Capítulo 18

  Al segundo mes Alba conoció a los padres de Jude.

 Alba despertó luego de que la alarma de su celular sonara innumerables veces. Para ser una persona que ama demasiado dormir, le costaba mucho levantarse sea la hora que sea.

 Tomó una ducha, se cambió la ropa, se maquilló y fue a desayunar al pequeño comedor de su casa. No era extraño que su madre ya estuviese allí, sirviendo el desayuno.

 Lauren estaba sentada en una de las sillas.

-Buenos días –saludó con su voz ronca mañanera al llegar.

-Jude me ha escrito, dice que quiere que contestes sus mensajes.

 Alba sonrió y tomó su celular para leer con cara de tonta enamorada los típicos mensajes de "buenos días" y "¿Cómo has dormido?".

 Era la Luna anunciándole al Sol que su turno en esa parte del planeta había finalizado.

-¿Hablando con esa chica que te gusta otra vez? –preguntó con una sonrisa su madre, mientras le entregaba su plato con tostadas arriba. Ella sólo pudo asentir mientras sus mejillas se enrojecían.

 Aparte de Lauren, nadie sabía cuán en serio iba su relación con Jude.

-Si tanto te gusta deberías pedirle que sea tu novia, ¿no lo crees?

-Mamá... yo... -tartamudeó.

 Se escuchó un silbido. Acababa de recibir un mensaje.

 Enseguida su hermana menor tomó su celular, y aunque la morocha intentó mantenerlo entre sus manos, Lauren fue más rápida y logró arrebatárselo para luego leer los mensajes en voz alta.

-Alba le ha deseado un buen día con al menos cinco emojis de corazón –le notificó a su madre, quien rió en voz baja.

 La librera intentó alcanzar su celular, pero sus intentos fueron fallidos.

-Jude le preguntó cómo había dormido, y luego comenzó a contarle el cursi sueño que tuvo... que no sé si es apropiado contar cómo terminó. También dice que extraña besarla.

-¡Lauren! –chilló horrorizada-. ¡Dame eso!

 Finalmente la menor se dignó a devolverle su teléfono.

-Así que ya la besaste... -habló su madre. Lucía divertida.

-Mamá, yo...

-Me gustaría que me cuentes de qué va tu relación con esa chica.

 Tragó en seco.

-Estoy saliendo con Jude hace dos meses –confesó.

 Habría esperado cualquier reacción de su parte, excepto las carcajadas que soltó.

-¿Qué es tan gracioso? –preguntó nerviosa.

-Ya lo sabía –dijo aún entre risas-. Te mensajeas con ella todas las mañanas y el noventa por ciento de tus conversaciones son sobre ella, creo que era bastante obvio... Además, tu hermana me contó.

-¡Lauren!

-No puedo mentirle a mi madre, Alba –habló con un tono de voz que reflejaba una inocencia falsa-. Debo portarme bien.

***

 Estuvo todo el día en la librería, demasiado ocupada con los nuevos libros que acababan de llegar como para notar que Jude no fue a visitarla a la misma hora de siempre.

 Fue poco antes de las cinco que escuchó la campanilla de la entrada sonar y vio por el rabillo del ojo su clásica chaqueta negra.

-¡Blondie! ¿Qué sucede? –preguntó dulcemente antes de sujetar una de sus manos.

 Jude saltó hacia atrás haciendo una mueca de dolor, y Alba se sintió como una idiota, pues había tomado por error su muñeca.

 La herida que la rubia se había hecho por Emily habría cerrado tiempo atrás, pero ella insistía en mantenerla abierta. Siempre prometía pedir ayuda, pero nunca lo cumplía. Alba se enfadaba, la aconsejaba, le suplicaba y ofrecía su apoyo, pero Jude parecía ignorar sus palabras.

 Su herida se abría cada vez que el odio la dominaba. Un hombre golpeando a una mujer, un joven que roba para comer, niños viviendo en la calle... Todo eso hería a Jude, quien decía con indiferencia que el dolor la distraía.

 Alba sabía que no estaba bien. Sabía que necesitaba ayuda, incluso aunque ella se negara a recibirla, pero también sabía que no podía presionarla.

-Mis padres vinieron a visitarme –comenzó a hablar, y sus palabras salían tan rápido de sus labios que la librera batalló para comprenderlas-. Estaba masturbándome cuando ellos llegaron... ¡No me mires así! Como si tú no lo hicieras. Fui a recibirlos en ropa interior porque me da lo mismo quien me vea, nací desnuda, ¿no? El punto es que al verme pensaron que tenía a alguna chica en mi habitación, así que corrieron hasta allí para asegurarse de que ella estuviese bien porque según ellos soy mala influencia.

 Alba intentaba no reír con la historia.

-¿Una mala influencia?

-¿Recuerdas que te conté que hubo un tiempo en que me obligaron a asistir a un colegio católico sólo de mujeres? –la librera asintió-. Puede que yo tuviera la culpa de que hayan salido de allí siendo bisexuales y sin una preciada virginidad.

 Alba no aguantó la risa. Jude la sorprendía cada día más.

-¿Había alguna chica allí? –preguntó mientras alzaba una de sus cejas.

-No –se negó rápidamente-... No encontraron a una chica, pero ellos vieron una foto tuya pegada en la pared. No me juzgues, por favor. Es solo que me gustas mucho –no iba a quejarse, pues le parecía gracioso-. Me preguntaron quién eras, y les respondí con la verdad porque quería que se fueran para seguir con mi trabajo –se mordió el labio-. Estaba tan cerca...

-¡Jude! ¡Concéntrate!

-Lo siento. Mis padres quieren conocerte, y no se irán de mi departamento hasta que tú vayas y yo... -hizo una mueca que reveló su desesperación-. En serio necesito terminar con esto.

 Y Alba sabía a lo que se refería con "esto".

-Vamos entonces –dijo con una sonrisa antes de mirar el reloj. Su turno había terminado hacía ya cinco minutos-. Pero antes usarás el baño. No quiero que choques el auto solo porque tienes una terrible calentura.

***

 Durante el viaje hasta el departamento Alba no se había tomado el tiempo de sentir miedo, pero cuando atravesó la puerta sus manos comenzaron a sudar.

 ¿Y si no era lo que esperaban? ¿Y si era demasiado pequeña? ¿Demasiado delgada? ¿Demasiado... chica?

-Todo está bien –le aseguró Jude mientras sujetaba su mano-. Jamás saldría con una chica menos increíble que yo, así que eso dice mucho de ti.

-¿Crees que soy increíble? –había brillo en sus ojos.

-No te estaría presentando a mis padres si no lo fueras.

 Alba sonrió nerviosamente y permitió que su novia besara sus labios.

 Y fue entonces cuando los vio.

 Había una mujer en el salón intentado ordenar el desastre de libros de Jude.

-No toques eso, Matt –dijo la madre de su novia-. ¡Tampoco eso! Tú solo... Matt sólo haces desastres.

-¡No me digas qué hacer, Gala!

 Jude rió ante su estúpida pelea y sus padres voltearon rápidamente a mirarla. Las mejillas de Alba se enrojecieron.

 Su novia dio un paso al frente para hablar:

-Les presento a mi novia –dijo con una sonrisa-. Se llama Alba. Tiene una librería familiar que antes era de su padre. Tiene una hermana que realmente me cae bien. No fuma. No bebe. No sabe bailar. Besa de maravilla. Dibuja hermoso y me pintó desnuda. Le gustan los Beatles. Una vez me tocó el culo frente a un puesto de comida.

-¡Jamás te toqué el culo! ¡Y menos frente a un puesto de comida!

-Entonces deberías –dijo en tono cortante-. Me mira los pechos la mayoría del tiempo, y no puede negarse porque la he visto. También me mira el culo. Por supuesto que la entiendo; yo también me miraría los pechos y el culo –hizo una pausa para respirar y continuó-... Ella me hace feliz, así que ya pueden irse por donde vinieron y dejarme besarla sobre el sofá para que me toque el culo por primera vez desde que salimos... ¿Por qué tardas tanto, All? ¿Qué clase de novia eres? ¿Una monja?

 Pero la chica no logró responder, pues el padre de Jude tomó una revista de arriba de la mesa y comenzó a abanicar a Gala. Al parecer la rubia había dado datos que quizá hubiera preferido no saber.

***

 Los padres de Jude no se fueron. Decidieron quedarse a cenar, lo cual disgustó inmensamente a la estudiante de Letras.

 Matt llevó a su hija al living y comenzó a aconsejarla hablándole sobre infecciones de transmisión sexual y barreras de látex.

 Durante ese tiempo Alba se dedicó a ayudar a Gala a preparar la cena.

-Se ve feliz contigo –suspiró-. Jamás la había escuchado hablar tanto de una chica.

 Alba sonrió. No era una más del montón.

-¿Tú realmente la quieres?

-¿Cómo no podría hacerlo? –era casi una ofensa.

-Mi hija es una chica frágil, Alba. No es fácil verlo, pero lo es. No temo que tú le hagas daño, sé que no lo harás, pero temo que en algún momento ella necesite ayuda y se niegue a recibirla –una puntada apareció en su pecho. Tal vez era eso lo que sucedía-. Digamos que Jude es algo orgullosa.

 Lo era.

-¿Ella está bien, Alba?

 Y habría logrado responder su pregunta de no ser por Jude, quien en ese momento llegó al lugar.

-¿Hablan de algo importante?

 Gala se negó y miró a su hija fijamente.

-Le estaba dando a Alba algunas recomendaciones para que te ayude a limpiar este chiquero que llamas departamento.

***

 Una vez terminada la cena Jude les pidió nuevamente a sus padres que se marcharan.

-No nos iremos –se negó el hombre con una sonrisa-. Nos quedaremos a dormir hoy.

 La rubia se opuso de inmediato.

-Ya lo decidimos, Jude. Además al departamento lo pagamos nosotros.

-A la mierda –se giró para mirar a su novia-. ¿Puedes venir conmigo un momento, All?

 Ella aceptó. Pero de inmediato se arrepintió. En el momento en el que Jude tomó su mano la arrastró hacia el sofá, lugar donde se sentó e hizo que la librera se sentara en su regazo.

 Jude comenzó a besarla de una forma que Alba hubiera preferido que haga en privado. Aun así, no luchó por separarse. No quería hacer nada más que besarla.

 El intento desesperado de la rubia porque sus padres se fueran dio resultado, pues segundo más tarde escucharon la puerta del departamento cerrarse.

-Se fueron –jadeó Jude contra sus labios.

 Las manos de Alba ejercieron presión sobre sus pechos. No quería escucharla en ese momento.

-¿Vas a seguir besándome o quieres que me enoje por lo que acabas de hacer frente a tus padres?

-A ti te besaría toda la vida.

 Pero los besos no ayudan a sobrevivir.

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