CAPITULO CATORCE

MASQUERADE
"¿Qué es la vida?"


Tras haberme soltado después de un leve tiempo, caminé lo más rápido que pude y poco a poco sentí que estaba más cerca. Mis piernas y brazos dolían pero no me importó. Porque tal vez para muchos Deidara podría ser un terrorista y haber hecho cosas muy malas sin remordimientos, sin embargo, no podía negar el hecho de que le había agarrado un cariño enorme. Él salvó mi vida en cierto punto y yo debía de hacer lo mismo, aunque no quisiera mi ayuda.

Quizás, por este tipo de pensamientos es que no pertenezco a este tipo de vida. Ni a esta organización que me dio alojo. Siento mucho por los demás y sobre todo compasión, incluso por crimínales.

Que jodida estás, Nadia.
¿Donde quedó tu ideal de justicia?

Subí a un árbol y ubiqué las vendas que antes se posaban sobre mi frente en mi brazo tostado que ardía como mil infiernos. Al hacerlo, logré ver como Sasuke y Deidara seguían en su lucha incluso si no tuviesen la misma energía que antes.

—Demonios. —murmuré, mordiendo mi labio en señal de reproche a mi misma. Por ser una inútil, una débil que no era capaz de llegar y entrometerse. Tenía que apresurarme.

Tal vez Eren si pudo haberlo hecho más rápido, maldición.

En lo que restaba del bosque, por fin pude visualizar la silueta de Tobi u Obito, quien mierda sea. Él estaba observando desde otro árbol con una tranquilidad e infantilidad tremenda. Sí, a veces se metía en medio para ayudar por órdenes de Deidara pero era inútil.

Como a poner bombas subterráneas, por ejemplo.

Iba a entrometerme en el campo de lucha apenas me estabilicé y vi que el rubio no daba más, comenzando a quitarse unos hilos del pecho. Aquello fue sumamente extraño, tanto así que me sorprendió.

Él jamás había hablado sobre esa técnica con alguien, o al menos no conmigo. Que extraño.

Deidara comenzó a inflarse y oí unos cuantos gritos, ese fue el momento exacto que necesité para entender lo que aquella técnica significaba. Él moriría, se sacrificaría y por alguna razón sentí mis mejillas empaparse antes de saltar a su posición para impedir el acto final. Sasuke observó hacia mí con horror, creyendo que llegaría a su posición con éxito para atacarle. Él no podía moverse, pero era increíble como su estado alerta se mantenía intacto.

—¡Deidara! ¡No lo hagas! —grité, en cuanto estuve a punto de aterrizar y él me observó con pánico en sus ojos.

—¡Aléjate de aquí, estúpida! —fue su respuesta, apenas entendible por lo ancho que comenzaba a volverse su cuerpo— ¡Esto es algo que debo hacer, no te entrometas! ¡Es mi arte definitivo! ¡El arte es una explosión!

—¡Detente! ¡Por favor!

Apenas toqué el suelo quise correr hacia él, sin embargo, unos brazos tras de mí me apretujaron con fuerza y nos lanzamos juntos lejos de allí. Yo le di patadas, y varios golpes para que me dejara volver. Pero nada. Uchiha Obito era un mierda de persona.

"Nadia, aunque no lo creas me agrada tu presencia. Si sigues así, quizás me superes. No se lo digas a Tobi, hm..."

Tobi no me soltaba, sus agarres eran más fuertes cada segundo y su voz ordenándome calma solo permitían que las lágrimas siguieran escapando de forma descontrolada. Yo también lo estaba, pero era lógico sabiendo lo que estaba a punto de ocurrir.

—Basta, Nadia. —me reprochó, intentando amarrarme las manos para que dejara de golpearlo— Fue su decisión y debes respetarla, no actúes como una idiota.

—¡No! —grité en su rostro, mientras que mi respiración se volvía entre cortada— ¡Debo ir! ¡Tú no lo entiendes! ¡Tú eres un monstruo que finge, jamás lo entenderías!

Entonces lo escuché, a su jutsu más poderoso y a mi corazón romperse. Su técnica había dado frutos al haber explotado todo el lugar que los rodeaba, lanzándonos a ambos varios árboles más allá del sector inicial.

Mi corazón se quebró. Otra vez.

El mal presentimiento comenzaba a irse y estaba casi segura de saber el por qué. Deidara no estaba, él se había ido.

Mierda. Maldición.

Obito amortiguó nuestra caída con su cuerpo —el cual parecía ser fuerte—, y cuando notó mis lagrimas me apretó con más fuerza como si fuese un abrazo. Él sabía de sobra que yo intentaría volver al lugar en donde la persona que me salvó la vida —por así decirlo— había muerto y se aseguró de que no lo hiciera. Pero, ¿cómo no hacerlo? Demonios.

¿Acaso qué significaba la vida para un akatsuki? ¿Qué significaban los sentimientos en akatsuki? ¿O si quiera, los compañeros? Al parecer, nada. Ellos no eran humanos, de alguna u otra manera estaban a un nivel de deshumanización que no comprendería. Obito no era humano, Sasuke tampoco lo era, ellos eran monstruos. Soy una anbu de élite y solo por llevar el apellido de mi hermano, vi las sombras de cerca pero... jamás dejamos a un compañero atrás. Jamás.

Que idiota fui al creer que estos tipos eran personas como yo.

Me sentí decepcionada, ¿cómo si quiera me pude sentir en familia entre estas personas?

"Querido Kakashi-san, se acerca algo grande, no bajes la guardia. Porque tiene que ver con la aldea y no sé exactamente qué es. Destrucción, es todo lo que oí porque Pain es cauteloso. Tengan cuidado..."

Kakashi leyó una y otra vez el último párrafo de la última carta que la chica había enviado. En realidad, solo esa parte la volvía a repetir. No caía lógica en su cabeza para algo así, ¿acaso irían a por el bijuu tan pronto?

El peliplata bufó y lanzó la carta junto con las otras, luego se sentó en su cama y suspiró. Exhausto.

Kakashi estaba seguro que todo esto de la aldea tenía que ver con Pain, el verdugo de Jiraiya-sama. Eso lo tenía bastante claro, sin embargo, aún no podían decifrar el código que éste había dejado y eso lo tenía inquieto. Ya había perdido a mucha gente, no quería perder a más.

"Todo sale como espero... pero aún así te extraño, Kakashi-san..."

Eso no era lo único que lo mantenía inquieto, porque a pesar de haber estado con ella poco tiempo... igual sentía su ausencia en la aldea. Y le preocupaba, le preocupaba el hecho de que estuviera entre tanto criminal y sobre todo, que esa carta la había enviado hace un mes. Un mes.

Hace un mes que no sabía algo de ella, y le jodía. Es como si Rin hubiese muerto de nuevo. Así se sentía.

"...pero aún así te extraño, Kakashi-san..."

Kakashi finalmente se lanzó en su cama, más que exhausto. Mientras así observaba el techo vacío. Repasando esas palabras en su mente.

Obito ¿Qué hubieses hecho tú? Tú la amabas...

No pudo evitar que una risa sarcástica se escapase de sus labios al pensar en ello, como si Obito fuera a responderle. Que idiotez.

Apenas abrí mis ojos pude notar que ya no estaba en el bosque. Una guarida, una muy diferente a las demás con varias antorchas haciéndome ver el lugar en medio de la oscuridad. Tragué saliva y parpadeé un par de veces, sintiendo como el peso de haber llorado tanto hacía efecto en mis córneas. Observé mis manos e intenté moverlas, sin embargo, una cuerina azuleja me impedía aquel acto.

Estaba atada. Manos y pies.
Demonios.

Inhalé y exhalé con fuerza, tratando de calmar mis nervios a pesar de que por un momento me creí siendo sellada o sacrificada. No, no le temo a la muerte pero no pretendo irme aún. Tengo casos que resolver y una aldea que proteger. Esto tenía que ser nada.

Pretendí ser sigilosa al intentar zafarme de los cueros que me apresaban, sin embargo, apenas vi a Obito en la puerta me petrifiqué. Mi cuerpo quedó intacto y en modo de alerta. Ese imbécil.

Estaba sonriendo.
Aunque no era capaz de ver a través de su máscara pude sentirlo, era un hijo de puta.

—Hasta que despiertas, ha sido una larga siesta. —murmuró, acercándose a pasos lentos.

—Púdrete.

Oí una risa. Todo lo que recuerdo antes de quedar en blanco en el campo de batalla, es que me había golpeado en la cabeza para dejarme inconsciente. Aquello fue inteligente de su parte, puesto que, yo no le dejaba en paz y estaba fuera de control.

Pero me había molestado. Si tan solo hubiese llegado...

En ese momento le recordé a flor de piel, Deidara estaba muerto. Y no fui capaz de salvarle. Era una inútil.

¿Pero por qué querrías salvarle Nadia? Él era un criminal...

No, él era más que eso. Solo era un jóven en busca de hacer lo que amaba y mostrar al mundo su arte. Él no merecía morir, él no... Maldición.

Presioné mis puños con fuerza y mordí mi labio inferior, a la vez que corría el rostro para no verle a ojos cerrados. Ni siquiera pude despedirme, nada. Todo porque Obito no había sido capaz de ayudarlo como debía o al menos dejarme ser. Porque a fin de cuentas yo no era tonta y sabía perfectamente que el poder de Obito era mucho más grande que el que hacía ver a los demás.

¡Que era un Uchiha por Dios!

Pero no, él tenía que seguir fingiendo sin importar quien fuese el que muriese o estuviera a punto de morir. Ningún remordimiento por el rubio.

Joder.

—¿Lo has entendido ya? —volvió a hablar, esta vez posando ambas manos en la roca que me encontraba— ¿Has dejado la pataleta?

Quise escapar nuevamente, pero antes de poder hacerlo me rendí al saber que era inútil. Al menos por ahora antes de idear un plan. Me sentía una gallina cualquiera a punto de ser sacrificada.

Un suave sollozo se escapó de mis labios. Débil.

—¿Por qué? —murmuré a labios temblorosos, un tanto inquieta por las amarras— ¿Por qué lo dejaste morir?

Obito cruzó ambos brazos y se acercó a mi. La máscara por poco a escasos centímetros de mi mejilla.

—Para que comprendas lo cruel e inservible que son las personas y el mundo, que pase lo que pase nunca habrá paz... —dijo, y forcé las cuerdas, intentando salir.

—Estás loco. —fue más un murmuro que cualquier otra cosa, pero Obito me escuchó y se largó a reír. Quitó su rostro del mío también.

Una risa amarga, burlona y molesta.
Qué hijo de puta.

—Tal vez tengas razón... —dijo, soltando un suave suspiro al mover sus manos— Pero aún estando loco, sé que lo que digo es cierto. Tarde o temprano lo entenderás. Antes, cuando apenas era un genin, uno bien ingenuo... —su voz sonó dudosa, pero al carraspear ya no sentí aquella duda— Tenía varios amigos y una chica, a la cual quise mucho. Vivía en una burbuja donde todos creen que la vida es hermosa, sin desgastes. —dio otra pausa para tocar mi rostro, a lo que moví las amarras otra vez— Tú me recuerdas mucho a ella, ¿te lo había dicho? Agradable, sensible, comprensiva y siempre estás observándome. Pero como sabrás esta sociedad encadenada me la arrebató de los brazos. Las guerras, toda esa mierda envuelta por personas que supuestamente son héroes haciéndonos creer que después de todo, la vida mejora, cuando obviamente no es así. Es muy injusto, sin embargo, yo haré qu...

No lo dejé terminar.

—¿Por qué me estás diciendo esto?—pregunté, con un hilo de voz y algo confundida. La desesperación también era obvia.

Él soltó una risa nerviosa.

—¿Aún no lo entiendes? Eres igual a ella.

Abrí mis ojos de par en par al oír sus palabras, entrando en pánico casi por completo. Y recordé las palabras de Kakashi. No podía ser cierto, aún no sabía si Obito era de Konoha con certeza. Pero su sharingan lo comprobaba y si eso era así, lo más probable es que la chica de la que hablan ambos, sea la misma.

Mierda.
Kakashi-san, ¿quién es este tipo?

— Siendo sincero, —volvió a hablar, su voz bastante calmada para mi gusto— quiero que estés a mi lado para ayudarme a reconstruir este mundo y traerlo a la paz. Sin hipocresía, sin falsos héroes shinobis que prometen una paz incierta. Y ahora que sabes lo fácil que es perder a alguien querido... puedo asegurar que lo volverás a ver si te unes a mí. Todos conseguirían el mundo que siempre quisieron, Nadia.

Tragué saliva.
¿Acaso era una puta broma?

Comencé a pensar, demasiado. Su ideología no estaba tan errada después de todo. Y si... pudiese ver a Deidara de nuevo ¿También vería a mis padres?

No. Era un truco barato, estaba segura. Él era un monstruo y no podía confiar ciegamente en él solo por unas palabras que se asemejaban a mis ideologías. Además, ¿siquiera se puede revivir a las personas?

—¿Cómo sé si lo que me dices es cierto?  ¿Cómo puedo confiar en ti? —pregunté, con el semblante serio. Y sin quejarme de las amarras.

Mi corazón comenzó a acelerar su pulso de inmediato al ver como Obito comenzaba a quitársela, sí, su máscara. Así que finalmente revelaría su identidad frente a mí.

Mierda.
No esperaba esto, para nada.

Ahora estaba interesada, y tal vez un poco de acuerdo con su ideología. Él me hacía cuestionarme. Además, tenía que seguir a su lado si quería proteger mi aldea. Maldición. Maldición. Estaba jugando sucio y lo sabía de sobra. Pero...

—Ahora tienes un motivo para seguir mis ideales. —dijo— Si yo confío en ti, ¿por qué tú no puedes hacer lo mismo por mi, Nadia?

Maldición.
Sí, él había ganado.

De todas maneras, ¿qué es la vida para alguien como yo?

// Espero hayan disfrutado la lectura, esto es un mundo alterno pero igualmente puede tener spoilers.

¡Hola! Después de mil años por fin estoy de vuelta, ¿qué les ha parecido?

La verdad, edité mucho este capítulo porque aún no encuentro la lógica de ciertas cosas pero meh, se me ha ocurrido otra y esto es lo que ha quedado.

Sin más que decir me despido, muchas gracias por leer y que tengan un lindo día!

¡Feliz Año Nuevo atrasado!

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top