Capítulo 15 - Flashback _Parte 3_


Solté un suspiro.

Me encontraba caminando por la carretera, dirigiéndome a un destino desconocido.
Este camino fue por donde el hombre de la capucha huyó junto a Mia, así que el único plan que tengo en mente, es seguirlo y llegar al lugar donde sea en que me dirija esta carretera, con la esperanza de encontrar a Mia.

Tardé mucho en escapar de los mutantes. Estuve bajo ese coche como por tres días, hasta que por fin ellos se rindieron y se marcharon, dejándome el camino libre como para huir. Me encontré con pocas casas, pero casi no habían suministros en ellas. Estuve sobreviviendo todo este tiempo a base de plantas y tomando agua de las pequeñas lagunas con las que me he topado.
Mi pierna aún dolía, debía descansar cada tanto por el intenso dolor que me provocaba el moverla.

Ya llevaba horas caminando, siguiendo la misma dirección. Mi estómago rugía y la pierna ya comenzaba a dolerme, de nuevo.

Solté un suspiro y me acerqué a un árbol que se encontraba a un lado de la carretera. Me senté bajo su sombra, apoyando mi espalda sobre el tronco de este y dejé mi mochila a un lado. Estire la pierna que me dolía, y enrollé la manga de mi pantalón, dejándome verla. Estaba pintada de un tono rojo, casi morado, acompañada de una leve hinchazón. Me mordí el labio inferior y tomé mi mochila. De esta quité una botella, que contenía un poco de agua, y unas vendas. Derramé una pizca del agua sobre mi pierna, tal vez ayude a calmar la hinchazón, y luego bebí el resto, vaciando la botella. Guardé de nuevo la botella en mi mochila y friccioné mi pierna, deslizando mis manos sobre ella con ayuda del agua. Sequé mis manos por mi camisa y envolví mi pierna con la venda.

Busqué con la mirada alguna planta que pudiera comer, pero no vi nada.
Defraudada, sequé mi frente regada de sudor. Coloqué bien la manga de mi pantalón, y me reincorporé, continuando así mi camino.

No había tiempo que perder.

[...]

Ya era de noche, y realmente estaba exhausta. Lo único con lo que me encontré en el camino fue con un pequeña arbusto de moras, que ayudó a calmar mi hambre, aunque muy poco. Aun muero de hambre.
Hasta sería capaz de comer mi propio cabello.

Una vez lo intente, y créanme, sabe asqueroso.

Principalmente si no te lo limpias desde hace... meses.

Levanté mi vista, y observé a lo lejos el horizonte. Solté un bufido, esta carretera pareciera no dirigir a algún lugar.

Exhausta, me deje rendir y eché todo mi peso sobre el pavimento. Estiré mi pierna lesionada y enrollé la manga del pantalón, dejando a la vista la venda.
Estaba asquerosa. Llena de sudor y tierra. Aquello que alguna vez fue blanco, ya no lo era.
Solté un largo suspiro, mientras enterraba mi cabeza en mis manos.

- Mia... ¿Dónde estás? -susurré débilmente.

Llevé mis manos detrás de mí espalda situándolas sobre el pavimento, para sostenerme. Y eché la cabeza para atrás soltando un suspiro.

Por el rabillo del ojo, una brillante y borrosa imagen se hace presente. Reincorporo la cabeza y la ladeo hacia el lugar recien nombrado. A lo lejos observo una luz, muy grande. Era amarilla, como si fuese una llama. Frunzo el ceño, y me froto los ojos con las manos para asegurarme de que no esté alucinando. Parpadeo varias veces y vuelvo a observar hacia ese lugar. La luz aún sigue.

- Personas... -murmuro.

Una leve sonrisa se hace presente en mi rostro.

Me levanto del pavimento, con mucho entusiasmo, cojo mi mochila y me acerco a la extraña luz.

Voy caminando, acercándome al lugar mientras que la luz se va haciendo cada vez más grande.

Mis ojos, abierto como platos, pasmados por la extraña luz iluminando en medio de la pesada noche, reflejaban esperanza, esperanza de encontrar algo, esperanza de encontrar a alguien.

Sigo caminando, con la pierna coja, varios metros más hasta que un ruido invade mis oidos. Son voces.
Al oír esto, me detengo en seco. Un profundo silencio se adueña del ambiente, hasta que de nuevo las voces se hacen presente.

Eran gritos, risas, como si estuviesen celebrando algo.

Una sonrisa se dibujo en mi rostro al instante.

Me aproximé aún más al lugar, hasta que mis ojos se encontraron con unas grandes paredes de metal. A lo alto, encima de estas, habían dos personas haciendo guardia, ambas con un arma reposando en sus brazos. A los costados de estas, habían dos faroles iluminando la entrada del lugar.

Ellos no podían verme. Aún estaba en una zona oscura, a sólo unos pasos del área iluminada por los faroles.

¿Me dejo ver? ¿Serán personas amables? ¿Me dejarán entrar o me matarán apenas me vean? ¿Debería arriesgarme?

Preguntas con respuestas las cuáles desconozco.

Tragué fuertemente saliva, con la vista clavada en aquella zona iluminada por los faroles.

<<Recuerda que no debes confiar en nadie>>

Ignoré aquel pensamiento y di un paso más.

<<¿Qué sucedió la ultima vez que te uniste a un grupo?>>

Me detuve en seco.
Aquella voz dentro de mí, insistía. Sabía que no iba a permitirme dar un paso más, no sin dejar de recordarme mi error.

Tal vez, tenía razón.
No conozco a estas personas. No sé si deba confiar en ellos. Además ¿Por qué ellos aceptarían a una niña debilucha en su grupo? Solo sería una molestia más. Una boca más que alimentar.

Tengo algo más importante que hacer y no es preocuparme por mi, por encontrar a un grupo, debo hallar a Mia. Es lo único que importa ahora.

Solté un suspiro y con mi mano llevé para atrás todo el cabello que me cubría la cara.
Tragué saliva y miré por última vez esas grandes y altas paredes de metal, a aquellos hombres y sus armas, a los faroles, a un posible nuevo hogar...

Retrocedí lentamente sin dejar de observar el lugar. Será mejor que me marche antes de que cambie de opinión.

Sin pensar más, volteé y caminé en dirección contraria al lugar. La amarilla luz se hacía más tenue conforme me iba alejando.
Habían muchos coches en el camino. Estaban aparcados de una manera específica. Cómo si fueran una muralla, rodeando el lugar. Haciéndolo algo más seguro.

Seguía caminando a tientas. Visualizé la figura de un coche, iluminada por la tenue luz de la luna. Me acerqué hasta este y descansé un momento allí. Me acomodé mejor la mochila en el hombro y me dispuse a seguir mi camino.
Pero, apenas había dado un paso, sentí algo impactar contra mí. Caí a consecuencia de esto, sobre el coche que se encontraba a centímetros míos. De alguna forma, el golpe que recibió el vehículo al impactar mi cuerpo contra este, hizo activar su alarma.

Un molestoso zumbido se adueña de mis oídos. Levanto lentamente la parte superior de mi cuerpo mientras me sobo la cabeza. Mierda, ese golpe si que dolió, demasiado. Suelto un bufido. Abro mis ojos y lo primero que veo es un cuerpo tendido en la tierra a unos centímetros míos. Estaba boca abajo.

<<¿Está muerto?>>

El zumbido aún sigue presente, me duele la cabeza y digamos que la ruidosa alarma no ayuda en nada. Tenso mi mandíbula.
El cuerpo tendido en el suelo comienza a moverse, extiende sus brazos y los usa como apoyo para reincorporarse.
Mi corazón palpitaba velozmente. Por instinto busqué mi arma. Pasé mis manos por toda mi cadera y no la encontré.

<<Mierda, está en la mochila>>

Aquel cuerpo, que exactamente no sé si es humano o mutante, se iba reincorporando. Con la respiración agitada, traté de quitar mi mochila de mi espalda, pero debido a la desesperación del momento, mis brazos se enredaron y lo único que conseguí fueron unos rasguños por parte de mis sucias uñas y de las ramas que yacían en el suelo.

<<Al menos el zumbido ya se fue>>

Traté de levantarme, huir. Pero al instante en que apoye peso sobre mi pierna lesionada, caí. Aquel cuerpo, ya se había reincorporado del todo, y logre visualizar un rifle en sus brazos.

Aquella silueta volteó en mi dirección. No podía distinguirla. La oscuridad de la noche se apoderó del ambiente y no me permitía ver, solo pude distinguir algunos rasgos, era un hombre. Lo único que conseguí distinguir a la perfección fueron sus ojos. Azules, con un toque de turquesa. La luz de la luna se reflejaba en ellos.
El ambiente se volvio pesado. Nuestras respiraciónes agitadas y miradas conectadas.
Juraba que la mía pedía socorro y piedad a la vez, mientras que la de él, solo reflejaba la luz de la luna y nada más.

Levantó su rifle y lo apuntó hacía mi cabeza. Le quitó el seguro y tragó saliva.

De acuerdo, este es mi fin.

Cerré los ojos aguardando a que tirara del gatillo. Aún sin ver nada, sentía su penetrante mirada sobre mí.

- ¡HEY! ¿QUIÉN ANDA ALLÍ? -se oyó gritar a alguien. Venía de atrás.

Abrí los ojos de golpe y aquel hombre ojiazul ya no estaba. Unos arbustos estaban tambaleándose, de seguro fue por allí dónde huyó.

- ¿Sabes como apagarla? -volví a oír esa voz desconocida.

El sonido de un disparo sonó a unos metros míos. Dirigí mi vista hacia el lugar donde supongo que cayó la bala, y visualizé un cuerpo yácido en el suelo.

- Mejor apresurate, antes de que el ruido atraiga más de ellos -insistió otra voz.

Escuchaba sus pasos acercarse al coche, coche en el cual yo me ocultaba.
Acomodé rápidamente mi mochila y me arrastre por la tierra hasta llegar a los arbustos.
Miré la venda de mi pierna, y si hace un rato estaba asquerosa, ahora está peor.
Negué con la cabeza y me levanté del suelo. Corrí, tratando de alejarme lo más que pueda de aquel lugar. De repente el ruido de esa molestosa alarma, cesó. Me detuve a descansar, soltando un suspiro de alivio. El crujido de unas ramas me sobresalta. Busco con la mirada el causante de aquel ruido. A lo lejos veo algo moverse.

- ¿Hola? -grito- ¿Hay alguien allí? -vuelvo a preguntar.

Los movimientos cesan. Veo una sombra moverse entre los árboles, se acerca hacía mi.

Con la ayuda de la luz de la luna, distingo aquella sombra. Su cuerpo lleno de sangre, la ropa desgastada y rota, la piel verde con algunas zonas con heridas abiertas. Y un particular sonido: gruñidos. Un mutante.

Y no era sólo uno, detrás de este lo acompañaban otros 5.

<<¿Qué esperas? ¡Corre!>>

Escuchaba a mi conciencia hablar, pero mi cuerpo no reaccionaba.

<<Se están acercando. ¿Qué mierda haces? ¡CORRE!>>

Mi oreja izquierda percata algo. Un ligero gruñido. Y está cerca. Volteó hacia esa dirección para encontrarme con un rostro putrefacto a unos centímetros míos. Mi cuerpo reacciona y lo pateo con la pierna buena en el pecho. Lo miro por un segundo y luego corro hacia la derecha. Corrí tan solo unos metros pero me detuve a causa de unos ruidos.

<<Más de ellos>>

Miré que camino tomar para escapar. La derecha no, hay como 3 de ellos. La izquierda tampoco, acaba de derribar a uno allí, de seguro vienen más. Hacia adelante tampoco, un grupo de ellos se aproximaba, y por como lo veía estaban muy hambrientos.
Solo me quedaba un camino libre para huir, y este dirigía al lugar donde estaba hace unos minutos.

Solté un bufido y corrí hacia ese lugar. Los mutantes me perseguían, y cada vez más de ellos se unían. Corrí hasta llegar a la "zona iluminada". Me acerqué a la entrada, gritando por ayuda. Aquellos hombres que estaban en su puesto de guardia me vieron y me apuntaron con sus rifles. Me detuve frente al gran portón y los miré para luego mirar a los mutantes que me seguían.
Uno de ellos observó al grupo de mutantes y luego a mí. Sus ojos reflejaban rabia. Tenía un extraño gesto en el rostro, como si estuviese culpandome de que aquellos mutantes vinieron por mi culpa.

<<Técnicamente es tu culpa>>
Shh. ¡Cállate! No es un buen momento para echar culpas.

El hombre quitó el seguro de su arma y entrecerró sus ojos, apuntandome. El otro imitó su acción.

¿En serio? Hay como más de una docena de mutantes aproximándose ¿Y me apuntan a mi?

Ya van como tres personas apuntándome en un solo día.

Observé de nuevo para atrás y cada vez más esos mutantes se acercaban. Clave mi mirada directo en los ojos negros del hombre, pidiendo ayuda. El otro bajo su arma y miró con un gesto de duda al hombre de negros ojos, buscando una respuesta. El hombre de ojos negros seguía apuntándome, con furia. Se quedó mirándome por unos minutos, parecía no cambia de opinión.

Harta, miré por todos lados en busca de una salida. Pero no la había, estaba rodeada. Volteé a mirar el grupo de mutantes que se aproximaban y quité mi arma. Si voy a morir, lo haré luchando.

Disparé al que más cerca se encontraba. Hice lo mismo con otros cinco. Apunté a uno de ellos y jalé del gatillo, pero ninguna bala salió de esta.

Mierda.

Golpeé el arma varias veces y volví a jalar del gatillo. No salió nada.
La arrojé por algún lugar y retrocedí.

¿Ahora que hago?

- Vamos, piensa... ¡Piensa! ¡Piensa! ¡Piensa! -susurraba para mi misma.

Una flecha pasó rozando mi cuerpo, e impacto contra un mutante. Volteé y vi a un hombre con un arco y flechas.

- ¡VE! Entra. Yo te cubro -gritó mientras seguía disparando sus flechas.

Hice caso y corrí hasta el gran portón, el cual estaba ahora abierto. Lo atravesé y me tiré, literal, al suelo. Mientras recuperaba el aire, veía como varios hombres salían con sus armas fuera del lugar. Siento a alguien posarse detrás mío. Volteo la cabeza y veo al mismo hombre de ojos negros. Estaba con los brazos cruzados, muy serio.
Rápidamente me levanto y me quito el polvo del pantalón.

- Gracias -dije algo nerviosa. Por alguna razón este hombre me provocaba miedo.

- No tuve opción, si seguías disparando ibas a atraer más de ellos -dijo seco.

Hice una sonrisa amarga y me aclaré la garganta.

- Soy Emma Green -estreche mi mano, acompañada de una sonrisa.

Él solo me observó, y se alejó a hablar con otro hombre.

Lo miré extraña, con una ceja arriba.

¿Y que mierda le pasa a este?

Limpié mi mano por mi pantalón ignorando la reciente situación.
Levanté la vista y vi varias casas. Una al lado de la otra, siendo iluminadas por antorchas. En el medio de la calle había una acera con varias sillas y flores alrededor de estas. Las calles aseadas, las personas con ropas limpias. Vaya, se nota que cuidan muy bien este lugar.

Escuché un silbido por detrás mío.

Volteé y vi a un hombre. Este era el mismo que estaba hablando con el hombre de ojos negros hace un momento.

- Lindo, ¿No? -dijo con una sonrisa- Soy Milton Mamet -estrechó su mano- ¿Y tu eres?

- Emma Green -respondí estrechando mi mano con la suya.

- Bien, Emma. -se acomodó sus gafas- He recibido algunas indicaciones. Primero necesito llevarte junto a la enfermera y asegurarme de que estés bien. Luego, te haré un recorrido por el lugar.

Asentí. Este me hizo una seña para que lo siguiera y así lo hice.

[...]

- Sigue la luz.

Me encontraba en la enfermería. Estaba sentada en la camilla, mientras era atendida por la enfermera. Me esta haciendo un chequeo para controlar que este todo en orden.

- Bien -dijo apagando la luz de su linterna- Sinceramente, me sorprende que aún sigas viva -soltó un suspiro-.

Abrí mis ojos como platos y fruncí el ceño.

- Te encientras deshidratada, ni que hablar sobre tu alimentación -negó con la cabeza- Tienes varios rasguños y alguna que otra herida abierta -decía mientras contaba con sus dedos- Al menos eso lo podemos solucionar -esbozó una media sonrisa- Sin embargo -su sonrisa desapareció- tu pierna... ¿Hace cuánto la tienes así?

- No lo recuerdo...

- Bien, déjame revisarla.

Buscó unas tijeras que se encontraban en una mesa y se acercó junto a mí. Miró la venda y pude notar su cara de asco al verla. Tomó aire y cortó la venda.
Decir que mi pierna estaba hinchada era poco... Pareciera como si estuviera a punto de explotar. Estaba algo morada y roja, con algunas venas salientes.

Ella soltó un largo suspiro y fue corriendo hasta su mesa donde se encontraban todos los medicamentos. Tomó dos frascos de allí y un pedazo de algodón y vino de vuelta junto a mí.

- ¿Te la vendaste tu sola? -asentí- La enrollaste muy fuerte, tienes suerte de aún tenerla.

¿De aún tenerla? ¿O sea que la pude perder?

Mis ojos se abrieron como platos y mi respiración se agitó. La enfermera lo notó y me tomó de los hombros. Conectó su mirada con la mía.

- Tranquila. Estas bien. No la perderás... -dijo- Tranquila -volvió a repetir.

Le obsequié una sonrisa insegura y ella volvió a su labor. Me la limpió, me colocó algunas cremas, o al menos eso parecía, y la volvió a enrollar con una venda nueva.

- Bien. Tienes un posible caso de tendiditis. La apariencia de tu pierna coincide con los síntomas de esta dolencia. Inflamación, irritación e hinchazón -hizo una leve pausa-. Pero tranquila, solo necesitas reposo y unos medicamentos, y en unos días tu pierna estará como nueva -me regaló una dulce sonrisa.

Le devolví la sonrisa y ella se fue a buscar algo en su escritorio. En eso la puerta se abre y entra un señor, acompañado de aquel hombre de ojos negros y otro más. Ambos con un rifle.

El señor saluda a la enfermera y entra a la habitación. La examina toda, y cuando sus ojos se detienen en mí se pone serio. Abrió sus ojos como platos y me observó de pies a cabeza.

- ¿Hola? -dije.

- Ho-ola -respondió el señor- Bienvenida... ¿Tú eres?

- Emma -respondí sería.

La cara de preocupación del hombre fue reemplazada por una sonrisa tenebrosa.

- Emma... lindo nombre -sonrió con amargura- Bien, déjame presentarme. Soy el que está a cargo de este lugar -dijo señalando toda la habitación- Muchos me llaman jefe, pero puedes llamarme... Phillip -esto último lo dijo algo nervioso, como dudando si decirlo o no. Los guardias que estaban a su lado, fruncieron el ceño y lo miraron confundidos. Phillip les lanzó una rápida mirada, y volvió su vista hacia mi.

- Bien -continuó- Te trajimos algo de ropa limpia -el guardia de ojos verdes me la pasó- Milton te estará esperando para que escojas tu habitación. Si necesitas algo... no dudes en preguntarmelo -dijo y comenzó a caminar hacia la salida.

- De hecho... -lo interrumpí- No pienso quedarme aquí. Solo quería pasar para ver si podrían darme algo de comida y agua.

- ¿Y por qué no te quedas? -preguntó alzando las cejas- ¿Acaso no te gusta el lugar?

- Debo buscar a alguien -respondí muy seria.

Se quedó un momento pensando y luego sonrió.

- Pero no puedes volver allá afuera así -me señaló-, en ese estado. Morirás si es que lo haces.

- Vale la pena hacerlo -murmuré.

- Él tiene razón -se entrometió la enfermera- Con esa pierna no podrás aguantar ni un solo día más.

Dirigí mi vista hacia mi pierna vendada y luego la lleve hacia Phillip. Él me miraba con superioridad. Mientras que a un lado, el guardia de ojos negros me fulminaba con la mirada. Apuesto a que desea que me vaya.
Bien... no le daré el placer de marcharme.

- Esta bien. Me quedaré -dije con una sonrisa que reflejaba superioridad, clavando mis ojos en aquellos ojos negros que tanto me odiaban.

- Milton estará afuera esperándote. Le avisaré que irás pronto junto a él.

Asentí y los tres hombres salieron por la puerta. La enfermera me llevó hasta un baño. Me limpié y me cambie la ropa por la que me habían traído.

Salí de allí, no sin antes agradecer a la enfermera, y fui hasta afuera, buscando a Milton.

Busqué por todo el lugar y no había rastros de él. Vi a unos metros unas señoras hablando y me acerqué a ellas.

- Disculpa, ¿Pueden ayudarme?

- Si claro. ¿Que sucede? -respondió una de ellas, la rubia.

- Por si acaso no saben donde se encuentra un tal... ¿Milton? -pregunté algo tímida.

- Por supuesto -respondió- Debe estar en la entrada... ¿No? -preguntó refiriéndose a la otra señora. Esta asintió.

- Muchas gracias -dije y volteé, marchandome de allí.

- Oye -oí decir a la señora. Volteé y vi que me hacia señas para que me detuviera. Así lo hice y esta se acercó a mi- Nunca te había visto antes por aquí.

- Acabo de llegar -dije rascandome la cabeza.

- Oh, vaya. -esbozó una sonrisa- Hace varios días que no hemos visto a alguien nuevo por aquí -hizo una pausa- La última persona que vi fue un bebé. Pero desde hace días que no lo veo... -susurró esto último.

Nos quedamos en silencio unos segundos.

- Bueno, fue un placer conocerte. Por cierto, me llamo Andrea -me estrechó su mano.

- Emma -le respondí el saludo.

- Adiós Emma -dijo la rubia marchándose.

Me despedí con la mano y me dirigí hasta la entrada.

Al llegar allí pude visualizar a Milton. Estaba en una esquina, platicando con dos personas más. Me acerqué a ellos.

A unos metros logré oír un poco de la conversación.

- ¡No debiste dejarla entrar!

- ¿Y como lo iba a saber jefe?

Al llegar junto a ellos, carraspeé para llamar su atención. Todos se sobresaltaron ante esto.

- ¿Interrumpo algo? -pregunté.

- Oh, hola. No te había visto -dijo nervioso Phillip- Ya te has aseado ¿No? -se rascó la nuca.

Asentí.

- Hola Emma -dijo Milton llamando mi atención- Y bien, ¿Quieres dar un paseo? -me preguntó con una sonrisa en el rostro.

Asentí alegremente.

- Jefe ¿Nos acompañas? -preguntó a Phillip.

En eso un hombre aparece de la nada.

- Señor, debemos hablar. -dijo el hombre.

- ¿Es urgente? -pregunto Phillip.

El hombre se acercó a él y le susurró algunas palabras.
La única palabra la cual logré distinguír fue "Secuestrados"

Phillip lo miró alarmado y luego nos miró a nosotros.

- Disculpen. Sería un placer acompañarlos, pero debo atender algunos asuntos importantes -dijo clavando sus ojos al hombre de ojos negros. Como si le estuviese diciendo algo. El hombre rápidamente lo entendió y asintió- Que descansen bien, buenas noches -fue lo último que dijo y se marchó. El hombre de ojos negros lo siguió, no sin antes lanzarme una mirada amenazadora.

- Creo que no le agrado... -dije.

- ¿Quién? ¿A Morales? -asentí- A nadie le agrada él. Él único que lo tolera es el jefe. Morales es su mano derecha. -soltó un suspiro- Bien, empecemos el recorrido. Puedes preguntarme lo que quieras.

Y empezamos a caminar.

- Todo esto inicio con una simple casa. El jefe y algunas personas más vivían en ella. Hasta que un día se les ocurrió crear una especie de refugio. Uno que te hiciera recordar de donde vienes, y hacerte sentir normal, seguro. Como si nada hubiese pasado. Ellos construyeron todo esto que ves aquí. La gente fue llegando de a poco, gracias a la iluminación del lugar -observó algunas casa- Actualmente el lugar cuenta con nada más que 73 habitantes. Y esperamos que se unan más...

- Si tienen a ese tal Morales en frente, dudo que alguien quiera unirse. El tipo asusta...

Milton soltó una risa.

- Lo sé. La primera vez que vine pensaba que iba a matarme. Luego te acostumbras.

- Y... ¿Hay alguien de mi edad?

- No... lo lamento. Tu eres la más joven de todos.

- Ah -solté un triste suspiro.

- Bueno... quisiera hacerte un par de preguntas... Si no te molesta, claro.

Asentí y el sacó de su bolsillo una libreta.

- Bien... Emma -escribió algo en su libreta- ¿Haz estado sola todo este tiempo? -me preguntó mirándome a los ojos.

- En realidad... no. Estaba con alguien, pero desapareció -dije cabizbaja. Me dolía recordar a Mia.

El escribió en su libreta.

- Y... ¿Cuántos años dices que tienes?

- Catorce... casi quince. Creo.., no sé que día es hoy -dudé. Él volvió a escribir en su libreta- ¿Acaso escribes todo lo que escuchas?

- Escribo todos los sucesos que ocurren en el día -cerró su libreta- Algún día todo esto acabará, y necesitarán a alguien que narre su historia ¿No? -agitó su libreta- Y allí es donde yo aparezco.

Sonreí y llevé mi vista al frente.

- ¿O sea que sabes que día es hoy? -pregunté, mirándolo con intriga.

Él abrió su libreta y buscó una página.

- Hoy es el... -entrecerró sus ojos- 10 de octubre del 2012 -sonrió y se acomodó sus gafas- Dentro de dos días será el aniversario de este lugar.

Sonreí y seguimos caminando. Luego de unos minutos pregunto:

- ¿Tienes un registro de todas las personas que viven aquí?

- Hasta de la mascota de la Señora Haley -soltó una risa- ¿Necesitas algo?

- Pues... me han contado sobre un bebé. Este había llegado hace poco aquí. ¿Sabes algo sobre él? -pregunté curiosa.

- Lo siento Emma. Debe ser un error. Aquí no hay ninguna bebé. Como lo dije, tu eres hasta ahora la más joven de aquí. -puso una mano en mi hombro, con una sonrisa ladeada- Debieron darte una información errónea.

- Está bien -dije algo triste.

- De acuerdo... -carraspeó- es hora de enseñarte tu habitación -dijo y se colocó frente frente a mí- Sígueme.

Me guió hasta una de las casas. Entramos y había una señora allí. Milton le explico que me quedaría con ella y ella aceptó. Ella nos condujo hasta una habitación y me dio algunas almohadas. Le agradecí y entre a la habitación.

- Espero que sea de tu agrado -dijo Milton examinando el cuarto.

- Es perfecta -dije mientras me acercaba a la cama con una sonrisa de oreja a oreja.

- Bien, debo dejarte. Necesito terminar algunas cosas. La enfermera me indico que mañana debes ir con ella para que te haga un chequeo. -sonrió mostrando todos sus dientes- ¡Buenas noches! -exclamó y se dirigió a la puerta- Ah, casi lo olvido.

Se detuvo y volteó hacia mi dirección.

- Bienvenida a Woodbury.

***
Hola

REALMENTE LAMENTO MUCHO NO HABER ACTUALIZADO.
:c

Estoy en época de exámenes. Y ya saben: trabajos exposiciones, tareas y más trabajos
-_-'

Por esta razón y porque los amo, trate de hacer este capítulo lo más largo posible :)

Ojalá y que me comprendan (^-^)

Pregunta
¿Soy la única a la que le gusta la actualización de instagram?
(/-\)

Rainbow les manda muchos saludos *-*
😚😚Y besitos😚😚

GRACIAS POR LEERME.

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