5. Enamorarse de Cucúa
Al principio no me molesté ni en contestarle. Me ha pasado otras veces, algún pervertido que me ha conocido de alguna manera y me ha buscado en las redes sociales, intentando contactar conmigo. No sé por qué lo hacen, sinceramente. ¿Piensan que voy a quedar con alguien que no conozco? Sin embargo, éste era insistente, y al final me digné a prestar atención a sus mensajes. No me había percatado de que esta persona me estaba pidiendo ayuda. ¿Ayuda a mí? ¿Para qué? Yo era una chica de veintiún años, estudiaba la carrera de traducción e interpretación. Mis amigos eran todos normales y que yo recordara no había puesto en peligro a nadie por ningún motivo. Vivía con mis padres, mis hermanas y mi perro Mik. Llevaba lo que podría llamarse una vida normal. Ignoraba por qué razón un desconocido podría necesitar mi ayuda.
En fin, cuando leí sus mensajes con atención comprobé que se disculpaba por haberse descargado fotos de mi perfil y haber suplantado mi identidad. Fue entonces cuando reaccioné y le contesté:
-¿Perdón? ¿Cómo que me has suplantado? Explícame eso.
-Por fin me hablas, gracias. Te pido disculpas por enésima vez, dame la oportunidad de explicarme.
-Es lo que te estoy pidiendo, que te expliques. Pero primero dime quién eres y de qué me conoces.
-No nos conocemos, ya ves por mi perfil que me llamo Osouka Manebo. Fuimos al mismo instituto y alguna vez te he visto por los pasillos, es lo único que tenemos en común. Tú estabas dos cursos más abajo que yo. Cogí fotos de tu perfil, lo tienes abierto.
-Perfecto, otro acosador.
-¡No! No soy un acosador, te lo prometo. Al menos a ti no te he hecho nada. Déjame que te explique.
-Adelante.
-¿Conoces al jugador de fútbol Monta Dío?
-Sí, claro, del F. C. Casa de Campo.
-Supongo que sabes que tiene pareja desde hace dos años, una chica muy guapa de la que siempre habla pero con la que nunca se le ve. De hecho, nadie la ha visto nunca, es un misterio.
-Algo me suena, muy lejanamente, no presto mucha atención al cotilleo. Tampoco me interesan los deportes.
-Pues presta atención ahora, Elaine, porque esa chica, la novia de Dío, eres tú.
-¿Qué? Te voy a denunciar. No me puedo creer lo que estoy leyendo.
-No me denuncies, por favor. Lo he pasado muy mal, lo estoy pasando muy mal. En realidad no eras tú su novia, sino yo. Me hacía pasar por ti. Pero no quiero que todo esto salga a la luz.
-¿Por qué me pedías ayuda? Todo lo que has hecho te lo has cocinado tú solito y te lo comes tú solito.
-Te pido ayuda porque no puedo más. No quiero mantener más tiempo esta mentira. Ha empezado a afectar seriamente a mi vida, y necesito pasar página y olvidarme, empezar de nuevo, conocer a alguien diferente. Y, sobretodo, a alguien a quien pueda ver en persona, abrazar, besar.
-Hablas como si de verdad tuvieras una relación sentimental con Dío.
-Es que sí la tengo, aunque se base en una mentira. Soy buen suplantador. Durante dos años Dío ha creído que estaba saliendo con una chica veinteañera, de nombre Lenora Cucúa.
-Pues bien, como eres una novia postiza, no te costará acabar con la patraña. Simplemente no contactes más con él. Y, por tu bien, deja de cogerme fotos y hacerte pasar por mí.
-Primero te recomiendo que cierres tu Facebook al público, que aún lo tienes abierto. Y lo de cortar con él no es tan fácil. Y menos de la manera que dices, no quiero que piense que lo he abandonado sin más, sería muy cobarde por mi parte.
-Es que es muy cobarde por tu parte la situación tal cual es ahora. Estás fingiendo que eres una mujer para salir con una persona que está fuera de tu alcance.
-Me duelen tus palabras. Por favor, entiéndeme. Tienes que cortar con él.
-¡Pero bueno! Corta tú con él, ¿a mí qué me cuentas?
-Tú eres su verdadera novia. Tu cara es la que él imagina cuando piensa en mí. Yo no puedo hacerlo, se me parte el alma. Normalmente finjo tu voz al teléfono sin problemas, pero esta vez no voy a poder... se me quebrará y me saldrá mi voz masculina.
-Espera, ¿has estado imitando mi voz?
-Sí, claro. Lo que recordaba que era tu voz más o menos. Y si no la acertaba mucho no pasaba nada al fin y al cabo, ¿no crees?
-¿Sólo hablabais por teléfono? ¿Nunca intentó verte en persona?
-Él lo intentó, pero yo siempre supe ingeniármelas para que los planes se torcieran.
-¿Has tenido excusas durante dos años?
-Sí.
-Debes de tener una buena imaginación.
-La tengo, ¿no te estoy diciendo que soy un buen suplantador? Se requieren dotes especiales para ello. Además, como vivo a cuatrocientos kilómetros de él no es tan difícil pensar excusas; no ha intentado quedar en persona tantas veces.
-¿Y nunca ha intentado verte aunque sea por videoconferencia?
-Sí, varias veces. Yo lo podía ver a él, él a mí sólo escucharme. No vio de mí nunca nada más que una pantalla negra. Le dije que no sabía conectar mi cámara. Le decía, no sé qué pasa con mi cámara, y él no insistía. Es muy buen chico.
-Y muy tonto.
-No hables así de él. No es tonto, está enamorado.
Me entra la risa.
-¿Cómo va a estar enamorado de ti? Ni siquiera te conoce.
-Es un chico muy sensible y entregado. Tiene una total confianza en mí. Se creyó sin dudarlo lo de mi accidente y se preocupó mucho.
-¿Qué accidente?
-Claro, como no sigues las noticias no te enteras. Yo, o sea, tú, tuviste un accidente de tráfico bastante grave.
-Pero de mentira, ¿no?
-Sí, sí. Totalmente inventado.
-¿Por qué?
-En ese momento me sentía especialmente mal, y quería llamar su atención.
-Curiosa manera de intentarlo.
-El caso es que el accidente fue grave y estuve convaleciente. Dío me prestó más atención, por supuesto vino a verme al hospital.
-¿Y tanto te vendaron que no se dio cuenta ahí de que eras un hombre?
-No, porque no nos vimos. Primero le di el nombre de un hospital que no existe. Después de todo un día en que le mareé tratando de explicarle dónde estaba, le dije que me iban a trasladar esa noche a otro hospital y que me iban a sedar por el dolor. Ahí dejé de hablarle varios días y apagué el móvil, supongo que se volvió a su ciudad. Cuando fingí encontrarme mejor, le dije que ya estaba en casa.
-Dios mío. Eso es muy malvado.
-Lo sé. El caso es que el episodio del accidente no me hizo sentir mejor sino al contrario, vi más claro aún que estaba viviendo una mentira. Que nunca podríamos consumar nuestro amor.
-Es que estabas, y estás, viviendo una mentira.
-Por eso planeé mi muerte.
-¿Perdón?
-Pensé, muerto el perro se acabó la rabia.
-Tú no estás bien.
-La verdad es que no. Pero llevé adelante mi plan. Le dije que, gracias a estar ingresada en el hospital a causa del accidente, me descubrieron una leucemia en estado avanzado, incurable. Así que me morí.
-Eres lo más rastrero que he conocido nunca... Una lagartija despreciable. Un accidente de tráfico, una leucemia... Este tipo de bromas no se hacen. ¿Por qué lo hiciste?
-No son bromas. Y lo hice por lo mismo que te digo ahora. No soportaba la situación y no sabía cómo terminarla.
-Y no se te ocurrió mejor manera que muriendo.
-Era lo más radical, ¿no crees? En el momento me pareció buena idea. Pensé que eso cortaría de raíz mis posibles intentos de volver con él. Le pedí a un amigo que se hiciera pasar por mi hermano para que lo llamara y le comunicara la triste noticia. Actuó muy bien.
-De todos modos, si estoy muerta problema solucionado, ¿no? ¿Para qué necesitas mi ayuda entonces? No hace falta romper con un muerto.
-Sí hace falta. Digamos que... resucitaste.
-Venga ya. Esto ya no hay quien se lo crea.
-Soy débil. Verás. Un tiempo después de morir le llamé y le dije que mi muerte había sido fingida, y que estaba muy arrepentida por mi comportamiento.
-Eres un miserable.
-Él no me consideraba así. De hecho me perdonó y volvimos. Es verdad que al principio se enfadó mucho. Muchísimo, y lo entiendo.
-No creo que eso sea algo que se pueda perdonar...
-Lo cual demuestra el gran amor que siente por mí, que me perdona lo imperdonable. Por eso se me hace imposible cortar con él. Ni muerto lo he conseguido. ¿Lo entiendes ahora? Nos une un vínculo muy estrecho.
-Pero si ni siquiera os habéis visto en persona, por Dios.
-Es lo de menos, Elaine. Los sentimientos y el dolor, ésos son reales. Por eso tienes que romper tú con él. Aunque eres la verdadera Lenora, no te costará trabajo hacerlo. No tienes sentimientos hacia él.
-Quizá sí los empiezo a tener: una gran compasión, por cómo ha sido engañado durante tanto tiempo por un canalla como tú. Él ha confiado en ti ciegamente, tanto que ni siquiera necesitó verte en persona para amarte. Y tú has llegado a fingir tu muerte para terminar con la relación. Eres un ser despreciable.
Osouka dejó de escribir. A lo mejor me pasé y herí sus sentimientos. ¿Es posible que alguien se deje llevar por los acontecimientos de esa manera, hasta llegar a una locura semejante?
-¿Osouka?
-Sí, estoy aquí... yo le amo -no supe qué contestar a eso. Por suerte, continuó hablando-. ¿Sabes una cosa? La prensa comenzó a pensar que Monta era homosexual, y que se había inventado toda esta historia para ocultarlo. Todo encajaba. Nunca se le había visto con una mujer, pero eso se debe a que es una persona muy religiosa y discreta. También se pensó que hizo que su novia muriera porque temía que le pillaran la mentira, la prensa comenzaba a presionarle. Al fin y al cabo la historia entera era bastante increíble, ¿no te parece? Todo esto me hace mucha gracia, porque el gay no era él sino yo. No hay persona más hetero que él, créeme.
-¿Cómo te enamoraste de él? ¿Lo conociste en persona? Quiero decir, siendo Osouka.
-Lo vi una vez. Fui a verle cuando vino a jugar a mi ciudad en una liga regional. Al acabar el partido, del cual su equipo resultó vencedor, concedió diez minutos a los seguidores para firmarnos autógrafos. Yo me llevé mi balón al campo y me lo firmó. Tuve la oportunidad incluso de cruzar unas palabras con él. Le dije que admiraba mucho su juego, que disfrutaba viéndolo. Me miró a los ojos y me respondió que sólo gracias al amor de sus fans podía continuar jugando así, y me estrechó la mano. Recuerdo ese momento todos los días de mi vida. El balón lo tengo acristalado y expuesto en el salón de mi casa.
Joder, al final era una historia bonita. Se me humedecieron los ojos. ¿No me estaría engañando ahora él a mí? Al fin y al cabo, lo suyo era engañar, él mismo lo había dicho. Pero no, esta parte me parecía verídica.
-¿Cómo se ha sentido él todo este tiempo? Sería muy dura la noticia de tu muerte, imagino.
-El día de mi muerte jugó. Es una pena que no lo recuerdes, pues la prensa lo amó por ello, salió en todas las portadas. Era público que su novia había fallecido, y aun así no abandonó a su equipo en un día importante como aquél. Ganaron el partido y la copa, fue aclamado por todo lo alto. En la rueda de prensa tuvo palabras para mí, con lágrimas en los ojos. Yo acompañaba sus lágrimas con las mías propias en casa, frente al televisor.
Me pregunto hasta qué punto la dificultad para mostrar abiertamente la homosexualidad jugó un papel en esa historia. Parece ser que sigue siendo un problema serio, en Occidente, en pleno siglo veintiuno. Habrían tenido una relación sincera y en persona si Osouka hubiera sido una mujer, de eso no me cabía duda.
-Si no pongo fin a esto de alguna manera, no sé qué va a ser de mi vida. Sé que soy lo más despreciable que hay, pero no puedo encargarme de esto. Simplemente, no puedo. Por favor, ayúdame a mover ficha adelante por primera vez en mi vida de lagartija.
-¿Sería llamarle y cortar con él? -le digo, tras pensármelo unos segundos.
-Sólo eso. Intenta decírselo con suavidad.
-Osouka, si hablo con él le voy a contar todo lo sucedido. Alguien que ha vivido una mentira así durante dos años se merece conocer la verdad, aunque haya sido tan tonto como para creérsela.
-Me parece justo, aunque me duele. Va a sufrir. Elige bien las palabras, por favor, no le hagas más daño del necesario. Ése ya se lo he causado yo.
-De acuerdo. ¿Cómo se supone que os conocisteis? Como Lenora esta vez, me refiero. Creo que no me lo has contado.
-Le escribí, o mejor dicho le escribiste, un mensaje muy emotivo en su muro de Facebook. Le gustó mucho y me contactó.
-¿Qué decía el mensaje?
-Era como un poema, más o menos. Te lo puedo pasar. Mira, es éste:
"Monta Dío, inspiración y luz, tu figura dominando el campo mientras laten los corazones de tus seguidores al ritmo del tuyo. Te contemplo desde las gradas, observo tu mirada y tus fuertes manos controlando a tus adversarios, mis rodillas crujen cuando se doblegan las tuyas, me falta el aliento cuando siento escasear el tuyo. El sol brilla en tu peto naranja y despliegas tu generosidad como un manto de alegría de vivir dorado. Lo que yo daría por cruzar unas palabras contigo. Lo que yo daría por sorprenderme con un mensaje tuyo, bajo un sol radiante o en la noche bajo las sábanas. A cualquier hora, pues siempre estoy para ti, Monta Dío. Es el sueño sincero de una seguidora tuya, probablemente la seguidora más entregada que hayas tenido jamás. Por siempre tuya, Lenora Cucúa."
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