XIV


El sol estaba por caer cuando Kiannah se sentó en el fin del muelle. Era la primera vez que sacaba la cabeza del apartamento desde la mudanza, y sinceramente, necesitaba algo de aire fresco.

Los archivos le habían mantenido entretenida hasta entonces, ya que no quería comenzar su empleo como libro en blanco.

Mentiría si dijera que no se hallaba impresionada con Fantasma, al conocer la información desde el nacimiento de la idea hasta el momento actual. Todo el proceso documentado cuidadosamente, escrito a máquina con anotaciones a rojo en los márgenes.

Se encontraba cómoda en aquel lugar, donde la aceptación venía de manera silenciosa en amables sonrisas. Incluso algunos vecinos se habían pasado a darle la bienvenida a lo largo del día anterior. Le traían pequeños regalos y buenos consejos, que recibía con la mejor de las maneras. Los empleados parecían felices de tener a una mujer en un cargo de importancia.

Cuando ya puso a tono sus conocimientos, vio oportuno salir a estirar las piernas. Acabando sin saber muy bien el porqué en el muelle. El agua le provocaba mucho respeto, nadaba fatal, y la ansiedad le devoraba viva si se veía cubierta más allá del nivel del pecho.

No esperaba compartir vistas, considerando que la mayoría del personal aprovechaba las restantes horas libres de otras maneras.

Para su suerte, alguien que tambien se sorprendio de su presencia, había tenido la misma idea.

-Kiannah.

-Buenas tardes.

-Buenas tardes, ¿dando un paseo?

-Algo parecido, necesitaba moverme un poco y se ve que mi subconsciente deseaba venir.

-Justo para el atardecer.

-¿Y usted? ¿Suele venir a contemplarlo?

-De vez en cuando. No esperaba verla hasta mañana.

-Igualmente, sin embargo el azar así lo ha querido.

-¿Le importa que le acompañe?

-En absoluto.

-¿Se ha instalado sin problemas?

-Si, acomode mis cosas en cuestión de un par de horas.

-¿Y que ha hecho desde entonces? ¿Leer?

-Los papeles que me trajo. Ahora estoy al día con Fantasma.

-No me diga que se ha inmerso en ello en su tiempo libre.

La joven asintió con una pequeña sonrisa, haciendo reír al caballero cálidamente. Cuánta diferencia a lo que había oído anteriormente. ¿A caso todos los sonidos que emitía poseian tal bella musicalidad?

-Ya se lo dije, si algo se me mete entre ceja y ceja, no paro hasta conseguirlo.

-Compartimos otra faceta, pues.

-Ya van unas cuantas, me alegra conocer al alguien con quien compartir similitudes. ¿No cree que da una buena sensación?

-Más de lo que cree.

-Voy a compartir con usted uno de mis estamentos favoritos.

-Por favor.

-"Maybe some people don't need to be loved, maybe some just need to be understood"

-¿Considera ser entendido mejor que ser amado?

-Se poco sobre amor romántico, es algo que nunca me ha interesado. Pero se bien como el ser entendido te hace sentir por dentro. Por ejemplo, mi mejor amiga, Esmeralda, a quien tengo en gran aprecio, nada me hace mejor que que me comprenda. La reacción en su rostro cuando siente algo que he escrito. Para mi vale más que cien te quieros.

-¿Más?

-Piense en su música, usted compone, imagine enseñar una de sus piezas a una persona, o un público. Y esa persona capta los sentimientos, los procesa, los vive, le evocan situaciones pasadas, sueños incluso. Poder transmitir lo que las palabras no son capaces de portar. ¿No se siente vivo ante el aplauso, ante los ojos iluminados? ¿No le llena por dentro? ¿No alivia sus demonios? ¿No calla a las voces en su mente? Todo porque se siente entendido, no amado.

-Me gusta su manera de ver y pensar. Diferente, muy diferente.Y como lo expresa, debía haber notado que era una escritora en potencia.

-Escribir es mi escape. Verá, desde muy pronto tuve que aprender a callar y ser considerada con el resto. Mi forma muda mantenía la paz en casa. Aprendi a llorar en silencio, a reír en silencio, a existir en silencio. Por años mi misión ha sido callar y aguantar. Escribir es mi manera de explotar, de sangrar sobre el papel.

-Lamento que la vida le haya tratado así. Se de primera mano lo que es ser rechazado, las marcas que deja el silencio. No tener una voz nos hace encontrar otra manera de expresarnos.

Un profundo suspiro brotó de Kiannah. Imágenes del pasado comenzaron a cazarlos a ambos. Las injusticias de la vida les proporcionaban cicatrices de todo tipo.

-Pero eso se trata de un tiempo pretérito ya, ¿verdad? Fantasma es mi nuevo comienzo, donde no habrá poder suficiente para silenciarme.

-Le prometo que mientras esté en mi mano, usted podrá ser quien quiera ser. Pensar y decir lo que considere. Vivir como desee.

-Cuida de mí más de lo que merezco.

-Merece más de lo que piensa.

-¿Cita mis palabras?

-Porque estamos en lo cierto. Hacemos lo que podemos, y tomamos cuanto poco creemos merecer.

-Quizás es hora de cambiar.

-Quizás.

Erik le tendió la mano, ayudándole a levantarse. Sus miradas se entrelazaron intensas, leyendo el interior.

-Permita que le acompañe de vuelta.

-¿Podríamos dar un pequeño paseo primero?

-Es tarde.

-Por favor, es solo un ratito. No quiero despedirme todavia.

-Corto, ha de dormir, mañana le espera el trabajo de verdad, y soy un jefe exigente.

-Cumplire sus exigencias con gusto.

La joven sonreía con triunfo y mirada desafiante. Sin dejar ir de su mano indicó al caballero que iniciara la marcha. Soltó su agarre al poco, creyendo incomodarle, al verle tieso a su tacto. Si hubiera permanecido el tiempo suficiente, él se relajaria al contacto. Simplemente no acostumbraba a recibir ningún tipo de afecto físico.

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