Capítulo 48
—¿Qué quieres que te diga qué? —Jen me mira sorprendida mientras cierra la puerta de su casillero sin poder creerse lo que había escuchado.
—Lo que escuchaste, Jenny. Necesito consejos.
—Esto jamás había pasado antes... ¡Finalmente puedo hablarte sin que me interrumpas y te vayas! —sonríe ampliamente.
—Solo dime... Lo has hecho tantas veces con él así que quizás sabes lo que le gusta que una haga... —hablé por lo bajo, apartando la mirada y sonrojándome, ella de inmediato me agarra por las mejillas y me hace volver la vista al frente.
—Primero que nada, seguridad. Eso le gusta a cualquier chico, incluso a alguien como Aspen.
Suspiré profundo y asentí comprendiendo. Ella aplaude varias veces a la par que suelta chillidos, emocionada por tener esta conversación conmigo.
—Bueno, pues... le gusta cuando se la chu...
—¡¿P..Podemos...! no usar esas... palabras? Por favor —pedí, Jen rueda los ojos pero termina asintiendo.
—Está bien. Le gusta cuando la mujer toma la iniciativa de vez en cuando y le hace un oral. ¿Y sabes algo? El placer que te da hacer venir a un hombre solo con tu boca es... indescriptible. Te lo aseguro. Oh, y te recomiendo tragar, sabe muy bien —ríe un poco al ver mi mueca—. Parece comer mucha piña ese hombre.
—Bien, bien, lo entiendo —suspiré pensando en que esto era demasiado para mí, pero quería saber más— ¿Otra cosa?
—¿Poses? Am... recuerdo que el sesenta y nueve lo hicimos mucho. También en cuatro o sentados. Hm... en realidad creo que le gustan muchas poses, puedes probarlas.
—No conozco casi ninguna.
—Entonces, deja que él te guíe. Te dará lo que quiere y si nota que no lo disfrutas cambiará a otra mejor, no te preocupes por eso... porque siempre disfrutas.
Asentí comprendiendo, suspiré un poco más para quitarme toda esta vergüenza.
Ambas escuchamos el timbre de la siguiente clase, así que fuimos a esta, dejando ese tema de lado. Nos encontramos rápidamente con ambos chicos al llegar a nuestros asientos, los saludamos pero no pudimos hablar mucho puesto que el profesor había entrado. Aspen decidió, en algún punto, que mi cabello era lo más entretenido para él, ya que empezó a jugar con este y si yo me movía hacia el frente con mi silla, él me atraía de nuevo con su pie hasta volver a tocar mi cabello.
Cuando miraba hacia él, sonreía y seguía tocando o jugando con mi cabello que caía sobre su mesa, cubriendo su cuaderno. Fue divertido, hasta que la situación tomó otra perspectiva, cuando la mano de Aspen agarra mi cabello y jala de este suave pero firme, haciéndome soltar un leve jadeo por la sorpresa que me dio. Lo miré, notando la sonrisa ladina asomada por sus labios; reí levemente y negué con la cabeza.
Fue así como siguió el resto del día, con las clases y Aspen distrayéndome porque no sabía cómo quedarse quieto por su aburrimiento. Incluso los siguientes días.
Pero lo que me sorprendía es que, desde que su familia regresó de Disney, él no me ha vuelto a invitar a su casa y si yo le insinúo la idea me da una excusa, aunque sabe que sé el motivo por el que no me deja ir. No he insistido, entiendo perfectamente que no quiera a su familia cerca de mí, pero Vic sí insiste en que yo vaya. Dejé de pensar en eso para no agobiar a Aspen.
—¿Y por qué no vas a tu departamento? —pregunté porque de todas formas estábamos hablando del tema, no lo he iniciado yo.
—Cuando mis abuelos están en casa quieren tenerme vigilado las veinticuatro horas. No me dejan ir y si lo hago llaman a policías para traerme de regreso —rodó los ojos.
—Wau... parece una prisión —comenté haciéndolo asentir, dándome la razón.
—Pero bueno, no importa. A lo que quería llegar, te invito a mi casa hoy.
—¿Eh? —cerré mi casillero con sorpresa para mirarlo.
—Lo que escuchaste, princesa —me acorrala contra estos y con una sonrisa roza nuestros labios—. Así podemos... hacer algo placentero.
—¿Y qué hay de tu familia?
—Justamente por eso... Vic los hará salir de la casa y los distraerá para que podamos pasar tiempo juntos. Está de nuestro lado.
—Wau, ¿usas a tu hermanita para tener sexo conmigo? —me reí levemente.
—Te sorprenderá saber que fue su idea —abrí los ojos de par en par—. Aparentemente parezco un perro abandonado cuando no tengo sexo contigo.
Dejé escapar una pequeña carcajada agachando la cabeza hacia un lado, pero Aspen me agarra por la barbilla y besa mis labios.
—¿Qué dices, princesa?
—Digo que está bien... —rodeé su cuello con mis brazos—. Si tu hermanita los distraerá, lo haré.
—Perfecto.
Parecía más emocionado que yo. El timbre suena en ese momento y él agarra mi mochila para colocársela en el hombro, toma mi mano y ambos salimos de la escuela como todos los demás alumnos. Mandé un mensaje a Jen y a mi madre para que supieran dónde iba a estar y me subí en el auto de Aspen junto a él.
—Mi familia ya no está en casa —avisa él cuando leyó el mensaje que le mandó Vic.
—Bien, entonces no hay de qué preocuparnos.
Asintió con una gran sonrisa.
Pareciera que condujo con prisa para llegar más rápido, pues en menos del tiempo habitual que nos toma llegar hasta aquí, él ya estacionó frente a su casa. Fuimos recibidos por sus perros a los que acariciamos; luego, al entrar, nos recibió Rose.
—Oh, señorita Madeline, me alegra verla de nuevo por aquí.
—Hola, Rose —saludé con una amplia sonrisa pero Aspen jala de mi mano hacia las escaleras.
—Rose, estaremos arriba. ¿Te importaría avisarnos si llegan los viejos?
Rose mira a Aspen con una ceja arqueada, se cruza de brazos y suspira profundo, pero nos sonríe con complicidad.
—Lo haré, no se preocupen.
—Genial, gracias.
—Gracias, Rose.
No pude escuchar su respuesta porque Aspen ya estaba impaciente. Me llevó hasta su habitación y entró cerrando la puerta con llave. Quiso acorralarme contra la puerta pero al recordar las palabras de Jen decidí darnos la vuelta y ser yo quien lo acorrale a él esta vez.
—¿Y está nueva actitud? —preguntó con una sonrisa que me aclaraba que no le molestaba para nada.
—Me gustaría probar algo —sonreí.
Besé sus labios con intensidad mientras mis manos iban al borde de su remera, él comprende y se la quita enseguida mientras yo aprovechaba para lamer su pecho hasta su cuello. Él inclinó la cabeza hacia atrás y suspiró con una sonrisa en el rostro mientras besaba y mordía su cuello.
Agarré su mano y lo jalé hacia mí para acercarnos a su cama, lo empujé hasta sentarlo en esta para que viera el momento en que empezaba a quitarme la ropa. Su mirada se paseó por mi cuerpo, noté como ya se le notaba el bulto en los pantalones así que me arrodillé y abrí sus piernas para acomodarme entre estas y empezar a quitarle el resto de la ropa.
—¿Maddie? —preguntó un poco sorprendido por todo lo que estaba haciendo.
—¿Cuánto tiempo crees que tardaré en hacer que te corras? —pregunté sacando su miembro y acariciándolo con la mano.
—Nhg... No lo sé... ¿diez minutos? —parecía no pensar mucho al hablar por mis movimientos en su miembro.
Llevé mi mano hasta el bolsillo trasero de su pantalón y saqué su celular. Miré la hora y se la mostré.
—Diez minutos, si no te corres para ese tiempo... haré lo que quieras —me acerqué a sus labios y sonreí—...no importa qué tan perverso sea lo que quieras, pero si consigo hacer que te corras... será lo que yo quiera.
—Bien. Acepto —sonríe confiado.
Asentí con una gran sonrisa y decidí lamer su miembro desde la base hasta la punta hasta que lo metí en mi boca, pudiendo sentir como se terminaba de endurecer dentro de mí, hasta tocar mi garganta. No iba a mentir, casi me atragantaba, pero pude aguantar esa sensación y suspirar profundo hasta saber qué hacer. Empecé a mover mi cabeza en un vaivén, usaba mi lengua y chupaba, esperando a que Aspen se volviera loco como yo cuando él me hace un oral.
—Agh... joder —lo escuché jadear antes de sentir como presionaba mi cabeza.
Me aparté para respirar un poco pero no dejé de usar mis manos, esparcí mi saliva mientras chupaba sus testículos, notando que eso le agradaba.
—¡Mhm! ¡M..Mierda! Madeline... —escucharlo gemir mi nombre hizo que mi cuerpo se excitara más que con hacerle un oral.
Volví a chupar su miembro moviendo mi cabeza, él inclinó su cabeza hacia atrás y gimió. Miré la hora, notando que dentro de nada se cumplirían los diez minutos y aún no había conseguido que se corriera. Suspiré frustrada pero decidí seguir hasta acabar esto. Me moví más rápido y usé aún más mi lengua, también lo tenté con mis manos acariciando ambos (su miembro y sus testículos). Aspen parecía querer volverse loco hasta que estando a un minuto de ganar él, terminó siendo el perdedor por llenar hasta mi garganta con aquel líquido blanquecino y espeso.
Volví a recordar a Jen y sus palabras así que intenté tragar. Me sorprendí por lo dulce que era, estaba tibio pero no sabía mal.
—Perdí... —suspira Aspen con una sonrisa—. Está bien, princesa, ¿qué quieres que haga?
No lo había pensado bien, creí que no iba a poder hacer que se corriera. Lo pensé por unos segundos antes de levantarme y abrir el cajón de su mesita para sacar las tiras de condones.
—Me gustaría... am... —cubrí mi rostro con los condones por la vergüenza mientras me sonrojaba—... que seas más rudo esta vez.
—¿Más rudo? —asentí—. Ya veo...
Acaricia mi mejilla para terminar con sus dedos bajo mi barbilla y hacer que lo volteara a ver, agarró la tira de condones y las dejó a un lado para poder besar mis labios, su lengua acaricia el inferior antes de que sus dientes lo atraparan y jalaran hacia abajo. Metió su lengua en mi boca dejándome apenas sin poder respirar, sus manos sujetan mis muslos y me hace enredarlas en su cintura para acomodarnos más en el centro de la cama. Se separa de mí para observarme y sonríe.
—Está bien, no quería pasarme contigo haciendo esto, pero si es lo que quieres... entonces lo cumpliré... —sonríe con lujuria y besa mis labios con dominancia hasta hacerme jadear—. Al parecer esto de ser sumisa en realidad te gusta mucho.
Una de sus manos se mete bajo mi espalda y en menos de un segundo desabrochó mi sostén con facilidad, me lo quitó y observó mis senos con lujuria. Su mano baja hasta mi intimidad y al frotar sus dedos por encima de mis bragas mi cuerpo se estremece y mis piernas se cierran inconscientemente. Aspen sujeta mis rodillas y las separa de golpe.
—No princesa, no intentes cerrarlas de nuevo —comenzó a quitarme mis bragas hasta hacerlas a un lado y dejarme completamente expuesta a él de nuevo—. Perfecta.
Vuelve a frotar sus dedos en mi intimidad para mojarlos con mis fluidos antes de meterlos dentro de mí, empezó a moverlos simulando embestidas que iban profundo y tocaban el punto exacto para hacerme apretar las mantas entre mis manos.
—¡Mhmg! —solté por el placer que comenzaba a escalar por todo mi cuerpo.
Mordió mi pezón a la vez que apretó ese punto en mi interior con sus dedos de una forma que me hizo arquear. Llegó a meter hasta tres dedos, golpeando con fuerza y repetidas veces aquel punto, hasta que se dio cuenta que estaba por correrme, entonces se detuvo.
Me tomó del brazo para darme la vuelta hasta que le mostraba la espalda, acarició el tatuaje en aquella zona antes de que repentinamente sienta un azote en mi trasero.
—Me gustaría verlo con la huella rojiza de mi mano marcada en tu piel...
—¡Ahm! —me sobresalté por otro azote, el ardor hormigueaba en mi cuerpo, no fue tan fuerte como para que doliera, fue realmente placentero.
—Una vez me has dicho que nunca te habían golpeado, menos un hombre... —volvió a azotarme y yo me estremecí, aferrándome a las mantas— ¿Qué se siente que yo lo esté haciendo ahora?
Volvió a azotarme un poco más fuerte, solté un gemido en respuesta pero no le pareció suficiente. Agarró mi cabello y jaló de mi cabeza hacia atrás.
—Contéstame, princesa...
—¿Es en serio —cuestioné avergonzada, él se inclina sobre mí, hasta que su aliento acariciaba mi oreja.
—Muy en serio... si es que quieres correrte —dos de sus dedos vuelven a entrar en mí, en esta posición se sentía más extraño pero igual de placentero. Sin embargo, los sacó y volvió a azotarme hasta que yo misma podía sentir la huella de su mano en mi piel— ¿Y bien?
—Mgh... Joder... S..Se siente... bien, cuando lo haces tú, me haces sentir bien —tragué con dificultad por la pena de admitirlo pero a la vez... el que me obligara me excitaba más.
Aspen sonríe contra mi cuello y de repente se apartó, estaba por mirar por encima de mi hombro cuando sujetó mi cintura con ambas manos y enterró su miembro en mí de una fuerte embestida, haciéndome apretar las mantas con ambas manos y gemir con algo de fuerza. Noe esperó y golpeó con su pelvis mi trasero con cada embestida. Mi cuerpo se balanceaba a cada golpe que también retumbaba por la habitación por el sonido del contacto de nuestras pieles. Aspen volvió a azotar mi trasero, haciéndome apretar su miembro con mis paredes vaginales.
—¡Mhg! —ambos gemimos en ese momento.
—Hazlo de nuevo —pidió en mi oreja sin dejar de embestirme.
Volvió a azotarme y yo lo apreté de nuevo, él gimió cerca de mí. Maldijo por lo bajo y siguió embistiéndome cada vez más fuerte, una de sus manos acarició el tatuaje en mi columna pero se apoderó de mi cabello hasta hacerme inclinar la cabeza hacia atrás, él se acerca y besa mis labios con posesividad y fiereza a la par.
Su mano en mi cintura se desliza hasta mi clítoris para estimularlo mientras me sigue penetrando con fuerza. Sentía que iba a correrme, mi cuerpo tiembla al estar cerca, hasta que largué un gemido y él se detuvo en lo que duraba mi orgasmo. Soltó mis labios y me dejó respirar, jadeé agitada e intentando recomponerme, pero él no quiso esperar más.
—¡A..Aspen! —solté cuando volvió a embestirme, dándome cuenta de lo sensible que me ha dejado ese orgasmo. Se inclina sobre mí mientras se mueve, su mano atrapa mi cuello y me hace inclinar mi cabeza a la par que me aprieta suavemente.
—Aún no hemos terminado, princesa, todavía nos falta mucho hasta que mi familia regrese —me embistió más fuerte—. Vamos, sé que puedes seguir.
Aspen muerde mi hombro y baja por mi espalda, volvió a sujetar mi cintura con ambas manos y me atrajo hacia él para que acompañe sus movimientos. Ni siquiera podía mantener la vista fija en algo, mis ojos se blanquearon de tanto placer, apenas y era capaz de hacer pasar mi saliva con normalidad.
Mis brazos cedieron ante la pérdida de fuerzas, mi pecho golpea la cama pero Aspen no me permitía bajar mis caderas, me aferraba a las mantas a incluso llegué a morder las almohadas en un intento por descansar mi voz, sin éxito. Aspen apoya sus manos a ambos lados de mi cabeza para sostenerse mientras sus movimientos cambian, siendo más rápidos. Las venas de sus brazos se marcaban al igual que las de su mano, haciéndolo verse aún más sexy.
Ninguno pudo soportarlo más, sí, yo tampoco pude evitarlo. Aspen llena el condón con una embestida más dura, yo volví a temblar y a largar otro gemido -que quizás haya sido más fuerte de lo que debería- cuando volví a correrme.
Aspen sale de mi interior y yo caí sobre la cama completamente derrotada, con la respiración agitada. Tragué con dificultad queriendo descansar un poco, sin embargo, Aspen seguía teniendo otros planes en mente... Se acostó pegando su pecho a mi espalda, rodeándome con un brazo por encima de mis senos para sujetar uno, mientras besa mi cuello hasta mi oreja.
—Era en serio lo que dije sobre que tenemos mucho tiempo —comentó acariciando mi pierna hasta moverla para mostrarle mi entrada.
Giré la cabeza hacia él y lo acaricié por la mejilla a la par que besaba sus labios, me di vuelta completamente hacia él, levantando mi pierna sobre su cintura y acomodando yo misma su miembro -envuelto en un nuevo condón- hasta mi entrada. Besé sus labios mientras él empujaba dentro de mí una vez más, mis gemidos se ahogan en su boca; su mano aprieta uno de mis senos y pellizca mi pezón. Mis manos acarician su piel mientras mis caderas acompañaban sus movimientos con sincronía y fluidez.
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