Capítulo 26
Nos mantuvimos en silencio por todo el camino pero yo estaba atenta a ver los hoteles a nuestro alrededor, sin embargo me sorprendió un par de veces que no se quedara en ninguno de los que pasamos, y finalmente, luego de pasar otro hotel más, lo volteé a ver.
—Allí había un hotel —mencioné apuntando por la ventana.
—Lo sé.
¿Entonces qué es lo que estás haciendo?
No dije nada más, Aspen sigue manejando hasta que reconocí la zona a la que habíamos llegado y de repente estaciona el auto en frente de su casa.
—¿Eh? ¿Aquí? —cuestioné confundida.
—¿En serio crees que iba a dejarte en un hotel? Madeline, por favor —me sonríe con una leve risa incrédulo de que lo creyera capaz de eso.
Baja del auto mientras que yo me mantenía sorprendida y pensando en si esto era realmente en serio. Me costó reaccionar pero al hacerlo agarré mis tacones y cuando me dispuse a abrir la puerta, él se me adelantó. Me tendió la mano y yo lo miré un par de segundos antes de apoyar mi mano sobre la suya y dejar que me ayudara a levantarme y salir del vehículo.
No lo había notado antes... que sus manos eran muy cálidas y aunque con algunas cicatrices que jamás había notado, pues nunca le presté tanta atención. ¿Qué es esto?
—¡Hm! —me sobresalté cuando empecé escuchar ladridos fuertes.
Sus perros dóberman corren hasta nosotros para recibir a su dueño, sin embargo, al verme a su lado parecen estar alertas. Adoptan un posición más agresiva y yo me escondí tras Aspen, mientras este se reía.
—Me da gusto no verlos encadenados esta vez... pero ahora sí tengo algo de miedo.
—Ares, Ragnar. Sentados —los perros de inmediato le hicieron caso a Aspen y dejaron de ladrar a la par—. Solo... son muy sobreprotectores.
—S..Se nota... pero son lindos.
—¿Los quieres acariciar? —Aspen me mira con diversión pero yo volví a esconderme más tras él.
—Gracias, pero estoy bien aquí.
Lo hice reír de nuevo por un instante, entonces me toma por la mano y me hace caminar, aunque al primer paso me retorcí por pisar una pequeña piedra en aquel camino empedrado. Aspen mira mis pies pareciendo recordar que mis tacones los tengo a la mano, entonces vuelve a cargarme en brazos.
—¡P..Pero avisa! —reclamé sorprendida.
—Te estoy levantando en brazos.
—Un poco tarde, ¿no crees? —hice una mueca enarcando una ceja, notando que su mirada iba directamente hacia mi nariz como si le causara gracia que la arrugara.
Aspen me llevó hasta la entrada de su casa pero antes de abrir la puerta lo detuve de nuevo.
—Espera, ¿tu familia no estará aquí? No quisiera que me vean ahora...
—De eso no te preocupes. Ellos y mis abuelos se llevaron a Vic a Disney. No volverán hasta dentro de un mes por lo menos.
—¿Y tú? ¿Por qué no has ido con ellos?
Aspen se me queda mirando un segundo pero no responde, solo sonríe de una forma diferente, con un poco de amargura e ironía por sus pensamientos que no compartió conmigo. Negó con la cabeza, más para sí mismo que para mí, y entró a su casa, siendo recibidos inmediatamente por sirvientes a los que Aspen les dio órdenes, creí que me bajaría, pero no lo hizo.
En su lugar me llevó escaleras arriba y entramos en una de las habitaciones que nada más estar dentro, el aroma de Aspen inundó mi nariz y sentí que podía embriagarme mucho más que con cualquier alcohol o píldora. Fue aquí donde me dejó en el suelo y se me quedó mirando de pies a cabeza, pensativo.
—¿Qué? —pregunté cubriéndome con su abrigo por su mirada casi penetrante.
—Eres más grande que Vic, su ropa no te quedaría... ¿Vic tiene enanismo o algo?
—¡¿Qué quieres decir con eso?! ¡Soy de tamaño normal! ¡Y Vic aún está creciendo! —lo fulminé con la mirada.
—Bueno, lo que digas, princesa.
Bufé y me crucé de brazos, pero vi cuando caminó hasta su armario y sacó algo de ropa para dármela junto a una toalla.
—El baño es en aquella puerta. Agarra lo que quieras, y no necesitas preocuparte porque te espíe, estaré en la sala y puedes llavear la puerta de la habitación si te hace sentir más cómoda.
—Ten por seguro que lo haré —agarré su ropa y me acerqué al baño, pero me detuve un segundo—. Gracias, Aspen...
No respondió enseguida, pero sí al cabo de unos segundos después.
—Por nada.
Él salió de la habitación y yo fui hasta la puerta pensando en llavear... pero ¿por qué lo haría? Primero, esta es la habitación de Aspen, no puedo impedir que venga aquí. Segundo... él no es Carsson, él no intentaría nada malo... o es lo que me hace creer...
Ya no tengo idea... ¿Tan fácil es engañarme? Creí que mi novio era el mejor de todos, tan amable y bueno, pero fue todo lo contrario. También creí que Aspen es un idiota al que odio con mi vida, pero ahora... es el que más me está ayudando.
Suspiré y me alejé de la puerta para ir al baño, dejé las cosas a un lado y me quité la ropa para luego entrar bajo la regadera. Suspiré aliviada por lo tibia y agradable que estaba el agua; limpié mi cuerpo todo lo que pude, especialmente en los lugares donde Carsson me había tocado esta noche. Recordarlo me causaba tanta rabia y de nuevo ganas de llorar, pero no lo permití. Ya no quería llorar por un imbécil como Carsson, y recordando las palabras de Aspen: "un imbécil que no se merece ninguna de mis lágrimas".
Terminé de ducharme y salí para secar mi cuerpo y ponerme la ropa que Aspen me ha dado. Me miré en el espejo mientras secaba mi cabello y pensé en ir a buscarlo. Salí de su habitación y me acerqué a las escaleras bajando apenas unos peldaños cuando me detuve al escuchar un quejido suyo.
—¡Agh! Mierda...
—Lo siento, joven Aspen, intentaré hacerlo más despacio —dice una mujer que parecía ya de edad avanzada.
—Ah... no es tu culpa, Rose, no importa que lo hagas despacio, será igual.
Me asomé un poco sobre la sala y vi a Aspen acostado boca hacia abajo sobre el sofá y a la mujer de nombre Rose aplicándole algo en la espalda. ¿Qué es? ¿Qué tiene allí? No puedo ver desde aquí...
—Joven Aspen... ¿Qué piensa hacer con la chica en su cuarto?
—¿Estás insinuando algo malo, Rose? ¿Por cuánto tiempo es que me conoces? —Aspen ríe pero luego vuelve a quejarse.
—Por supuesto que no, joven. No se me ha pasado nada de eso por la cabeza. Solo pregunto... ¿debo preparar cena para dos o para uno solo?
—Le preguntaré cuando salga del baño... me ha dicho que no quiere ir a su casa pero tampoco sé si quiera quedarse aquí —Aspen suspira sonoramente—. Supongo que si es así me tocará llevarla a un hotel.
—¡Que antipático!
—¡Auch, Rose! ¡Duele!
—Joven, se nota que aún no sabe nada sobre estas cosas ni las mujeres —lo regaña ella haciéndome reír por lo bajo y a Aspen quejarse.
—¿Qué? ¿Por qué? ¿Qué quieres decir, señora?
—¿Cómo es posible que pienses en llevar a esa pobre chica a un hotel y dejarla sola allí? ¡Lo menos que alguien quiere en una situación como esta es quedarse completamente sola!
Asentí dándole la razón a pesar de saber que ni siquiera sabían que estaba aquí.
—Pero, ¿qué más puedo hacer? No es como si pudiera cambiar todo lo que hice en una noche y abrazarla como si nada. Digo, lo hice... pero fue en el momento indicado ahora ya no sabré cual ese momento para hacerlo. No por haberlo hecho una vez puedo hacerlo todo el tiempo. Sus bofetadas duelen como la mier... ¡Agh! ¡Oye, esto ya es apropósito!
—Por supuesto que es apropósito. Nadie dijo que debías ser tú quien la abrace a ella... solo tienes que estar ahí. Ella sabrá lo que quiere, si quiere contacto o no, pero estar allí es más importante que no estar con ella.
Aspen suspira profundo y lo acepta en murmullos. Rose acaba de aplicarle lo que sea a aquello en la espalda y se levanta a la par que Aspen.
—¡Hm! —me sobresalté horrorizada al ver lo destrozada que estaba su espalda, con marcas que aún estaban abiertas.
Apenas pude ver bien cuando se puso su remera pero había visto lo suficiente como para saber que... alguien lo golpeaba horriblemente. Tenía golpes muy morados, casi negros algunos, y muchos cortes... de tantos tamaños, incluso uno cruzaba desde su hombro hasta su cintura... ¿qué es lo que le ha pasado?
—¿Cuánto se demoran las mujeres? ¿Qué es lo que hace? No parece que solo sea una ducha —murmura Aspen.
—Joven, con todo respeto... cierre la boca y no se queje. Lo que haga una mujer en el baño no le concierne, nosotras nos tomamos nuestro tiempo.
—Sí, bueno, está bien —Aspen suspira y suelta una leve risa—. Gracias, Rose. Puedes irte a casa si eso quieres.
—Iré a preparar comida para dos, después iré a mi casa.
—Si eso quieres... Está bien.
Aspen se sentó en el sofá y prendió la televisión para ver alguna película. Rose se va y yo finalmente decido terminar de bajar las escaleras y acercarme a él.
—¿Qué es? —hablé rodeando el sofá y sentándome en una esquina de este.
—Se llama "Mi vecino Totoro" a Vic y a mí nos gusta mucho.
Sé cómo se llama, a mí también me fascina y me hace desear tener un Totoro o un gato bus, pero claro que no tenías porqué saber... Espera, ¿le gusta a él?
—¿Te gusta? —cuestioné sorprendida mirándolo en la otra esquina del sofá.
—Sí... En realidad, fui yo quien le mostró estas cosas a Victoria cuando era una niña pequeña —sonrió y suspiró con aceptación—. Quizás pienses que es ridículo o infantil...
Negué con la cabeza y sonreí sintiéndome como si estuviera aliviada de que alguien compartiera mis mismos gustos. Suspiré y por alguna razón me sentí en confianza para decirle la primera verdad.
—En realidad... a mí también me gusta esta película y el anime en general.
—¿Ah? ¿De verdad? —me miró sorprendido. Asentí en respuesta— ¿Entonces por qué lo negabas?
—Pues... no quería ser el blanco de burlas de Carsson y sus amigos. Ya vi cuanto les parece ridículo que uno de último año vea estas cosas, así que... decidí no involucrarme.
Aspen asiente comprendiendo y estando de acuerdo. Ambos miramos hacia el frente para ver la película y sonreír por cada escena que me traía recuerdos. De repente recordé lo que Rose le dijo hace un momento, él no se acercaba pero tampoco se alejaba... se tomó muy en serio lo de "estar aquí". Incluso me hizo sonreír ahora, más que la película.
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