XII
Se removió incómodo en su asiento, a pesar de que el cuello le estaba doliendo, forzaba a su cuerpo a seguir descansando e ignorar la molestia de sus brazos y cuellos.
Además, los llantos no le eran de mucha ayuda.
Frunció el ceño sin abrir los ojos, estaba a nada de ir y tumbar la puerta de sus vecinos para que callaran a su bebé.
La idea se esfumó como vapor al recordar que sus vecinos no tenían un bebé, ni siquiera tenían hijos.
Se levantó de golpe exaltado, tirando en el proceso la manta de su pecho. Los llantos venían de la planta alta.
Sus sentidos no estaban tan despiertos, por lo que, el liberarse de las ataduras de la cobija fue una tarea ardua.
Cuando lo logró, corrió hasta su habitación, giro el picaporte e ingreso asustado. Notó como un bulto de cobijas se removía de un lado a otro, las almohadas seguían en su sitio, afortunadamente.
Fue hasta la cama para encontrarse a Masaki llorando a todo pulmón, sus manitas luchaban para liberarse de los edredones, sus mejillas competían con su cabello en rojo, aunque también estaban empapapadas por las lágrimas.
——Diablos, mocoso, ¿en serio tienes que llorar por todo? —Le sacó de las cobijas con cuidado —. Un simple llamado sin lloriqueos hubiera sido suficiente; lloras como si te hubieran golpeado.
Masaki suavizo su llanto al ser atendido, estaba acostumbrado a tomar una siesta y comer en un determinado tiempo, Chūya y Dazai siempre iban con él al más simple llanto; sin embargo, Akutagawa tardó en escucharlo y despertarse en un lugar que no conocía termino por asustarlo.
Ryūnosuke suspiro cansado, él todavía quería seguir durmiendo. Rogaba porque los padres del oji-café llegarán pronto, ser niñero no era una de sus actividades favoritas y le estaba costando mucho trabajo; era capaz de arrancarse el cabello de la desesperación.
——¡HEY, HEY, HEY!, ¡¿QUÉ CREES QUE HACES MOCOSO?! —Preguntó molesto e incómodo cuando Masaki empezó a jalar su camisa cerca de su pecho en busca de alimento, lo único que logró fue chupar la tela y molestarse por eso. Renovó su llanto con más fuerza —. ¡Yo no soy Chūya, yo no tengo eso!
Su respuesta fueron más chillidos, un pequeño tic de nervios se presentó en su párpado.
Salió de la habitación, necesito de toda su paciencia para poder ignorar los chillidos del bebé; bajo a la sala para poder encontrar la pañalera; Chūya había dicho que había biberones esterilizados y leche en polvo que podía ocupar.
Maneobro con una sola mano para empezar a buscar lo necesario para poder preparar la leche. Masaki no cooperaba mucho, se removía bastante y luchaba por liberarse del agarre.
—¡Ya te voy a dar de comer, mocoso!, ¡Por dios, comes como un oso!, ¡Pareces muerto de hambre como el hombre tigre! —Sacó de la bolsa con mucho trabajo el pequeño topper con leche en polvo y un biberon de plástico transparente.
Pará su pesar tenía que poner a calentar el agua, había visto en series y películas a los bebés se les debía dar la leche tibia porque lloraban si no estaba a la temperatura que les gustaba.
Sentó al pelirrojo en el sillón, después con ayuda de Rashōmōn lo cargó a su espaldas, después del incidente donde Masaki uso su habilidad no cometería el mismo error; aprendió a la mala que el oji-café era muy escurridizo.
Busco entre el cajón de las ollas una qué le sirviera para calentar la cantidad necesaria de agua, decidió comenzar a poner la leche en polvo en el biberón, afortunadamente, el topper con el polvo venía con una nota con la caligrafía de Chūya con instrucciones de cuanta fórmula debía usar y cuanto tiempo debía calentar el agua.
—Niño consentido. —Murmuró arrugando el papel y tirarlo al cesto de basura de un aventón.
Masaki no paro de llorar en todo el rato que el líquido tardó en hervir, Ryūnosuke lo ignoró al conectar unos auriculares a su teléfono.
Nunca había sido de esos de usar redes sociales, aunque, teniendo que soportar al bebé haciendo un berrinche la mejor opción era colocarse los auriculares y ponerse a ver una serie cualquiera en una plataforma de paga.
Reviso el agua y al notar que ya estaba hirviendo apago el fuego de la estufa, tomó un trapo de la barra para tomar el mango de la olla y poder servirlo en el biberón.
Lamento mentalmente el ya no poder seguir con el entrenamiento absurdo de la película de terror que había.
Masaki al ver como el azabache se dirigía a él con el biberón disminuyó un poco su llanto, talló sus ojos con el puño de sus manos para eliminar las lágrimas restantes qué escapaban de sus cuencas.
—Bebe. —Ordeno acercando el chupón de la botella a los labios rosados de Masaki.
Masaki sollozo al no poder tomar de el, todavía necesitaba la ayuda de alguien para poder tomar su leche.
—Vamos, estabas llorando por algo tan mundano, bebelo de una maldita vez —Masaki alzó sus brazos empezando a lagrimear —. ¡¿Todavía te tengo que cargar?! —Gritó fastidiado, ya eran muchas molestias y en un solo día sentía que una vena se le podía explotar del coraje.
Masaki se asustó por su grito, dio rienda suelta al llanto pero con más fuerza, su pecho subía y baja herméticamente y sus mejillas ganaban más color.
Akutagawa se asustó un poco al ver como el neonato se retorcía tratando de regular su respiración, parecía tener dolor de estómago provocado por el coraje y la falta de alimento.
—Dioses, calmate, parece que tendrás un infarto en cualquier momento.
Al parecer quien tendría el infarto sería el oji-gris, el bebé no se calmaba, se preocupo al pensar en lo peor que podría pasar.
Si a Masaki le pasaba algo Dazai y Chūya lo matarían sin dudarlo. Pasaban de las siete de la tarde, probablemente la misión del ejecutivo ya habría terminado, y ya estaría llendo por su hijo.
¡¿Y si Dazai lo acompañaba?!
¡No podía darse el lujo de que el castaño se llevara tan mala impresión de él!
El recordar el fervor de los golpes de Dazai le heló la sangre, cuando fue su subordinado el mayor no se detenía a medir la fuerza de sus golpes, solo le importaba que aprendiera la lección y no cometiera los mismos errores. Si lastimaba a su hijo no iba a terminar en una nariz rota.
Agitó la mezcla dentro de la botella y vertió un poco en su muñeca para verificar si la temperatura era una agradable para beber.
Tomó sin cuidado al menor, lo acuno de la mejor manera entre sus brazos, trató de imitar a la perfección la pose qué Chūya había hecho en su oficina.
Masaki le facilitó la tarea cuando sintió sus brazos, se acomodo por naturaleza en ellos. El azabache dirigió con cuidado el chupón a su boca, el neonato captó la indicación y acerco con sus manos el biberón a su boca.
Pesco el chupón con maestría y empezó a succionar con maestría; el biberón comenzó a vaciarse lentamente y su dolor de estómago fue desapareciendo poco a poco.
—¿Te pones furioso sino comes, eh? —Observó como el tono rojizo de las mejillas de Masaki iba desapareciendo, dejando solo un rosado intenso. Pequeñas perlas de sudor recorrían su frente, hizo mucho esfuerzo después de todo —. Para esto si necesitas aprender a hablar, así serás una incertidumbre menos para tus padres.
Reflexionó un poco su propio comentario, sino aguantaba al niño sin hablar sería un problema mayúsculo tener que soportar sus gritos y paeloteos pidiendo cualquier cosa le terminaría por volver paranoico.
—Sí yo te voy a tener que seguir cuidando lo mejor es que no hables, y si logras hacerlo, solo lo harás para molestar a tus padres; a mi no me andes jodiendo con las típicas peticiones estúpidas de niños. —El pelirrojo a este punto no le prestaba atención, su concentración se basaba en terminar su fórmula.
Decidió ir a la sala a sentarse en algún sofá, probablemente Masaki se tardaría en terminar de comer y él no estaba dispuesto a esperarlo.
Encendió la televisión con ayuda de Rashōmōn, cambiaba canales al azar en algo de entretenimiento.
—No te voy a dejar escoger un programa y te aguantas. —Siguió mirando como los canales pasaban al azár.
El timbre sonó en ese instante, sus ojos se abrieron como platos y las manos le temblaron.
Le quito la mamila de los labios bruscamente y la dejo en la meso de centro, Masaki renegó pero no le importo.
Camino hasta la puerta, arreglo un poco su abrigo y la ropa del bebé.
Abrió de la manera más tranquila posible la puerta.
Sin embargo, la figura de una niña con uniforme escolar de primaria, sus rizos castaños brillaban con el sol, llevaba una caja de bombones en sus manos —¡Buenos días señor! —Saludo con una sonrisa tímida —. ¿Gusta comprar bombones?
Akutagawa frunció el ceño y apretó la manija de la puerta, la niña temió un poco al ver la mirada fría del hombre frente a ella.
—Odio las cosas dulces. —Murmuró enojado, vaya decepción qué se estaba llevando.
—T-tal vez para su hijo. —Susurró, su sonrisa tembló por un instante.
—Odio a los niños, esta sabandija no es mas que el hijo de un infeliz que no asume sus responsabilidades como madre. —Dijo entre dientes.
—¿Su hermano?
—Algo así. —Ladeo su cabeza un poco.
Al notar el tono de voz un poco más ligero, la niña tomó la oportunidad de hacer la propaganda de sus dulces.
—Tengo rellenos de fresa, almendras, coco, piña, frambuesa, higos, moras, naranja y limón. —Enumero con sus dedos.
Masaki balbuceo exijiendo su mamila.
—Dos cajas de los que están rellenos de higo. —La niña sonrió emocionada, era su primera venta.
El bebé gorgojeo en dirección a la infante.
—Tiene un lindo sobrino. —Akutagawa giro los ojos para empezar a buscar el dinero.
—Lo sacó de su familia materna. —La niña rió divertida.
—Sí es tan lindo entonces la familia de su papá también debe de serlo.
Akutagawa bufó.
—O tal vez mi hermano tiene buenos génes.
Ryūnosuke examinó el resto de las cajas que llevaba la niña, eran bastantes, las llevaba en una pequeña carretilla de madera.
—¿Son para tu escuela? —Cuestionó sutilmente.
—No, mi papá es panadero, le han cerrado su puesto para dárselo a alguien más. Entonces yo le voy a ayudar vendiendolas cuando salgo de la escuela. —Sus mejillas se sonrosaron, el mayor pudo notar como sus ojos se cristalizaron.
—Recuérdame a cuánto la caja.
—184.55 ¥, señor. —Pasó su antebrazo por los párpados.
—¿Cuántas cajas tienes ahí? —Señaló con la mirada la carretilla.
—27 cajas, señor. —Su voz tembló un poco, era su primera vez vendiendo y la conversación la ponía nerviosa.
—¿De todos los sabores?
—Sí, 3 de cada sabor.
El azabache sonrió con superioridad.
—Bien saca las cajas de esa carretilla y metelas a mi casa. Vendrás cada quince días y traerás la misma cantidad, y los mismos sabores, no me gusta que cambien las cosas inesperadamente sin que me avisen antes.
La niña asintió hipnotizada con cada palabra, sus ojos tenían un brillo especial, no podía creer que aquel hombre de mirada espeluznante sería tan amable con ella.
Metió con algo de trabajo las cajas a la vivienda, lo hizo sin ayuda y frente a la atenta mirada del azabache.
Al término, el oji-gris le tendió un fajo de billetes.
—¡¿Todo esto me va a dar?! —Exclamó sorprendida.
—Consideralo un adelanto por tus servicios, dile a tu padre exactamente lo que paso. No quiero a alguien acusandome de pedofilia por querer comer bombones.
—¡De ninguna manera señor! —Guardo el dinero en una de sus botas, su padre le dijo que era una manera segura de guardarlo su salía a la calle.
—Bien, ahora largo, espero visitas. —La niña asintió efusiva, salió de la morada despidiéndose con una reverencia y se llevó su carretilla.
Akutagawa cerro la puerta en cuanto la niña desapareció de su vista.
Masaki balbuceo en un grito qué le siguiera dando de comer.
—Tranquilo, mocoso, te daré de comer en seguida. —Tomó una de las cajas que tenían la etiqueta de un dibujo de higo para llevársela a la sala.
Si Masaki comía él tenía el mismo derecho.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top