CAPITULO TRECE
MASQUERADE
"Búsqueda"
—¡Deidara-senpai, mire! —se oyó el grito de Tobi, desde su ave hacia la otra en el aire. El viento moviendo cada uno de sus cabellos libres.
Deidara se tomó la frente, intentando ignorar su presencia. Era el colmo.
—¡Es un conejito, Senpai! ¡Mire! ¡Mire! ¡Senpai!
—¡Cierra la boca! —respondió él, con molestia al oír sus gritos por casi milésima vez.
Tobi realmente era irritable cuando se trataba de misiones, pues actuaba como un niño al cual jamás sacaban de casa. Era cansador tenerlo todo el tiempo consigo.
Si seguía de esa manera de seguro habría que ponerle cadenas.
—¡Nadia-senpai! —y ahora molestaba a la castaña— ¡Deidara-senpai quiere que cierre la boca! —insistió , ahora posando su vista en dirección hacia la otra ave en donde viajaba Nadia.— ¡Nadia-senpai! ¡Regáñelo!
Deidara gruñó una vez más y de pronto, un tic en su ceja derecha se hizo presente.
"Vamos, no lo explotes" Se mencionó, recordando el acuerdo que había hecho junto a la castaña días atrás. Su ira, sí, tenía que controlarla.
—¡Deidara, no seas tan malo con Tobi! ¡Deberías reír un poco más! —opinó la mujer, con cierta gracia en su voz y observando como el rubio perdía su paciencia poco a poco.— No todo es guerra, ¿verdad?
Mofarse de Deidara era como un pasaje al cielo.
—¡¿Ves?! ¡Hasta Nadia-senpai dice que eres malo conmigo! —protestó el entusiasta de Tobi y Nadia solo rió.— ¡Discúlpese, Deidara-senpai!
Deidara no pudo más con la situación. Al diablo la promesa.
—¡Katsu!
Aquellas palabras fueron todo lo que bastó para que el ave de Tobi explotase, haciendo que éste cayera de lleno, gritando y quejándose. Mostrando así, mucho temor frente a las alturas.
Deidara sintió como una de sus promesas se quebrantaba en su cerebro. Aún más al ver el rostro de Nadia. No obstante, sintió algo de alivio también.
—¡Deidara-senpai! ¡Nadia-senpai! ¡Deidara-senpai! ¡No quiero morir! ¡Ayudaaaaaa!
Antes que el pelinegro pudiese caer al suelo, Nadia dejó que cayera sobre su ave de arcilla y luego hizo que aquella volase a un lado del rubio. Deidara pretendió hablar hacia la castaña, sin embargo, al ver a Tobi cambió su expresión de inmediato.
Otra vez el tic.
—Nadia, sé que hicimos una promesa. Pero si lo dejo caer es para que se caiga, no para que lo traigas de vuelta, hm. —Deidara explicó a voz lenta, aún con el tic sobre su ceja. Nadia alzó su brazo.
—¡Un Akatsuki que abandona a sus camaradas no debería ser llamado Akatsuki! —exclamó, y luego se largó a reír.
Pero Deidara no se rió.
—¡Asi se habla, Nadia-senpai! —siguió el juego Tobi, también alzando su brazo para luego hacer un choque con la castaña.
Deidara los observó, con una cara larga y frustada. Ambos parecían niños de kínder.
—Nadia, ya me bastaba con un chiflado, —dijo, haciendo una breve pausa para suspirar— y no necesito dos, ¿podrías comportarte? hm.
Nadia alzó los hombros, medio sonriendo. Por alguna razón aquel día se sentía feliz.
—Vamos Deidara, debes tener un poco de sentido del humor. No todo es gruñir hasta el cansancio. —respondió— Vamos, dame una sonrisa.
—¡Si! —exclamó Tobi a su costado— ¡Que Deidara-senpai sonría! ¡Nunca se ríe! ¡Si si!
Y de nuevo el tic. Deidara tuvo que contar mil bombas antes de casi explotar. "Solo ignóralos" se repetía una y otra vez en su cabeza. No dejes que se burlen de ti.
—Solo una, una sonrisita. —rogó la castaña y el rubio chasqueó la lengua— vamos Deidara, solo una ¿Si? —insistió, intentando poner una de sus caras tiernas.— Por favor.
—¡No, jódanse! —exclamó, molesto y por poco explotando todo al paso. Nadia cambió su expresión a una triste, como si quisiese llorar.
"Es una trampa" se dijo el rubio, intentando no caer, sin embargo, no tuvo más remedio que sonreír. A ver si así ambos cerraban la boca de una puta vez. Solo fueron unos segundos, pero eso fue suficiente.
—¡Yaaaas! ¡Deidara-senpai sonrió!—gritó Tobi, y Deidara lanzó una de sus arcillas explosiva sobre él, sin embargo, simplemente pasó a través de su cuerpo y explotó un árbol.— Uh, senpai, tiene mala puntería.
Y el tic no se iba. Deidara realmente se volvería loco con este hombre.
—Ya, ya ya mejor ignoremos esto y centrémonos en lo principal que es el kyuubi, ¿Está bien, Deidara? —sugirió la chica, con una media sonrisa nerviosa al ver lo molesto que estaba el rubio.
Finalmente, el rubio asintió y luego suspiró, haciendo que su tic se fuera poco a poco mientras que ella mantenía a Tobi en silencio. Ya era suficiente.
Entonces lo recordó, resulta que hace unos días se había enterado que un Jounin de Konoha había sido parte del ritual de Hidan, uno muy cercano a Kakashi al parecer. Y a pesar que ella había alcanzado a avisar sobre una posible persecución a dicha persona, no fue suficiente. Y se sintió mal.
También, había dado el aviso al Hatake sobre esta persecución hacia el Uzumaki; el jinchuuriki del nueve colas. Cosa de que él pudiese estar alerta sin bajar la guardia en todo momento.
Por otra parte, había vuelto a tener esa "buena relación" que antes tenía con Tobi, o bueno; ahora Obito. Y, a pesar que sabía sobre su actuación, solían conversar fuera de actuación constantemente en el bosque donde él había confesado su nombre. Sin embargo, aún seguía sin saber su verdadera identidad bajo esa máscara. Y la curiosidad era cada día más grande.
Obito, ese nombre se le hacía tan conocido pero... ¿De donde?
—¡Lo encontré! —el grito de Deidara frenó los pensamientos de Nadia, trayendo de vuelta su mente a tierra— ¡Ese hombre muerto probará mi arte!—insistió, sonriendo con superioridad.
Entonces, Nadia volteó su mirada y encontró al enmascarado analizando su rostro y cuerpo. No pudo evitar el sonrojo y nerviosismo que sintió en ese momento.
¿Miedo quizás?
—¿Al kyuubi? —preguntó Tobi, una vez miraba a Deidara mientras tocaba su cabeza. El rubio bufó.
—No, a Sasuke. El hermanito de Itachi.
Nadia se sorprendió, pues sabía que el rubio tenía una especie de obsesión con el sharingan y de superarlo, pero no tenía idea sobre esto de atacar al hermano menor de Itachi. Eso no estaba en sus planes.
—Espera, Deidar...
—¡Katsu!
Nadia ni siquiera pudo terminar, debido a que Deidara no esperó para lanzar muchas arcillas explosivas sobre él.
Todas exploraron con éxito, y el rubio se sintió superior. No pudo evitarlo.
En seguida, ambas aves bajaron a tierra, para así revisar si el Uchiha seguía vivo. Y según Deidara, ya estaba cocinado a la parrilla.
Pero Nadia sabía que eso era demasiado fácil para alguien de un clan sumamente poderoso. Y estaba segura, que Obito lo sabía también.
—¡Woooe, Deidara-senpai eres increíble! —exclamó Tobi con emoción, saltando a un lado del rubio mientras aplaudía. Deidara bufó.
—Lo sé Tobi, ese es mi arte ¿verdad, Nadia?
Nadia lo ignoró completamente. Era imposible que el Uchiha muriera así de fácil. No quería subestimarlo.
Y no se equivocó, debido a que la humadera que había frente a ella desapareció de pronto, mostrando así con claridad la silueta de Sasuke protegiéndose con una serpiente blanca.
Maldición, se dijo.
—Oh, Deidara-senpai... parece que no eres tan cool. —se mofó el pelinegro, arrepintiéndose de sus palabras luego que Deidara se lanzara contra él— ¡Lo siento! ¡lo siento! ¡Deidara-senpai!
Ahora quien tenía una cara larga era Nadia, quien los miraba con vergüenza. Si antes eran dos chiflados... ¡Felicidades! ahora ya eran tres.
—Por sus capas puedo adivinar que son de akatsuki. —Sasuke cortó el silencio, con su mirada inexpresiva— ¿Dónde está Itachi?
Todos quedaron en silencio a caras tensas, mientras Sasuke desaparecía a su serpiente. Luego, al no obstante una respuesta se acercó a la anbu.
Nadia tragó saliva.
—¿Dónde está el kyuubi? —respondió ella, antes que él pudiese hablar de nuevo a voz firme.
El Uchiha menor soltó una risa irónica.
—Como si me importara.
Namizuki lo observó de pies a cabeza, sin bajar su guardia y cuando iba a responder. Algo sucedió.
—¡Katsu!
Finalmente, Deidara ya había dejado en paz a Tobi y se lanzó en contra del Uchiha, quien sacó de inmediato su katana y comenzó a luchar contra él. Alejándose lo más posible de las explosiones.
Nadia dio un suspiro, sin embargo, tampoco iba a quedarse de brazos cruzados como Tobi, ella sabía que el artista no podía solo contra un portador del sharingan. Tenía un mal presentimiento.
Odiaba esa sensación.
—¡Tobi, cuidado! —gritó, saltando lejos de una espada de rayos proveniente de Sasuke.
Tobi quedó en el suelo, quejándose.
—¡Tobi no quiere morirr! —exclamó, desesperado y pleno de exageraciones.
La castaña lo miró una última vez y pensó que no tendría problemas si lo dejaba solo. Después de todo, era Uchiha Obito.
Aún así, tenía una chispa de molestia al verle actuar como idiota en una situación así.
—Joder. —murmuró, pues tenía que dejar de pensar tanto o todo saldría mal.
Sasuke ya había acorralado al rubio con las serpientes en cosa de segundos, por ello, Nadia aprovechó de atacar y por fin hacer algo por su amigo. Sin embargo, el Uchiha fue más rápido para detener su propia katana.
—No lo repetiré de nuevo ¿Donde está Itachi? —cuestionó el Uchiha, con la katana de la anbu casi en su cuello.
Nadia en un principio sintió temor al ver esos ojos rojizos, sin embargo, recordó sus entrenamientos con Tobi y Deidara. Por lo qué, de pronto con su pierna golpeó las del Uchiha haciéndolo caer, pero Sasuke no era idiota y escapó a tiempo para luego volver a atacarla.
Él iba en serio, así que ella debía hacerlo también.
Nadia sacó sus vendas lo más rápido que pudo e hizo unos sellos de mano. Sasuke estaba a punto de llegar a ella, no tenía mucho tiempo.
—Atsui kinzoku kiri no jutsu. (1)
Tras decir aquello, Nadia logró generar una niebla negra espesa con metales del propio aire, haciendo que Tobi gritase del miedo y dándole así una oportunidad de golpear al Uchiha, pero este fue aún más rápido.
—¡Nadia, no te entrometas! —gritó el rubio en advertencia, pero la anbu no alcanzó a reaccionar— ¡Katsu!
Varias explosiones se vieron a un costado de ella y del Uchiha menor, logrando que ambos saltaran en direcciones diferentes. Enseguida, Tobi se acercó a ella con desesperación.
Nadia comenzó a toser.
—¡Nadia-senpai! ¡Casi muere, yo sin Nadia-senpai no vivo! ¡Nadia-senpai! —lloriqueó el enmascarado, al ver como Nadia tosió un poco sangre y se tomaba el brazo con ardor. Lo tenía bastante quemado.
"Maldito hijo de puta" gruñó en su mente, al recordar la explosión de Deidara. No tuvo compasión.
Pero al menos te avisó...
—¡Deidara! —gritó luego, tras haberlo perdido de vista por la niebla. Y al parecer, al Uchiha también.
Nadia sabía que su compañero quería pelear a solas con él, pero también sabía que era imposible que este ganara. Ella sabía que era fuerte, le tenía fé... pero su miedo a que este fuera herido gravemente le hacía pensar lo peor. Por mucho que no tuviese que pensar así de tales criminales, no podía evitarlo. Deidara ya era parte de su vida.
Y Obito, Obito no ayudaba en nada.
—Obito... —medio murmuró con dificultad al divisar sus pies e intentó moverse, sin embargo, algo ataba sus extremidades inferiores.—¿Qué demon...? ¡Obito!
Sus piernas estaban atadas al suelo terrenal, y no supo en qué momento cayó en dicha trampa. Se sintió inútil, una vez más.
Por otra parte, el enmascarado observó hacia ambos lados para verificar que no hubiese nadie y luego posó su vista sobre ella, presionando ambos puños.
¿Es que acaso no le dijo que fuese secreto?
—No hay nadie, descuida.
Obito suspiró, agachándose para estar a su altura. Debido a que la anbu aún estaba en el suelo por las quemaduras de su brazo y pierna, además de las ataduras.
—¿Qué sucede? ¿Tienes alguna queja? —preguntó Obito, sin actuar y con esa voz grave que lo caracterizaba. No lucía con esa simpatía de siempre.
Nadia sintió un ardor en su pecho, no estaba siendo el mismo de siempre. Otra vez.
–Desátame, no dejes que Deidara muera, por favor. —rogó, casi al borde de las lágrimas. Esa presión de su pecho no le dejaba pensar racionalmente.
Nadia intentó desatar sus cuerdas, sin embargo, Obito frenó sus movimientos de golpe. Pero aún así, no respondió.
Su pecho comenzó a doler con más intensidad ir antes, era la misma sensación que tuvo cuando llegó a los escuadrones anbu y no quería que pasara otra vez. Tal vez, solo por eso creía que Deidara no sería capaz de ganar.
Tengo fé, tengo fé. Se repitió, como si las explosiones de sus oídos no fueran suficientes.
—Obito, s-sé que soy fuerte, que quiero destruir Sunagakure y que he hecho cosas malas pero... –el pelinegro tragó saliva, pues no sabía que decir o hacer. Más no quiso soltar sus extremidades— ¡También soy humana, tengo sentimientos, y no quiero que Deidara muera! ¡Por favor, Obito! ¡Te lo ruego! ¡Desátame o ve en su ayuda! ¡Por favor! ¡Algo me dice que no lo va a lograr, por favor!
Nadia se aguantó las lágrimas pero las ganas de sollozar no le faltaron, realmente esa sensación era horrible. Y Obito, solo chasqueó su lengua.
—No puedo.
Dicho aquello, amarró aún más sus piernas y tomó su katana, para luego así, desaparecer de su costado.
Nadia no supo cómo reaccionar, vio sus movimientos y vio aquel ojo carmesí que tanto la atormentaba. Pero aún así, por mucho que intentó moverse no pudo.
Ahí es cuando la mujer logró analizar en su mente que Obito iba enserio, por lo que golpeó el piso (o intentó hacerlo) y soltó algunas lágrimas. ¿Cómo pude llegar a creer que le importaban sus compañeros? Pensó. Rechinando sus dientes mientras intentaba desatarse.
Si Tobi/Obito no iba a ayudar a su compañero, ella lo haría. No, no lo dejaría morir.
// Espero hayan disfrutado la lectura, esto es un mundo alterno pero igual puede tener spoilers.
(1) Jutsu niebla espesa de metales.
¡Waaat! ¿Qué opinan? ¿Obito debió ayudarlo verdad? ¿Las cuerdas fueron coincidencia o...? No lo sé, adivinen ustedes jaja.
En fin, a este capítulo tuve que corregirle muchas veces y ya por fin me quedo a gusto jaja así que, sin más que decir les doy las gracias por leerme y que tengan un lindo día o noche!
Adiosin💞.
>Capítulo editado el 19/08/2018.
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