Capitulo 23 - Por fin
Froto mis ojos y los vuelvo a entrecerrar. Definitivamente es Carl.
¿Qué mierda sucede y que se supone que deba hacer?
Mi corazón palpita tan fuerte a tal punto que logro sentir los latidos por todo mi cuerpo, tal vez sea por la situación en la que me encuentro ahora, por no saber como manejarla, o por el simple hecho de tener a Carl a unos escasos metros míos corriendo peligro. Más bien es un poco de todo eso.
Son cinco hombres. Es más que obvio que no podré hacerlo yo sola. Si voy por Jake, me tomará tanto tiempo que ya lo habrán matado para cuando regrese. Tampoco puedo disparar desde aquí, no tengo tan buena puntería, además, los demás lo notarán y vendrán hacia donde me encuentro.
- ¡Papá! -oigo gritar desesperadamente a Carl. Dirijo mi mirada hacia Carl, quien está bajo el cuerpo de aquel hombre, pero no es eso lo que me preocupa, sino el hecho de que este estuviera bajándose los pantalones-. ¡Suéltame! -grita, intentando golpearlo pero este le devuelve un golpe mucho más fuerte.
- ¡Déjalo ir asqueroso! -grita el hombre. Lo reconozco, es Rick, y supongo que la persona a su lado es Michonne, debido a que es una mujer de tez negra-. ¡No lo toques o te arrepentirás maldito!
El hombre que apuntaba a Rick lo golpea con su arma y lo calla.
- Así que primero matas a uno de los míos y luego vienes y nos amenazas -enarca una ceja-, vaya vaya... -suspira-, en serio no sabes cuando cerrar la boca -suelta una risa seca-. Rick no me agrada para nada tu comportamiento... ¿Sabes? Al principio iba a matarlos a todos y luego nos largaríamos, pero ahora ya no será tan fácil -ríe y se inclina hasta la altura de Rick-. Primero, dejaremos que Greg se divierta un momento con tu hijo -sonríe cínicamente-, luego del show, lo mataremos a él, luego a ella -señala con la cabeza a Michonne-, y por último, te estrangularemos, tal y como lo hiciste con nuestro amigo. ¿Correcto?
- ¡Dejen en paz a mi hijo! -grita Rick, para luego intentar levantarse, pero los hombres junto al coche lo detienen.
- Vamos Greg. ¡Hazlo! Que esperas -dice una de las voces.
En ello las voces de Rick y Michonne no dejan de suplicar que se detengan, mientras Greg ya se había quitado los pantalones por completo e iba por los de Carl.
Instintivamente corro hacia ellos pero me detengo al oír gritar a alguien: ¡Deja al chico!
Los hombres levantan sus armas, pero las bajan al ver quien era. Siento un poco de alivio al verlo yo también.
- ¿Qué dices? -replica el barbudo, que apuntaba a Rick.
- Suéltenlos -insiste Daryl, acercándose y dejando que la luz de la luna lo iluminara-, son buenas personas.
- Perdóname si no te entiendo Daryl -dice el barbudo con una voz inocente, claramente falsa-, pero estas personas se metieron a nuestra casa, mataron a nuestro amigo, huyeron de allí dejándolo convertirse y permitiendo que nos atacara... ¿Y dices que son buenas personas? -Daryl asiente. El barbudo lo observa, y luego dirige su mirada a Rick, como si estuviera tratando de averiguar algo-, ¿Lo conoces, cierto? -pausa unos segundos- ¿Son amigos? -Daryl se limita a hablar. El barbudo suspira decepcionado y señala con la cabeza a Daryl-. Chicos, encárguense de él.
Sin pensarlo dos veces, tomo mi arma y corro hacia la carretera. Al llegar disparo a uno de los hombres que golpeaba a Daryl, y este rápidamente se levanta y con su flecha mata al otro. Corro hacia Michonne y disparo al hombre que la apuntaba, volteo para hacer lo mismo con el barbudo pero este ya se encontraba agonizando en el suelo con el cuello sangrando. Daryl se acerca y con un cuchillo corta las cuerdas que amarraban las manos de Rick y Michonne. Corro hacia Carl, pero Greg lo tenía atrapado con un cuchillo rozando su cuello. Un nudo se forma en mi garganta, y siento lágrimas brotar de mis ojos al verlo, y no me refiero a Carl. Oigo los pasos de los demás detenerse junto a mí.
- ¡Si dan un paso más lo mato! -amenaza Greg. Rick toma su arma y lo apunta-. ¡De acuerdo! ¡Esta bien! Lo dejaré ir, pero deben bajar sus armas -dice, pero nadie parece hacerlo- ¡Tiren sus armas o el niño muere! ¡Vamos háganlo! -nos ordena. Rick arroja su arma y los demás imitamos su acción y Greg suelta a Carl. Este corre junto a Michonne. Pero Rick, insatisfecho, toma un cuchillo de su cinturón y se acerca a pasos rápidos hasta Greg, acorralándolo contra el coche.
- ¡Rick no lo hagas! -grito al ver su cuchillo acercarse al pecho de Greg-, lo conozco.
Voltea, con sus ojos rebozando de furia y el rostro pintado de sangre, alterado.
- ¿Qué dices? -pregunta al borde de la rabia.
- Detente -pido-, necesito hablar con él.
Dirige su mirada por detrás de mi espalda, noto como relaja sus músculos, y asiente. Voltea hacia Greg y lo golpea fuertemente en su cara, haciendo que caiga al suelo. Se frota el puño y va junto a los demás.
- Quisiera que nos dejaran a solas -susurro a los demás. Escucho sus pasos alejarse.
Tomo mi arma y lo apunto, este seguía restregándose el rostro de dolor.
Siento miedo, furia, quiero estrangularlo pero también quiero huir de aquí y llorar hasta que el nudo en mi garganta desaparezca. Por un segundo pienso en salir de aquí, dejar a Rick acabar lo suyo y todo terminaría.
Ladeo la cabeza, en un intento involuntario de hallar a Rick y por el rabillo de ojo veo una silueta con un arma en mano parada a unos metros. Lo distingo por su característico sombrero.
Tomo una gran bocanada de aire y regreso mi mirada a Greg.
Tengo que hacerlo sola.
- No tienes idea de lo mucho que he soñado con este momento -digo. Este alza mirada y me mira confuso. Siento como sus ojos azules me penetran-. Tenerte aquí, bajo mis pies, semidesnudo e indefenso. Así es como me sentía esa noche.
- ¿De qué hablas? -pregunta extraño.
- ¿En serio no me recuerdas? -pregunto y suelto un suspiro sarcástico-. Tengo que entenderlo, por lo que presencié hace unos minutos, esa noche no fue la primera, y supongo que tampoco la última vez que lo has hecho -él clava su mirada en algún sitio del bosque, y luego la posa sobre mí. Tarda unos segundos en procesarlo y abre sus ojos como platos, sorprendido-. Ahora me recuerdas ¿No..? -susurro molesta-, ¿¡Ahora recuerdas esa noche!? -grito, otorgándole una patada en el torso. Este abraza su torso y lo aprieta, oprimiendo el dolor. Lo vuelvo a patear y este comienza a toser. Pasan unos minutos, hasta que su risa comienza a resonar.
- ¿En serio eres tú? Hmm... ¡Emma! ¿No es así? -pregunta con ironía-. Por supuesto que no me había olvidado de ti. ¿Cómo hacerlo?, fue una noche estupenda aquella, una de mis favoritas -susurra esto último con un tono que me repugnaba con tan solo oírlo-. ¡Mírate! -lo dice, como si se estuviera burlando de mí-, creí que habías muerto.
- Logramos sobrevivir -digo entre dientes.
- ¿Logramos? -preguntamos.
- ¿No sabes lo que ocurre cuando no usas preservativo? -pregunto irónica. Él lo comprende y su gesto irónico se convierte a uno perplejo-. Exacto, tuvimos una hija. ¿Quieres saber cómo era? Era la niña más hermosa y amorosa, todo lo contrario a ti. Que suerte que lo único que heredo de ti fueron tus ojos -suelto corrosiva. Fijo mi mirada en sus ojos, azules e intensos, como los de Mia.
- ¿Dónde está? -pregunta, aunque parecía una suplica.
- Está muerta -escupo. Aunque deseaba herirlo con aquellas palabras, me resultaron chocantes también. Trago saliva fuertemente.
- Fue estúpido pensar por un momento que ella pudiera sobrevivir contigo. Eres una niña.
- ¡Si, lo sé! Soy una niña a la que violaste -grito irritada-. No merecía eso, no merecía sufrir así. ¡Eres un enfermo asqueroso! -digo con la voz entre cortada- ¿Tienes idea del daño que me hiciste? ¿Acaso la tienes? -vuelvo a gritar. Respiro lentamente y suelto un largo suspiro hasta calmarme-. No importa cuanto tiempo pase, esto me sigue afectando, a mí, y a las personas de mi alrededor. Y tú, no te irás sin haber pagado las consecuencias -poso la punta del arma sobre su frente regada de sudor.
- Vamos, hazlo niña. Matame y todo esto acabará -susurra, como si me estuviera retando a que lo haga.
Me acerco a su oreja y susurro: No te librarás de esto tan fácil.
En un rápido movimiento, disparo su brazo derecho.
- Esto te lo mereces por todas las veces que me has golpeado.
Greg estalla en gritos. Estos me animaban a seguir, como si gritarán: ¡Otro disparo! Los obedezco, y esta vez disparo a su pierna.
- Esta, por esa vez que te alejaste cuando pedía auxilio.
Siento correr en mis venas la adrenalina. Quiero venganza. Quiero vengar todo este tiempo de sufrimiento y dolor que he vivido. Quiero hacerlo por Mia.
- Y esta, por haber cometido el peor error de tu vida.
Dirijo lentamente mi arma hacia su rostro, y lo apunto sobre su entrecejo. Por más que desee hacerlo, no puedo, algo en mi no es lo suficiente valiente como para hacerlo.
- Hazlo -susurra en un hilo de voz.
- No puedo... -respondo con la voz temblorosa.
- Hazlo. ¡Dispara! ¡Hazlo! -alza la voz. Intento jalar del gatillo, pero no lo logro. No tengo las fuerzas, por más que quiera, no puedo.
- ¡No puedo! -mis lágrimas caían sobre mis mejillas-. ¡No puedo! -vuelvo a gritar decepcionada y furiosa.
- Cobarde... -susurra en un aliento.
- ¡Te odio! ¡No tienes idea de cuanto de odio! -mi voz sonaba ronca,y la garganta me ardía-. Ojalá nunca hubiese entrado en esa casa. ¡Te odio! -maldigo y lo golpeo con el mango de mi arma en su rostro. Greg cae al suelo, con la cabeza sangrando.
Todo mi cuerpo comienza a temblar. No sé que me sucede, pero quiero que termine. Me siento muy débil, siento como si cada vez respirara menos. Siento unos brazos rodear mi cintura, y me dejo caer sobre ellos, hundiéndome en el abrazo.
- Tranquila, él ya no podrá lastimarte -susurra a mi oído el ojiazul. Siento su aliento caliente chocar contra mi rostro, y en ese momento me doy cuenta de que estaba sudando frío-. Estoy aquí, te protegeré, siempre -me acerca más a su cálido cuerpo y correspondo el abrazo.
Nos quedamos varios minutos así. No quería salir de su abrazo, pero debíamos ir a un lugar seguro, con todos heridos, no creo que podamos defendernos si nos encontramos con otro grupo así, además, mis disparos atraerán pronto a más caminantes.
Carl se acerca a Greg. Este aún seguía vivo, al borde de la muerte. Entre la penumbra podías distinguir sus débiles respiraciones.
Carl coloca el silenciador a su arma, lo coloca sobre la cabeza de Greg y sin dudarlo, dispara.
- Gracias... -susurro tan despacio, que solo yo lo oigo.
Nos agrupamos y nos dirigimos hasta la cabaña donde estaban Jake y Judith. Aún no había dicho nada sobre ella a Rick ni a Carl, supongo que después de todo lo sucedido, se me había pasado.
A unos metros, parado al lado del marco de la puerta, podías distinguir a un Jake furioso, tiene el mismo gesto que tienen las madres cuando atrapan a sus hijos llegando tarde de las fiestas, me río internamente ante esto y muestro una cara inocente y este rodea los ojos.
Al llegar frente a la cabaña, se oyen unos débiles lloriqueos. Observo como los ojos de Rick se iluminan.
- Olvidé decirles algo... -digo al alcanzar a Rick-, no fuimos los únicos en sobrevivir a la prisión -capto la atención de Carl, quien con Rick, intercambia miradas, ambos sin la más minima idea de que hablo, aunque también sabiendo perfectamente de lo que hablaba-, ya lo verán -susurro y esbozo una sonrisa.
Rick me lanza una mirada, como preguntándome; ¿Qué carajos sucede?, y, ¿Estás bromeando? Me limito a sonreír y los guío hasta donde se encuentra Judith.
Estaba sentada, sobre su manta, en medio de la habitación. Primero entra Rick, y lo sigue Carl. Ambos se quedan congelados, perplejos, como si no pudieran creer que Judith estaba allí, que logró sobrevivir. Rick se acerca lentamente a ella, sitúa su mano sobre su mejilla, y al sentirla, se da cuenta que esto es real, que ella está aquí. Inmediatamente Carl se une y ambos la abrazan, y se quedan así varios minutos. Salgo de la habitación, evitando encontrarme con Jake, lo cual resulta casi imposible ya que la cabaña es demasiado pequeña. Afortunadamente estaba charlando con Michonne, por lo que no pudo venir a sermonearme por salirme sin avisar.
Es peor que una madre con menopausia.
Salgo afuera a mirar el cielo. Escucho un crujido y volteo, para luego encontrarme con Daryl, quién estaba sentado a los pies de un árbol, fumando un cigarrillo.
Me acerco a él, sentándome a su lado, y nos quedamos callado varios minutos.
- Así que... conocías a ese hombre... -dice Daryl rompiendo el silencio. Asiento, clavando mi vista al suelo. Daryl continúa mirándome y me siento obligada a dar una respuesta más amplia.
- Era el padre de mi hija... -susurro con la voz quebrada.
Siento su mano posarse sobre mi hombro delicadamente.
- ¿Te encuentras bien? -pregunta, luego de soltar el humo contenido en su boca.
- No... o tal vez si -suspiro-, no lo sé. Quería matarlo, pero no podía, me aterraba, a pesar de que eso era lo que más había esperado por hacer... - suspiro, más fuerte, mientras siento como el arrepentimiento de no haberlo matado por mí misma va apoderándose de mí.
- Ten -dice. Levanto la mirada, y veo un cigarrillo atrapado en su mano-, esto te hará sentir mejor, a mi me funciona de maravilla cuando siento que todo se va a la mierda -lo miro dudosa, indecisa sobre si tomarlo o no-. Vamos pruébalo -insiste-, no es que te dará cáncer, si es eso lo que piensas -ríe, y mete el cigarrillo en sus labios para luego soplar el humo salido de ello. Para ser sincera, siempre quise probarlo pero nunca me atreví y siempre me ha gustado su aroma. Además, no tengo nada que perder-.
- De acuerdo -digo, y tomo el cigarrillo. Lo acerco a mi boca y aspiro el humo. Inmediatamente este vuelve a salir de mi boca por medio de tosidos. Escucho la risa de Daryl por debajo de mis fuertes catarros. Le otorgo un golpe en el hombro y continuó tosiendo.
- No sé cómo esto puede gustarte -me quejo con la voz ronca-, ahora me pica la garganta y me arde la nariz -vuelvo a toser.
- Bueno, aunque sea ahora no debes preocuparte por el cáncer -dice sarcástico y me quita el cigarrillo de entre mis manos para seguir fumando.
A pesar de que Daryl no sea un hombre de muchas palabras, charlar con él me hacía sentir bien. Me ayudaba a olvidar mis problemas, aunque sea por unos minutos. Me pregunto si habrá tenido hijos, porque aunque los demás opinen lo contrario, yo creo que él hubiese sido un excelente padre.
Nos quedamos afuera, hablando y riendo sobre tonterías, olvidando por unas horas la mierda de mundo en el que vivimos, hasta que el cansancio se apodera de nosotros y entramos a dormir.
Por fin los encontré.
***
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