CAPÍTULO DIECISÉIS

MASQUERADE
"Luz"

Tras ver cómo la mujer caía con ese feroz rasengan, Obito tuvo la intención de ir en su auxilio, sin embargo, aún no podía hacer su aparición como la pretendía. Se supone que en aquel momento estaba en papel de "Tobi", era un akatsuki torpe y se lo había repetido miles de veces. Él no podía hacer más que observar, y agradeció el momento en que la vio volver al campo de batalla.

Nadia tenía unas cuantas quemaduras y su pantalón estaba algo roto, sin embargo, esa mirada de oscuridad que había en su rostro no avecinaba nada bueno. Nadie podía detenerla ahora, menos si aquella marca púrpura comenzaba a esparcirse por su rostro.

Obito estuvo curioso y medio sonrió, ni siquiera tuvo que haber dudado de su poder. Ella era poderosa y él más que nadie estaba seguro de aquello, puesto que había sido entrenada y requisada antes de todo esto. No había necesidad de rescatarla, para nada.

Nadia fue tras Uzumaki Naruto, quien por el momento ayudaba a Kakashi, sin embargo, en medio del camino se cruzó con Kiba. No tenía más opción que enfrentarlos.

—¡Gatsuuga!

La castaña logró esquivar el mortal ataque, y también se impulsó en un asta para lanzar a Kiba por los suelos. Akamaru aprovechó el ataque para ir por detrás y morder su cuello, sin embargo, Nadia fue un poco más rápida y con su katana lo lanzó al mismo lugar que su amo, hiriendo así una de sus patas.

—¡¿Y tú qué te ríes?! ¡Pedazo de imbécil! —exclamó Sakura, quien se aseguró de ir a por Tobi mientras sus compañeros enfrentaban a la ardiente mujer.

Obito tan solo soltó más risas, una vez que esquivaba a aquella mosca que intentaba llegar a él aunque fuese inútil. Mientras, de reojo observaba a Nadia luchar.

Adoraba tenerla de su parte.

Sobre todo por la reacción de Kakashi frente a ella. Te entiendo perfectamente, es igual a Rin. Se pensó en cierto punto, esquivando todos los golpes que venían hacia él. No podía estar más que feliz, pues todo iba a la perfección.

Para cuando finalmente Nadia logró acercarse a Naruto y Kakashi en medio de un ataque, Zetsu hizo su aparición. Aquello alarmó a todos.

—La batalla ya terminó. —afirmó Zetsu y Tobi asintió, mientras se aguantaba la risa al ver como Nadia chocaba con una pequeña rama— ¿Qué es tan chistoso?

—Nada, nada.

No obstante, Naruto no pretendía rendirse en contra de Nadia ni mucho menos en Sasuke. Ella actuaba extraño y había herido a varios de sus amigos, además de estar a favor del enemigo. Aquello no era normal, al menos no para alguien como él.

—Te haré recapacitar, tú no eres así. —dijo el rubio, segundos antes de intentar atacarla. Empero, Nadia logró zafarse con la ayuda de Tobi y ambos reaparecieron a un lado de Zetsu. Naruto frenó en seco, presionándose ambos de sus puños.

Todos estaban alertas.

—¿Quien ganó? —preguntó Obito, segundos antes de tomar levemente la mano de Nadia, haciendo que volviera a su estado normal. Ya no estaba furiosa, y su marca desaparecía de a poco— Eso, con calma Nadia-senpai.

Kakashi se alarmó un poco al notar la unión de sus manos, y comenzó a dudar poco a poco si todo esto era necesario para la misión que después de todo, estaba dada de baja. Nadia no estaba siendo la misma.

—Sasuke. —respondió Zetsu, y Naruto frunció el seño.

—¡¿Qué hiciste con Sasuke?! —exclamó casi por instinto, desesperado y bastante enojado.

Obito soltó una risa, era hora de dejar su papel de idiota.

—Itachi y Sasuke lucharon a muerte, Sasuke ganó. —explicó Zetsu, con una suave sonrisa al ver la expresión de todos.

Sakura parecía haber sido bañada en agua fría, mientras que Nadia observaba a la nada y permanecía en silencio. La razón de aquello era la mirada de decepción que recibió de Kakashi, puesto que si no fuese por el plan ojo de Luna quizás le habría dolido más. Era más que traición a ellos, a la aldea.

A su hogar.

—Me gustaría seguir charlando con todos ustedes, pero ya es hora de irnos. —habló Obito, alzando ambos hombros sin mucha importancia. Enseguida, todos se pusieron en guardia para atacar.

Era su chance, no podían dejarlos escapar.

Sin embargo, Obito fue más rápido con su mangekyo sharingan y se teleportó junto a Nadia, no sin antes hacer señas con su mano libre a los presentes. En cambio, Zetsu desapareció en el mismo árbol que estaban, dejando así a todos con un sabor amargo en la boca.

No lograron nada.
Nada.

Y, la pregunta que rondaba la cabeza de todos... ¿Realmente el menor de los Uchiha había asesinado a Itachi?

Ni siquiera Nadia lo entendía, no podía entender las lágrimas que comenzaban a avecinarse en sus ojos.

¿Qué era ese sentimiento tan amargo y putrefacto?

"...una vida nace, una vida muere..."

Aquellas palabras de Itachi que nunca paraba de repetir cada vez que podía, no lograban salir de mi cabeza. Era como un disco rayado que me repetía a gritos que no lo vería jamás, que no charlaríamos más y que toda su lucha fue en vano. Él siempre fue una persona serena, quien en un principio me causó temor pero... poco a poco fue mostrando su verdadero ser. Siempre que charlábamos terminábamos en lo mismo, Itachi era un muchacho bastante filosófico —para no decir que se cuestionaba la vida entera— y esa era la parte que más disfrutaba de aquel Uchiha. Él no era un criminal, no cabía en mi cabeza que haya podido asesinar a un clan completo con esa filosofía de vida.

Porque según él, cuando pequeño se la vivía repitiendo una y otra vez.

"...¿Qué es la vida? ¿Qué es ser un ninja?..."

Froté mis párpados una vez más, para probar si las lágrimas dejaban de salir por fin. Deidara, Hidan, Itachi... uno a uno iba cayendo como si lo tuviesen planeado en un libro. Si esto seguía de esta forma no podría avanzar, no podría seguir y mi corazón se iría pudriendo aún más.

Es que, el problema ni siquiera era ese, sino que, no debería estar llorando cada vez que alguien muere. Las personas lo hacen, así es la vida pero, ¿por qué duele tanto?

Kakuzu también estaba en la lista, por cierto. Nunca me llevé con él, pero aún así no celebré su muerte. Aquel suceso no me alegraba para nada.

Pero, con Itachi es aún más extraño. Él supo mi verdad casi desde el primer minuto y nunca me delató. Él me había aconsejado y era costumbre para mí verlo por los pasillos en la noche, o mirando la luna como si eso lo relajase de todo el embrollo en el que estamos en akatsuki.

¿Por qué duele tanto?

Quizás, porque ya me va quedando menos. O porque estoy considerando que el plan no es algo tan loco, porque los quiero de vuelta, a los tres.

Hidan tampoco me agradó en un principio, odiaba su manera de pensar y aún lo hago. Pero era una de las personas más entretenidas de este lugar, qué fácil era picarle por Dios. Su guadaña varias veces quedó trabada en mi cuarto cuando intentó sacrificarme, pero era lo de menos.

¿Por qué, entonces? ¿Por qué te dejaste vencer Itachi? ¿Por qué lloraba por un asesino?

Tampoco justifico lo de Pain, eso de atacar a Konoha fue bastardo e insensato. Mi única familia, Eren, está en ese lugar y casi muero cuando me enteré. No obstante, la ida de Konan fue más fuerte para mí que cualquier otra cosa. No comprendí su decisión pero aquello me hizo dudar de si debería hacer lo mismo.

¿Qué estaba haciendo? ¿Acaso estaba logrando algo?

Acaricié entre mis manos la textura de la capa que tenía sobre mi cama, una ennegrecida con nubes rojas; una capa akatsuki que me volvía a la realidad. Yo era uno de ellos, por eso dolía tanto escuchar o verlos morir.

¿Alguna vez fue así en los escuadrones anbu? No tenía la menor idea.

—¿Puedo pasar? —esa voz, esa maldita voz que no quería escuchar. Porque si la oía una vez más me quebraría.

No respondí, sin embargo, la puerta se abrió de igual forma y rápidamente limpié mis lágrimas. Él no podía verme así, aquí no se tenía permitido llorar. O al menos, él no se permitía llorar.

—Para que te digo que pases, —medio sonreí— si ya lo hiciste.

Kisame medio sonrió y luego torció el gesto, cerrando la puerta tras de él antes de acercarse a tomar asiento a un lado mío. Su enorme arma la reposó sobre la pared.

Era extraño, porque ninguno de los dos dijo palabra alguna pero tampoco era incómodo. Jamás había sido capaz de lidiar con Kisame de manera tan íntima como lo hice con Itachi o Deidara, sin embargo, solo con nuestra compañía podía entender lo que quería decir. No soy una adivina, pero tampoco era un misterio.

Somos seres humanos, antes que akatsuki.

—Con que murió ¿Eh? —murmuró después de un tiempo— No pensé que sería capaz de caer tan fácil.

—Yo tampoco. —respondí de inmediato, bajando el rostro casi por inercia.

De nuevo, el silencio.

—Deberías comer algo, —espiró, a lo que subí el rostro, algo confundida— Madara está preocupado por ti. No quiere que debilites fuerzas, menos ahora que estamos por llegar al objetivo.

Madara. Cierto, ahora era llamado de esa forma. Y solté una risa irónica.

—¿A eso has venido, Kisame? ¿No te duele haber perdido a un amigo, un compañero? —reproché casi por inercia, al ver su rostro pensativo mientras jugaba con sus manos.

El chico tiburón torció el gesto, un momento antes de posar su vista en mi.

—Mira... Nadia, —espiró, esta vez separando sus manos— no quiero que te lo tomes a mal, pero nosotros no somos como tú. Somos asesinos, disfrutamos la matanza, hacemos sufrir a la gente y hemos perdido tanto que la verdad una muerte más no es nada para las personas como yo... la verdad. Las personas mueren, Nadia.

Vi como tocó su cabellera azul con esa final sentencia y lo confirmé, aquello me hizo sentir molesta. Pero, era razonable oír una respuesta de ese tipo, porque ningún asesino como Kisame sería capaz de admitir que tenía sentimientos, que sí duele el perder a un compañero.

Es un asesino, no un monstruo.

—Tus ojos no dicen lo mismo. —espeté sin esperar respuesta, y me observó con algo de sorpresa— Sé que te duele, solo por el hecho de que eres humano. Conozco ese dolor y no es fácil admitirlo siendo un asesino en serie como tú, porque seguramente estás pensando que te lo mereces. Y eso de ser "débil" no va con ustedes los akatsuki.

Kisame me observó por unos cuantos segundos, al menos antes de restregar una de sus manos por su rostro, con rabia. No obstante, después espiró y con voz quebradiza dijo:

—Tengo que irme.

Tomó su arma y se puso de pie casi por instinto, para luego salir por la puerta sin siquiera molestarse en cerrarla. Mordí mi labio inferior con cierta culpa, pero sentía necesario decirlo. Era casi imposible que la muerte de Itachi no le hubiese afectado.

Nadie que viviera con Kisame se lo creería.

Solté un suspiro y pensé en levantarme, sin embargo, la voz de alguien me impidió bajar de la cama.

—Escuché todo desde allá afuera... —estúpido imbécil— realmente lo siento.

—Obito, no tienes que...

—Te traje un té, o bueno... algo así. —insistió, cerrando la puerta tras de él— No sabía cual podría gustarte así que los traje todos... —le oí suspirar, mientras veía como tocaba su nuca y sacaba de su dimensión una taza con agua y el té.

Yo... le sonreí, era primera vez que veía a Obito de esta forma y me parecía tierno de su parte. Aunque, eso no quitaba el rencor que permanecía dentro de mi por nunca hacer nada al respecto. No podía entenderlo, pero qué más da.

—Gracias. —murmuré, aceptándole las cosas.

A fin de cuentas era bueno tener una luz entre tanta oscuridad en este momento. Y por ahora, Obito era mi única luz.

// Espero hayan disfrutado la lectura, esto es un mundo alterno pero igual puede tener spoilers.

—o—

¡Hola! ¿Qué les pareció el capítulo? La verdad es poco pero ya se viene lo wenooo💓 así que paciencia. Que como prometí aquí está!

Espero les haya gustado y muchas gracias por leer, los amo💓

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top