03: Fiesta en Halloween

Fiesta en Halloween

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Hace siete años estaba nervioso porque no quería que Cara asistiera a la fiesta, sé que eso fue egoísta, pero es algo que no me importa. No quería que otro hombre siquiera respirara el mismo aire que ella esa noche.

Para suerte y mala suerte ella llegó a la fiesta justo en el tiempo en el que yo me retiré de la entrada. Al final fue más rápido que ella, pero esa rapidez me convirtió en un idiota y mis deseos fueron mucho más grandes esa noche. Me acosté con la pequeña Cara y desde ese entonces no he dejado de pensar en ella, he soñado con ese trasero cada noche de mi vida durante los últimos años y lo que más quiero ahora mismo es que ella entre por las puertas.

La mansión está decorada como todos los años, el camino para el corderito se encuentra iluminado y lleno de obstáculos. Aunque tenemos una lista con las mujeres que tendremos, es mucho más retador y misterioso que ellas corran y crean que no las vamos a encontrar.

—Yo no creo que venga, la mujer nos odia —menciona mi hermano.

Lo veo ponerse la capa nueva y pienso que tiene mucha suerte. No tiene una regla como la mía, lo que significa que no lleva las bolas azules hace siete años porque no se ha podido recuperar de una virgen que es su futura esposa.

—Vendrá —aseguro—. La mujer estará aquí y estoy seguro de que tendrá el disfraz más sexy de la fiesta.

Cara es retadora y está empeñada en ganar. No tiene miedo de nadie y si por ella fuera arrasaría con todos a su paso con tal de conseguir lo que quiere. Está enojada porque cree que la he humillado los últimos siete años, pero si yo no estaba en la fiesta ella tampoco podía estar. No iba a ser el único que no pudiera disfrutar.

A mí me tocó utilizar mi mano por todos estos años y ella debió utilizar sus dedos y los consoladores que ha pedido en internet para poder satisfacer sus necesidades porque no he permitido que esté con ningún hombre.

—Bueno, esperemos que tu querida prometida venga y no arruine la fiesta. La mujer es una maldita víbora y aún está joven. No quiero imaginar cuando tenga cincuenta años —Finn recoge su máscara y sale de la habitación.

Sabiendo que ya todo está preparado y que solo esperamos que sea la hora para recibir a las personas decido acostarme un rato porque la noche será larga y necesito estar al cien para hacer todo lo que tengo en mente.

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Cuando desperté ya todo estaba oscuro y maldije porque la música estaba en su máximo volumen y sabía que si Cara decidió venir ya estaría en la fiesta bebiendo e intentando descubrir cuál de todos los hombres presentes es su lobo.

Me pongo el disfraz y me aplico la loción que deje de utilizar hace siete años porque no quería que la mujer me descubriera. Recojo mi máscara y antes de ponérmela salgo de la habitación para reunirme con los demás hombres en la oficina donde entregaremos la lista y cada uno mira que la mujer que aparece en la lista, es la que eligió para el juego.

—¿Qué estabas haciendo? —pregunta mi hermano.

—Follando su mano, es lo que hace todos los años en esta fiesta —dice el idiota que considero mejor amigo.

—Me quedé dormido —confieso.

Derry y Jake se acercan a mí y extienden su mano ofreciéndome un sobre rojo donde imagino está el dinero que debían traer. Este dinero no es sobre las corderitos, aquí no prostituimos y mucho menos vendemos a las chicas, nuestro juego está lejos de ser eso. Ese dinero es un aporte que cada hombre debe hacer para la inversión de la decoración del juego del próximo año.

—Yo estaré con EC, sabes que no la cambiaré.

—Yo voy con Dara, ya tenemos la edad suficiente —menciona el menor de mis primos.

Ben acaba de cumplir veintiún años y Dara tiene diecinueve, lo que me recuerda cuando Cara cumplió los diecinueve años, vino decidida y con un disfraz descaradamente revelador, pero cuando le hicieron quitar la máscara y descubrieron que era la vetada casi muere. Sus mejillas se enrojecieron y peleó con los chicos de la puerta, pero nadie la dejó entrar.

—Tengo diecinueve y una credencial.

—No puedes entrar, así que puedes devolverte.

Su pataleta fue escuchada por las pocas personas que había presente y considero que eso fue lo que más la enfureció. La gatita de esa noche tuvo que volver al nido de donde salió.

—¿Tienes a Cara? —pregunta mi hermano.

—Siempre la he tenido —digo con superioridad.

Nadie más que yo la podrá tener, no sé qué voy a hacer durante este año, pero la mujer será mi esposa y ningún hombre de la ciudad se atreverá a mirarla o desearla.

Reparto las listas y todos quedan satisfechos con los nombres que están emparejados. Sería extraño que no fuera así, ya que las parejas las forman ellos mismos y nadie les exige estar con alguien que no quieren.

El noventa y nueve por ciento de las parejas de lobo y cordero de la fiesta ya vienen hablando mucho antes, así que no es mucha sorpresa.

Esta vez somos veinte lobos, algunos son familiares y otros son simplemente amigos de la familia que se han adaptado a la tradición que viene desde la época de nuestros padres.

—Cada uno póngase la máscara y ocupe el lugar que se le indicó —menciono antes de salir de la oficina.

Cada uno sigue mi indicación y cuando estamos en el lugar indicado empiezo a hablar a través de la máscara. Busco por todo el lugar a mi bruja descarada y cuando creo que no vino, logro ver una pequeña con un disfraz de ángel.

Tiene unas mallas blancas que cubren todo su cuerpo y sobre ellas únicamente lleva una tanga y un brasier de encaje. Unas alas cuelgan de su espalda y sus rizos desordenados.

Sus ojos recorren todo el lugar y cuando se conecta con los míos sonríe y levanta la copa que lleva en sus manos. No puedo pensar nada y mi voz desapareció, no creí que ella fuese capaz de utilizar algo como eso.

Miro hacia donde están los lobos y la mayoría tiene su mirada en mi bruja descarada y quiero correr y tapar todo su cuerpo para que nadie tenga ningún derecho de mirarla, pero no puedo hacerlo porque entonces agilizaría las cosas y seguramente la mujer me daría una patada en las bolas y se iría dejándome solo mientras me retuerzo de dolor.

—Después de siete años de no estar aquí, regreso junto a ustedes —menciono sin apartar la mirada de Cara.

Con esta revelación debe estar armando el rompecabezas y descubriendo que su lobo siempre estuvo frente a ella.

—En la noche de hoy la cacería empezará antes de lo que se tenía previsto.

No creo que pueda esperar tres horas más, lo que más quiero en este momento es agarrar a mi bruja y llevarla a la habitación para que podamos repetir todo lo que hicimos hace siete años con la diferencia de que ella no llevará los ojos vendados y podrá observar cada cosa que haga.

—Beban sus copas de vino y luego las participantes diríjanse al inicio de la carrera, tendrán diez minutos de ventaja.

Me despido y todos volvemos a la oficina donde algunos me reclaman por adelantar la cacería, pero esos reclamos son lo menos que me importa esta noche. Tomo el último sorbo de mi whisky y me dirijo al inicio de la carrera donde todas las participantes ya salieron, menos Cara, quien se encuentra de pie como si estuviera debatiendo entre participar y no hacerlo.

—Deberías correr, te quedan cinco minutos de ventaja —menciono acercándome a ella.

Sus ojos se conectan con los míos y la veo sonreír como lo hizo durante la presentación.

—Ya descubrí quien eres, Aiden —mi nombre se escucha jodidamente perfecto en su boca.

—No lo creo, bruja.

Niega, camina hacia mí haciendo que yo retroceda al instante.

—Fue una completa sorpresa para mí descubrir que el hombre que he estado buscando estos siete años ha estado. Déjame decirte que fuiste un completo idiota.

—¿Cuánto tiempo te llevo descubrirlo?

Rodeo su cuello con mi mano y la acorralo contra la pared más cerca a nosotros. Los ojos de la mujer se abren como platos y antes de que sus manos puedan agarrar mi máscara llevo sus brazos sobre su cabeza.

—Esto es un juego Cara, así que corre porque no tendré piedad cuando te atrape.

Me aparto de ella dándole una distancia prudente y veo como arranca a correr sin mirar hacia atrás. Dejo pasar varios minutos antes de ir a buscarla.

Ella conoce muy bien esta casa y los alrededores seguramente intentara escabullirse en un lugar donde se sienta segura, esa sería la pequeña casa que hay entre la casa de su padre y la mansión, así que voy hacia allá.

Veo como alguno de los chicos ya encontraron a su cordero y no hay miedo en el rostro de ninguna de las mujeres que regresan a la mansión. En el momento en que encuentran a su cordero empieza el mes de satisfacción donde harán todo lo que tienen en mente.

—Voy por ti, ricitos.

Bruja, descarada, ricito, pequeña. Cualquiera le queda perfecto a la mujer que está escondida, pero puedo jurar que quiere que la encuentre lo antes posible, lo vi en sus ojos.

Al rodear la pequeña casa logro ver parte del pequeño disfraz que ella lleva puesto y sonrió, seguramente busco ese lugar porque sabía que la encontraría allí.

—Te encontré, bruja.

—¡Oh Dios!

Cuando la levanto al aire debo dejarla de inmediato, ya que logra golpear mis pelotas con uno de sus pies.

—Lo siento —murmura cuando me ve inclinarme.

—Jodida mierda, ¿no quieres que te folle?

—No quería golpearte allí.

Espero a que el dolor pase y me enderezo.

—Cara, ¿aceptas ser mi corderito por el siguiente mes?

Es una pregunta que se debe hacer por la tradición, aunque es muy seguro que ellas digan que sí e incluso se marchen junto a nosotros sin tener la necesidad de hacer la pregunta.

—¿No trabajaré en ese tiempo? —pregunta.

—Eso depende de ti y todo lo que resistas.

—Acepto.

Su respuesta llega rápida, creí que iba a preguntar qué sería lo que haríamos, pero ambos hemos esperado mucho tiempo por este momento como para desperdiciarlo.

—Arrodíllate.

Ella hace lo que dice. El terreno es rústico y sé que sus rodillas se van a maltratar mientras follo su boca, pero eso es un castigo por no correr cuando se le pidió.

—Bájame el pantalón y chúpame la polla.

Sus manos tiemblan mientras va haciendo lo que le pido. Cuando saca mi polla medio erecta se relame los labios con anticipación antes de llevar la punta a su boca. Gimo cuando pasa su lengua, siento como mi polla empieza a endurecerse completamente cuando ella intenta tragar.

—Despacio, tenemos mucho tiempo —aclaro.

—¿Cómo debería llamarte?

—Lobo, porque eso es lo que soy para ti.

A través de la máscara veo como intenta llevar toda mi polla a su boca, pero las arcadas se lo impiden. Sostengo su cabello y tomo el ritmo de esta mamada, follo su boca y me deleito como lo he soñado en los últimos años. Cuando estoy a poco de correrme salgo de su boca y la pongo de pie.

—Quítate la máscara —pide entre jadeos.

Antes de hacer lo que pidió la levanto y rasgo la maya junto con su pequeña braga y me hundo en ella robándole un jadeo.

—Jodido Dios, extrañe mucho este coño.

Me quito la máscara y ella lleva sus manos de inmediato a mis mejillas.

—Algo me decía que era el imbécil mayor —murmura entre jadeos.

—Voy a follarte toda la puta noche, me estoy odiando por esperar tanto tiempo.

Bajo su sujetador y chupo esas hermosas tetas que no tuve la oportunidad de disfrutar como quería hace siete años. Sus ojos se ponen blancos cuando mi pulgar masajea su clítoris haciendo que su coño aprieta más mi polla.

—Lobo, ¡Ahhh!

—Voy a llevarte a mi apartamento y te amarraré en mi cama y luego haré un desastre contigo —aseguro.

Mis dientes traquean por la fuerza que hago. Estoy a punto de correrme, pero quiero que ella lo haga primero, así que paso mis dedos por su coño recogiendo la humedad que sale de este y los deslizo en su boca.

—Voy a corromperte el siguiente mes, voy a joderte para cualquier hombre así como me jodiste a mí.

—Ya lo hiciste —murmura entre jadeos.

Siento como mi polla empieza a gotear en su interior y no me detengo. Mis embestidas se tornan rudas mientras que su coño me aprieta aún más.

—Lobo —murmura—. Voy a correrme en este instante.

—Lo puedes hacer, correrte junto conmigo, bruja.

Ambos nos corremos y siento como mis piernas pierden fuerza, pero nos sostengo a ambos para no caer. La cabeza de Cara descansa sobre mi hombro mientras trata de recuperar su respiración.

—Esto es solo el comienzo —digo en voz baja—. Voy a follarte toda la noche y los próximos treinta días.

—Eso espero, llevo siete años sin que me follen —confiesa.

Sonrió al escucharla, eso es mi culpa y no me arrepiento de nada. La bajo y cubro su cuerpo con la capa que llevaba puesta para que nadie pueda ver el desastre que acabo de hacer.

—Eres un gran imbécil, no creas que ya me caes bien —dice cuando empezamos a caminar.

—Voy a caerte muy bien, ricitos.

—¿Cómo es que no pude reconocerte?

—Yo tampoco lo sé.

Sabía que ella tenía sospechas, pero hice hasta lo imposible para que no mirara hacia mí, cuando intento preguntarme la evadí.

—Vamos para mi apartamento —digo.

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