Segundo encuentro
Nombre completo: Kim HanBin.
Edad: 20 años.
Ocupación: Cornudo.
Razón por la que subo el ascensor: Soy un idiota que no puede complacer a su pareja por lo cual este se encama con nuestro amigo en común; June.
Intenta ignorar los números rojos que van uno a uno pasando en el tablero de control, mismos que le anticipan su pronta llegada. Uno a uno HanBin cruje sus nudillos como si aquello lograse tranquilizarlo mientras va preguntándose cómo demonios ha accedido a tanto con un desconocido del cual ni el nombre conoce y con el que tan solo ha tenido una conversación de unos escasos 20 segundos... Si es que a eso puede llamársele de esa forma.
Palmea su pecho intentando al menos controlar el nerviosismo que parece comenzar a invadirle y qué lo sofoca, al punto en que el aire de aquella cabina termina por resultarle caldeado debido a todo el sufrimiento que él mismo se provoca con los pensamientos que en su mente rondan. Sabe que debe calmarse, tiene hacerlo si no quiere parecer un tipo sumamente inexperto ante la otra persona, aunque quizás y lo es, si tiene en cuenta nuevamente, que eso era en primer lugar lo que lo condujo a ese instante.
Observa su reflejo en el extenso espejo frente a sí. Aún cuando la luz es tenue, rozando lo oscura, logra percibir lo tenso que se encuentra y como sus cerezos tiemblan, bajo la sombra de su nariz, que logra proyectarse justo encima de estos. Incluso su respiración lo delata como tal. Se encuentra palmeando sus casi inexistentes mejillas con ambas manos y pegando su frente al frío material, soltando un suspiro que termina por empañar todo el cristal y se desvanece una vez aleja su rostro.—Bien HanBin, lo mejor es que termines con todo esto de una jodida vez... Solo será una vez y si nos vimos, no me acuerdo. -Murmura con los ojos puestos en él mismo cuando de repente el ascensor se detiene y las puertas se deslizan, dejando ver el pasillo. Una vez más el pánico se hace cargo de su cuerpo.
El muchacho no sabe si es el nerviosismo o el vacío de aquel largo corredor el que hace en sus oídos retumbe el ruido de sus pasos, mismos que se detienen una vez su vista se topa con el número de puerta número 511. —Puta... Madre. —Pronuncia, su voz sale ronca, casi dormida, siente que sus palabras han salido expulsadas más fuerte de lo que quizás ha querido y antes de seguir pensando golpea la puerta, esperando internamente a que nadie atienda, pues con cada segundo se convence de la locura que está cometiendo.
— Adelante. —La anatomía del joven se tensa cuando esa voz que hace tan solo 24 horas atrás ha conocido suena del otro lado de aquel trozo de madera, invitándole a pasar, puesto que la puerta estaba sin traba alguna, seguramente, esperando su llegada desde hacía rato, teniendo en cuenta que llegaba con una demora de 10 minutos. —Ponte cómodo.
Recorre con la vista el lugar, paredes en tonos grises, piso de mármol blanco, las puertas del baño y del pequeño armario en el mismo color, junto con el cobertor y las cortinas que en los extremos del enorme ventanal colgaban, esperando a ser cerradas para dar paso a la intimidad, y en medio de estas, y supuso con la vista perdida en el artificial paisaje que era la ciudad, se encuentra una figura de proporciones perfectas, espalda ancha y porte lo suficientemente masculino como para que él se sienta intimidado.
La incomodidad del silencio le invade, volviéndolo un manojo de nervios que seguramente dice a gritos que quiere salir corriendo de allí. —La ropa... —Pronuncia la voz de su acompañante, haciendo que todo el cuerpo de HanBin se tense, y sus alarmas se encendieran. Era irónico, lo sabía. Sabía que tarde o temprano terminaría teniendo sexo con aquel desconocido, pero no esperaba aquellas palabras llegaran a sus oídos apenas cruzara la puerta y con tanta naturalidad con la que el otro las pronuncia. —¿Me estás escuchando? Deja la ropa junto a la silla. —"Ordena" con suavidad.
Sus manos tiemblan mientras se despoja de la ropa de forma obediente. Misma que torpemente ha doblado y dejado sobre el borde de la cama. HanBin nunca ha sido la persona más ordenada del mundo, pero necesita estirar el tiempo tanto como le sea posible, aún sabiendo que haga lo que haga, terminará con una escena en donde él, estará desnudo frente a aquel individuo. Y allí se encuentra, sin animarse a retirar el único pedazo de tela que aún le mantiene "protegido", el bóxer.
Quizás Jinan tiene razón cuando dice que él es algo estructurado para el sexo, y es que a diferencia del más bajo, no es alguien que pueda considerarse lo suficientemente libertino como para romper reglas y porqué no, terminar teniendo sexo casual con un desconocido. Desde que tiene uso de razón, HanBin solo ha tenido un solo compañero sexual, y justamente ha sido su pareja.
La mano que ahora sujeta su muñeca tira de él, haciendo que sus pasos sean hacia atrás antes de terminar girando y por ende siguiendo al sujeto. Espalda ancha, buen culo, quizás misma altura en ambos, y un porte lo suficientemente masculino como para HanBin saber que no es alguien ni versátil ni mucho menos pasivo... Y el culo ya comienza a dolerle de solo saber que seguramente entre los dos, él será el que se encuentre en cuatro gimiendo como la perra que seguramente al otro le gusta.
Nuevamente frente a un espejo. Esta vez uno de cuerpo entero y al igual que toda la habitación, un borde blanco lo enmarca. Ladea el rostro observando el reflejo que le es devuelto sin entender qué hay de interesante en él. Se dispone a voltear para encarar a su mentor cuando un par de manos le detienen, posándose sobre su cadera y por encima del elástico de la ropa interior que lleva. Traga dificultoso y alzando la vista lo encuentra. Pequeños ojos, cejas poco pobladas, nariz más pequeña que la propia y puede jurar que algo afilada a diferencia de la suya que es algo redonda en la punta, así como larga. Labios jodidamente carnosos y un mentón tan masculino que le hace pensar que hace juego con la mandíbula bien marcada que seguramente debe poseer.
Siente como la yema de los dedos del tipo se pasean por una imaginaria línea media de su desnudo abdomen. Roces tan superficiales como lentos que solo logran toda su piel se erice y se sienta incapaz de quitar su mirada de los ojos que por encima de su hombro asoman y le miran, esperando atentos cada reacción que él tiene para dar. No quiere bajar la vista, no quiere caer ante el juego del otro, aunque quizás y es eso lo que debería después de encontrar algo morboso que un sujeto que no conoce le esté tocando.
Aún cuando la luz de la habitación es poca, HanBin nota en su propio reflejo como sus mejillas se van tiñendo de un color rosado así como la forma en que su pecho sube y baja de forma exagerada debido a la sensibilidad que presenta ante el tacto ajeno. Jiwon sonríe para el otro, como avisándole que ahora sí, esta por comenzar y sin más desliza la punta de la nariz por su desnudo hombro, cuesta arriba, por el cuello hasta llegar a la curvatura del mismo.
Se toma su tiempo en descubrir a qué huele su alumno y HanBin piensa que todo se detiene. No entiende como algo tan minúsculo como ese movimiento está provocándole estragos internamente al punto de hacer que sus piernas tiemblen. No sabe si reír del nerviosismo o llorar debido a lo jodidamente bien que se siente y con ello llega el primer jadeo, uno tan involuntario que le hace dudar sobre cual sensible puede llegar a ser.
El sujeto continúa subiendo con calma, puede sentir la respiración de este sobre su oreja, tan caliente como su propia piel. Nunca se ha visto a si mismo tan estúpidamente inmóvil, nunca se ha encontrado así mismo de ese modo tan primerizo frente a Jinan. Intenta voltear el rostro, quiere verlo y responder preguntas que en su cabeza afloran. Sin embargo es la gruesa mano ajena la que le impide voltear, afirmándolo para que solo disfrute la vista que le está ofreciendo.
Poco a poco todo lo que su mente contiene se desvanece, ni si quiera es capaz de mantener los párpados abiertos cuando la masculina mano se cola entre sus prendas y explora su parte más sensible haciéndolo suspirar. Es consciente de como sus dedos le tocan y la falta de titubeo que en sus acciones se percibe mientras él solo se deja llevar, terminando por ahogarse en esa peligrosa marea que su compañero representa y en donde su anatomía lejos de querer salir a flote, solo parece nadar hacia abajo, en donde la curiosidad por saber cuanto más puede sentir le gana a la razón.
Inconsciente, HanBin deja su espalda choque contra el pecho detrás de sí y permite su cabeza encuentre lugar sobre el ancho hombro. Gime y no puede controlar el movimiento que su cadera inicia haciendo que el culo se friccione contra la erección que poco a poco detrás suyo comienza a despertar y que parece querer acompañar la que él mismo mantiene en ese momento. Quiere tocarlo, quiere que sienta todo lo que él está sintiendo en ese momento, pero eso parece imposible una vez el brazo ajeno le envuelve, afirmándolo contra él y respondiendo esos culposos movimientos en donde por primera vez, siente deseos se la metan. —Mngh... Mierda. -Masculla más para sí al notar la idea que le traspasa, y el sonrojo de su rostro acrecienta, algo que no pasa desapercibido a los ojos ajenos.
— No sabes lo que te haría ahora mismo. — Murmura contra su oreja de una forma tan ronca que cada porción de piel de HanBin se eriza y la voz se le pierde antes de terminar tan duro que puede asegurar que duele. Abre los ojos curioso una vez nota como la diestra le abandona, descubriendo como el rubio posa la vista en la suave forma de su anatomía y contempla orgulloso el modo en que lo tiene, descubierto y con una bien formada erección que pide a gritos sentir nuevamente el tacto suave de su mano. — ¿Te gusta? — Habla de nuevo aquella boca que parece no querer alejarse de su oreja, pues no hay distancia alguna entre ambos y la forma en que la jodida respiración sale chocando directamente contra su tímpano, seguido de una puta pero baja sonrisa que solo provoca se le seque toda la boca de solo centrarse en ello.
Nuevamente la presión se hace en su erección, envolviéndolo de una manera tan torturante como adictiva una vez comienza a deslizarse ida y vuelta por el largo del mismo, arrastrando consigo la fina capa de piel que le cubre y en donde viven la mayor parte de las terminaciones nerviosas. Sus quejas se vuelven jadeos y los jadeos gemidos tan sonoros como faltos de aire. Impulsa su cadera, acelerando así el ritmo que el chico intenta imponer sobre él, cambiando con frecuencia, haciendo que HanBin nunca se acostumbre y de ese modo se mantenga al límite.
Afirma sus manos en el cuerpo que detrás suyo yace, parece estar al borde de la cornisa de tanta adrenalina que en esos momentos le recorre y con mayor insistencia es que se mueve, hasta sentir cómo es que los movimientos cesan y en cambio el pulgar que le toca se haya presionando sobre el minúsculo orificio que, sobre la punta del falo se muestra haciendo que pequeños espasmos le invadan y todo el calor comience a concentrarse en la parte baja de su abdomen.— Por... Por favor. — Suplica, buscando con la vista borrosa un ápice de compasión ante tan placentera tortura. — Maldición, solo tócame.— Implora, y la suavidad de las carnosidades ajenas no se hacen esperar sobre la curvatura de su piel, intercambiando mordidas y succiones que saben en un par de horas dejarán marca.
Una de sus manos se cola entre ambos cuerpos y aunque lo hace de forma torpe, puesto que no puede coordinar bien debido a lo que experimenta, lo toca como supone le gusta, sin delicadeza alguna y brutamente. Quiere decirle que lo folle, pero aun es temprano y no se ve a si mismo en ese papel. Una de sus manos se cola entre ambos cuerpos y aunque lo hace de forma torpe, puesto que no puede coordinar bien debido a lo que experimenta. Siente sus jadeos y la forma en que los cerezos vibran contra su piel una vez los silenciosos gemidos escapan. Y quiere más de él; aún cuando su cuerpo comienza a fallar y las contracciones con una frecuencia más corta. Y nuevamente la mano que le envuelve le recorre, acelerando el paso, obligándolo finalmente a correrse, manchando alguno de sus dedos así como también parte del suelo.
HanBin percibe como el cuerpo del otro se aleja hasta perderse tras la puerta del baño y el espacio nuevamente hace aparición, haciéndole creer que el cuarto es muy grande para una sola persona. Está nervioso, como si tuviese que dar explicaciones por algo que solo es un secreto entre ambos y por el que él mismo ha pedido. Toma lugar en la punta de la cama y observa sus desnudos pies. Se siente avergonzado y aunque su respiración no es tan fuerte como segundos antes, aún se encuentra agitado.
Coge sus prendas y con rapidez se las coloca cuando siente pequeños ruidos -bastante conocidos.- llamarle. Voltea, y su corazón comienza a bombear desesperado. No puede evitar que sus pies se muevan en su dirección y la curiosidad de escucharlo un poco más le hagan detenerse junto a la puerta. Escucha sus gemidos y el ruido producto de la masturbación. Jodida y caliente mierda. Es su culpa el que el mayor se encuentre de ese modo después de todo considerando que nada hizo por ayudarlo.
No sabe cuanto tiempo ha pasado de pie allí, quiere huir y parece buen momento cuando la blanca puerta se abre y de esta asoma un reluciente sujeto. La vista de ambos choca una vez sale del cuarto de aseo; HanBin no entiende como puede lucir tan tranquilo luego de todo lo que pasó y ha escuchado. Muerde su labio al notar como pasa de él y lo sigue, volviendo a sentarse sobre el colchón que se encuentra sin abrir y siguiendo desde ese lugar, la masculina silueta que frente al ventanal se encuentra, tal y como lo encontró cuando puso un pie en el lugar. — Ve a casa, HanBin. — Pide haciendo que el aludido se sienta algo perdido. — Tócate, toca a tu pareja. Tienes un poco de tarea entonces. — Pronuncia, tan frío que no parece el mismo sujeto que hace segundos le miraba con deseo. — Nos veremos en una semana entonces, ¿Te parece?
HanBin asiente y sin esperar mucho o poner resistencia se encamina hacia la puerta, frenando cuando una pregunta ronda por su mente. — Tu nombre... Aún no lo sé. — Habla, disfrazando de queja el pedido que parece estar por detrás de este y es que vamos, no es agradable coger y no saber con quién lo haces.
— Solo dime Bobby.
Notas mías:
GRAAACIAS POR LOS MÁS DE 1K. <3
Primero que todo, me disculparé por tomarme más de 7 meses en subir el segundo capítulo. La verdad es que tenía la mitad escrito y lo otro simplemente nunca terminaba de gustarme y sí, lo reescribí muchas veces, MUCHAS. Y recién anoche me dio un ataque de iluminación y "pum" salió esto.
Lamento si no es lo que esperaban. :'( Intentaré no dejar pasar tanto tiempo para el siguiente capítulo. A decir verdad, iba a publicarlo para mi cumpleaños he he he -la semana que viene.- peeeeeero mejor ahora que me di un tiempito. <3
Por cierto, ando ayudando a administrar la página de IKON Fanfics, donde hay más escritores de couples del grupo, entre otras cosas que se suben. :)
QUIERO SUS COMENTARIOS Y ESTRELLITAS, a ver si me animo a subir pronto el otro capítulo que sí, ya comencé a escribir.
También los invito a leer los otros fanfics que escribo.
Esta será la única vez que escribo una notita en este fanfic. ;;;;
Gracias a quienes siguieron esperando y bienvenidos a quienes se suman ahora.
Denme comentarios y mucho amor. :'(
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