Capítulo 11

Nerviosa era poco, no podía dejar de temblar. Ahora mismo, quería chillar de la emoción pues estaba sentada en la misma mesa de biblioteca que Carsson, enseñándole sobre matemática. ¡Pero estaba con él, a solas!

—Y al sumar los exponentes te dará el resultado esperado —terminé de explicar— ¿Lo has entendido?

—Ah, vaya... No creí que en realidad fuera tan sencillo —sonrió—. Eres buena explicando, Madeline.

—S..Sí bueno... le enseño a Jen muy seguido, así que aprendí a explicarme —mencioné apartando la mirada hacia el cuaderno de nuevo.

—Pues ha servido.

—I..Intenta hacer estos ejercicios, si te bloqueas en alguno dímelo y te ayudaré.

Asintió, agarró el lápiz que yo sostenía y me guiñó el ojo cuando nuestras manos se tocaron. Tragué con dificultad e intenté calmarme de nuevo. Carsson lo hizo, aunque tuvo un par de dificultades en las que me pidió ayuda, cuando acabó los ejercicios que le había encomendado me puse a corregirlos.

—Están bastante bien, aunque te has equivocado en este.

—¿En serio?

Se acercó para ver el ejercicio errado, pero lo hizo tanto que su perfume inundaba mi nariz por completo.

—S..Sí, pero no te p..preocupes... Es algo que siempre ocurre cuando estás aprendiendo. Intenta hacerlo así.

Le mostré la forma correcta y el asintió comprendiendo. Miré la hora en mi celular dándome cuenta de que las horas que habíamos sugerido para estudiar ya habían pasado. Suspiré profundo con desgano, ya que no quería alejarme ahora, pero no podía sobre explotar su cerebro.

—Creo que sería bueno dejarlo hasta aquí —mencioné.

—¿Ya son las cinco? —miró la hora sorprendido—. Madre mía, el tiempo pasa muy rápido... y creo que es por ti.

—¿Eh?

—Pues no me di cuenta del tiempo por estar contigo, esto no me pasaba con Lena.

Carsson se puso a recoger sus cosas mientras yo me mordía el labio inferior dudando en si preguntar o no.

—Oye, dime si soy muy metida pero... ¿qué ha pasado con Lena? —pregunté apenada y creyendo que en verdad estaba siendo muy metida en lo que no debería importarme, aunque a él no pareció importarle.

—Oh, eso... pues le he pedido un tiempo. Ya no es lo mismo con ella y... pues no lo ha tomado muy bien —muestra un sonrisa nerviosa y leve.

—Ya veo, comprendo.

Me puse a recoger de igual forma mis cosas y ambos fuimos hasta la entrada de la escuela, donde Carsson nos detuvo.

—¿Te acerco a tu casa? —su propuesta me tomó por sorpresa, no me esperaba que se ofreciera.

—A..Ah, bueno... —estaba por aceptar cuando justo en ese momento vi a André esperando por mí—. En realidad... me han venido a buscar...

—Entonces, será la próxima —de repente se acerca a mí y deja un corto beso en mi mejilla—. Nos vemos Madeline, gracias por lo de hoy.

—D..De n..nada.

Carsson se aleja con una sonrisa mientras a mí me costaba entender lo que había pasado una vez más. Toqué ligeramente la mejilla que él había besado y dejé escapar un suspiro incrédula y como si me hubiera vuelto una tonta en verdad. Me acerqué a André, saludándolo casi en automático y entrando al auto; miré por la ventana para ver cómo Carsson entraba a su auto y lo ponía en marcha pasando junto a nosotros y despidiéndose con la mano.

André me llevó a casa sin decir nada; en todo el camino estuve distraída y cuando llegué fui directo a mi habitación para soltar chillidos contra mi almohada por la buena suerte que tuve hoy. Agarré mi celular y llamé directamente a Jennifer para contarle lo que ha pasado y no mucho tiempo después ambas empezamos a chillar.

—Dios mío, amiga que suerte tienes —dice ella—. Tu sueño se está haciendo realidad.

—Esto es más que en mis sueños, Jen. Esto es mucho mejor —chillé.

De repente me detuve en seco cuando escuché una risa masculina a través de la línea. Jennifer me sonríe nerviosa mientras intenta callar a quien está con ella.

—Jen... ¿Aspen está contigo? —pregunté, aunque ya supiera la respuesta.

Ella suspira resignada y asiente confirmando mis sospechas. ¿Estuvo escuchando todo? ¡Qué vergüenza!

—Lo siento, Ellie, es que acabamos de terminar y... justo me has llamado, no iba a negarte una llamada —negué con la cabeza.

—Está bien, pero será mejor que me avises para la próxima vez. No me gusta que un metido esté escuchando sobre mis asuntos privados.

Jen iba a hablar pero Aspen aparece, sin remera, junto a ella. ¡Madre Santísima de los abdominales! Digo... No. No...

—Oh vamos, princesita. Ya sé todo como para entender tu idealización hacia un idiota como Carsson —Aspen ríe en burla y Jen lo fulmina con la mirada pero con un simple beso ella se calma.

—No lo llames así, el idiota eres tú —espeté con molestia—. Que andas escuchando sobre temas que no deberías.

—Tengo oídos que no puedo apagar, por desgracia, cuando te escucho hablar. Ya me gustaría poder hacerlo.

Fruncí los labios y el ceño a la vez por esa grosería. Miré a Jen esperando a que me defendiera pero Aspen la tenía comiendo de su mano por sus besos.

—¡Jen!

—Nena, no lo tomes tan en serio ¿sí? Aspen solo quiere molestarte ¡No dejes que te gane! —ríe Jen.

—¿Ah si? —Aspen hace que Jen la mire y empieza a besarla con más intensidad.

—¡Oigan! —me quejé pero Aspen no dejaba que Jen se separe y en su lugar me mira de reojo con una sonrisa burlesca.

Agarra el celular de Jen y corta la llamada sin más. Resoplé molesta pero no pude evitar pensar en lo bien que se veía Aspen sin remera... ¿Cómo una persona puede tener semejante cuerpo escultural? ¡Basta, Madeline! Es el tipo que no soportas ni un poco; sí, es posible que tenga un buen cuerpo y su rostro sea tallado por los mismos ángeles... ¡P..Pero no es bueno! ¡Es un asco! ¡Arrogante!

Dejé de pensar en eso cuando alguien llama a la puerta, a los pocos segundos entra mi madre y cierra la puerta tras ella.

—Cariño, ¿qué tal tu día? —pregunta ella acercándose a mí con una sonrisa.

—Bien —sonreí y me acomodé para verla mejor—. Carsson me pidió que le enseñara después de la escuela.

—¿De verdad? Eso es genial para ti —sonríe más ampliamente—. Siempre te ha gustado, ¿no? Incluso en tu fiesta de cumpleaños...

—Aún no sé si era él... pero me encantaría que así fuera.

—¿No le has preguntado? —cuestionó.

—Mm... no lo había recordado cuando estuve con él.

Mamá asiente comprendiendo, pero entonces me vuelve a preguntar sobre lo que le estaba enseñando antes de cambiar de tema.

—Me han dicho lo que pasó con tu padre ayer —comenta haciendo que yo apartara la mirada con una mueca—. Yo también creo que es injusto y ya he hablado con él.

—¿Y qué te dijo?

—Te dejará tranquila, ya no estás obligada a estar con Aspen. Pero aun así no quiere que lo trates mal, y yo tampoco —ella acaricia mi brazo derecho, levantando la manga para hacerme saber que había notado mis banditas, aparté su mano y cubrí de nuevo aquella zona con mi manga—. Es agotador cuando uno odia a alguien, te detiene de ser completamente feliz y sin darte cuenta haces que los de tu alrededor tampoco lo sean... No te culpes porque no te agrade alguien, es muy normal que eso suceda, pero intenta que eso no se vuelva odio. No me gusta que te sucedan estas cosas.

Suspiré y asentí dándole la razón finalmente. Realmente era agotador pensar en lo molesto que es Aspen y en que me desagrada estar incluso cerca de él.

—Está bien, mamá. Lo... intentaré.

—Así se inicia —me abraza con cariño, haciéndome sentir como si nada estuviera mal y como si fuera posible llevarse bien con Aspen—. Por cierto... Holly llamó, dice que a Victoria le gustaría verte otra vez.

—Oh, es verdad que le prometí que le enseñaría sobre el cuidado de la piel —sonreí al recordar aquel detalle.

—Yo voy ahora, ¿quieres acompañarme? —preguntó.

—Claro, déjame preparar mis cosas.

Mamá asintió, ambas nos levantamos y yo fui a agarrar todo lo que ya no usaba para dárselo a Victoria, pues con algo se iniciaba. Preparé una bolsa y fui con mamá hasta el auto en donde André nos esperaba. Estaba animada y aceptaba ir ahora porque sabía que Aspen no iba a llegar en mucho tiempo, pues estaba "ocupado" con mi mejor amiga.

André condujo hasta la casa de los Donnovan, los mayordomos nos guiaron hasta la sala, en donde estaba la señora Holly y Victoria con Nina.

—¡Madeline! —Victoria se acerca emocionada hasta mí.

—Hola, Victoria. Me da gusto verte.

—A mí también —sonríe ella.

Me acerqué a saludar a la señora Holly y luego victoria me estira hasta su habitación. Nina enseguida se sube sobre su cama y Victoria me hace sentarme en una de las dos sillas que había en frente de su escritorio. Agarra un anotador y un lápiz y me mira expectante.

—Bien, estoy lista para aprender.

Me hizo reír. Agarré mi bolso y saqué todo sobre la mesa para empezar a mostrarle uno a uno los productos y decirle cómo se usan y cuándo. Victoria no dejaba de anotar cualquier palabra que salía de mi boca en su anotador.

—El bloqueador te lo pones en tus dos dedos, esa es la verdadera cantidad que hay que usar —dije mostrándole al aplicarme el bloqueador solar.

—¿No es mucho? —preguntó.

—Pareciera que sí, pero en realidad lo usas, no solo en tu rostro, sino también en tu cuello, escote y si te sobra en tus hombros y brazos —expliqué—. Créeme que nunca es suficiente protector solar.

Asintió y anotó en su agenda. Saqué otros productos y de igual forma le indiqué todo hasta que ya no tenía más nada qué decir o mostrar.

—Y supongo que eso ha sido todo, ¿preguntas? —levantó la mano haciéndome reír un poco— ¿Sí?

—El exfoliante ¿cuántas veces has dicho por semana?

—En tu caso sería una vez a la semana y mejor usa este —le di un pote de exfoliante—. Es más suave, no te raspará mucho.

—Entiendo. Gracias.

—¿Algo más?

Negó con la cabeza y dejó sus notas a un lado.

—He entendido lo demás. Eres buena explicando.

—Me lo han dicho —sonreí recordando a Carsson.

Nina, de la nada, se levanta de la cama y se acerca a Victoria para pedirle atención y mimos. Ella sonríe y se la da con gusto, haciendo que la perra mueva la cola y le dé un par de lamidas, aunque luego se acercó a mí y se levantó en dos patas para luego lamer mi brazo.

—Nina, espera —Victoria la quita enseguida—. Lo siento, Madeline, ¿estás bien?

—No te preocupes, lo estoy —sonreí para asegurarle de que todo estaba bien—. Es tierno pero debo lavarme.

Asintió comprendiendo. Me levanté de mi lugar para ir al baño y lavarme como he dicho que haría, volví con ella y busqué mi medicamento en mis cosas.

—Oh, pediré que te traigan algo de agua.

—Gracias, Victoria. Que atenta.

Ella sale un momento de la habitación y a los pocos segundos vuelve a entrar. Luego de unos cuantos minutos llaman a la puerta y una mujer me entrega un vaso con agua. Se lo agradecí y ella volvió a irse, tomé mi medicamento sin problema mientras veía a Victoria ordenar las cosas que le traje.

—Oye, Vic, ¿cuántos años tienes? —pregunté finalmente, pues tenía esa duda desde que la vi por primera vez, aparentaba mi edad.

—Tengo quince.

—¿En serio? Pareces de diecisiete —comenté.

—Me lo han dicho —sonríe un poco apenada—. Creo que es porque me he desarrollado más que otras chicas, al menos eso fue lo que mis amigas dijeron.

—Pues un poco. Pero está bien, te ves más madura para tu edad, seguro eres la más guapa de tu salón.

Victoria sonríe apenada pero agradecida por mi comentario que al parecer le ha agradado. Ambas volvimos a meternos en una conversación animada e interesante en la que ella me hablaba sobre su escuela y cómo le está yendo. Era divertido estar con Victoria, nunca se acababan los temas de conversación interesantes.

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