Capítulo 15 - Flashback _Parte 4_
Desde hace horas estoy tratando de conciliar el sueño, pero no puedo, los rugidos de mi estomago no me lo permiten. Muero de hambre.
Desde que llegue aquí, nadie se ha dignado a darme un trozo de comida.
- Que decepción de tu parte Woodbury -susurré negando con la cabeza.
Y lo peor de todo es que debo esperar a que amanezca para ir a saciar mi estómago.
Suspiré, y me senté sobre la cama. Crucé mis piernas y sitúe mis codos sobre ellas. Un pequeño brillo, reflejado por la luna, llama a mis ojos. Estos lo buscan por toda la habitación y los encuentra. Me levanto de la cama y me acerco hasta el lugar. El brillo va aumentando su luz, hasta que lo cubro con mi sombra y se opaca. Llego hasta un escritorio, y visualizo una pequeña línea de plata sobre este. La tomo, y al sentir su textura, noto que es un brazalete.
Sonrío mientras lo levanto más alto para visualizarlo mejor. Veo que tiene grabado un nombre; April. Debe ser el nombre de la señora con quien vivo. Me acerco hasta la ventana, dejando que la luz de la luna ilumine el brazalete. Me lo coloco en la muñeca.
Hace tiempo que no me pongo una joya así, y de alguna forma se sentía bien tenerla. Me hacía recordar la vida de antes. Lo miro de nuevo y sonrío. No creo que a "April" le moleste que lo use por unos minutos. Lo devolveré en su lugar más tarde.
Levanto la vista hacia la ventana, y esta me regala un panorama de gran parte de Woodbury. A unas casas de la mía estaba la cantina, la lograba ver.
En eso mi estomago ruge.
Aprieto mis ojos con fuerza mientras me alejo de la ventana.
Pero este vuelve a rugir, con fuerza, sintiendo un vacío que dolía.
Esta bien. Me rindo. No esperaré hasta que amanezca para que mi estómago deje de sufrir. Iré.
Decidida y con prisa me coloco mis botas. Salgo de mi habitación y cierro la puerta despacio, para que esta no hiciera ruido y despierte a la señora. Bajo las escaleras y salgo de la casa. Camino cautelosamente hasta llegar a la cantina.
Tiro de la manija de la puerta, pero no se abre. Vuelvo a tirar, acompañada de un leve empujón, pero aún permanece cerrada. Esta bloqueada.
- Genial -murmuro entre dientes, con sarcasmo.
Retrocedo algunos pasos, y examino el lugar. A unos metros de la puerta hay una ventana. Quizás pueda pasar por allí. Pero antes debo comprobar de que no esté bloqueada.
Me aproximo hasta ella, e intento abrirla. Esta se desliza hacia arriba sin problema. Me coloco de puntas para alcanzarla, y doy un salto que me ayuda a entrar al lugar.
Al ver lo que tenía en frente, un brillo brota de mis ojos con una sonrisa triunfante. Habían estantes, varios de ellos, llenos de comida, toda clase de comida. Desde latas de frijoles hasta barra de dulces.
El paraíso.
Corro hasta uno de los estantes y cojo todo lo que mis manos puedan.
Mi boca llena de barras de dulce, y mis manos sucias por la deliciosa comida. Nunca pensé volver a sentir esta sensación.
Me levanto, limpio mis manos con mi pantalón y me dirijo a la puerta. Esta podía desbloquearse desde adentro, y así lo hice. La abrí y antes de poner un pie afuera, escucho unos ruidos. Volteó para buscar el provocador de aquellos ruidos, pero no veo nada. Los vuelvo a escuchar, entonces me adentro a la cantina, y camino hasta el fondo de la habitación. Allí había una puerta, estaba pintada de un color oscuro, y por lo tanto pasaba desapercibida. Fruncí el ceño mientras acercaba mi mano para girar la perilla. La giré y esta se abrió. Me adentré, y lo único que había allí era un largo pasillo con una puerta al final. Los ruidos provenían de allí.
<<Ya sé lo que piensas. No lo hagas>>
Necesito saber que hay allí.
<<¿Conoces el refrán "La curiosidad mató al gato"?>>
Pero murió sabiendo, eso basta para mí.
Sacudí mi cabeza, para que mi conciencia se callara, y caminé hasta la otra puerta. La abrí y allí había una habitación con una mesa en el medio. Esta habitación se comunicaba con varias otras, porque habían como cinco puertas en esta.
Una de las puertas se abre y de inmediato me escondo tras una pared. Escucho el ruido de unas manos sacudirse. En eso oigo otra puerta abrirse.
- ¿Lograste quitarle algo? -reconocí esa voz. Era Phillip.
- Está sellado como una tumba -bufó alguien-. No me dijo ni una sola maldita palabra -se quejó entre dientes una voz ronca, la cual no conocía.
- ¿Y por eso lo golpeaste? -preguntó Phillip con un tono sarcástico-, ten limpiate la sangre.
Saqué un poco mi cabeza de mi escondite, y logre ver a Phillip con otro hombre. Los pocos cabellos que tenía este eran blancos, era casi calvo, y uno de sus brazos estaba cubierto por una especie de metal, o algo así. Volví a mi escondite.
- A este paso nunca lograremos saber donde se esconde su gente -dijo Phillip frustrado.
- Oh, aguarda. Aún no he usado todos mis metodos -soltó una risa amarga-. Me queda uno, y te aseguro que con este lograré quitarle toda la información que quieras -dijo esa voz ronca.
- ¿Ah, si? ¿Y como lo harás? -replicó Phillip.
Unas risas, algo escalofriantes, se escucharon. Los ruidos de unos pasos seguido del cerrar de una puerta anunciaron la entrada de un silencio, el cual rápidamente se adueñó de la habitación.
Se escuchaban bufidos salir de los labios de Phillip, y muchos golpes contra la pared.
Parece que alguien está molesto...
El ruido de una puerta abrirse se oye y los golpes cesan.
- ¿Qué haces aquí Morales? Se supones que debes estar cuidando la entrada -lo regaño Phillip.
- Sólo quería informarle que la señora Clare dice escuchar varios ruidos provenir de su apartamento. Dice escuchar a alguien llorar -dice serio-. ¿Quiere que vaya a ver que todo este en orden?
- ¡No! -responde Phillip algo molesto, casi gritando. Se lo notaba alarmado- No... -volvió a decir, pero en un tono más tranquilo-. Ya sabes como es Clare, está muy vieja... alucina cosas -rió algo inseguro-.
- Claro -dijo Morales.
- Puedes retirarte -lo mandó Phillip.
En eso unos gruñidos se hacen presente. El rechinar de una puerta advierte la entrada de alguien en la habitación, y los gruñidos se vuelven más fuertes. Quito un poco mi cabeza de mi escondite y veo al mismo hombre calvo, sosteniendo una cadena. Sigo la larga cadena con la mirada, y me detengo en un cuello putrefacto. Mis ojos se abren hasta no más poder. Recorro con la mirada el resto del cuerpo; lleno de sangre, piel colgando y varios huesos saltantes. Así es, este hombre tenía a un mutante a su lado, agarrandolo con una mugrienta cadena que rodeaba su cuello.
Mi respiración se agita, y me tapo la boca para evitar hacer ruido.
- ¿Qué carajos haces Merle? -pregunta Morales.
- ¡Haré que ese maldito chino hable de una vez por todas! -gritó enfadado-.
- ¿En serio crees que funcionará? -pregunta Morales con sarcasmo, cruzando sus brazos y arqueando una ceja.
- ¡Vamos! ¿Crees que preferirá perder su vida antes que decir donde mierda se refugia? -soltó una risa, negando con la cabeza.
Jala de la cadena, y abre una puerta.
- ¡Hola mi amigo! Mira lo que te he traído -se lo oye decir antes de que entre a la habitación junto con el mutante, cerrando la puerta.
Phillip suelta un suspiro y niega con la cabeza. Se restriega los ojos.
- Ve a tu puesto. Tengo que hacer... -hace gestos con sus manos- hablar a la chica.
Morales asintió y dio unos pasos, pero Phillip lo tomo del brazo.
- No dejes que nadie entre a mi apartamento... -lo amenazó, mirándolo directamente a los ojos. Morales asintió con algo de miedo y Phillip lo soltó.
Morales dirigió su vista hacia donde yo estaba, y rápidamente escondo de nuevo mi cabeza. Se escuchan sus pasos acercarse.
Por favor, que no me haya visto, por favor.
Sus pasos se acercan cada vez más. Mi corazón late a mil por hora. Mierda, me vió.
Morales pasa a mi lado, sin notar mi presencia y sale por la puerta por la que antes había entrado.
Miro la puerta sorprendida, y suelto todo el aire que había acumulado. Relajo mi mandíbula.
El fuerte ruido de algo chocar contra la pared, se escucha. Lo cual me sobresalta. Dirijo mi mirada hasta el lugar de donde provenía el ruido. Veo a un Merle muy molesto salir por la puerta que había entrado junto con el caminante antes. Phillip lo mira sorprendido y con el ceño fruncido.
- ¿Qué paso? -pregunta alarmado.
- El maldito asiático no dijo nada -dijo entre dientes-. ¡NADA! -gritó y pateó la mesa que se encontraba cerca suyo.
Se escuchan varios ruidos provenientes de la habitación donde antes había estado Merle. Eran ruidos de golpes, y de objetos caer al suelo. Junto con gritos de socorro.
Mi piel se eriza ante esto.
- ¿Qué mierda hiciste? -lo regaña Phillip.
- No iba a decir nada. No lo necesitamos. Que muera, se lo merece -dijo sin una gota de bondad en su voz.
Otro ruido se vuelve a oír.
Phillip aprieta los puños y mira la puerta de donde provienen los ruidos. Niega con la cabeza y se pasa una mano por su cabello.
Unos fuertes y rápidos pasos se oyen provenir del pasillo. Alguien está viniendo. Alarmada, busco una salida. A un costado mío, hay una puerta. Rápidamente giro la perilla de esta, entro y la cierro. Por suerte no rechina como las otras.
Se oye una puerta abrirse.
- ¡JEFE! -grita Morales alarmado-. Alguien está aquí -dice con desesperación. Su respiración agitada se reflejaba por como sonaba su voz.
Abro un poco la puerta para oír mejor.
- ¿Que? ¿Por qué dices eso? -pregunta Phillip nervioso.
- La puerta de la cantina... -suelta un suspiro de cansancio-.
- ¡¿Qué tiene?!
- Está abierta... -suelta.
Mis ojos se abren como platos.
Ops.
Se escucha el bufido de Phillip y un fuerte golpe contra la pared. El ambiente se sentía pesado.
El ruido del quitar el seguro de un arma me puso los pelos de punta.
- Vamos -dice Phillip, con un tono macabro.
Se oyen rápidos pasos y por el pequeño espacio que había entre la puerta y el marco de este, pude ver salir a los tres hombres por la puerta que dirige a la cantina.
Mierda. Mierda. Mierda. Mierda.
Salgo rápidamente de la habitación donde me escondía. Tengo que escapar de aquí.
Miro las cinco puertas que habían. Me acerco a una y la abro. Veo a una chica de cabello corto con el torso desnudo, llorando, sentada en una silla de espaldas. Antes de que ella pudiera voltear a verme, cierro la puerta.
Bien, tres puertas descartadas. Me quedan dos.
- ¡No está aquí! -oigo gritar a Merle desde la cantina.
- ¡Debe estar en el torturador! -esta vez gritó Morales.
Mi respiración se agita aún más.
Mierda, me van a atrapar, y todo por culpa de ser una glotona.
Miro las dos últimas puertas y me acerco a una de ellas. Los pasos de los hombres se acercan.
- Por favor que sea esta -susurro.
La abro y veo un patio. Salgo de allí y cierro de un portazo la puerta. Corro y a unos metros oigo el rechinar de una puerta.
- Se fue por allí -grita Phillip.
Acelero mis pasos. Se están acercando.
Atravieso una arboleda, con el objetivo de confundirlos y perderlos. Varias ramas me rasguñan. Salgo de allí y me detengo. Observó todo el lugar y visualizo la calle que me lleva a mi casa. Corro hasta allí.
- ¡OYE! Detente -grita Phillip.
Mierda, ¿No pueden hacerme el favor de perderse y dejarme en paz?
Resople.
Apresuro a mis piernas. Luego de correr unos minutos, consigo desaparecer del panorama de vista de Phillip y los demás. Aunque no por mucho. Llego hasta mi casa y trato de abrir la puerta, pero esta está bloqueada.
- ¡NO JODAS! -me quejo molesta.
Doy una fuerte patada a la puerta, salgo del porche, y bajo las escaleras.
- ¡Allí está! -grita Morales.
¿En serio?
Solté un bufido y corrí. Rodeé la casa, hasta llegar al patio trasero. Se escuchaban los veloces pasos de los hombres que posiblemente me querían muerta. Intenté abrir la puerta trasera pero esta también estaba bloqueada. Mire a un lado, la ventana estaba abierta. Rápidamente me lancé por allí y me golpeé la rodilla al impactar contra el suelo del otro lado de la pared. Me levanto como puedo y cierro la ventana. Me recuesto contra la pared. Los pasos de los hombres se oían aproximarse. Una vez que llegaron al patio trasero se detuvieron. El sonido de sus alteradas respiraciones atravesaban la pared, chocando contra mis oídos. Unos pasos se avecinan hacia la puerta. Miro la perilla girar lentamente, hasta detenerse sin más poder moverse.
- No está aquí -bufó Morales.
- Mierda, lo perdimos -se quejó Merle.
- Debe estar cerca -dijo Phillip-, no permitiré que se salga con la suya.
Unos minutos de silencio surgieron, y luego unos pasos alejándose se oyeron.
Suspiro.
- Casi me atrapan...
[...]
Siento unas manos moverme el brazo lo cual me despierta de golpe.
- Hey, Buenos días -escuché una voz- ¿Que hacías dormida aquí?
- ¿Hum...? -susurre con los ojos aún cerrados- Si... si, hola -dije con la voz ronca. ¿Que mierda fue lo que preguntó?
Enderezo mi torso y me siento en el sofá. Me restriego los ojos y los abro lentamente mientras estiro los brazos. Me quedo mirando fijamente mis botas sin moverme.
- ¿Hola? Tierra llamando a Emma -una mano se agita frente a mis ojos, lo cual me quita del trance.
Sacudo mi cabeza.
- ¿Eh? ¡Hola! ¿Si? -digo rápidamente.
La señora ríe y se reincorpora.
- Ya tengo listo el desayuno. Te espero en la cocina.
Dice esto y se aleja.
Me quedo sentada, procesando las palabras de la señora. Luego de unos minutos reacciono.
- Desayuno... -susurro, repitiendo las palabras de la señora mientras me rasco la mandíbula. Luego de unos segundos abro mis ojos como platos-, ¡COMIDA! -grito feliz.
Soy muy lenta en las mañanas.
Me colocó mis botas y voy a donde se dirigió la señora. Choco contra algunos muebles. Aún sigo sin despertar del todo.
Al llegar a la cocina, la veo limpiando algunos platos en el fregadero. Voltea para observarme un momento y vuelve a su posición anterior.
- Siéntate cariño -dice alegremente.
Me acerco a la mesa y muevo la silla. La rodeo, y antes de poder sentarme mi pie se estrella con la pata de la mesa. Para ser exactos el dedo meñique.
- ¡DEMONIOS! -me quejo- ¿¡Es lo único para lo que sirves dedo de mier...
La señora voltea indignada, con los ojos bien abiertos.
- Coles... -termino de decir la palabra y carraspeo- Dedo de... miércoles -hago una sonrisa falsa dirigida a la señora- ¿Hoy es miércoles, no?
<<Cállate y sientate. Antes de que la cagues más>>
Solté una risa nerviosa y rápidamente me senté.
La señora se seca las manos con una tela, y trae una bandeja dejándola sobre la mesa.
Allí habían dos tazas rebozadas de café, un plato de galletas y algunas frutas.
Como toda dama delicada y refinada que soy, tomo una fruta.
Nah, a quién engaño.
- ¡GALLETAS! -grito para luego tomarlas todas y meterlas a mi boca. Miro a la señora, quien se ríe. Supongo que de mí.
La señora toma las dos tazas que se encontraban en la bandeja, deja una delante de mí y la otra la bebe.
- Bien... Emma -sonríe dejando la taza sobre la mesa-. Aún no me he presentado, soy April.
- Hola Abril -digo sonriente, mientras un pedazo de galleta cae de mi boca.
- No, Abril no. April -me corrige. Murmuro un débil "Lo siento" acompañado de una inocente sonrisa y recojo el pedazo de galleta que se cayó sobre la mesa. La vuelvo a comer.
¿Qué? Ustedes tal vez me llamen "asquerosa", pero yo me llamaría... "recicladora".
<<Más bien tragona>>
Me doy una bofetada en la cabeza. La señora me mira extraño.
Siento mis mejillas sonrojarse.
April ríe.
- Sabes... me recuerdas mucho a alguien en especial -reposa sus brazos sobre la mesa. Levanto las cejas con intriga, para que ella siga la conversación. April lleva su mano al bolsillo de su pantalón y saca de allí un papel. Lo abre y me lo muestra. Era una foto, y en esta estaba ella y una niña de cabello marrón- Mira, ella es mi hija -señala a la niña-. Se llamaba Tara, era igual a ti -hizo una pausa-, y no sólo en lo físico, ella también adoraba mis galletas -suelta una risa algo melancolica-. Todas las tardes nos reuníamos a tomar el té. Nos contábamos muchas cosas. Aparte de ser mi hija era como mi mejor amiga-soltó un suspiro-. Realmente la extraño.
- ¿Y qué le sucedió?
- Pues -dobló la foto y la volvió a guardar-, se suicidó -un sollozo se le escapó-. Sufría de mucho bullying en su escuela... y...y... yo -su voz se entrecortaba-, nunca lo noté -soltó-. Nunca. Me arrepiento mucho de no haberlo hecho. Ella siempre venía con los ojos cristalizados luego de la escuela y me convencía con sus "No me sucede nada", "Estoy bien" y yo no insistía al respecto -tragó aire-. Si tan solo hubiese insistido más... tal vez ella estuviese ahora conmigo.
- Cuanto lo lamento -es lo único que logro decir.
Ella sonríe y se seca sus lágrimas con su ropa.
Un silencio incómodo se forma.
- Gracias por la comida -digo dando un último sorbo a mi café- Ya debo irme -me levanto de la silla.
- ¿Tan pronto? -dice algo melancolica- Esperaba hablar y tal vez... conocernos mejor.
- Debo hacer algo importante -dije acomodando la silla-.
Ella solo asintió algo triste, mientras bajaba la cabeza.
La miro algo triste.
- Pero a la tarde... -April levantó con ánimos su cabeza- estaré libre -sonrio sin mostrar los dientes-. Quizás ahí podamos hablar -dije rascándome la nuca.
Ella se levantó de la silla y con una sonrisa me abrazó. Le correspondí el abrazo y luego me aparté.
Me acerqué a la puerta y la abrí.
- Por cierto -dice April volteando a verme- ¿No has visto un brazalete por ahí? -rápidamente escondo mi brazo tras mi espalda-. Es de plata y tiene grabado mi nombre. No recuerdo donde lo había dejado.
- ¿Que? -digo insegura alargando la "e". Una sonrisa nerviosa aparece en mi rostro-. ¿Brazalete? ¿Queseso? -pregunto apenas abriendo mi boca sin separar las palabras- Hum... ¡MIRA UN PANDA VOLADOR ESCUPE ARCO IRIS! -grito señalando cualquier parte de la habitación y salgo rápidamente de allí cerrando la puerta.
Estuve cerca.
<<¿En serio? Acaso no se te pudo ocurrir algo más... no sé... ¿Real?>>
Los pandas-escupe arco iris ¡EXISTEN!
<<Si, claro. Y tu llevas puesto un brazalete>>
Si lo ten...
Me interrumpo a mi misma al ver mi muñeca desnuda. ¿Donde esta el brazalete? Tan sólo hace unas horas lo tenía. ¿Lo perdí?
¿Por qué no me avisaste antes que no lo llevaba puesto?
<<Te lo avisé. Solo que tú estabas en otro mundo pensando en "Pandas escupe-arco iris", los cuales NO E-X-I-S-T-E-N>>
Bien ya me enojé. Nadie dice eso de mis pandas.
Prime...
- Emma cocentrate -me exijo, auto interrumpiendo mis pensamientos, apretando mi cabeza con mis manos-. No vale la pena pelear con tu conciencia... No ahora.
Inhalo aire y lo suelto.
Bien... ahora a hacer lo que debo.
[...]
Maldición. Ya llevo como cuatro horas buscando alguna señal de vida, ¿Pero que encuentro? Popó de ardilla.
Huelen feo.
Y saben feo.
No diré como es que sé eso. Solo les recomiendo saber diferenciar bien entre las nueces y los popó.
Volviendo al tema. Robé un arma de la armería, ya que me habían quitado todo lo que tenía al llegar. Morales y su segito no me permitieron salir "Porque esta prohibido". Como sea, no pienso quedarme allí mientras Mia esta en algún lado sufriendo. Así que tuve que escapar por una alcantarilla. La cual estaba asquerosa.
Huelo la manga de mi camisa y me dan varias arcadas.
Necesito un baño. Urgente.
Ya recorrí como treinta kilómetros a la redonda y no encontré nada. Ya pasó mucho tiempo desde que alguien me vió por última vez en Woodbury, y sumando el tiempo que tardaré en llegar hasta allí, tardaré demasiado, lo cual resultará sospechoso. Será mejor que parta ahora mismo.
Miro al celeste cielo, frustrada por otra búsqueda sin éxito.
- Ya te encontraré pequeña... solo aguarda.
[...]
Juro que estoy apunto de vomitar.
Abro la tapa de la alcantarilla y salgo de allí.
- Iu, ahg, iu -me quejo mientras cierro la tapa de la alcantarilla.
- ¿Que estas haciendo? -dice una voz a mis espaldas.
Rayos.
Volteo lentamente.
- Hey... Andrea -el nerviosismo se notaba en mi voz- ¿Que, que hago? Pues... nada -sonrío de oreja a oreja-, solo recorro por el lugar.
- ¿Por qué hueles tan feo? -entrecierra sus ojos- ¿Es eso un cuchillo?
Rápidamente escondo el cuchillo detrás de mi. Sonrío con toda la inocencia que puedo.
- ¿Te lo robaste? -vuelve a preguntar.
- Yo... em... -me rasco el cuello-. No.
Se acerca a mi y me arranca el cuchillo de mis manos.
Mierda me atrapó.
- ¿Sabes el castigo que puedes recibir por robar esto? Sin contar por escaparte -me regaña.
- Yo... em -estoy corta de palabras-. Un momento, ¿Tú que haces aquí? -dije cruzandome de brazos, tratando de cambiar de tema.
- Eso no importa... es grave lo que acabas de...
- ¿Eso es un arma? -digo señalando su cinturón con mis ojos-. ¿Sabes el castigo que puedes recibir por robar eso? -la regañe, remedando su voz.
Echa un suspiro y me devuelve mi cuchillo.
- Bien, estamos a mano. Que esto solo quede entre nosotras -dice señalandome con su dedo.
Asentí.
Doy unos pasos, hasta que recuerdo algo y me detengo.
- ¿Recuerdas haberme contado el primer día que llegue sobre un bebé? -pregunto, girando sobre mis pies hasta detener mi vista sobre la rubia.
- ¿Bebé? Pero si aquí no hay ningún bebé -dijo evitando hacer contacto visual.
- Pero tú me lo dijiste. Me hablaste sobre la existencia de un bebé aquí.
- Cariño, te equivocas -se acercó más a mí- Aquí nunca hubo un bebé -dijo tratandome como una tonta. Pero recordaba bien lo que ella había dicho.
- Pero si tú... -no pude terminar porque ella se abalanzó sobre mí, tapandome la boca.
- Mira Emma. Todo lo que te dije sobre el bebé debes olvidarlo -susurró amenazante en mi oído-. Todo. Nunca vuelvas a hablar de ello. No es seguro. Es peligroso, demasiado -se notaba el miedo en su voz-. Él tiene oídos en todas partes...
Se separó de mi y me regaló una dulce sonrisa.
- ¿Él? -pregunté con el ceño fruncido.
- Adiós Emma -agitó su mano- Un gusto hablar contigo -corrió rápido hasta la alcantarilla y se adentró a esta.
- ¡Aguarda! -grité.
Ella cerró la tapa de la alcantarilla, corrí hasta esta y la abrí.
- ¿Quién es él? -grité- ¡ANDREA!
Pero solo oí sus pasos chocar con el agua, haciéndose cada vez más tenues.
- Buena charla -dije entre dientes, sarcástica.
Me alejé de allí arrastrando los pies. Estaba furiosa de alguna forma con Andrea.
¿A quién tiene tanto miedo? ¿Quién es él? ¿Por qué no puedo volver a mencionar al bebé?
Siento un impacto contra mi hombro, el cual me quita de mis pensamientos. Volteo y veo en el suelo a Milton recogiendo sus cosas.
Inmediatamente lo ayudo a recojerlas.
- Cuanto lo lamento, no te vi -digo entregándole su libreta.
- Está bien -quita el polvo de su chaqueta- Estamos bien, eso es lo que importa ¿No? -dice con una sonrisa ladeada, acomodando sus gafas- Oye, no te he visto en todo el día. ¿Dónde estabas? -hace un sonido con su nariz, lo que indica que está oliendo algo- ¿Que es ese olor tan asqueroso?
- Hum... Las galletas del desayuno me hicieron mal, y bueno, ya sabes. Tuve mi trasero pegado al retrete todo el día -apreté mis labios-. Popós y esas cosas... lo de siempre.
<<Creo que ya entendió>>
El soltó una leve risa.
Yo y mi bocota.
Me di una cachetada interna.
- La enfermera a preguntado por ti. No fuiste a su consultorio hoy.
Mierda lo olvidé.
- Oh... si. Es que.., -moje mis labios con mi saliva- no lo vi necesario ir ya que me siento mejor -di una palmada a mi rodilla. Mierda, eso dolió. Tome aire aguantando soltar quejidos- ¿Ves?... mucho mejor -dije disimulando una sonrisa y soltando todo el aire acumulado.
- Bueno, si me disculpas, debo ir a tomar una ducha -anuncié.
- Claro. Adiós -y se marchó a otro lugar.
Corrí hasta llegar a la casa.
- ¡Ya llegué April! -grité al entrar, cerrando la puerta por detrás mío- ¿April? -insistí al no oír respuesta.
Debe estar afuera.
Me acerqué hasta la mesa y tomé una galleta que se hallaba en un plato.
Me subí a mi habitación, me duché y me recosté en mi cama.
Vaya semana la que tuve.
***
Hola!
¿Como están las criaturas más zetzis del mundo?
Espero que les haya gustado el cap, quedan como dos flashbacks más y luego continúo con la historia 📖
QUISIERA MANDAR SALUDOS A DOS GRANDES PERSONITAS❤.
A Betunia3536 y a Zarie2
Gracias por todos sus votos y comentarios tan alentadores! 😍💪
¿Quien estuvo de cumpleaños ayer?
👉Esta chica👈
🙆LES MANDO MUCHOS ABRAZOS PSICOLÓGICOS ❤
Gracias por leerme
PD: -MULTIMEDIA- Phillip (izquierda) Milton (derecha)
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