02: La invitación
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Presente
(La invitación)
La cabeza me zumba, no debí aceptar esa salida a Amber, sabía que me haría tomar todas las bebidas que deje de tomar cuando estuve hace siete años en la fiesta de los Barrett, pero según ella ya era justo.
Hace dos años me gradué de la universidad y no tomé ni una cerveza en la celebración, no quería acabar con un tipo en la cama y después no recordar nada. Hace tres años trabajó en Industrias Barrett y ha sido lo peor que hice después de ir a esa fiesta.
Los hermanos Barrett me detestan y han hecho mi vida imposible desde ese entonces, su madre, por el contrario, ha sido un pan dulce conmigo, siempre tan atenta y asegurándome que llevaré su apellido en algún momento —primero muerta— no quiero saber nada, absolutamente nada de sus hijos.
—Llega tarde señorita King —menciona el imbécil mayor de esta empresa.
—Justo a tiempo, creería que más temprano de lo que se debe —pongo los ojos en blanco al mirar mi reloj.
Mi entrada es a las ocho en punto, pero siempre llego una hora antes, hoy es la excepción, estoy entrando diez minutos antes de las ocho.
—Al parecer tuvo una buena fiesta.
—Mi vida fuera de la empresa es algo que a usted debe importarle menos —digo saliendo del ascensor en mi piso—. Imbécil.
Las puertas se cierran y no pasó desapercibido su sonrisa de lobo —ya quisiera que Aiden fuera mi lobo— me hace la vida imposible, hasta el punto de que he querido renunciar un puñado de veces.
—Buenos días, Shane —saludo a mi secretaria antes de entrar a mi oficina donde encuentro a mi amiga con dos enormes tazas de café.
—Te odio mucho —digo tomando asiento.
—Anoche no mencionaste eso.
—¿Cómo llegué a mi apartamento? —pregunto.
Tengo la mente en blanco, después de mi octavo chupito de vodka y odio eso.
—Alguien pasaba por allí y se ofreció a llevarte.
—¿Quién?
—Tu enamorado de toda la vida.
—¿Por qué dejaste que él me llevará? Sabes cuánto odio a ese imbécil.
—Odias no poder estar entre sus sábanas, por cierto, aquí te envían.
Desliza un sobre rojo brillante que me produce escalofríos. Cuando saco la tarjeta de su interior tiene mi nombre bordado en letras doradas con la dirección de la mansión de los Barrett.
—No voy a ir, me negaron la entrada por putos seis años.
—Este es el séptimo y te están haciendo una invitación especial, ¿no quieres saber quién es tu lobo?
—No voy a ir a esa fiesta, fue una humillación lo que hicieron conmigo.
Cuando desperté al día siguiente estaba envuelta en una bata y acostada en mi cama. Mi mente se nubló cuando tuve mi primer orgasmo real y desde esa parte no recuerdo nada, sé que me follo como una maldita bestia porque todo me dolía, pero siete años después no pude descifrar quien era.
Me había hecho la idea de que era uno de los Barrett por sus hermosos ojos verdes, pero ninguno de esos dos imbéciles puede ser mi lobo.
Al año siguiente quise entrar, pero de la puerta no pude pasar porque me hicieron quitar la máscara que llevaba puesta y aunque ya tenía mi credencial no me permitieron entrar causándome la mayor vergüenza de ese año. Lo mismo pasó al siguiente año y el siguiente hasta pasar seis años de vergüenza.
—Puedes humillarlos tú a ellos, ahora eres una invitada especial y lo mejor, podrás encontrar a tu lobo.
—Solo espero que esté bromeando, además ya tengo planes para ese día.
—¿Visitar a tu madre?
—El mejor plan para Halloween, además acompañaré a Emilia y los niños.
—No creo que Emilia saque a los niños, apenas tienen tres años.
—Es la mejor edad para que sus bolsas estén llenas de dulces —menciono.
Tecleo algo en mi computador y luego la miro nuevamente.
—Te regalo la invitación a ti, aunque no la necesitas, ya que llevas saliendo con Gal siete años.
—Solo piénsalo, será grandiosa además encontrarás a tu lobo —me recuerda.
Se pone de pie y me recuerda la taza que aún está sobre mi escritorio. Humeante y delicioso café de la cafetería que Aiden mandó a instalar hace un par de años en la empresa.
—No voy a ir —digo una última vez antes de que salga de mi oficina.
Después de debatirme entre los nuevos reclutas para las vacantes que se abrieron hace un tiempo y la dichosa fiesta, debo dejar todo tirado y marcharme.
Tengo muchas ganas de volver a estar en una fiesta de esas y poder encontrar a mi lobo, pero odio que me hayan humillado los últimos años, peor aún, que no haya podido encontrar un hombre para follar, ya que los que se acercan a mí no duran ni una semana cortejándome antes de desistir y los que suelen gustarme me aburren rápidamente.
—Voy de salida, si tengo algún documento que firmar me lo puedes enviar vía correo —le pido a mi secretaria.
—El señor Finn solicitó verla en veinte minutos.
El menor imbécil de los Barrett. Parece que mi día empeora cada vez más. Despertarme con dolor de cabeza, encontrarme a Aiden, la invitación y ahora reunión con Finn.
—Dile que tuve una emergencia.
—No creo que estés tan mal para que me vean por quince minutos.
Un escalofrío recorre mi cuerpo. Finn es dos años menor que Aiden, pero tienen casi la misma estatura, los mismos ojos verdes y el castaño en su cabello. Las personas que no los conocen podrían decir que son gemelos.
—Tengo una urgencia, Finn.
—Señorita King, necesito que me ayude con una recluta y debe ser hoy.
—No soy tu perro, idiota —digo sin ningún arrepentimiento.
El primer año les tenía miedo, no era capaz de enfrentarlos y mucho menos llamarlos imbécil en su cara porque temía que me despidieran y defraudar a mis padres y su familia, pero en el segundo año cuando tuve que enfrentarme a Aiden por ser un maldito imbécil supe que ellos no podía hacerme nada porque según la señora Orla, soy una ficha muy importante en esta empresa.
—No eres mi perro, Cara, pero eres la jefa y todos pasan por ti para poder entrar a la empresa. Necesito este favor.
—¿Quién es?
Debe ser muy importante para él, ya que acudió a mí y su tono de voz no es tan duro como en anteriores ocasiones.
—Una amiga a quien le debo un favor.
—Sabes que no hacemos favores, quien entre debe ser por méritos y sus habilidades.
—Tú entraste sin tener ambas —dice entre dientes.
—Que te jodan, no ayudaré a tu amiga.
Ignoro lo mucho que tenga por decir, no voy a ayudarle por imbécil. Está bien que entre fácil a la empresa, pero mis años en la universidad, mis investigaciones y los aportes que he hecho en los últimos años han testificado mi buen desempeño y labor en Industrias Barrett.
Cuando estoy en la primera planta me encuentro nuevamente con Aiden y no sé qué estaré pagando. El hombre me mira, pero lo ignoro pasando junto a él a toda prisa.
El viaje hacia mi apartamento fue corto y agradecí no estar en la casa de mi padre porque hubiese sido un viaje de casi dos horas y no hubiera soportado estar tanto tiempo en auto.
Llegar a mi apartamento, quitarme los tacones y meterme en mi cama fue lo mejor que pude hacer en toda la mañana. Tal vez no debí levantarme y mucho menos asistir a la empresa sabiendo que no me sentía tan bien y que Aiden y el imbécil de su hermano podrían arruinar aún más mi mañana.
Cuando me desperté pasado el mediodía pedí algo de comer y me comunique con Emilia quien me dijo que iría a visitar a los padres de su esposo el día de Halloween por lo que nuestros planes para ese día quedan cancelados.
—¿Llevaste la invitación contigo? —pregunta Amber cuando atiendo su llamada.
—La voté —miento, la metí en mi bolso antes de salir de la oficina.
—Te conseguiré otra —asegura—. Serás mi acompañante esa noche.
—No voy a ir, tengo planes, además asistirás con Gael.
Aún sigue siendo muy raro que me hayan enviado esta tarjeta. Podría preguntarles a los hermanos Barrett porque me invitan ahora, pero no soporto estar con ellos por mucho tiempo, tienen la capacidad de irritar y enojarme en poco tiempo.
—Voy a colgarte, mi madre me está llamando.
Finalizo la llamada sin recibir alguna respuesta por parte de ella. Seguramente esté ideando algún plan con el cual me pueda convencer para asistir a la fiesta, aunque no va a ser necesario porque aunque odie que en los últimos años me hayan humillado y los Barrett hayan sido unos imbéciles conmigo, me gustaría saber porque me invitaron ahora.
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Visitar a mi padre es una de las prioridades que tengo para los fines de semana y como el anterior lo sacrifique para salir con Amber, no me salte este.
—¿Cómo te está yendo en la empresa?
—Bien, aunque esos imbéciles siguen jodiendo como siempre.
Mi padre ríe ante mi queja, siempre me desahogo con él y su respuesta siempre es la misma.
—Puedo patearles el trasero si así lo deseas.
—Padre, en los últimos años me volví la mejor en hacerlos, esos imbéciles no han podido conmigo —aseguro—. ¿Puedes creer que me invitaron a su estúpida fiesta?
—¿La de Halloween?
—Esa misma, no entiendo porque lo hacen siete años después.
—Sabes que hiciste mal al colarte en esa fiesta sin aún tener tu identificación.
—Pero ya había cumplido los dieciocho —aclaro.
—Hacía dos días, por lo que no tenías identificación y esa es la mayor regla para ellos.
Pongo los ojos en blanco. Sé que debí esperar un año más, pero si lo hubiera hecho no hubiese conocido a mi lobo y no sabría que es tener la mejor noche de mi vida —aunque básicamente no conozco a mi lobo— no me arrepiento haber asistido ese año, pero sí me arrepiento de rogar los siguientes años para poder ingresar.
—¿Aún no recuerdas quien me trajo esa noche?
—No, dormí toda la noche.
—No entiendo como no puedo recordar algunas cosas, no bebí tanto y tampoco me drogué —aseguro.
Esa noche fueron pocas copas las que tome y eso solo me causo un mareo, estuve consciente hasta mi segundo orgasmo, después de eso todo se desvaneció.
—Sabes que no estás obligada a ir, puedes patearles el trasero ignorando su invitación.
—Eso es una gran idea.
Bebo el último trago que tengo en mi copa y me pongo de pie. Pasé toda la mañana junto a mi padre y ahora es tiempo de visitar a la señora Orla, aunque odio ir allí por los encuentros con Aiden o su hermano, no puedo dejar de visitarla a ella.
—Debería odiar a Orla por quitarte el tiempo que puedes estar aquí conmigo.
—Regresaré el próximo fin de semana, creo que dormiré aquí.
—Así que entonces decidiste asistir a la dichosa fiesta.
—Aún no estoy muy segura —admito.
—Le diré a alguien que arregle tu habitación.
Sonrió antes de envolverlo en mis brazos en un fuerte abrazo. Tardo más tiempo del necesario.
—Te amo, padre —menciono antes de salir de la casa.
Conduzco hacia la mansión de los Barrett y aunque pude venir caminando, no quería dejar mi auto en casa de mis padres, porque no sé a qué hora termine mi visita con Orla.
Cada vez que la veo tengo que poner mi mente en blanco y no pensar en la noche que pasamos hace casi siete años, la mujer con el tiempo se volvió más hermosa y su inteligencia la hace ver el doble de hermosa.
Luche todos estos años con los hombres que se le acercaban, así me tocara destruir carreras y sueños lo haría, nadie pueda tocarla, ni siquiera deje que sus miradas se cruzaran y cuando ella insistía en una relación con alguien, me encargaba que no durará mucho más de una semana.
Fui un completo idiota, pero ella debía sufrir lo mismo que yo. Desde aquel treinta y uno de octubre que pase la noche con ella, no volví a estar con otra mujer, ella me marcó y me destruyo para cualquier otra mujer que pudiera tener en un futuro.
Verla todos los fines de semana junto a mi madre era irresistible, encontrarme con ella cada mañana en el elevador fue la tortura más grande. Cada día quería arrinconarla, subirle la falda y follarla como un puto animal para que ella reconociera que fui yo quien la follo ese día, que entendiera que mi boca, mis dedos y mi polla la sometieron hasta perder la consciencia.
—¿Qué piensas Aiden? —pregunta mi madre.
—En la fiesta, falta poco —menciono, mis labios se elevan en una sonrisa que no puedo disimular.
Falta poco para que Cara y yo podamos estar juntos, para que follemos como lo he deseado estos últimos años. Podre cortejarla y enamorarla por un año y luego pedirle matrimonio como estaba previsto.
—¿Participarás este año? —pregunta nuevamente mi madre y el rostro de Cara se contrae.
—No he participado hace siete años, pero esta vez sí lo haré —respondo sin apartar la mirada de Cara.
—Realmente no me importa si vas a participar o no.
—Recibiste una invitación, ¿vas a participar de la carrera?
—No creo que vaya a asistir, tengo planes para ese día.
—Sería bueno que vinieras, nunca has estado en una de las fiestas —menciona mi madre.
Cara se retuerce en su asiento y yo sonrió. Ella sí participó, cuando recién cumplió sus dieciocho años. Vino por algo que había deseado y yo se lo di.
A partir de esta semana y hasta que finalice el libro el cual tendrá doce capítulos, actualizare todos los días. lo que significa que cada día se publicara un capítulo con el fin de terminar el libro, ya que debí terminarlo antes.
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