Capítulo 31
Llegué hasta el salón de clases acompañada de Jennifer a la que ya había puesto al día con toda la situación. Levanté la mirada hacia nuestros lugares y vi que mi viejo lugar estaba vacío, pues Theo ahora se sentaba tras Jen... pero también noté el lugar de Aspen desocupado. Lo busqué con la mirada por todo el salón, sin embargo, al que encontré fue a Carsson, que me miraba con una expresión que me heló la sangre al instante hasta hacerme estremecer.
—Hey... —Jen apoya su mano en mi hombro al verme comenzando a hiperventilarme—. Tranquila, no puede hacerte nada ahora.
—¿Qué le impedirá hacerlo? —pregunté con unas grandes ganas de salir corriendo—. Jen... no puedo, no puedo seguir aquí. Quiero... quiero irme.
Me di vuelta para seguir mis instintos y huir, pero apenas terminé de voltearme no alcancé a dar ni un paso cuando choqué con alguien que me rodeó con sus brazos cálidos.
—Eh, princesa... ¿Apenas me ves y ya saltas a mis brazos? No me molesta en realidad, sé que soy irresistible.
Levanté la mirada para ver a Aspen y en cuanto corroboré que era él me aferré a su cuerpo, intentando esconderme en él.
—Aspen... —supongo que se dio cuenta de que estaba temblando porque dejó de bromear y me estrechó con más firmeza—. C..Creo que... estoy a punto de perder... l..la apuesta.
Aspen lo comprendió enseguida, apoyó una de sus manos tras mi cabeza y escuché que le dijo algo a alguien antes de hacerme caminar hasta afuera de la clase justo cuando apareció la profesora.
—Lo siento, profe. Mi compañera no se siente bien, la llevaré a la enfermería.
Miré de reojo hacia Carsson que se levantó haciéndome sobresaltar por pensar en que vendría a amenazarme, pero supe que solo lo hizo para asustarme ya que sonrió con burla y se acercó a uno de sus amigos con los que se burlaron de mí en murmullos... uno de los que también estaban involucrados en esa noche.
Me escapé de los brazos de Aspen para salir casi corriendo de la clase, me alejé hasta doblar por un pasillo y agacharme mientras me abrazaba a mí misma. Sentía que me faltaba el aire a pesar de respirar con fuerza. Escuché pasos rápidos hasta que llegaron a mí.
—Maddie... —Aspen se agacha hasta mi altura y apoya su mano en mi hombro.
—Yo... —tuve un espasmo por los sollozos—. Yo... L..Lo sien..to —balbuceé mientras el llanto quiebra mis palabras—. No puedo... No puedo parar.... —agache la cabeza aún con espasmos entrecortando mi voz—. Perdón...
—Hey... tranquila. Nadie te está pidiendo que pares, sé que es difícil hacerlo ahora... —Aspen acaricia mi hombro con suavidad—. Maddie, ¿puedes mirarme? Me gustaría que lo hicieras para hablar mejor.
Traté de calmarme antes de mirarlo, él me sonríe y limpia las lágrimas de mis ojos. Su expresión se vuelve más comprensiva conmigo y apartó unos mechones de cabello de en frente para colocarlos tras mi oreja.
—Sé que debió ser duro volver a ver de frente a la persona que te hizo daño... más cuando ni siquiera se arrepiente de haberlo hecho —mencionó, asentí dándole la razón mientras sorbía mi nariz y volvía a pasar mi muñeca bajo mis ojos—. Pero debes saber que él no podrá ni acercarse a ti a menos que quiera terminar con las piernas rotas y en el hospital como un vegetal moribundo.
—Creí que podría con esto... Vine mentalizada para verlo aquí, pero... con solo saber que está a unos pocos pasos de mí...
—Lo sé, da miedo... y eso es algo normal, no puedes controlarlo. Intentó hacerte algo horrible y tu reacción ahora es la más normal.
—Debería estar en la cárcel. Debería pudrirse allí y nunca más salir —me quejé haciendo reír levemente a Aspen quien me abrazó pegando mi cabeza contra su pecho.
—Es verdad, él y muchas otras personas deberían de estarlo... pero mientras siga aquí, quiero que seas valiente. Confía en ti, que te sabes defender muy bien —sonríe con cierta gracia y nostalgia mientras toma mi mano—. Y confía en mí, que te defenderé de cualquiera que ose tocarte, princesa.
—Sonaste a un verdadero caballero... —murmuré con una leve sonrisa. Él acerca mi mano hasta sus labios y deja un tierno beso en mis nudillos.
—¿Quién dijo que no lo soy? Soy el más noble y el más atractivo caballero que jamás volverás a encontrar.
Rodé los ojos con diversión y me reí de nuevo, fue entonces que me di cuenta de que había conseguido calmarme... Aspen lo había logrado.
Miré mis brazos para comprobar que estaba limpia, no había perdido aún.
—Gracias... Aún sigo en el juego —comenté.
—Eso fue trampa... me usaste para permanecer dentro —frunció el ceño.
—Nadie nunca dijo que no podíamos usar al otro a nuestro favor.
Me levanté primero y empecé a caminar de regreso al salón, aunque él me seguía de cerca y bufando.
—Es verdad, pero aun así no se vale.
—Eres un nenito, Donnovan, uno muy pichado.
—Y tú eres una sin vergüenza, Lennor. Una muy mala.
—Ajá, sí, ajá.
Abrí la puerta del salón y me disculpe con la profesora que preguntó si estaba bien. Le afirmé que lo estaba antes de volver a mirar hacia mi lugar vacío al igual que el de Aspen pero seguí viendo más hacia atrás. Carsson volvió a sonreír para tratar de intimidarme, pero una mano en mi espalda baja me hizo tranquilizar. Le sonreí a Carsson para demostrarle que ya no podía importarme menos, pues tenía a alguien más grande y fuerte que él de mi lado.
Aspen y yo nos sentamos en nuestros lugares. Jen me preguntó con la mirada cómo estaba y yo le dediqué una gran sonrisa sincera para hacerle saber que estaba mejor. Ella suspira un poco desanimada, sabía que era por no poder hacer lo suficiente por mí (según lo que ella pensaba). Noté entonces a Theo apoyar su mano en el hombro de mi amiga, llamando su atención y haciéndola sonreír. Theo me mira y yo asentí agradecida porque estaba ahí para Jen más de lo que yo podría. Él me regresa el gesto de igual forma.
—Profesora, ¿puedo ir al baño? —ella le da permiso a Carsson de ir.
Sabía que solo lo pedía por tener una excusa para levantarse y pasar por mi lado. Cerré los ojos y suspiré profundo cuando lo escuché acercarse pero no me importó... o al menos intenté que no me importara. Entonces se detuvo a mi lado y yo decidí voltear a verlo, conectamos miradas chispeantes por la tensión entre ambos pero el bajó la mirada hasta mi mano sujeta con la de Aspen bajo su mesa.
Miré de reojo hacia Aspen quien veía a Carsson con advertencia y severidad, mientras no soltaba nuestras manos y en cambio acariciaba la mía con suavidad con su pulgar.
¿Alguna vez has visto alguna escena de anime en donde dos personajes se atacan con la mirada y sobre ellos aparecen animales distintos entre sí, como un gato y un águila, o un perro y otro? Bueno... así me los estaba imaginando y por supuesto, Aspen es un Rottweiler. Carsson sería una rata, porque los perros son demasiado hermosos como para que él sea uno... aunque también, pobres ratas.
—Joven, ¿no iba al baño? —la profesora llama la atención de Carsson que asiente y se aleja de nosotros.
Dejé escapar el aire acumulado inconscientemente en mis pulmones cuando salió. Aspen acaricia mi mano con sus dedos y yo volteé para sonreír agradecida. Él me dedicó una sonrisa tranquila, como si me dijera: "te lo dije, aquí estoy yo".
Volví la vista al frente pero no pude no notar las miraditas picaras de Jennifer que me molestaba en silencio. Cubrí mi rostro con mi mano libre y negué con la cabeza, riendo nerviosa. Miré a Jen y ella me lanza besos en burla por mi cercanía con Aspen. Rodé los ojos y le lancé una bolilla de papel que acerté en el medio de sus cejas. ¡Fue pura suerte!
—¡Ay! —ella se soba la frente.
—¿Sucede algo, señorita Parks? —pregunta la profesora y Jen me fulmina a mí un segundo.
—Nada, profe. Continúe, por favor.
En cuanto la profesora se dio la vuelta de regreso hacia la pizarra, Jen me lanzó una pelota de papel. La miré fulminante ahora yo mientras ella se burlaba, volví a lanzarle el papel y ella quiso regresármelo. De repente Theo la detiene a ella y Aspen me detiene a mí.
—Princesa, será mejor que te detengas antes de que te saquen de la clase por tirar papelitos, otra vez —ríe Aspen por lo bajo.
—¿Y lo dice el tipo que se la pasaba tirándome papelitos? —me giré para verlo.
—Yo fui discreto. Tú no mucho.
Rodé los ojos y volví a mirar al frente, esta vez cruzada de brazos e ignorando a Jen. Aspen ríe por lo bajo antes de acariciar mi brazo con la yema de sus dedos y volver a sujetar mi mano, esta vez, entrelazando nuestros dedos.
—Así es mejor —murmuró.
Empecé a sentir mis mejillas arder pero no respondí más ni me moví. Estaba de acuerdo con que así es mejor.
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