D.I.E.C.I.S.I.E.T.E
Jimin a movido mar y tierra para cumplir con lo dicho al pelinegro, ambos se encuentran ahora en la antigua casa del menor, guardando las pocas pertenencias que quedan por empaquetar y bajar al camión de la mudanza; el castaño está exhausto por todo lo que ha tenido que hacer para poder hacerse con ese piso, lo mucho que ha tenido que hablar con su banco para permitirle hacerse con el apartamento, por las numerosas llamadas que ha tenido que realizar, para conseguir un camión de mudanza decente y en el que cupiesen todas sus pertenencias, las súplicas a su jefe para darle un par de días libres por la mudanza entre otras muchas cosas que le tienen agobiado, por suerte ya todo está llegando al final.
JungKook también está exhausto y, aunque a esa hora de la mañana le gustaría estar durmiendo no tiene problema en ayudar a Jimin, pues es lo que quiere, esa noche debe trabajar y, en unas cuantas horas ir al bar, para cubrir el turno de Jimin, ha tenido que tomarse unos días en la fábrica que,por suerte, no le descontarán de su sueldo.
El más alto sujeta dos cajas amontonadas entre sus brazos, las dos más pesadas, mientras Jimin mantiene la pequeña jaula en la que se encuentra su gato dormitando y la última maleta con su ropa, el menor se siente culpable por molestar a JungKook y, sobre todo, por cargarle a él con lo más pesado.
—¿Estás seguro de que puedes con esas dos cajas?— pregunta preocupado mientras observa al más alto caminar hacia la salida.—Podemos hacer dos vueltas y así no irás tan cargado.— escucha la risa suave del más alto mientras le ve negar de espaldas, en ese momento desearía poder dejar la maleta, la jaula y ambas cajas para tirarse sobre el hombre y repetir una y mil veces lo que sucedió en casa del contrario, importándole poco si el camión de la mudanza espera o no, sin embargo se controla y da un pequeño suspiro antes de despedirse del que dejará de ser su apartamento.—Ha estado bien vivir aquí.— sigue a JungKook y cierra la puerta con llave.
Salen del ascensor y, mientras el más alto les entrega las dos últimas cajas a los de la mudanza el más pequeño observa con anhelo a la que en algún momento fue la ventana de su salón, en la que ahora se encuentra un gran cartel de color naranja con su número fijo y el de su teléfono móvil, echará de menos ese pequeño apartamento, al fin y al cabo lleva viviendo allí varios años y ya está encariñado con él.
—Jimin, vamos.— JungKook llama la atención del último, que se asusta por la voz grave y profunda que ha utilizado el mayor, le mira a los ojos y, con su mirada, le pregunta si es realmente correcto mudarse, desea con todas sus fuerzas una respuesta, una señal y, cuando el pelinegro coge la maleta del más bajo y comienza a llevarla hasta su coche no puede estar más seguro de que esa es la señal.
El camino se hace relativamente corto, aunque ambos están sumidos en un cómodo silencio roto tan solo por la música que deja escuchar la radio, Jimin no puede evitar fijarse en cómo el conductor menea la cabeza al ritmo de la canción que suena, el cómo el dedo índice de su mano derecha toca el volante en sintonía con la canción e, incluso en algunos momentos, escuchar la voz relajada de JungKook cantar alguna parte de las canciones que conoce.
Cuando el coche se para Jimin sigue sumido en sus pensamientos, sumido en lo bien que se sienten los labios del mayor sobre los suyos, cómo sus manos parecen encajar a la perfección cada vez que sus dedos se entrelazan o, incluso, lo bien que huele la colonia que utiliza el contrario. Hoy Jimin está realmente perdido en sus pensamientos durante casi toda la mañana y JungKook no ha tardado en darse cuenta, cree que el menor se encuentra preocupado por algo pero sin embargo prefiere esperar a que el contrario le explique lo que necesite, está dispuesto a esperar sus palabras, aunque cuando piensa en esas mismas palabras no cae en cuenta de que no sólo está dispuesto a esperar sus palabras o gestos, está dispuesto a esperarle a él, al chico que conoce desde hace relativamente poco y con el que a conectado demasiado bien para ser verdad.
Ambos están preocupados por lo mismo, la reacción del contrario, la reacción a sus palabras, gestos, miradas o acciones, a ambos les aterra romper esa amistad que han logrado construir en tan poco tiempo.
JungKook baja del coche, sacando a Jimin de sus pensamientos, el mayor se dirige al camión, donde comienza a bajar algunas cosas con ayuda de los trabajadores, a los que les indica la planta y les entrega las llaves del apartamento en el que tendrán que dejar los muebles y cajas que no lleven los más jóvenes, comienza a coger algunas cajas, y acercarlas al portal, dejándolas lo más cerca posible de la puerta sin cortar el paso de la calle o los habitantes del edificio. Jimin sale del coche y, dejando la ventana un poco abierta para que el gato pueda respirar sin problemas, comienza a ayudar a JungKook, que ha sacado ya bastantes cajas.
—Realmente no pensé que tendría tantas cosas.— se disculpa el menor, llevando una pesada caja entre sus brazos, que es rápidamente arrebatada de sus manos por el más alto, que la coge como si estuviese completamente vacía.—Gracias por ayudarme Kookie.— el reciente y nuevo apodo no desagrada en lo absoluto al mayor que, bajo su máscara sonríe enternecido.
—No tengo problema con ayudarte Mochi.— sin embargo a JungKook le gusta jugar y poner nervioso a Jimin que, oculto por su máscara, se sonroja hasta las orejas.
—¿Por qué me has dicho Mochi?— las cajas siguen saliendo del camión mientras ambos conversan relajadamente, aunque el menor cree estar a punto de tener una taquicardia por lo rápido que late su corazón.
—Tú me llamaste Kookie y, además, pareces un mochi cuando haces aegyo.— Jimin se queda perplejo,no se ha dado cuenta de que le ha llamado de esa forma y, además, ¿cuándo le ha visto hacer aegyo si normalmente llevan la máscara puesta?
—¿Cuándo...?— JungKook se ríe mientras camina con las dos últimas cajas en sus brazos, los dos hombres de la mudanza suben los últimos dos muebles y prosiguen subiendo algunas cajas.
—Cuando duermes, cuando te molesta algo, cuando te indignas mientras bromeas...— enumera el pelinegro, con la sonrisa aún más grande en su rostro, lástima que por mucho que el menor quiere verla le es imposible, aunque agradece que JungKook no pueda ver el fuerte sonrojo que parece haberse instalado en sus mejillas y orejas y que no tiene pensado desaparecer.
—¿En serio? Jeon Jung Kook pareces un acosador.— bromea el menor, bajando sus tres maletas del coche y la jaula de su gato, ni si quiera saben cómo lo ha conseguido y cómo el ascensor no ha advertido de una sobrecarga de peso cuando suben las últimas cosas.
—Tal vez, pero soy tú acosador.— no sabe por qué demonios ha dicho eso y se arrepiente al momento, puede que el menor se incomode o se forme un silencio incómodo, cosa que el pelinegro nunca a soportado. Jimin por otro lado siente su corazón bombear con demasiada fuerza y rapidez, siendo capaz de escuchar el latido en sus oídos y sentir su pulso por todo su cuerpo, sobre todo en el tirón que da su entrepierna al saber que JungKook le observa y le mira siempre que puede.
—Hmm...— el castaño parece pensar sus palabras, pero realmente tiene la respuesta desde hace bastantes segundos.—Entonces creo que lo justo sería que yo también me volviese tú acosador.
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Hola mis personitas!
¡Sorpresa, estoy siendo puntual para actualizar esta historia!
Pero bueno, tengo noticias, aunque sólo unos pocos vais a saberla puesto que al parecer sólo leen este fic cinco o seis personas 7-7, pero bueno, no pasa nada :) no duele ni nada...
Vale, ya dejo de hacer el canelo.
La cosa es que por fin, por fin, por fin, soy libre del instituto (al menos hasta septiembre) y, además, ¡he recuperado historia de la filosofía!, ya sólo me quedan lengua, matemáticas e historia de España... :P
Sin más, nos leemos en la próxima. <3
Darkest_Light_Soul.
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