Capítulo 15 - Flashback _Final_
- Te amo Mia... -susurré en un hilo de voz.
- ¿Mia? -preguntó Phillip confundido.
Levanté la cabeza y asentí levemente.
- ¿Mia?... -rió- Que nombre tan tonto. ¿Acaso sus padres se quedaron sin imaginación?-solto una carcajada- Dejame adivinar, es tu hermanita, ¿No? -preguntó alzando las cejas.
Negué con la cabeza.
- Es mi hija.
Escuché la risa burlona de Morales detrás de mí.
- ¿Tu... hija? -preguntó irónico para luego estallar en risas junto a Morales- ¿Tu hija? -Me observó unos segundos con sus ojos algo rojos de tanto reir- ¿Bromeas, no? -volvió a observarme, más bien, a inspeccionarme con la mirada, buscando alguna señal de que estaba bromeando, pero al verme tan seria y fria, decidió creerme, o eso parecía- Oh vaya, tan joven y ¡Si que sabe disfrutar de la vida! -negó con la cabeza con una sonrisa arrogante- ¿Acaso no te enseñaron lo que es un condon?
Quería estallar en lágrimas pero a la vez golpearlo hasta dejarlo inconsciente, o mejor, muerto.
Sus risas fueron cesando y Phillip solto aire.
- Oh, cielos -se limpió una lagrima- hace tanto que no reía así -volvió a soltar aire-.
- ¿Ya terminaste? -espeté.
Esa odiosa sonrisa arrogante se borró.
- Te conviene mantener esa boca cerrada, si no quieres que te vaya peor -amenazó.
¿Y esto como podría empeorar?
- Sé que no me matarás -susurré.
- ¿Y como estas tan segura de ello? -enarco una ceja y colocó su arma a centímetros de mi frente.
- ¿Por qué aún me mantienes con vida? Solo debes jalar del gatillo y listo -clavé mis ojos en los suyos-, pero no lo haces. No puedes.
Su mandíbula se tensó.
- No, es cierto, no lo hago -respondió sereno-. Porque aún no puedo creer que la culpable de todo esto hayas sido tú -dijo mientras bajaba su arma.
- ¿Por qué no podría serlo? -pregunté con un poco de superioridad.
- Porque eres débil -contestó.
- No me conoces -lo ataqué.
- Claro que te conozco -contraatacó- Te conozco desde antes que llegaras aquí -pronunció cada palabra con lentitud, provocándome escalofríos- Sé por lo que haz pasado en estos últimos días.
Esa última frase me hizo enfurecer al recordar todo lo sucedido en estos días. Todo lo sucedido con Mia.
- ¿Sabes...? -tomé aire. Los nervios se reflejaban en mi hablar- ¿Sabes sobre Mia? -aguardé unos segundos. Sentía mi sangre hervir en mi cabeza- ¿Conoces al maldito que la secuestró? -mis ojos comenzaron a aguarse- ¿Conoces al maldito que me la arrebató y me dejó sola en la carretera con los mutantes? -pregunté con ira, casi gritando.
Phillip me observó inexpresivo.
- Ella es lo único que tengo -dije con la voz rota, intentando calmar mi respiración-. Y no voy a rendirme hasta encontrarla. No importa por lo que tenga que pasar, haré lo que sea por salvar a mi hija -solté un suspiro y baje la cabeza- No quiero perderla...
Rápidamente seque mis lágrimas que caían lentamente de mis ojos. No dejaré que Phillip me vea llorar. Volví a levantar la cabeza y busqué los ojos de Phillip. Estaban diferentes, ya no eran arrogantes, pero tampoco inexpresivos. Era como si algo en ellos se hubiese apagado.
- No me conoces... -repetí lentamente.
Phillip solo se quedó allí, observando el suelo con la mirada pérdida, pensando en quien sabe que.
Morales carraspea luego de unos segundos, despertando a Phillip de su trance. Él solo se limita a guardar su arma en su cinturón.
- Vete -escupió.
Abrí mis ojos como platos y lo observé confundida, con el ceño fruncido.
- Vete -repitió.
- Jefe ¿está seguro? -dijo con algo de nervios, o quizás miedo, miedo a Phillip- Es que ella...
- Se irá -lo interrumpió Phillip mirándolo fijamente. Regresó su mirada a mí- Ya no podrás quedarte aquí.
Después de todo esto ni pensaba hacerlo.
- Tienes hasta esta noche para empacar tus cosas y largarte. No te devolveremos tus armas, no podrás llevarte nada. Te las arreglarás tu sola -quise contraatacar pero por alguna razón preferí no hacerlo. Phillip se acercó más a mí, y con un dedo levantó ligeramente mi mandíbula- Y juro que si vuelvo a ver tu rostro por aquí... te mataré -me amenazó. Un escalofrío recorrió mi espalda. Me lanzó una mirada amenazante y quitó con desprecio su dedo- Ahora vete, y nunca regreses.
Obedecí y fuí hasta la puerta, fulminando con la mirada a Morales en el camino. La abrí, y antes de salir regresé mi mirada a Phillip y allí estaba, esa miraba que tenía desde el primer día que lo vi. La mirada que decía que me ocultaba algo... ¿Pero qué? Nunca lo supe, y por como van las cosas, nunca lo sabré.
Suspiré y cerré la puerta.
[...]
- Lamento que esto haya tenido que suceder -lamentó Milton mientras me pasaba mi chaqueta- ¿En serio tienes que ir?
- Lo siento -tomé mi chaqueta- Debo ir, tengo que encontrar a mi hermano. Debe estar muy preocupado, ya pasaron días desde que nos separamos -doblé la chaqueta y la guardé en mi mochila.
Por supuesto que no iba a contarle nada sobre lo que pasó entre Phillip y yo. Creo que a ambos nos agrada la idea de dejarlo entre nosotros y nadie más. Ah, claro, y el entrometido de Morales.
Me siento algo mal por mentirle así a Milton.
- Pero no tienes armas, no podrás sobrevivir -insistió.
- Lo lograré, sé que puedo hacerlo -le regalé una sonrisa y cerré la mochila.
Milton gruñó y quitó algo de su bolso.
- Ten -me dió un cuchillo de caza-, llévatelo. Pero que nadie lo vea -me miró inseguro.
- ¿Lo robaste? -lo miré asustada- No, debes regresarlo -se lo devolví inmediatamente-, si alguien te descubre tú...
- Sé las consecuencias -me interrumpió-, nadie lo descubrirá, tenlo por seguro -suspiró pesado-. No podré tener la conciencia tranquila si sales de aquí sin ninguna protección -tomó mi mano con fuerza y colocó el cuchillo en la palma de esta- Llévatelo -ordenó.
Asentí y escondí el cuchillo en mi pantalón.
Salimos afuera, la noche estaba oscura, no podría ver nada de no ser por todas las luces que habían en el centro de la plaza. El aniversario de Woodbury.
Volteé hacia Milton quien me observaba con melancolía. Su mirada decía todo lo que tenía que decir, al igual que la mía. Nos acercamos y nos abrazamos.
- Vuelve pronto. Te estaré esperando, a ti y a tu hermano -dijo con alegría y se separó del abrazo.
- Si... -dije neutral.
Si tan solo supieras la verdad.
- Adiós, nos vemos -dijo con una sonrisa mientras se alejaba.
- Hasta nunca Milton -susurré para mi misma.
Me acerqué hasta la entrada, o en este caso, la salida. Habían como cuatro guardias vigilando, uno de ellos era Morales, quien al verme dijo;
- Revisenla. No debe llevar nada que la ayude a sobrevivir -dijo con una sonrisa burlona.
Cuanto odio a ese tipo.
Uno de los guardias se acerca a mí, me arrebata la mochila y la comienza a revisar desordenandola toda.
- ¡Oye, me costo ordenarla! -exclamé.
- Cierra la boca -dijo empujandome.
No lo hizo fuerte, pero fue lo suficiente fuerte como para desacomodar el cuchillo escondido en mi pantalón. Sentía que estaba apunto de caerse.
- ¿Antes puedo ir al baño? -pregunté, mientras ponía una mano en mi cintura disimuladamente, para sostener el cuchillo que colgaba. El guardia me ignoró- ¡Vamos! No querrás que me haga del dos aquí -insistí.
- Solo vete -gritó Morales desde lejos.
Pinche entrometido, menos mal que no te hablaba a ti.
Sonreí levemente, tratando de ocultar mi odio hacia él, y fui corriendo hasta perderlos de vista.
Me detuve a tomar aire y examiné donde me encontraba.
Lo que faltaba, estaba justo frente a la casa de Phillip.
Una inquietud surgió desde el fondo de mi mente. Aún me inquietaba todo lo que me había dicho en la mañana, sobre conocerme. Tengo un mal presentimiento sobre él, sé que me oculta algo. Y ya no se trata de aquella sala extraña a la que llamaban "El torturador", o April. No, más bien, es algo más profundo, grave, no lo sé, pero lo averiguaré.
Esta es mi oportunidad, todos están reunidos en la plaza celebrando, y los guardias están en la entrada. Nadie podrá detenerme. No tengo nada que perder, hasta quizás podría robar algunas armas de aquí.
Solte un suspiro y me preparé mentalmente. Me acerqué a la puerta, y como me lo esperaba, estaba cerrada. Rodeé la casa en busca de una ventana abierta, la encontré y logré entrar.
Permanecí unos minutos en silencio para asegurarme de que no había nadie y subí las escaleras. Revisé todas las puertas y dentro no había nada. Solo me quedaba una puerta al final del pasillo, su habitación supongo, me acerqué a esta y la abrí.
No había nada fuera de lo común. Una cama ordinaria, un sofa ordinario, escritorio ordinario, todo ordinario.
Me sentí decepcionada al ver esto. Necesitaba respuestas, y claramente aquí no las iba a encontrar.
No puedo creer que Phillip se haya salido con la suya, después de lo que hizo. Y ahora él estará con la conciencia tranquila en esta maldita habitación y nadie lo evitará.
Pasé mis manos por mi cabeza y tomé con fuerza mi cabello, tratando de controlarme y no explotar de ira.
- ¡AHH! -grité con rabia desde el fondo de mi garganta. Arrojé todo lo que se encontraba mi camino, no me importaba el ruido que esto provocara, necesito desahogarme. Pero algo me detiene. El lloriqueo de un bebé.
¿De dónde proviene?
Observo toda la habitación, pero no encuentro nada. Busco el lugar de donde provienen esos llantos, no son tan fuertes, por lo tanto me cuesta hacerlo. Mis oídos me guían hasta un librero, el lloriqueo se escucha más intenso allí. Lo observo bien y noto que detrás del mueble hay algo, lo muevo con dificultad y distingo una puerta. Definitivamente de allí viene el llanto. La abro sin dudar y lo que veo me deja sin respirar.
Estaba ahí, ella estaba ahí. Llorando sobre su cuna. Su rostro lleno de temor, lleno de tristeza. Pero en cuanto me vió se detuvo.
Ya casi no podía ver, la vista se me nublaba de tanto llorar, me limpiaba las lágrimas pero inmediatamente volvían. Me costaba respirar, las piernas me temblaban, tenía un nudo en la garganta, mi corazón latía alocadamente. Ninguna palabra lograba salir de mi boca. Me sentía tan débil, apenas tuve fuerzas para caminar hasta ella. La alcé en mis brazos y la abracé como nunca.
- Mia... -logré decir cuando mi respiración se calmó- Mia, ¡MIA! -grité mientras llenaba de besos su rostro.
Pero ese momento hermoso fue interrumpido por unos golpes, provenían de una puerta que se encontraba en la habitación.
¿Phillip habrá capturado a alguien más?
Apreté a Mia en mi pecho, y me acerqué a la puerta.
- ¿Hola? -intenté abrir la puerta, pero estaba trabada- ¿Quién es? ¿Estas bien? -pero nadie respondía, solo aumentaban la fuerza de los golpes- Tranquilo, te quitaré de allí.
No pensaba soltar a Mia, así que debía arreglármelas con una mano. Saqué el cuchillo de mi pantalón y golpeé la perilla de la puerta con este. Lo hice una y otra vez hasta que la perilla salió y la puerta cedió.
Un mutante salió de sorpresa de allí, sobresaltandome y haciéndome caer del susto al suelo. No tuve tiempo de asegurarme si Mia se había lastimado, ya que me levante rápidamente y tomé mi cuchillo del suelo. Esperé a que el mutante se acercara, pero no lo hacía, lo intentaba pero algo lo impedía. Aproveché la oportunidad para calmar a Mia, y asegurarme de que esté bien. Mientras la calmaba, inspeccioné al mutante. Era una niña y estaba bien vestida, con la ropa limpia, a pesar de ser un muerto viviente, estaba más delgada de lo normal, quizás Phillip la mantuvo encerrada y murió de hambre. Pero eso realmente no me interesa, ahora lo único que me importa es quitar a Mia de aquí.
Salí de la habitación con Mia en mis brazos y caminé hasta la puerta pero un ruido me detiene. Aprieto el mango de mi cuchillo y sostengo mejor a Mia.
- ¿Phillip..? ¿Eres tú? -mi mandíbula estaba muy tensa. Sin dejar de mirar con precaución la habitación, agarré un atizador que se encontraba en el suelo. Antes lo odiaba, ahora no puedo describir las ganas que tengo de matarlo- Ya déjate de cobardías y no te escondas -esperé unos segundos- ¿En serio le tienes miedo a una niña? -intentaba tentarlo para que saliera de su escondite.
Oigo unos pasos en el pasillo y la puerta se abre de golpe.
- ¿Phillip? -dije con los ojos abiertos como platos al verlo.
Me miró sorprendido y me apuntó con su arma, pero antes de que haga algo, alguien salta sobre él y lo detiene. Era una mujer, de tez negra, estaba golpeándolo. Arrojé el atizador e inmediatamente corrí fuera de la casa, pero antes de salir, oí el grito de dolor Phillip.
Espero que ella lo haya matado.
Al salir, vi a varios guardias corriendo de aquí para allá, todos con sus armas y rostros preocupados. Lo que sea que esté pasando no es nada bueno, debo salir de aquí.
- Sostente Mia.
No es fácil correr con una bebé, pasar desapercibida y tener la mente llena de tantos pensamientos al mismo tiempo. Si antes tenía muchas preguntas, ahora tengo aún más. ¿Por qué Phillip quería a Mia? ¿Por qué la tenía encerrada, de que le servía mantenerla viva? ¿Quién era esa niña mutante y porque la tenía de prisionera?
Sentía como si mi cabeza fuera a explotar en cualquier momento, ahora lo único que debo hacer es concentrarme y llegar hasta la salida. Luego intentaré encontrar el sentido de todo esto.
Corrí como unos veinte metros más y logré llegar a la entrada, ahora solo habían tres guardias, Morales ya no estaba. A unos metros de los guardias estaba mi mochila, debo intentar agarrarla, no podremos sobrevivir solo con un cuchillo.
Respiré hondo y me acerqué lo más sigilosamente hasta mi mochila. Mia comenzó a inquietarse mucho. La mire por el rabillo del ojo y se la notaba alarmada. Volteé para asegurarme de que todo estuviera bien; pero me encontré con Morales.
- No te alarmes... no querrás que la bebé llore -dijo en tono burlón con una sonrisa arrogante.
Comenzó a acercarse a mí, pero a medida que lo hacía, yo retrocedía Sentía mi corazon latir muy rápido, pero a la vez estaba calmada. Me detuve al chocar contra mi mochila.
- ¡Entregamela! -gritó.
Tomé mi mochila y se la arroje para así ganar más tiempo mientras corro.
De todas maneras no había casi nada útil allí dentro.
- ¡Atrapenla! -escuché gritar a Morales.
Logré alejarme mucho, pero aún así Morales y sus guardias iban pisando mis talones. No podía acelerar mi paso, con Mia en mis brazos me costaba ir rápido.
Tal vez si llego hasta la plaza los pueda perder, allí hay mucha gente y no podrán encontrarme.
Pero al llegar allí, tres guardias aguardaban mi llegada. No podía adentrarme a la plaza y mucho menos regresar; me tenían rodeada.
Me quedé parada en medio del círculo que ellos habían formado al rodearme. Escucho la respiración agitada de alguien acercándose a mí, de repente, me agarra de la camisa y me jala con fuerza al suelo, levanto la vista y veo a un Morales bastante furioso. Todos los presentes en la celebración comienzan a acercarse a ver que sucede. Suelto un suspiro pesado y clavo mi mirada al suelo. Estaba tan perdida que no me di cuenta de la mancha roja que había en el. Una gota roja cayó encima de la mancha.
Levanté lentamente la vista, y me detuve en el rostro de Phillip, mis ojos se abrieron como platos al ver la sangre que goteaba de un hueco en su rostro, hueco donde antes había un ojo, ahora hay un pedazo de vidrio roto.
- ¿Creíste que podrías escapar? -sonrió de un lado- Sé que tienes varias preguntas, pero esta porquería duele como el infierno, así que te lo resumiré todo -solto aire- Apuesto a que ya conociste a Penny, "La pequeña niña muerta" -lo dijo como si ese fuese su nombre de pila- Esa niña era mi mundo, hacía de todo por ella, pero luego la mataron -apretó los dientes con furia- y se convirtió en una de esas cosas -solto todo el aire que acumulaba y sonrió-, pero aún así no deje de amarla. La seguí tratando como siempre; le cambiaba su ropa, peinaba su cabello, le llevaba carne fresca -hizo una mueca triste-. Pero no era feliz, y tú mejor que nadie sabes que un padre haría lo que fuera para ver feliz a su hija, ¿Y que mejor para un putrefacto que cazar su propia comida? -sonrió de lado, alzando las cejas- Y ahí es cuando aparece ella -señaló a Mia. Instintivamente la abracé con más fuerza, como si me la fuese a quitar- Una pequeña y débil bebé, fácil de cazar. ¡Y aún mejor! Una tonta niña la "protegía" -hizo comillas con sus dedos- Fue muy fácil... como dice esa frase -hizó varios chasquidos como si eso lo ayudase a recordar-, ah sí -sonrió espeluznantemente- , fue como quitarle un dulce a un bebé -me fulminó con la mirada y aquella sonrisa espeluznante se borró. Negó con la cabeza repetidas veces-. Te recibí en mi comunidad, te di comida y un techo -clavó su mirada en mis ojos- te perdoné la vida... ¿Y así me pagas? -se quedó callado unos segundos- Tienes suerte de que sea muy bondadoso, si quieres aún puedes salir de aquí con vida -alzó sus cejas-, pero quiero algo a cambio -dirigió su vista hasta Mia.
- Primero muerta... -dije apretando mis dientes.
Phillip se encogió de hombros.
- Si así lo quieres -suspiró y se inclinó hasta mi altura- ¿Sabes?, en serio quería que nos llevaramos bien -quitó su arma de su cinturón y lo situó en mi frente-, pero creo que no será así.
Cerré mis ojos por un momento y luego los bajé para ver a Mia, quien miraba confundida la escena. Lo último que desearía es que ella me vea morir, así que en un movimiento suave cubrí sus ojos, la miré por última vez y tome aire. Clave mi mirada llena de odio en el ojo de Phillip. Quería que supiera que hasta el último momento de mi vida no dejé de odiarlo.
- Admito que me conmoviste esta mañana -apretó sus labios- te salvaste por un pellejo -rió-, pero ahora no tienes escapatoria. Juré que te mataría si te volvía a ver, y soy un hombre de palabra -quitó el seguro del arma-. Adiós Emma.
Presionó su arma en mi frente y el sonido del disparo ensordeció mis oídos.
Cerré los ojos con fuerza mientras un agudo pitido se inundaba en mi cabeza, además de la duda sobre si sigo viva. Abrí los ojos, mi vista estaba nublada, pero aún así lograba distinguir algunas cosas, y distinguía perfectamente que seguía en Woodbury. Definitivamente sigo viva.
Agité mi cabeza. El pitido aún seguía y no me permitía oir nada. Veía a la gente correr desesperadamente como si su vida dependiera de ello. Phillip estaba arrodillado en el suelo cubriéndose los oídos y, supongo que, gritando de dolor. Se levanta furioso y ordena algo a sus guardias, estos inmediatamente quitan sus armas y comienzan a disparar, ¿Pero a quienes?
Los sonidos de disparos fueron haciéndose presente débilmente en mis oídos, al igual que los gritos. Aún tenía a Mia enterrada en mis brazos, no quiero que vea todo esto.
Me dispongo a levantar cuando una extraña sensación ataca mi mano. Era caliente, y se deslizaba con lentitud.
Bajo la mirada hasta mi mano, que cubría la cabeza de Mia.
- No, no Dios, no por favor -sentía como mi corazón se rompía ante el temor de mis sospechas. Sangre brotaba de entre los espacios de mis dedos y caían como gotas al suelo- ¿Que es esto? ¿Que sucede? -me susurraba. Mi último deseo era quitar mi mano de allí y ver mi mayor miedo. Mis lágrimas no cesaban. Tomé aire con dificultad y aparté lentamente mi mano de su cabeza.
Al instante mis piernas perdieron fuerzas, no sentía latir mi corazón, no tenía fuerzas para nada.
Mia había muerto.
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