XXIII
El amanecer apenas rompía en el cielo cuando Kiannah ya estaba aseada y casi preparada para los que las próximas horas trajesen consigo.
Su primer instinto al despertar se mantenía en abrir la caja misteriosa, aun así se había controlado y prometido hacerlo una vez hubiera desayunado.
La mañana se le presentaba relativamente ocupada, la jornada anterior había sido el cumpleaños de Esmeralda y queria hacerle una rápida visita acompañada de un pequeño regalo. Uno muy especial que llevaba guardando unos meses, un panel de exuberante tela roja y el patrón para un vestido de diseño totalmente innovador.
Antes de ello, debía pasar por la oficina a dejar otro presente, esta vez para su jefe y nuevo gran amigo, si es que amistad define bien su vínculo.
Había dudado en un principio sobre si hacerlo o no, sin embargo la sorpresa de la velada anterior le dio el sentimiento de seguridad. Por lo que, escribió una sencilla nota para asegurarse de que él entendiera la razón del regalo.
Solo había podido imaginar los posibles contenidos del paquete que aguardaba respuestas sobre su mesa. Al momento de abrirlo, no cupo en sí de la sorpresa, nada de lo que esperaba.
Un grandiosos vestido de exquisitas telas y construcción, digno del mayor evento público capaz de existir. Él debió de llegar al mismo razonamiento que ella, ya que una carta voló de la prenda al suelo. Escrito en el color de la sangre y con una caligrafía descuidada se leía <Espero con ánimo que mi regalo sea de su agrado, es un modelo digno de la mujer más noble y elegante, por lo que irá perfectamente con usted. No podrá encontrar uno igual, al ser producto de elaboración propia, en las horas libres entre papeleo. Es mi manera de agradecer no solo su labor, sino su simple presencia, que tan bien me hace desde su primera visita. Las palabras no pueden expresar lo que ha causado usted en mi, ha despertado un lado que di por perdido tanto tiempo atrás. Por lo que, y con cierta timidez, le ruego que no se canse en su intento de sacar al buen hombre bajo las capas de oscuridad. Confío en que la torpeza de mis palabras se vea cubierta por la belleza del vestido>.
La joven sonreía mecida en una nube de alegría, Erik era desde luego una caja de sorpresas, con talento extra para lo que fuera. Hasta para diseñar y coser tal maravilla.
Tras leer aquello se vio en necesidad de añadir un postdata a su nota, lista entonces para dejar el regalo en el despacho.
Entraba allí cuando se le vino una idea a la cabeza, traía consigo un ramo de flores originalmente dirigidas a su mejor amiga. Por lo que depositó una de ellas encima del obsequio. Luego salió a completar lo planeado.
Regresaba el dueño del exitoso parque a su despacho cerca del medio día, cuando encontró algo fuera de lo usual a la espera. En su mesa descansaba una Amarilis escarlata, más conocida por el nombre de azucena o lirio. Debajo de esta, una nota y lo que prometía ser un libro.
Observó la flor con contento, ese era uno de los colores que más le agradaba. No concibió la idea de recibir nunca algo tan delicado pero significativo. Al fin y al cabo, existe todo un lenguaje basado en las flores.
En posterioridad leyó la pieza doblada a la mitad de papel, a tinta negra y letra sencilla.
<He pensado cientos de veces sobre si hacerle este regalo o no, desde el momento en el que comenzamos a conocernos. Para mi obsequiar un libro es un asunto importante, pues ya sabe que los considero vidas. Y qué historia sería del gusto de cada persona es asunto complicado de saber con certeza. Sin embargo, durante una de nuestras conversaciones algo o algun sentimiento del momento me hizo pensar en que encontraría esta obra de teatro interesante de leer, si que no lo ha hecho ya. Esta versión, un tanto antigua, en el idioma original, hará la historia renacer ante sus ojos y oídos. Si encuentra alguna traba en el proceso, estaré encantada de leerle e interpretar el libro entero si lo desea>.
En la parte posterior encontró una anotación que juzgando por la falta sequedad de la tinta era reciente.
<Después de recibir su breathtaking gift, me veo en la situación de añadir unas líneas para expresar mi gratitud y admiración. Me parece que como en mi vida son pocas las ocasiones en las que puedo lucir tales galas, va a tener usted que darme una buena causa para ponerme la pieza de arte que me ha regalado. Sea considerado y no prive al mundo de presenciar su talento, y a mi de su compañía, si no es mucho atrevimiento el que desprenden mis palabras>.
Erik desconocía cómo procesar el mar de emociones que le sorbrevenia. Había pasado de sentirse contento a desafiado, la señorita sí que disponía de valor en el cuerpo. Además, tenía razón, dejar al mundo sin presenciar la hermosura de Kiannah era un sacrilegio.
Tan pronto como llegó a una conclusión, tomó el papel y el tintero, esta vez, realizando una invitación formal, al mejor de los espectáculos. La apertura de un nuevo palacio de la ópera. Para la cual el mismo dueño le había mandado dos entradas pocos días antes.
Erik y ella ocuparian el palco, en la representación de "Carmen".
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