Capítulo 7

No entiendo que está pasando, ¿me he levantado con el pie izquierdo o es alguna clase de maldición? Desde que he despertado todo ha ido mal, y no es exagerar.

Lo primero en esta lista de desgracias del días, no he escuchado mis alarmas para despertarme así que me he levantado tarde. Lo segundo es que mi padre ordenó hacerme el desayuno más horrible, y que sabe que lo mucho que detesto mucho, pero que debo comer para estar en buena forma. Tercero, he derramado el jugo en mi ropa luego de atragantarme con éste por mi fracasado intento de salir temprano, así que, además de despertarme tarde, ¡salí más tarde aún! pues tuve que ir a cambiarme de ropa claramente.

Y lo que es peor... ¡Tengo a primera hora con el profesor más jodido del planeta!

—Estoy perdida... —murmuré queriendo solo quedarme en mi cama.

—Tranquila señorita, usted nunca ha llegado tarde, estoy seguro de que su profesor le tendrá consideración por una vez —mencionó André mirándome por el espejo retrovisor por pocos segundos en su intento de subirme los ánimos y calmarme.

—Eso espero, André... Ojalá sea así.

Aunque realmente no lo creía de esa forma, no es la primera vez que algún alumno de asistencia perfecta llega tarde y ese profesor no pierde la oportunidad de humillarlo y aclarar al resto que no tolera esas faltas o llegadas tardías. Suspiré profundo cuando vi que habíamos llegado a la escuela. Ya no había nadie en frente como siempre suele ser, así que supe que todos estaban en sus respectivas clases. De tan solo pensar en que nada más abrir la puerta llamaría la atención de todos y que el profesor me llamaría la atención... Nop, no quiero ir.

—André...

—Lo siento señorita. No puedo ayudarla a escapar —dice antes de que se lo pida al saber justamente que era eso lo que quería que hiciera.

Bufé resignada, aceptando mi realidad. Me despedí de él y salí del auto con el corazón acelerado por el miedo. Fui a paso tortuga a mi clase mientras me mentalizaba para entrar.
Tranquila, Ellie... Solo será por esta vez, además... ellos no van a morderte. Claro, solo te van a hacer burla por mucho tiempo porque siempre se lo hacen a todos los que este profesor los humilló, pero... ¡Pero no importa! Solo déjalo así y entra. ¡Joder, deja de temblar!

—Permiso... —murmuré abriendo la puerta y claro, llamando la atención de todos.

—Señorita Lennor, me sorprende esto de usted —el profesor me mira con una ceja arqueada y de brazos cruzados—. Bien sabe que la demora no está permitida en mi clase.

—L..Lo sé, pero...

—Mucho menos las excusas. Debería saberlo —me interrumpe haciéndome callar—. Dígame, ¿por qué cree que debería dejarla pasar en lugar de dejarla afuera? Si va a llegar tarde mejor que ni se presente a mi clase.

¡Ahg, como lo odio! ¿Qué espera que responda? ¡si ni siquiera me deja dar mi explicación! No podía ni levantar la cabeza del suelo, estaba realmente avergonzada. Si Jen estuviera aquí estoy segura de que le diría algo al profesor pero ella siempre se salta esta materia para no verlo justamente...

—¿Y bien? —me presiona al escuchar solo mi silencio.

—Lo siento, profesor. No ocurrirá de nuevo.

—Espero que no, Lennor. Odio las interrupciones. Vaya a sentarse de una buena vez.

Asentí y me apresuré a sentarme en mi lugar. El profesor se quedó en silencio haciendo de éste uno incómodo para mí, pues aún me estaban mirando.

—Bueno, jóvenes. Retomando la lección antes de ser interrumpidos...

¡¿Es en serio?! ¡Déjeme en paz!
Apreté los puños e hice una mueca. Incluso se me hizo un nudo en la garganta y mis ojos ardían, ¡no ahora! Deja de ser una niña, Madeline. Concéntrate.
Di un gran suspiro en silencio para calmar mis nervios y frustración, saqué mis cosas de mi mochila para seguir el ritmo de la clase en la lectura que estaban haciendo.

—A ver, Donnovan, ¿puede continuar donde lo dejó su compañera? —pidió el profesor.

¿Donnovan?

La silla del lugar tras de mí se hizo para atrás con un chirrido. Abrí los ojos de par en par y volteé la cabeza para corroborar que no estuviera mal.

—"Dices que amas la lluvia,
pero abres un paraguas
cuando llueve. Dices que
amas el sol, pero buscas una
esquina de sombra cuando
este brilla. Dices que
amas el viento pero cierras
la ventana cuando este sopla.
Y es por eso que temo cuando
dices que también me amas...

-William Shakespeare."

Lo había olvidado por completo. Hoy es su primer día en nuestra escuela y mi padre me ha pedido que lo guíe por el campus, cuando papá se entere de que no lo he ayudado para nada y que él tuvo que vérselas por sí mismo... estaré peor que al entrar.
Aspen baja el libro y me mira como si yo le causara diversión por alguna mueca que seguramente estaba haciendo. Fruncí el ceño y volví la vista a mi libro para dejar de mirarlo a él y a su expresión de burla.

—Estupendo, la emoción con la que lee es fácil de descubrir, además de que parece que ya conocía este poema, ¿o me equivoco? —cuestiona el profesor viéndose encantado con Aspen.

—No, no se equivoca. En realidad lo conozco y todas también las obras de Shakespeare. Digamos que me gusta leer...

Fruncí aún más el ceño y los labios al escucharlo, pues recuerdo que esa respuesta fue una de las causas de su burla hacia mí en casa de sus padres. ¡¿Cómo se atreve a burlarse de mí cuando él hace lo mismo?!

—Fascinante, me alegra que se haya integrado a nuestra escuela, joven Donnovan.

No escuché otra respuesta por parte de Aspen, solo escuché cuando volvió a sentarse en su lugar. El profesor le pidió a alguien más que leyera otro verso, intenté concentrarme en la clase después de eso, pero de repente sentí que algo golpeaba la parte de atrás de mi cabeza, algo pequeño y molesto. Bajé la mirada a un lado, solo para comprobar que se trataba de una pelotita de papel.
Lo ignoré y volví a concentrarme en el verso, pero de nada sirve intentarlo cuando las pelotitas siguen golpeando mi cabeza constantemente hasta que por fin me di vuelta con enfado.

—¡¿Puedes...?! —una pelotita golpea el centro entre mis cejas.

Aspen agacha la cabeza cuando ríe por lo bajo mientras que yo lo fulminaba con la mirada y fruncía los labios para no gritar de lo harta que me traía este idiota.

—¿Puedes parar? De verdad es molesto —pedí en susurros.

—¿En serio? No lo sabía, gracias por decirlo —sonríe, pero de una forma sarcástica—. Ahora lo haré más seguido.

Volví a darme la vuelta a la par que rodaba los ojos. Bufé cuando sentí de nuevo más pelotitas de papel. Solo ignóralo, Maddie, no reacciones... No reacciones...
Cerré los ojos y suspiré profundo mientras las pelotitas continuaban hasta que de un momento a otro, sin que pudiera detenerme a mí misma aunque mi mente me gritara que me calmara, lo perdí por completo, la cordura y serenidad me abandonaron.

—¡Para ya, joder!

Abrí los ojos de par en par en cuanto me di cuenta de que me había levantado de golpe y gritado en medio de la lectura de otra compañera. Mi rostro se sintió ardiendo al instante y lo peor era que Aspen se burlaba de mí con disimulo.

—¿Tiene algún problema con la lectura de su compañera, señorita Lennor? —cuestionó el profesor, mirándome con claro disgusto por mi arrebato.

—N..No, yo... Lo siento, de verdad —bajé la mirada avergonzada.

—¿Le parece divertido estar interrumpiendo? Primero a mí, luego a su compañera... ¿seguirá haciéndolo durante toda mi clase?

—No... No volverá a pasar.

—Es fácil decirlo, ¿cierto? Pero tal parece que se le complica hacerlo. Así que es mejor que vaya a tranquilizarse afuera de mi clase, se ve muy estresada el día de hoy.

El comentario del profesor hizo reír a algunos, intentó disimular su sonrisa de satisfacción pero apenas lo consiguió. Por mi parte estaba a punto de estallar por la vergüenza, miré de reojo a Aspen con verdadera furia chispeando en mis ojos, no pude ver la reacción en su rostro porque la ira y la frustración combinadas hicieron que las ganas de llorar volvieran a aparecer, así que mi vista estaba borrosa. Agarré mi bolso con torpeza por querer salir de aquí de una vez, más frustrante fue que las correas de este se atorasen en la silla por unos segundos de más. Recogí mi libro y caminé rápidamente hasta cruzar la puerta e intentar no azotarla al cerrar.

A paso apresurado, casi pudiera decir que estaba corriendo, fui al baño y me encerré en el último cubículo para descargarme. ¿Por qué era yo la castigada si el estúpido de Aspen fue quien no paraba de molestar? Esto es una jodida mierda... ¡Cuando mi padre se entere de todo esto, será peor! ¡Ojalá hubiera una manera de evitarlo!

Él no tolerará todas mis faltas, desde haberme quedado dormida hasta ahora... me castigará. Me gritará de tal forma que siempre consigue hacerme temblar del terror. Nunca me ha golpeado pero he notado las ganas que tuvo de hacerlo en ciertas situaciones. ¿Y si esta vez no se contiene? No, por favor... no quiero volver a casa.

Podía sentir como el aire se atoraba en mi tráquea y mis pulmones dolían por la falta de éste. Mis manos apretaron mis brazos y sin darme cuenta mis uñas raspaban mi piel. De tan solo pensar en mi padre enojado e imaginar sus gritos y castigos... tengo tanto miedo...

—¡Ellie! —jadeé por la sorpresa de escuchar a Jennifer entrar al baño de golpe—. Ellie, ya sé lo que pasó, ¿en cuál estás?

Suspiré profundo y abrí la puerta del cubículo, pero no me moví del asiento del inodoro. Rápidamente Jennifer aparece y al verme en este estado de inmediato sintió lástima por mí.

—Oh, nena... Tranquila —Jen me abraza consiguiendo que me refugiara en ella—. Estarás bien, ¿sí? Te apoyaré todo lo que necesites.

—N..No quiero ir a casa, Jen... no quiero enfrentar a mi padre.

—Lo sé, cariño —ella acaricia mi espalda—. Te esconderé en mi casa si hace falta, ¿escuchaste?

Volví a sollozar y a aferrarme a su ropa con las manos temblorosas. Jennifer sigue consolándome hasta que pude detener mi llanto como una hora después, me sacó del cubículo y me ayudó a arreglarme frente al espejo para ocultar evidencias de mi llanto.

—Listo, y aquí nada ha pasado —me sonríe con ternura luego de aplicarme un poco de maquillaje—. Deberías dejarme maquillarte alguna vez, te aseguro a que te dejaré más hermosa de lo que ya eres.

—Quizás algún día te deje hacerlo —sonreí en respuesta.

Me miré en el espejo, ya no había rastro alguno de que había llorado, pero bajé la mirada a mis brazos y Jennifer apoyó su mano en mi hombro.

—Debes dejar de hacerte esto... sé lo difícil que puede ser pero me duele más saber que te lastimas cuando esto pasa —mencionó.

—Y..Yo... lo intento. Pero no se me da bien evitarlo, simplemente ocurre... —resoplé frustrada.

—Encontraremos la forma de evitar que te sigas dañando cuando te dan ataques como estos. Me gustaría que ni siquiera experimentes otro.

Sonreí ligeramente y abracé a Jennifer a la vez que le agradecía en un murmullo. Ambas decidimos salir del baño, pues era cambio de hora y necesitábamos nuestras cosas para la siguiente materia.

—Me gustaría faltar a esta clase también, pero... ya me han advertido de una suspensión si continuaba —bufa Jen buscando sus cosas en su taquilla—. Además no me gustaría dejarte sola de nuevo.

—Ah, gracias por pensar en mí. Eres tan amable, Jenny —rodé los ojos a la vez que reía.

—Lo sé, lo sé. Soy la mejor amiga del mundo.

Ambas cerramos nuestras taquillas y volvimos a la clase donde ya estaba la gran mayoría de los estudiantes. Me detuve un segundo cuando vi a Aspen hablando con un compañero, ambos se estaban riendo hasta que él me nota y de repente dejó de reírse, más bien se puso algo serio.

—¿Quién es ese? —Jennifer posa su brazo sobre mis hombros mientras mira a Aspen como si quisiera arrastrarlo hasta el baño para tener una aventura corporal.

—Un idiota de lo peor —murmuré apartando la mirada y sentándome en mi lugar con Jennifer.

La profesora llegó en ese instante, saludando a todos. No tardó en comenzar a dar su clase y... sorpresivamente, Aspen no volvió a molestarme. Por fin, un momento de paz.

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