V.E.I.N.T.I.S.I.E.T.E
JungKook ni si quiera se preocupa de aparcar correctamente el coche cuando están frente al edificio en el que se encuentran su hermana y su madre, Jimin se pregunta qué debe hacer mientras ve al mayor correr hacia el edificio.
Decide que llamar a Soo Yeon es lo mejor que puede hacer, por suerte la chica no tarda más de dos segundos en responder a la llamada, JungKook ya ha desaparecido por el portal, seguramente no tarde demasiado en llegar a la casa.
—Jimin, ¿dónde estás? — el castaño se sorprende, ¿no debería preguntar por su hermano?—JungKook está aquí, ¿dónde estás? — el peli-negro a tardado a penas unos segundos en llegar a su casa.
—Estoy abajo, no creo que sea buena idea que suba.— la chica se lo piensa unos instantes, tiene razón, sabe que su hermano le necesita pero no cree que deba conocer a su madre de esta forma, no cuando su tiempo se está acabando.—Cogeré un autobús, no te preocupes, avísame de cualquier cosa.— Jimin camina con lentitud a la parada más cercana, le espera un largo camino de vuelta, está prácticamente en la otra punta del país.
—Muchas gracias Jimin, te iré avisando. Cuídate y avísame en cuanto llegues a tu casa.— la chica se siente culpable por hacerle dar tantas vueltas, pero es su hermano quien realmente le importa en ese momento.
(-0-0-0- * -0-0-0-)
JungKook abre la puerta de golpe, su hermana tiene el móvil en su mano, no se da tiempo de saludarla o darla el apoyo que seguramente necesita, en ese momento está demasiado encerrado e, incluso cuando entra en la habitación en la que yace su madre, aún no es capaz de reaccionar, ni si quiera puede creer lo que sus ojos ven, su madre está mucho más pálida de lo normal, dos grandes bolsas de color morado se marcan bajo sus orbes oscuros, su cara completamente delgada, con los huesos marcados por la piel fina, su cuerpo pequeño y delgado es tapado por una manta, tumbada en la cama.
Se pregunta si ha hecho bien en volver a esa casa para ver a su madre en un aspecto tan lamentable, con suerte puede recordar cómo era físicamente cuando era niño, ahora le será imposible no recordarla con un aspecto tan demacrado, que demuestra su mala salud y, tal vez, su último día.
—JeonGguk...— su voz suena tan débil al llamar a su hijo mayor que teme no sólo que no la haya escuchado, teme que reaccione de manera errónea.—Hijo...— el menor no se mueve, sigue mirándola, pero parece ido, como si solo sus ojos la mirasen, como si no prestase atención a su imagen.
La menor de la familia Jeon entra en la habitación, con los ojos hinchados por el llanto, sus mejillas rojas y más dolor del que muestra, se acerca hasta su madre, tumbada en su cama, se sienta junto a ella, sujetando su mano mira a su hermano, esperando alguna reacción.
Es un infierno, se odia por no poder llevar a su madre a un hospital, se maldice por la estupidez de su padre, se maldice por tantas cosas que ni si quiera son su culpa, cae de rodillas, con su vista aún en su madre, intenta convencerse de que es solo una pesadilla, de que nada de lo que está viendo es real, pero no puede negar la realidad y es entonces cuando sus ojos oscuros se llenan de lágrimas que no quiere mostrar, se quita la máscara que no ha llegado a quitarse antes, la deja a su lado, en el suelo, dejando ver todo su dolor a su madre y hermana, pero cómo no sentirse roto y abatido si su madre, uno de sus dos pilares probablemente no pase de esta noche, ¿cómo?
Su madre llora derrotada, le duele todo el cuerpo, como si le clavasen mil agujas en cada uno de sus huesos y músculos, el cansancio la vence cada vez más y, bien sabe, que la mañana siguiente no despertará, su corazón duele, levemente, pero el dolor irá a más, lo sabe, lo sabe, lo sabe... y no quiere seguir sufriendo, lo siente por sus hijos, por ser tan egoísta como para dejarse vencer por las enfermedades que atacan su salud desde hace ya demasiados años.
—Mamá...— JungKook solloza, no quiere perder a su madre, se niega a aceptar que su madre está dispuesta a dejar ir su vida y abandonarles, no quiere creer que eso sea posible.
—Hijo, ven.— su voz es tan suave y vulnerable, le duele tanto verla así, le duele tanto no haber estado con ella los últimos días y semanas...
—Me niego a que hagas esto, no puedes hacer esto.— JungKook camina hasta la cama, peina el pelo suave y lacio de su madre, con las lágrimas queriendo brotar de sus ojos para correr libres por su rostro.
—Hijo, no puedo más, soy una carga para vosotros.— el peli-negro creía que nada podía dolerle más que ver a su madre en ese estado, se equivoca, esas palabras le duelen aún más.
—¡Eso no es cierto!— grita, preso del dolor y el miedo.—No eres ninguna carga, eres mi pilar, nuestro pilar,— se corrige.—te necesitamos aquí, te necesito para seguir, por favor, lucha un poco más.— su voz se rompe e, incapaz de aguantar más todo ese dolor y lágrimas en su ser, esconde su rostro en el colchón, dejando ir todas las lágrimas que puede.
—Lo soy, hijo, te has visto obligado a tener tres trabajos diferentes para mi medicación, la comida y ayudarnos en los gastos, tu hermana no ha podido disfrutar de su adolescencia con sus amigas por cuidar de mí, debo descansar, JeonGguk, duele demasiado veros malgastar vuestras vidas por una que se acaba tan rápido.— omite su dolor físico y mental, no quiere torturarle más, sus lágrimas corren desde hace un rato, le duele ver a sus hijos tan abatidos, pero más le duele ver todo lo que han sacrificado por ella.
—Mamá...— So Yeon sigue llorando, no sabe qué hacer, siempre a sido su hermano quien le ha dado consuelo pero ahora es él quien más lo necesita, ¿cómo hacerlo si ni si quiera ella puede consolarse a sí misma?—Lucha un poco más, por favor.— suplica,ella tampoco quiere perder a su madre, no quiere perderla a ella, ni tampoco a su sobreprotector y cariñoso hermano.
—Estaré mejor, descansaré y no sentiré ningún dolor, — la mujer sonríe entre sus lágrimas, mueve su mano para despeinar al mayor de sus hijos, le duele, pero quiere recordar el tacto de su hijo, igual que recordará el tacto de su hija cuando su vida se apague.—os he educado bien, sois tan unidos que incluso os unís para contrariarme, ¿dónde ha quedado vuestro respeto?— bromea y logra escuchar la risa rota de su hija, pero no la del mayor, que sigue llorando.
—Nos estás abandonando, aún es demasiado pronto.— se queja, sin alzar su cabeza, se niega a aceptar la decisión de su madre.
—Por favor, JeonGguk, permíteme irme en paz, por favor.— por fin alza su cabeza, con su rostro rojo igual que sus ojos, las lágrimas siguen corriendo libres.—Yo ya estoy cansada y no tengo fuerzas para seguir.— tose, tose con tanta fuerza que el mayor reacciona con rapidez y la tumba en la cama nuevamente, se le acaba el tiempo y hay tantas cosas que no le ha dicho.—Os amo, y sé que cuidaréis el uno del otro.—su voz se va apagando y su corazón lo hace por igual.
—Te amo, mamá, nunca quise ser un mal hijo, los problemas en los que te metí, todo, lo siento, lo siento tanto, perdóname por todos mis errores como hijo y como hermano mayor, odio recordar nuestras peleas sólo porque yo estaba cansado de todo, lo siento tanto, mamá...— su hermana le sujeta del hombro y ambos ven, con pesar, cómo su madre les regala una última sonrisa antes de perder el poco color que le quedaba, sus latidos han cesado, su dolor ha parado, ahora descansa y una única lágrima escurridiza es la que da señal de que en ese demacrado cuerpo, en el que alguna vez hubo vida, una vida que necesitan ambos hermanos, se ha acabado.
—S-se ha ido...— la voz de Soo Yeon sigue completamente rota y ahoga un sollozo, se ha ido, su madre les ha dejado, no podrán verla nunca más a la cara, nunca más podrán bromear, reír o llorar con ella, no tendrán sus valiosos consejos ni sus regaños, ya no la tendrán nunca más.
JungKook se levanta del suelo, y suelta a su madre, está tan fría que le duele al tacto, le quema, no puede seguir allí, no ahora. Sale de la habitación, después de coger la máscara y ponérsela, no le gusta dejar a su hermana sola ahora, no es capaz de ayudarla, no cuando es incapaz de ayudarse a sí mismo.
—Ve, yo... me ocuparé de todo.— no sabe si su hermana se refiere a que vuelva con Jimin o que vaya a donde él quiera ir.
—Lo siento.— su voz es fría, completamente diferente a su voz rota y fundida con el dolor al hablarle a su madre hace tan solo unos segundos.
(-0-0-0- * -0-0-0-)
Jimin espera impaciente una llamada de alguno de los hermanos, pero las horas han pasado rápidamente y ya es casi media noche, a lo mejor JungKook no debe ir el día siguiente a trabajar, pero él sí y tener a su hermano en la habitación de al lado pidiéndole que se vaya a dormir no es que sea relajante o reconfortante.
Mira su teléfono una última vez, no ha recibido ningún mensaje o llamada y el cansancio comienza a hacer mella en él, se tumba en su cama y deja el móvil junto a su cama, en sonido por si llega algún mensaje o llamada, cierra los ojos y espera con paciencia a la tranquilidad de sus sueños.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top