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Kimetsu no Yaiba no me pertence.
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Advertencias:
-Temas fuertes-
-Ooc-
-AU-
-Letra cursiva son pensamientos.
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Apoyada en el balcón, Nezuko, observa como sus medios hermanos se desafían entre si. La primera está harta, cansada, indignada y un sin fin de cosas. Él segundo por supuesto que no piensa en hacer caso a las advertencias de su media hermana, lo que le propone es algo normal, incluso la historia de diversas familias demostraba su punto. De verdad, que no entendía porque su preciosa Shinobu-chan se alteraba más de la cuenta. Douma solo la quería convertir en su mujer, en la madre de sus hijos y formar una bella familia, como en la suya. ¿Qué había de malo con soñar con eso?. Niega con la cabeza, a la vez que suelta un suspiro, recordando las palabras de su otro medio hermano.
Ellas son tan complicadas.
En el pasado no comprendió lo que quiso decir él favorito de Muzan, pero vaya que ahora lo hacia.
-¿Qué dices?- Una sonrisa retorcida se forma en su pálido rostro, en tanto le extiende su mano derecha como si fueran a formar un trato.
-¡Qué te pudras!- se lo hace saber.
-¿Por qué?- forma un puchero él de pupilas arco iris.
-¡¿Quién en su sano juicio aceptaría casarse con su propio hermano?!-
-Ni que fuera un mal partido- se queja, cruzándose de brazos.
Es guapo, rubio natural, fuerte, valiente, manipulador, carismático, alguien que le encanta torturar a sus victimas, mientras estos piden piedad, clemencia, es decir, él hombre perfecto para toda chica, en su muy humilde opinión.
Entonces...
¿Qué estaba mal con su dulce y preciosa Shinobu-chan?.
-Somos hermanos y tenemos la misma sangre, cabeza hueca-
-Solo llevamos la mitad nuestra sangre- repite lo obvio.
-Tenemos él mismo padre- sentencia con seguridad la de baja estatura.
-Tenemos diferentes madres- le recuerda.
-¡Vete al infierno!-
-Ya estamos en el- se acerca peligrosamente a la joven.
Por instinto, Shinobu, agarra la daga que siempre trae consigo y se pone en posición de defensa.
Un movimiento mas, le cortaría la lengua y las manos, lo promete.
-Eres tan preciosa- de un momento a otro, acaricia su fino rostro. Shinobu se queda congelada en su lugar.
Douma es rápido y veloz, no por nada estaba al nivel de Akaza, aún así, le faltaba mucho para llegar al nivel, del favorito de Muzan.
Débil y frágil
Odiaba sentirse de esa manera, porque muy dentro de sí misma.
Sabia que Douma estaba jugando con ella y llegaría un momento en el que de verdad, él se ponga serio y que si eso pasaba tendría que estar lista para enfrentar las consecuencias.
-Haré que enloquezcas, por y para mi- Shinobu aprieta los puños con fuerza, se siente indignada con cada palabra que suelta Douma, incluso su estomago se le revuelve.
Porque Douma, es asqueroso, sucio, repugnante, indecente, perverso, retorcido, y montón de cosas mas.
-Nos vemos, Shinobu-chan- se despide con falsa galantería-
Shinobu solo ve como él se aleja de ella y este comienza a tararear una extraña melodía.
Entonces...
Levanta un poco la cabeza y se encuentra con su medio hermana, quien solo le da la espalda y desaparece de su vista.
-Señorita Nezuko, soy Makomo- habla desde fuera de la puerta.
-Entra- pide.
Makomo le extiende un vaso de agua junto a unos sobres blancos.
-Gracias-
Nezuko mezcla el agua junto a esa sustancia, es diferente a las anteriores concluye con rapidez.
Todos al ser hijos de Muzan tomaban una dosis pequeña de veneno, desde muy corta edad.
El Mitridatismo, era una práctica que pasaba de generación tras generación.
Una vez que finaliza, deja el vaso de vidrio sobre una pequeña mesa y mira directamente a Makomo
-¿Dónde está Inosuke?-
Como si se tratara de una especie de llamado divino, aparece su hermano menor, destrozando parte de su habitación. Makomo ríe con suavidad. Nezuko niega la cabeza, en tanto le quita la mascara de jabalí y él de pupilas verdes no tarda en hacer oír sus protestas.
-Devuélvemelo- exige él de mechones azules.
-No- declara con burla.
-Tsk.- chasquea la lengua con irritación.
-No creí que tardarías tanto, normalmente es al revés. -arquea una ceja. -¿Qué fue lo que te entretuvo?-
-Vámonos, se hace tarde- ignora la pregunta a la vez que salen.
-Nos vemos, Makomo- se despide la de cabellos negros y largos, acompañada de su hermano menor.
-Que le vaya bien-
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