironía de toda esta situación.
Las últimas palabras cambiaron el semblante de Frost y lo obligaron a detenerse. Algo estaba escondiendo ese sujeto y no era nada bueno.
-Frost...yo...- murmuro Rouse viéndole con dolor. Snow le apretó la barbilla para levantarle el rostro haciendo que con eso se callara.
-Se ve tan frágil e inofensiva ¿verdad? Apuesto que jamás se le pasó por la cabeza que esta muchacha, en realidad, es un agente de los próceres de la muerte...
-Eso es imposible...- exclamó Frost bastante incrédulo.
Snow ríó de forma burlona y luego le desgarró la la piel de la mano a la chica enseñándole a Frost el tatuaje de la organización. Los ojos del pobre se abrieron un poco más, la espalda la echo hacia atrás, dio medio paso en reversa y un sinfín de cosas surgieron desde su interior y se atoraron en su garganta.
-¿Lo ve? ella es un prócer de la muerte que fue enviado para extraer información de nuestro grupo y contactos. Apostaría que usted se lo dijo todo- Snow beso la mejilla de Rouse que cerró los ojos viendo como se descomponía el rostro de Frost ante aquella terrible y dolorosa revelación.
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