Capítulo 10
Alba tenía a Jude enfrente quitándose la ropa. No quería mirarla demasiado, pues temía que se sintiese acosada y se arrepintiera de su decisión.
"Un momento –interrumpió su pensamiento con otro-, es Jude Foster, ama que la miren".
Fue entonces cuando sus ojos se fijaron en los de ella, que estaban fijos en los suyos. Vio que sus mejillas tomaban un color carmesí y no sabía que era posible hacerla sonrojar.
Aunque Alba no se daba cuenta, miraba el pálido cuerpo de Jude con más admiración de la que miraba el cielo nocturno o las caricias de sus manos que a veces se rozaban. La miraba como si fuese un ángel. La miraba como si estuviese enamorada.
Jude no pudo evitar sonreír.
-Alba... -la llamó luego de unos segundos. Lo cierto era que aunque lo que hacía era un acto sublime, y se sentía halagada por ello, debían concentrarse en su trabajo si no querían que esto acabara mal.
Alba sacudió la cabeza.
-¿Quieres pintarme o seguir mirando? –un gusto conocerte, ego de Jude.
-Creo que puedo hacer ambas cosas al mismo tiempo.
-No lo sé. Tú eres la artista.
-Tienes razón –aceptó-. Y tú eres el ángel más hermoso que he llegado a imaginar.
Jude rio, y casi pareció nerviosa.
-¿Te imaginas a los ángeles desnudos? –soltó de inmediato, a lo que Alba sólo contestó con una sonrisa-. Mira, de pequeña me dijeron que Dios nos está mirando todo el tiempo, y si es así, pues que abra bien los ojos que su ángel favorito está fabulosa.
***
El primer paso que todo artista hace, es dibujar el boceto.
Jude estaba cruzada de piernas, con sus manos en ambos lados de su cuerpo presionando el colchón, con el rostro ligeramente ladeado y el cabello cayendo sobre sus pechos; mientras Alba estaba sentada sobre una banca frente al lienzo, trazando los contornos con grafito.
-Necesito que cambies de posición de tus piernas –dijo acercándose lentamente a Jude, con algo de inseguridad-, quiero un verdadero desnudo de ti, si sabes a lo que me refiero.
Lo sabía.
Jude intentó cambiar la posición de sus piernas, pero fracasó. Alba trató de no reírse.
-Quiero que te veas seductora, Jude.
-Ser seductora no se me da bien.
-Claro que sí. Lo eres la mayoría del tiempo.
Y luego de esto la pintora simplemente se arrodilló ante ella y sujetó sus piernas, arreglando la posición de estas. Una vez que quedaron perfectamente acomodadas, la escuchó decir, casi susurrando:
-Soy tan buena mintiendo que hasta hice que te arrodillaras frente a mí.
La rubia sonrió tan ampliamente que casi se le escapa una carcajada.
Alba volvió a su asiento, y después de varios minutos, hizo la pregunta del millón:
-¿Por qué te fuiste?
Pero la chica de ojos avellana omitió su pregunta durante varios minutos en los que se entretuvo mirando la nada, perdida en sí misma. Alba comenzó a pensar que no diría nada, tal y como hacía cada vez que no le importaba dar una respuesta.
-No quiero estar enamorada de ti –dijo al fin.
Y eso fue suficiente para que a Alba se le rompiera el corazón.
***
Jude seguía posando media hora después de eso.
Alba quería llorar, pero no iba a permitirse hacerlo frente a ella. También quería golpearla, pero eso habría sido grosero considerando que estaba en su casa y le estaba pagando por verla desnuda.
Necesitaba hablar para distraerse, pero la única persona con la que podía hacerlo en ese momento era la misma persona que había partido su corazón.
Una vez terminado el boceto, Alba pidió a Jude que se vistiera.
-Necesito verte más seguido, debo comenzar con la pintura. ¿Te parece bien que venga cada dos días?
-Claro, ¿a qué hora terminas tu turno en la librería?
-A las cinco.
-Entonces te esperaré.
Y sin más, sacó un manojo de billetes de su cajonera y se lo entregó a Alba perfectamente arreglado.
Cuando salieron de la habitación, la morocha miró hacia el librero que había en la sala.
-Es una extraña colección –dijo al ver que solo había libros de Oscar Wilde, distintas ediciones, pero los mismos libros una y otra vez.
-Lo sé –dijo casi orgullosa.
-¿Por qué hay solo libros de Oscar Wilde?
-Porque es lo único que creo que vale la pena. Quizás pienses que estoy loca, pero eso es porque no lo leíste aún. Además, su historia, ¡por Dios! Estaba casado, tenía hijos y un amante varón mucho menor que él, y eso es solo una parte.
Al finalizar, Jude miró a Alba, a quien se le reflejaban las ganas de salir corriendo en los ojos. Rodó los ojos y suspiró casi molesta, a la vez que sacaba un libro y se lo entregaba.
-Quiero que lo leas y te deleites con la majestuosidad de las palabras de un bisexual del siglo XIX.
Jamás había leído un libro de él, pero le parecía interesante, así que aceptó. Y si no le interesaba, iba a aceptarlo de todas formas, porque no podía decirle que no a la sonrisa de adolescente que habla de su banda favorita a sus amigas que Jude tenía en ese momento. Así que simplemente metió el manojo de billetes en su bolso, al igual que el libro.
-Te ofreceré un café porque siempre suelo ofrecerle algo de comer o beber a quien entra a mi casa –y sin más, la tomó de la mano y la arrastró a la cocina.
-No quiero café, Jude –se negó mientras se sentaba en una de las sillas de la encimera.
-Vamos, acéptalo. Prometo no venir con el cuento del enamoramiento ni salir corriendo esta vez.
-Jude...
-Está bien está bien... ¿prefieres té?
-Jude, yo...
-Lo más divertido es que viene con un oso en la caja.
-¿Qué? –estaba confundida, pero aun así sonrió.
-Que hay un eso que finge tomar té en la cajita.
-¿No te parece que ya estás un poco grande para...?
-Alba –dijo con seriedad mientras la miraba a los ojos-, si tienes algún problema con los osos que toman té podemos hablarlo.
***
Fue cuando Alba estaba a punto de terminar de beber su té, cuando la puerta sonó. Fueron dos golpes leves, pero aun así lo suficientemente audibles como para alertar a Jude.
-¿Esperas a alguien?
-No –la rubia se levantó con cuidado, miró a través de la mirilla y abrió. Su sonrisa era tan falsa como su heterosexualidad.
Alba de inmediato deseó salir de allí. Algo no marchaba bien.
-¿Qué haces aquí, Harry? –no sabía quién era Harry, pero por el tono repleto de desagrado con el que Jude hablaba, la morocha supo que a ella no le agradaba para nada que estuviese allí.
-¿No vas a invitarme a pasar?
-Vas a hacerlo de todos modos.
Y tenía razón, pues no había terminado de hablar cuando él ya estaba adentro.
Tenía un rostro común, y estaba vestido de forma común. Era solo un joven hombre común. La pintora no sabía nada de él.
-No pensé que tuvieras visitas –se fascinó al ver a Alba. Se acercó a ella con rapidez, saludándola con un beso en la mano-. ¿Es una nueva víctima?
-Cierra la boca, Harry.
-¿Entonces es tu novia? ¡Felicidades! Estoy seguro de que se ve bastante linda gimiendo.
De no haberse sentido congelada debido a su mirada y sus estúpidas palabras, lo habría golpeado allí mismo.
Jude no se molestó en negarlo. En vez de eso, sujetó bruscamente el cuello de su camiseta y lo obligó a mirarla, haciendo todo mucho más incómodo para Alba.
-¿Por qué has venido? –preguntó entre dientes. Estaba perdiendo la paciencia.
-Hace varios meses me prometiste que tendríamos otro encuentro, lo quiero ahora mismo.
-Eso quedó en el pasado, supéralo –soltó su camisa con violencia.
Harry se acercó a ella por detrás y la rodeó con sus brazos por la cintura.
-No voy a acostarme contigo.
Se acercó demasiado, tanto como para besarla, y Alba no pudo soportarlo más. Sujetó una de las mangas de la camisa del muchacho, alejándolo de Jude, quien la miró como si hubiera cometido el peor de los errores.
En medio del brusco forcejeo, la manga de la camisa se rompió, y lo que siguió a eso fue un infierno.
Harry se volvió loco al ver el daño en su traje, así que intentó sujetar a Alba de las muñecas. Jude no se lo permitió e intentó hacerlo retroceder. Alba corrió hacia la puerta para protegerse, pero Harry fue tras ella.
Él levantó la mano y la morocha se preparó para el impacto. Se escuchó un golpe, pero no sintió ningún dolor.
Abrió los ojos.
Jude, frente a ella, se sujetaba la mejilla y respiraba agitadamente.
-No le hagas daño –suplicó la rubia con desesperación. Alba se asombró, pues sabía que ella no era de las que suplicaban-. Me acostaré contigo, pero no le hagas daño.
-A la mierda el sexo, Foster. Mi camisa...
-¡Te compraré otra, Harry!
-¡Cómprame todas las camisas que quieras, Jude, pero esta idiota merece una lección!
Se sentía atemorizada y frágil como una mariposa. Ambas lo eran en ese momento.
Con un movimiento rápido, la rubia abrió la puerta y salió junto a Alba, quien no parecía poder procesar con la suficiente rapidez lo que estaba sucediendo.
A las afueras de su departamento, Jude sujetaba el picaporte con la respiración agitada y el cabello revuelto. Harry, desde el interior, gritaba.
-Vete, Alba. Por favor vete. Estaré bien –le pidió con desesperación-. Y no llames a nadie. Solo vete.
-Pero Jude...
-¡Que te vayas, Alba!
Pero no podía hacerlo por dos razones: la primera era porque sus piernas no respondían, y la segunda era porque no estaba dispuesta a dejarla sola con aquel enfermo.
-¡VETE, IMBÉCIL! –le gritó.
Antes de que se diera cuenta, Jude la empujó, haciéndola golpearse la espalda contra la pared.
-No te acuestes con él si no quieres –suplicó a la rubia, pero ella no la escuchó, pues inmediatamente entró al departamento y cerró la puerta tras ella.
Alba se fue cuando comenzó a oír los pequeños quejidos de Jude que le hicieron llorar.
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Escribir escenas donde aparece violencia no es un trabajo fácil, así como tampoco es fácil leerlas. Si se sintieron incómodas/os, podría decir que me siento orgullosa porque logré hacerles sentir algo.
Sólo paso a aclarar que no quiero que romanticemos escenas así, y este me parece un valioso mensaje en una plataforma como Wattpad donde es común romantizar situaciones violentas o celos. Este capítulo demuestra cómo, a diferencia de lo que había pasado con Frank en el capítulo pasado (donde Jude lo echa de su departamento de una forma agresiva), nos mostramos más débiles en situaciones donde hay violencia o simplemente que nos causan miedo. Esta situación también es clave para todo lo que se viene.
-Nia-
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