01: Siete años antes parte 1

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Siete años antes parte 1

Mudarme a casa de mi padre es la mejor opción que tengo. Estaré más cerca de la universidad y tendré mucho más espacio para mí.

Mis padres se separaron cuando yo tenía seis años, desde ese entonces han pasado ocho años. Mi madre se volvió a casar y aunque Kai ha sido como un padre, nunca pudo ocupar el lugar de mi padre, ya que él siempre ha estado presente. Cuando mis padres se separaron, mi madre se mudó a las afueras de la capital y como yo era una niña que necesitaba de su cuidado, tuve que venir con ella dejando atrás los pocos amigos que había conseguido.

Hoy, a doce pasados doce días de haber cumplido mis dieciocho años voy a mudarme con mi padre, no porque esté pasando mal con mi madre y Kai, sino porque tengo la oportunidad de entrar a la universidad College de Dublín y trabajar con la familia Barrett que por suerte son uno de los pocos vecinos que tiene mi padre.

La señora Orla se comprometió a ayudarme con algunas cosas mientras inicio mi primer año, así cuando me gradué ya sepa mucho más sobre su multinacional de rodio y platino que distribuyen a algunos países.

—Madre, ¿puedes dejar de llorar? —le pregunto a mi madre cuando la veo llorar por cuarta vez desde que arrastré mis maletas hasta la puerta.

—Amada mía, no me pidas eso —dice entre jadeos—. Mi pequeña amada me está abandonando.

Pongo los ojos en blanco al escucharla. Si una de sus excéntricas y exageradas amigas la escucharan la harían cambiar de decisión. Entre ellas planearían como esposarme en algún lugar de la casa y no dejarme marchar.

—Estaremos a dos horas de distancia, pueden venir cuando quieran —digo extendiendo la invitación a Kai.

Mi madre y él tienen una buena relación. Está claro que su matrimonio no acabó por terceros.

—Cada fin de semana vendrás, además en un par de días iremos para la cena con la familia Barrett.

—Muy bien, aunque esa noche es la fiesta en esa casa y estoy planeando asistir junto a Amber —menciono, no me perderé por nada del mundo esa fiesta.

He esperado muchos años para poder asistir, aunque mi asistencia será encubierta porque por ninguna razón me dejarían entrar, solo admiten mujeres mayores de edad y aunque yo ya lo soy, aún no recibo mi identificación, pero es raro, ya que Finn ha asistido desde antes que cumpliera los dieciocho.

—¿Estás segura? —pregunta Kai—. Sabes que posiblemente no te dejen entrar.

—Una idea magnífica —chilla mi madre.

—¿Traerán a Emilia? Le dije que la llevaría a la fiesta.

Mi mejor amiga aquí es Emilia, mientras que Amber es la chica con la que he compartido todos estos años cada fin de semana que he estado en casa de mis padres.

El timbre suena y Dara corre hacia la puerta donde se encuentra mi padre esperando por mí. Me despido de mi madre y Kai y luego camino junto a mi padre hacia el auto donde saludo a su chofer.

—¿Preparada para esta nueva aventura? —pregunta mi padre ofreciéndome una enorme sonrisa.

—¿La verdad o la mentira?

—Cara.

—Padre, siempre he estado lista, pero no podía dejar a mamá ya sabes cómo se pone, pero ahora estoy más que lista para continuar junto a ti.

Amo a mis padres, pero siempre he tenido una relación más cercana con mi padre, aunque suene loco, él me entiende mucho más que mi madre.

—Sé que entrarás a la universidad en el verano, así que te conseguí un auto, quiero que tengas tu propio auto.

—No era necesario, podía utilizar el tuyo, también Oisin puede llevarme.

Mi padre tiene tres autos en su garaje de los cuales solo utiliza uno. Cuando estuve en navidad el año pasado aprendí a conducir y fui un desastre, ya que le destruí uno de sus autos y su arreglo me costó parte de mis ahorros.

La charla con mi padre disminuye y el sueño toma mi cuerpo. Despierto cuando siento que el auto se estaciona. Al bajarme del auto unos flacos brazos envuelven mi cuerpo.

—Realmente creí que no ibas a llegar —insinúa—. Creí que tu madre te acorralaría y no te dejaría venir.

Claro, Amber sabe lo sensible y dramática que es mi madre.

—Oisin y yo subiremos tus maletas —menciona mi padre alejándose junto a su conductor.

Miro a Amber que sonríe con picardía.

—Te conseguí una entrada para la fiesta —revela mostrándome las hermosas entradas.

Esa familia está llena de lujos, el doble de los lujos que podamos tener las demás familias de esta ciudad y eso queda claro en su mansión, sus empresas, sus fiestas y ahora en esta invitación dorada que tiene Amber en su mano.

—Pero ya sabíamos que sí iba a asistir —le recuerdo.

—Aún no tienes identificación y la exigen para poder tener una de estas —agita la tarjeta como si fuera un abanico.

—¿Cómo hiciste para que te la dieran?

—Uno de los hermanos Barrett quiere que yo asista, pero le puse una condición.

—Ya ibas a asistir.

—Sí, pero alguien está esparciendo rumores y habrá mucha seguridad ese día, así que necesitábamos esta tarjeta —menciona—. ¿No la quieres?

—¿Estás loca? Besaría tus pies por esa tarjeta —aseguro arrancando la tarjeta de su mano.

Entramos a la casa y nos dirigimos de inmediato a mi habitación donde no pierdo el tiempo de mirar más allá del boscoso terreno para encontrarme con una de las tantas ventanas de la familia Barrett deseando que alguno de sus apuestos hijos me mire.

—¿Quién crees que puede elegirte?

—No lo sé, cualquiera de ellos me gusta.

—Finn quiere que esté junto a él, pero me interesa mucho más Gael.

—¿El mejor amigo de Aiden?

Aiden es el hijo mayor de los Barrett y el hombre con el que todas quieren estar incluyéndome a mí, pero no me hago ilusiones, sé que debe tener su pareja para esa fiesta, además es tres años mayor que yo.

La última vez que lo vi de cerca había chocado su auto y el hombre enfureció, me quito y me hizo sentir tan jodidamente pequeña.

—Sí, él me gusta y al parecer yo también le gusto, así que seguramente pase la noche con él.

—Entonces yo puedo quedarme con Finn.

—No creo, tú quieres a Aiden.

—No puedo tener todo lo que quiero.

Sería loca si no estuviera pensando en él y rogando para pasar toda la noche y cumplir el reto de la fiesta solo con él, pero si Finn está dispuesto a estar junto a mí, lo aceptaré porque es casi igual de guapo que Aiden.

Ver a Cara estos últimos días ha sido un verdadero pecado, no entiendo por qué la mujer llegó tan pronto, debió venir cuando cumpliera los veinticinco años, así no tendría que llevar las bolas azules cada vez que pasara por mi lado.

Como cosa rara en mis padres, la escogieron a ella para mí, para que sea la señora Barrett, pero la condición para poder tenerla es que debo esperar a que tenga veinticinco años.

Como podré esperar siete años si la mujer se pasea por toda nuestra casa mostrando esas deliciosas piernas.

En cinco días tenemos la tan anhelada fiesta de Halloween donde cada hombre que participa tiene derecho a elegir una de las mujeres de la lista y para mi mala suerte, la única mujer que me gustaría elegir no está allí. Uno acaba de cumplir los dieciocho y aún no le han entregado su identificación y dos no la puedo tomar por más que quiera.

—Le estás comiendo el culo con la mirada —menciona Gael siguiendo mi mirada.

—Si tú no apartas tu mirada te sacaré los ojos —amenazo cuando sus ojos se clavan en el culo de Cara.

—Puede estar muy buena, pero no estoy interesada en ella.

—No la tendrías de todos modos —aseguro.

Intenta hablar, pero hace silencio cuando Finn se acerca hasta donde estamos.

—Escuche que vendrá a la fiesta —dice cuando mi hermano se aleja.

—No podrá entrar.

La única regla que tenemos, ninguna mujer sin su identificación que demuestre su mayoría de edad puede ingresar o participar en la fiesta.

—Te apuesto que si entrara.

—No lo hará.

No permitiré que venga.

Estoy de pie afuera de la mansión de los Barrett, el frío y los nervios están consumiendo mi cuerpo. Amber y yo llevamos el mismo disfraz con la diferencia de que las mallas que ella eligió son rojas y las mías negras.

Ambas tenemos un vestido negro que llega hasta el final de nuestro trasero, por debajo llevamos un par de mallas que cubren nuestro cuerpo completo y para ocultar nuestros rostros estamos utilizando una máscara de Ghostface. Fue lo mejor que encontramos para que yo pudiera ocultar mi identidad.

Entregamos nuestras tarjetas, pero nos detienen hasta que enseñamos nuestras credenciales —Amber consiguió una para mí y es el momento en el que agradezco— cuando entramos a la mansión, hay una luz tenue que da poca iluminación, todo el salón está decorado con objetos de Halloween. Los meseros nos ofrecen una copa y no nos negamos en aceptar.

—¿Vas a embriagarte? —pregunta Amber.

—Tal vez lo haga, así mis nervios puedan dejarme.

—No tomes mucho, las cosas se disfrutan mucho más cuando estás consciente.

Me paseo junto a Amber por todo el lugar y logramos reconocer a varias personas que hay en el lugar. Cuando nos cansamos nos acomodamos en una de las mesas donde nos siguen ofreciendo alcohol, pero ambas rechazamos porque ninguna quiere estar ebria —yo si lo quería, pero debo escuchar los consejos de mi amiga—.

—En quince minutos salen los lobos —murmura.

—¿Cómo lo sabes?

—Estuve el año pasado, ¿no lo recuerdas?

Claro que lo hago, según ella fue la mejor noche de su vida.

El centro del salón se ilumina y luego luces rojas marcan un camino por donde pasan diez hombres con máscaras de lobo y capas rojas.

—Son ellos —dice mi amiga emocionada—. Salieron más rápido de lo previsto.

—Dios, son demonios —me pongo de pie y camino hacia donde todas las personas empiezan a acumularse.

Un fuerte ruido nos hace jadear, pero luego la voz de un hombre roba toda mi atención. Estoy segura de que es Aiden, no podría olvidar esa voz ni aunque no quisiera.

—Cada año más personas se unen a esta fiesta, pero no todas logran llegar al final.

Mis ojos buscan al hombre, pero ninguno lleva un micrófono visible, todos están casi que completamente cubiertos.

—Queremos recordar que la única regla que tenemos es que no aceptamos mujer menor de edad, si alguna llegara a entrar quedaría excluida para siempre.

Mi piel se eriza y las ganas de salir huyendo me acorralan. No quiero perder la oportunidad de volver a una fiesta de estas, mucho menos perderme la experiencia de ser un corderito elegido.

—Por último, recuerden que la oscuridad, los retos y placer mandan esta noche. Disfruten de la fiesta.

Los hombres vuelven a desaparecer de la misma forma en la que aparecieron y las ganas de saber cuál de ellos es Aiden recorre toda mi piel.

—La noche apenas comienza —murmuro acercándome nuevamente donde está Amber.

Tres horas después la fiesta está al tope y el alcohol en mi sistema ha hecho suficiente efecto. He entrado al baño un número de veces irracionales. Bailé con todas las personas que se me acercaban y estuve a punto de besar a un hombre hasta que fue apartado de mí. No era uno de los sexis lobos, pero tampoco me desagradaba.

Ahora mismo estamos de pie en el salón. La música se detuvo y las luces tenues fueron reemplazadas por las rojas, esta vez no están ubicadas en un camino, hay luces rojas repartidas por todo el lugar al igual que las personas con máscaras de lobos.

—Hay que empezar el juego, por el que todos están aquí.

Siento como mi piel se quema, como si acabaran de encender fuego en ella.

—¿Estás preparada? —pregunta mi amiga soltando mi agarre.

—Como nunca lo he estado.

Todos empiezan a correr, es como si algo en realidad quisiera atraparnos. Por un momento me quedo donde estoy, pero el aullido tenebroso de un lobo me hace gritar y correr al mismo tiempo.


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Nota, el libro tuvo una modificación, así que si notas alguna incoherencia en la edad, omitir.

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